Capítulo 13: Accidente de Chernobyl.
Habían pasado años, muchos muchos años que estuvieron como reos, viviendo en la mierda y de entrenamiento militar casi nada. Lo único que los entretenía era dibujar penes y palabras groseras en las paredes, para luego tener que pintarlas y así gastaban el tiempo casi todos los días.
Como máximo les daban el gusto los días festivos y podían beber alcohol de manera moderada,
Además, solían charlar con sus dos compañeros que residían en Ucrania, Jeffrey y Michael, hasta que un día los telecomunicadores de ellos dos dejaron de funcionar, y no supieron más de ellos. Hasta que recibieron la triste noticia de un accidente nuclear en la planta de Chernobyl, exactamente la misma que espiaron en su primera misión y la misma en que... Jeffrey Hanneman y Michael "Duff" McKagan seguían realizando espionajes a modo de castigo por no realizar bien la primera misión.
La ciudad estaba en la ruina total, nadie podía entrar, miles de muertos y mutaciones por doquier, aunque muchísima gente fue evacuada, había sido demasiado tarde. Numerosos grupos de hombres arriesgaron sus vidas para evitar que la radiación se expandiera por toda Europa, sin embargo, eso no evitó para nada la fatal muerte de Jeffrey. Mientras que Duff estaba gravemente herido en un hospital en Rusia, en la zona estadounidense. No sabían si estaba bien o no, porque su situación era crítica: la radioactividad podía seguir actuando en su organismo por mucho tiempo más y causar daños peores a los actuales.
Ya había pasado cerca de una semana del accidente y lo único que se sabía era que el soldado McKagan se mantuvo en un coma de veinte y dos horas, parte de su piel se había desprendido. Los médicos hacían lo posible para salvarlo. Mientras que... literalmente, Hanneman a las pocas horas, su piel se fundía al igual que la carne, dejando los huesos a la vista, no resistió demasiado. Prefirieron "experimentar": acabar con el sufrimiento de Jeff rápidamente y a Duff lo dejaron luchando para ver si después podía seguir como un soldado.
Los cinco hombres prisioneros hicieron lo posible en llamadas a sus jefes para a cada rato estar al tanto con lo que sucede con su compañero herido, pero para desgracia comunitaria, nadie obtenía información. Se la restringían y les pedían que siguieran la condena.
E insisto: de entrenamiento militar, nada. Como máximo los hacían trotar y esquivar golpes en el patio de la cárcel, no los dejaban compartir con otros reos, eran ellos cinco que estaban unidos como hermanos en fraternidad con el trato de no abandonarse nunca porque ni familia tenían para recibir apoyo.
Como tenían el trato de fraternidad, todos se esforzaban en hacer todo lo que les pedían para evitar que ejecuten a otro frente a sus narices, ya estaban hartos de esa mierda, les seguía doliendo que por idiotez hayan tenido que perder a colegas tan importantes.
Casi un mes y medio más tarde del accidente nuclear, decidieron quitarles la condena de estar en prisión para ir a una nueva misión en Stalingrado, Rusia. Rogaron como pudieron que los llevaran a ver a sus compañeros que sufrieron la catástrofe de Ucrania, se los negaron y tuvieron que tragarse sus propias lágrimas junto al dolor y el sudor porque iban a ponerles más chips en la cabeza, con mayor seguridad.
No era nada de agradable para ellos ver como sufrían y sufrir en carne propia que te atornillen la cabeza cosas raras, en este caso, otro chip que era una placa gigante, recubierta de metal y al igual que el otro, si lo tocas... descarga eléctrica. Los creadores de esos artefactos eran diabólicos y lo sabían, todo con tal de que estas ratas de laboratorio, que en sus gloriosos días fueron crueles asesinos y estafadores, sean héroes gloriosos de la guerra fría.
A ver a qué tendrán que enfrentarse ahora...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro