Allí estaban, reunidos en un extenso y apretado círculo, alrededor de una mesa de una cafetería de la cárcel, cada uno de los reos y futuros reos escuchaban con suma atención los amargos testimonios de porqué llegaron allí. Algunos seguían insistiendo en su inocencia, otros hablaban en voz baja de sus crímenes y rogaban que los demás guardaran silencio porque querían hacer como si fueran inocentes, mientras que por otra parte estaban los que sin miedo soltaban las brutalidades que cometieron.

No todos eran prisioneros, los gendarmes quisieron juntar a los que seguían en juicio con los que llevaban varios años internados para que se informaran de lo que pronto se les venía.

Atrás del círculo había otro más grande con gendarmes que escuchaban con suma atención cada una de las palabras que pronunciaban los hombres presentes, no obstante, los que tenían un poder mucho más alto en la cárcel, los más expertos, tenían sus frías miradas posadas en un grupo de sujetos en particular. Doce sujetos.

Tomaban nota no sólo de lo poco y casi nada de lo que hablaban, sino también de sus reacciones y cada una de sus acciones, la forma en que respiraban y se sentaban con sumo relajo, todo era clave para la condena que les darían a ese grupo.

Eran conocidos como "The Motherfuckers", se consideraban a si mismos una mafia más pequeña, se desconoce cuántos sujetos trabajan en ésta, no obstante, lograron capturar a los doce que ahora mismo contemplaban. Cada uno de ellos tenían condenas anteriores por diferentes cosas, eran tipos peligrosos, maleantes y agresivos, los gendarmes se sorprendían por la serenidad que mostraban ahora, suponían que se pusieron de acuerdo para actuar de tal forma para no levantar sospechas de nada.

Los que tenían atrapados por ahora eran:

James Alan Hetfield. Veinticuatro años. Culpable de dieciocho asesinatos a mano armada, seis con sus propias manos, quince estafas millonarias y una violación.

Lars Ulrich. Veinticuatro años. Culpable de veinte asesinatos con armas de fuego y uno con sus propias manos y doce estafas millonarias.

Kerry Ray King. Veintitrés años. Culpable de veintidós asesinatos con armas de fuego, siete a mano armada y nueve con sus propias manos, seis violaciones e irrumpir en propiedades ajenas con frecuencia para causar disturbios.

Jeffrey John Hanneman. Veintitrés años. Culpable de diez asesinatos con armas de fuego y cuatro con sus propias manos, once estafas millonarias y una violación.

David Lombardo. Veintidós años. Culpable de ocho asesinatos a mano armada y diecinueve estafas millonarias.

David Scott Mustaine. Veintiséis años.Culpable de treinta y tres asesinatos con armas de fuego, ocho a mano armada y quince con sus propias manos. Dos estafas millonarias y nueve violaciones.

Martin Adam Friedman . Veinticinco años. Culpable de dos asesinatos a mano armada, cuarenta y ún estafas millonarias, sesenta robos a cajeros automáticos.

Gary Wayne Holt. Veintitrés años. Culpable de treinta y tres asesinatos con armas de fuego y catorce a mano armada. Cinco estafas millonarias y dos violaciones.

Paul Baloff. Veintisiete años. Setenta estafas millonarias y diez violaciones.

Michael McKagan. Veintitrés años. Diecisiete robos a cajeros automáticos, tres estafas millonarias y una violación.

Saul Hudson. Veintidós años. Trece asesinatos a mano armada y ocho violaciones.

Scott Ian Rosenfeld. Veinticuatro años. Culpable de veinte asesinatos con armas de fuego y cuatro estafas millonarias.

Algunos tenían historial policial desde los catorce años o incluso más jóvenes, nunca tuvieron ningún tipo de condena puesto que al ser menores de edad no podía hacerlo y al crecer, lograban huir muy bien pero ahora que los han pillado a los más peligrosos -o eso suponían por ahora-, la banda The Motherfuckers caería pronto al no tener a sus... puntos más fuertes, algo así les llamaron.

El grupo en cuestión casi ni reveló información a pesar de que el FBI lo sabía casi todo, no se declaraban inocentes, sólo estudiaban muy bien el entorno que tenían, sabiendo cómo los vigilaban.

La condena que más se repetía por las mentes y bocas en ligeros susurros de los superiores era "la muerte", aunque no les serviría del todo. El presidente de los Estados Unidos se prestó para contribuir en el caso y dijo que debían aprovecharse del ingenio de los doce hombres, también advirtió la falta de hombres que quisieran alistarse para la guerra pero no para el ejército, sino, otro cargo más que era por ahora desconocido.

Consideraron que dos horas fueron suficientes de observación.

Arrastraron a la "pequeña mafia" fuera de la sala para transferirlos a otra habitación, similar a una celda pero mucho más grande. Los encerraron allí porque debían discutir esa última opción que recibieron para ver cómo aprovecharla con ellos, si no era factible, cada uno iría a la silla eléctrica sin oportunidad de nada.

Siendo ellos conscientes de eso, prosiguieron su serenidad.