55
Retrocedo rápidamente y volteo la cara a tiempo, pero incluso así, el olor a vomito se me queda impregnado en la nariz. Forcejeo un poco con Bradley, porque intenta abrazarme y pegas su boca contra mi cara. Cuando logro soltarme un poco, empujo el cuerpo con fuerza y este cae dentro de la bañera, manchándose de vómito. Suelta un par de maldiciones contra mí, pero ya estoy fuera del cuarto de baño.
Corro a despedirme de Hailey porque ahora mismo lo que menos me apetece es tener la desagradable sensación que me ha dejado el encuentro con Bradley. Sin embargo, cuando llego a donde dejé a las chicas veo que están bastante entretenidas jugando con Lili, Ji y Chris.
—Ven, Noah. Juega con... nosotros —invita Chris muy animado. Y cómo no, si está empezando a hacerle efecto el alcohol; bueno, al menos no intenta besarme.
—Me gustaría, pero... —empiezo, aunque la verdad es que tengo curiosidad.
—Vamos Noah, ¡será divertido! —encomia Lili.
Quizás me habría resistido más si Hailey no estuviera aquí, pero como no quiero parecer aburrido, acepto.
—De acuerdo. ¿En qué consiste? —pregunto.
—Es verdad o reto. Giras la botella y si te apunta la boca de la botella te toca decidir qué quieres: verdad o reto —explica Samara.
—¡Pues empecemos! —exclamo sentándome al lado de Hailey. Frente al sillón donde están los otros 3 jugadores.
La primera en salir es Lili, y escoge verdad.
—¿Qué es lo más loco que has hecho sin que tus padres se enteren? —pregunta Samara.
Lili se lo piensa un rato y nos cuenta que lo más loco que ha hecho sin que sus padres se enteren es asistir a un concierto en otra ciudad sin su consentimiento. «Y yo lo más loco que he hecho fue incriminar a Dastan aquella vez que nos peleamos». Lili gira la botella y por azares del destino, le toca a Samara. Ella escoge reto.
—Ahora sí —empieza petulante—. Mmm, te reto a que te comas una cucharada sopera de sal.
—No te pases —le advierte Samara, a quién por cierto se le ha borrado la sonrisa.
—Tranquila, podrás tomar agua después —explica Lili sacudiendo la mano para restarle importancia.
Samara hace unas muecas muy chistosas cuando se mete la cuchara con sal a la boca, incluso yo creo que es un reto difícil. Y me convenzo de que, si a mí me toca, elegiré verdad, sobre todo después de ver que la pobre se toma dos vasotes de agua tal como un camello.
—Al menos servirá como si fuera suero —intenta bromear Chris, pero no logra su cometido con Samara, que, a juzgar por sus muecas, sigue con el sabor en la boca.
Samara vuelve a girar la botella y esta vez le toca a Ji. El chico anime es lo suficientemente inteligente como para escoger verdad.
—¿Qué fotos o vídeos tuyos desearías que no existieran? —pregunta con fatuidad.
Ji se mira las manos nervioso mientras Lili se ríe a carcajadas.
—Supongo que... un video mío haciendo un cosplay de un anime —empieza nervioso—. Tenía 13 años, eh... era un niño raro —se excusa.
—Ese video vale oro —comenta Lili, roja de la risa.
Sin embargo, la risa de Lili ha acaparado la atención de algunos curiosos, o mejor dicho, de algunos chismosos, porque no participan, pero bien que escuchan con ansias. Lo aburrido de este juego es que tanto Hailey como yo tenemos mala (o quizás sea buena) suerte, porque no nos toca participar, solo hacer preguntas o crear retos. Y en este juego uno se entera de muchas cosas, como que Chris subió por error una foto de él desnudo a su estado, que Ji ha sido capaz de comer ajo crudo, que Samara ha tocado una canción dándose palmadas en el trasero y que Lili solía morderse las uñas de los pies en lugar de usar el cortaúñas. Me preocupa el hecho de que llevamos tiempo jugando y Bradley no me haya buscado para armar un escándalo. «¿Será que quizás lo empujé muy fuerte?». «No. Sí medí bien mi fuerza, solo espero no haberlo lastimado». En cualquier caso, nadie nos molesta durante el juego. Aunque para ser sincero, la cercanía de Denaly me preocupa. Sobre todo, porque las preguntas y retos empiezan a volverse más difíciles.
En la tercera ronda, Chris gira la botella y para mí mala suerte me toca participar. Escojo verdad.
—A ver... ¿Cuál fue la última persona con la que tuviste sexo?
«Genial».
—Soy virgen, Chris —respondo con un tono tan natural y tranquilo que da miedo.
La verdad, yo creo firmemente en que las relaciones sexuales solo deben tener lugar dentro del matrimonio. ¿Chapado a la antigua? Quizás, pero es lo que pienso. Sin embargo, pareciera que he dicho que maté a alguien, porque están anonadados.
—¡¿Qué?! Pero... —tartamudea Chris y el alcohol en su torrente sanguíneo no ayuda.
—Es broma, ¿verdad? —pregunta Lili, incrédula.
Supongo que algo en mi rostro debe delatarme, porque hasta Denaly interviene:
—Espera, ¿de verdad? ¿Virgen? —pregunta consternada.
—Sí, sí, sí, soy virgen. Respuesta contestada —respondo un poco incómodo por la pregunta (que es un poco personal).
—Es que no me lo creo —suelta Ji—. Sabíamos que eras un poco raro, pero...
—Pero nada —lo interrumpe Hailey—. Ser virgen no tiene nada de malo.
Miro a mi defensora y creo que la amo todavía más.
—O sea, no. Pero es raro —dictamina Samara—. Un chico de 18 años...
—No sean crueles. Yo también soy virgen y nadie me juzga por eso —externa Hailey. Dato que me confirma lo bien que la conozco.
—No queremos ser crueles —explica Samara.
—Y tampoco te juzgamos, Hailey —aclara Chris—. Es que no es muy común que los chicos sigan siendo vírgenes al terminar la preparatoria.
—Y tampoco era nuestra intención juzgarte, Noah. Solo nos tomó por sorpresa —declara Lili.
—No se preocupen. Es la forma como me han educado y yo veo esto como algo serio. El sexo es solo dentro del matrimonio —finalizo.
—Está bien. ¡Bueno, ya! Te toca girar, Noah —dice Lili cambiando de tema.
El juego sigue y a Hailey solo le toca una vez participar. Escoge verdad, entonces Ji pregunta:
—¿Qué es algo que la gente cree sobre ti, pero no es verdad?
—Bueno... Muchos creen que soy popular, cuando en realidad nada que ver —confiesa mientras yo la veo con total atención—. La mayoría me ubicaba como la novia de Tyler y conocí a algunas personas cuando era novia de él, eso es todo. Eso no me hace popular, y para ser honesta, ni quiero serlo.
El tiempo permitido para estar en la fiesta se agota y regreso a casa, no si antes percatarme de que Bradley está bien. Lo diviso a lo lejos, fumando con Tyler y con algunos integrantes del equipo de béisbol. «Deberían tener cuidado con el fuego, sobre todo por las cantidades de alcohol que han bebido», bromeo para mis adentros.
El fin de semana que precede a la última semana de clases no dejo de pensar en Hailey. Estoy en un análisis constante de lo que sé de ella, sus virtudes y defectos, su forma de ser y el tiempo que ha pasado desde que terminó su relación con Tommy. Estoy intentando ordenar mis sentimientos y arrastrar el valor necesario para volver a intentarlo y decirle lo que siento. Pero antes de eso, sé que tengo que hacer algo primero: hablar con Tommy.
He visto muy poco al pelirrojo desde que se unió a la liga de béisbol, pero como Adara casi nunca se calla, sé que este fin de semana estará en la ciudad, porque pretende graduarse con nosotros. «Es ahora o nunca. Debes hablar con él y confesar lo que has callado durante tanto tiempo». Sin embargo, no sé cómo lo tomará. Así que decido acudir con Dastan, y con Heather en busca de consejo.
Después de deliberar y ver incluso una discusión entre ellos llego a la misma resolución: debo confesarle todo, de modo que el domingo lo invito a mi casa a comer.
Cuando llega a casa es como si nunca se hubiera ido. Solo que ahora su habla es casi siempre de béisbol y de la suerte que ha tenido en la vida. Comemos juntos en la parte trasera de la casa, en una mesa con sombrilla, disfrutando de la brisa y de las flores que están preciosas.
—Bueno, supongo que ya he hablado demasiado sobre mí —dice limpiándose los finos labios con la servilleta—. Cuéntame, ¿cómo te ha ido?
—Pues, esta semana fui a una fiesta; mi primera fiesta —contesto intentando sonar natural. Aún no sé cómo ordenar mis palabras.
—Pues me alegro. Verás que te hará bien relacionarte con más personas.
—Pues eso pensaba yo, pero... mmm, olvídalo.
—¿Qué? No me dejes picado —contesta sonriendo.
—Pues en la fiesta... Bradley intentó besarme. ¿Puedes creerlo?
—¿El tipo que es amigo de Tyler? — asiento—. ¿De verdad?
—Sí. ¿Puedes creerlo?
—Wow, eso no me lo esperaba. Y... ¿te gustó?
—¡¿Qué?! —inquiero sonrosándome.
—Que si te gustó —repite.
—¡Claro que no! Después de eso discutimos y lo empujé. Cayó sobre su propio vómito —el pelirrojo arruga la nariz, asqueado.
—Bueno, no te preocupes —prosigue, alzando los hombros—. Llegará el indicado.
—Tommy, no soy gay —respondo serio.
—¿Bi?
—Tampoco.
—Oh..., bueno, eh... Disculpa, yo... pensé que. Pues...
—El hecho de que no haya tenido novia no significa que sea gay.
—Está bien. Discúlpame. Es que siempre has sido muy... cariñoso —explica nervioso—. Conmigo, con Ronnie, incluso con Chris.
—¿Pero sabes por qué? Porque sé lo que se siente ser un marginado y quería demostrarles que los aprecio —confieso—. Además, mi padre apenas y me hace caso y no quiero ser como él.
—Oh, no sabía...
—El cariño me hace tanta falta que necesito de los abrazos —prosigo, interrumpiéndolo—. Es la única forma de sentirme vivo.
Pierdo mi mirada en el agua cristalina de la piscina, intentando ordenar mis sentimientos e ideas, además de canalizar mi vulnerabilidad.
—Pues, espero que pronto encuentres a esa chica que te valore y vea la bonita persona que eres. Verás que llegará pronto —me anima Tommy.
—Es que ya llegó. Desde hace mucho tiempo. Pero... nunca pude decirle lo que siento por ella.
—Pero, ¿por qué? ¿Ella no siente lo mismo?
—Estaba reuniendo el valor para confesarle todo lo que siento por ella, pero antes de poder hacerlo, ella acababa de empezar una relación.
—Lo siento mucho. Yo, eh... sé que no es fácil, pero...
—Ella ya no está en una relación, Tommy. Pero tengo miedo de confesarle todo. Especialmente por su exnovio. No quiero lastimar a ninguno.
—¿Lastimar a los dos? Discúlpame, pero no te entiendo —expresa meneando la cabeza.
Suspiro, rogando no perder a Tommy. Entonces le digo:
—Tommy, de quien estoy enamorado es de Hailey.
La expresión en su rostro refleja sorpresa, pero también otra cosa: dolor. Sin embargo, combinadas generan otra más: incomodidad. Tanto así, que Tommy se levanta de la silla y se pasa la mano por el pelo.
—¿Qué? ¡Noah...!
—Por favor, permíteme explicártelo.
—Es qué. ¿Cómo...? —contesta contrariado.
—Por favor —suplico mientras me levanto de la silla—, déjame explicarte.
La reacción del susodicho parece empezar a menguar, porque después de la reacción inicial empieza a relajar los músculos de la cara.
—Desde antes de que ustedes se conocieran yo estaba enamorado de Hailey. Cuando llegaste a esta escuela yo tenía la autoestima por el subsuelo y yo solo quería hacerte sentir bien, después de todo lo que habías vivido —el pelirrojo parece recordar algo, porque se incomoda. Supongo que algo del tiroteo—. Nunca me imaginé que ustedes dos pudieran ser novios. Yo había estado practicando, pensando bien cómo podría decirle a Hailey lo que sentía por ella. Pero antes de hacerlo vi cómo te le declaraste a ella. Pero, aun así, me quedé callado porque sabía que no sería justo de mi parte, pero sobre todo porque tanto Hailey como tú significan mucho para mí y jamás me habría gustado perderlos.
El pelirrojo guarda silencio, aunque sigue de pie, mirándome con intensidad.
—Me tomó por sorpresa su ruptura, pero ni siquiera así quise aprovecharme de la situación. No quiero traicionarte..., no quiero perderte, así que, aunque el corazón se me quiere salir del pecho y aunque estoy a punto de desmayarme, quise contártelo todo, Tommy —después de un silencio que parece eterno, concluyo—: Espero que puedas entenderme.
El pelirrojo guarda silencio mientras se pasea de acá para allá, sopesando mis palabras. Analizando sentimientos y motivos.
Cuando estoy por concluir que mi discurso ha sido en vano, Tommy por fin responde:
—Noah. Yo... no sé qué hacer. Hailey de verdad me importa —responde dolido.
—No te estoy pidiendo que te deje de importar. Solo quería sincerarme contigo para dejar todo claro —respondo con suavidad.
—Lo sé, lo sé. Perdóname Noah. Es que simplemente no sé qué hacer —confiesa abatido.
—Tommy...
—Me tengo que ir —objeta, interrumpiéndome.
No se molesta en mirarme antes de salir por el patio trasero.
Al día siguiente no lo veo en el colegio. Aunque el ambiente escolar nunca ha sido mi favorito, el día de hoy parece que estoy dentro de una cacerola a punto de burbujear. Sin embargo, no descifro de qué se trata hasta el receso, pues veo a cientos de alumnos observándome con curiosidad y cuchicheando entre ellos. Pero esta vez no parece ser para admirar mi cambio físico.
Me siento con los de siempre, junto a Hailey, a quien también noto incómoda. Justo cuando me siento a su lado llega Tyler con su séquito (otros jugadores) y se planta junto a nosotros.
—¿Así que los dos son vírgenes? ¿Qué es esto, el siglo catorce? —pregunta lo suficientemente alto como para que toda la cafetería lo escuche.
«Ah, eso era».
Las demás mesas se nos quedan viendo. Tanto Hailey como yo nos miramos y casi podemos leernos el pensamiento. De hecho, lo hacemos, porque concluimos al mismo tiempo:
—Denaly.
Esa muchacha chismosa seguramente se encargó de esparcir la "noticia" (como ella le dice).
—¿Entonces es cierto? —prosigue Tyler con tono burlón.
—Claro que es cierto —se burla Bradley—. De Noah no me sorprende, ¿pero tú, Hailey? Tú que estás tan...
La sangre me hierve en un segundo cuando escucho la insinuación lasciva de Bradley.
—¡No te permito que le hables así! —le espeto furioso mientras me levanto.
Mi arrebato los toma por sorpresa, pero se recuperan del asombro inicial.
—Estás ardido, virgencito —se mofa Tyler.
—Sí. Necesitas desesperadamente tener sexo. ¿Alguna voluntaria? —prosigue Bradley, que siempre ha sido el más mordaz de mis agresores.
—Pues parece que tú estabas muy decidida aquella noche en la fiesta. ¡Porque intentaste besarme! —exclamo.
El efecto es instantáneo: las murmuraciones se expanden por todo el recinto.
—¡Estaba borracho! —exclama rojo de rabia. Creo que está a punto de abalanzarse sobre mí cuando un profesor lo detiene.
—¡Ya basta, Bradley y Tyler! ¡A la oficina del director!
—Pero... —protesta Tyler.
—¡Ahora! —ordena el profesor—. Lo he visto todo.
—¿Y por qué no se lleva a Noah también? —pregunta Bradley.
—Toda persona que defienda a una mujer de chicos como ustedes, no tiene nada que hacer en la dirección. ¡Andando!
Los chicos se alejan mirándome rabiosos. Incluso cuando se van nuestra mesa sigue siendo el centro de atención.
—¿Estás bien? —le pregunto a Hailey.
—Sí. Gracias por defenderme —contesta.
—No tienes nada de qué agradecer. Jamás permitiría que te faltaran el respeto —confieso.
Una sonrisa tímida se asoma en su boca y hace que me sonroje.
—Excelente que pienses así, Noah. Nadie tiene derecho a tratar a una mujer así —declara Samara.
La mesa entera comienza a conversar sobre lo ocurrido mientras que Hailey y yo nos limitamos a comer.
El timbre suena y volvemos al aula. Nada digno de mención, salvo consejos de parte de los docentes para nuestro desarrollo universitario. Aunque igualmente me percato de algunas miradas, aunque no sé si se deba al chisme de Denaly o al espectáculo de la cafetería.
La penúltima clase es educación física, donde es obligatorio usar ropa deportiva. Pero como todo buen maestro y perito en la materia, se va y nos deja a nuestra suerte.
Cuando la clase termina debemos regresar a los vestidores para cambiarnos puesto que aún tenemos una clase (pésimo horario, lo sé).
Recuerdo las clases de educación física antes. Tenía tanto miedo de quitarme la ropa aquí que prefería irme a unos baños que estaban fuera de servicio para cambiarme. Para ser sincero, lo hice unas cuantas veces después de mi transformación. Sin embargo, quiero cambiar; deshacerme de mis inseguridades. Así que me armo valor y entro a los vestidores (donde también se encuentran las duchas).
El momento de valor se empieza a desmoronar, porque me incomodo a niveles incalculables. Hay unos cuantos chicos semidesnudos cambiándose, pero hay otros que... se están duchando. «¿Cómo es que a estos chicos no les avergüenza andar desnudos?».
Perturbado, aparto la vista en cuanto los veo.
—¿Qué? ¿No te vas a duchar? —pregunta Chris, que se está secando frente a mí sin vergüenza alguna.
—Em... no. Yo... —balbuceo evadiendo la vista.
—No tiene por qué incomodarte —prosigue—. Somos hombres, ¿no?
Vuelvo a balbucear, nervioso. Pero me vuelven a interrumpir.
—Al menos la mayoría —declara Tyler mirándome burlón.
—Ya Tyler, déjalo en paz —le pide Chris.
—Yo solo estoy diciendo la verdad.
—No te preocupes, Chris —intervengo—. Quizás me deba cambiar en otro lugar.
—Ahí está, señores. ¿Qué les dije? —se mofa Tyler.
—Déjame en paz —le espeto—. Soy tan hombre como tú y los demás. Con la diferencia de que yo no soy un patán como tú.
—¿Ah sí? —sisea—. De acuerdo.
Me quedo esperando su siguiente movimiento, pero no llega de parte de Tyler, sino por atrás. Sin embargo, cuando me percato es demasiado tarde. Bradley me ha bajado los shorts (bóxers incluidos) y todos los que me ven, se burlan con desdén.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro