Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

50

Los ojos me pesan tanto por causa del sueño que decido aceptar la taza de café que una mujer me ofrece.

Regresé de la unidad deportiva bastante desanimado. Después de ducharme llamé a Hailey un par de veces, sin éxito. Intenté ser positivo y hasta creo que me pasé con los mensajes de ánimo que le mandé. No obstante, sentí que el corazón se me partía cuando escuché la nota de voz que me mandó en la madrugada. En lugar de tener el brío de siempre, su voz era lúgubre y decaída; su prima acababa de fallecer. Después de eso se quebró y por tres segundos escuché el llanto más triste que he escuchado jamás. Después de eso no pude volver a dormirme, así que corrí la noticia, cosa que solo sirvió para alborotar a los demás.

Me tomo el café que está casi hirviendo, con lo que gano quemarme la punta de la lengua. Quizás no sea buena idea estar tan ansioso.

Llegamos hace 10 minutos, cerca de las 5:30 de la madrugada. La casa está llena de dolientes, en su mayoría familiares (algunos hasta se parecen un poco a Hailey). Es una familia grande. Cabe señalar que para nuestra llegada el cuerpo ya estaba en el ataúd. Se ve un poco vacío el espacio porque no tiene arreglos florales.

En menos de 20 minutos había convencido a Tommy, Samara, Lyanna y Ronnie de acompañar a Hailey en su duelo. Ahora que lo pienso, quizás no fui muy considerado al hablarles a todos tan temprano, pero quisieron ser parte del plan.

Ni yo sé bien cómo fue que conseguí que hasta la madre de Ronnie se apuntara, pero ella fue la que nos trajo hasta aquí. De no ser por la señora Stevenson mis padres no habrían accedido a dejarme venir. Ha sido tan buena conmigo que es como una segunda madre para mí.

—Sentimos mucho lo que pasó —le dice la señora Stevenson a la madre de Hailey cuando por fin sale de la casa (estamos sentados en el patio bajo unas carpas).

—No termino de asimilarlo. Grace era tan linda... —gimotea Lyanna. Samara la abraza y se acerca para tratar de animarla.

—Nosotras la conocimos y no... —balbucea Samara antes de ponerse a chillar.

—Gracias por sus palabras y por haber venido —la señora Clark tiene los ojos hinchados y unas ojeras incipientes—. Hailey está dormida. Pero en cuanto se despierte le diré que han venido. Discúlpenme, todavía faltan algunas cosas y estamos como locos organizando todo.

—¿Podemos ayudarle en algo? —pregunta Tommy muy comedido.

—Bueno, están por llegar más sillas. Podrían bajarlas de la camioneta y acomodarlas en el patio.

—Estaremos al pendiente —contesto asintiendo.

Después de eso las chicas se ofrecen para servir café a las personas, la madre de Ronnie se queda hablando un poco con él y le recuerda que puede ayudar, pero que no se sobreexija porque podría marearse. Me quedo sentado al lado de Tommy sin decir mucho.

Las sillas no tardan en llegar y ponemos manos a la obra. Terminamos de bajar y acomodar casi al ascender el alba. Tommy desaparece por un momento y Ronnie y yo nos ofrecemos para bajar los arreglos florales que acaban de llegar. No hablamos mucho.

Después de acomodar las flores en donde nos señalan la curiosidad nos puede y los dos nos acercamos al féretro y observamos el cadáver de Grace. Casi toda la familia de Hailey tiene rasgos similares, pero Grace solo tiene un toque. Me aparto del ataúd, sin embargo, veo que Ronnie sigue mirando. Me acerco y lo abrazo de lado.

—Nunca pude ver a mi papá descansando en una caja —dice con voz muerta.

No respondo, solo lo abrazo más fuerte y él me rodea con un brazo. Mis pies se mueven y obligan a Ronnie a separarse del ataúd. Lo llevo con su madre.

Estoy desayunando tranquilamente un tamalito cuando Hailey hace su aparición. Me trago el trozo entero que estaba en mi boca y me le acerco. No le doy tiempo siquiera de emitir sonido alguno; solo la abrazo.

—Lo siento mucho, Hailey —«Vaya que soy malo para dar consuelo».

—¿Noah? —pregunta con aire somnoliento.

—Sí. Soy yo —respondo interrumpiendo el abrazo—. Vinimos en cuanto nos enteramos.

—¿Vinimos? —inquiere como si no hubiera entendido. Entonces aparecen Lyanna, Ronnie y Samara.

A Hailey se le llenan los ojos de lágrimas y cada uno le da el pésame. Le explicamos lo que sucedió, pero me sorprende que Samara suelte:

—Sí, amiga. Y si estamos aquí es gracias a Noah. Él fue el que propuso venir a verte.

—¿De verdad? —cuestiona sorprendida.

—Sí. Nos llamó en plena madrugada y aquí estamos —confirma Ronnie.

—Me dolió mucho escuchar tu audio —confieso con cuidado, porque me siento bastante sensible y no quiero echarlo a perder. Esto se trata de Hailey, no de mí.

—Gracias chicos. No saben lo que significa para mí que todos estén aquí —agradece Hailey conmovida.

—Iré a despertar a Tommy. El pobre se quedó dormido —anuncia Lyanna.

—¿Vino Tommy? —se emociona Hailey. Se me cae el alma a los pies, pero me recupero. Como dije, esto no es sobre mí, es sobre Hailey. Y haré lo que sea para que ella esté bien.

Los chicos llevan a Hailey a ver a Tommy. Decido no acompañarlos y continuar con mi desayuno (que ya se enfrió un poco).

Hoy, Hailey y Tommy están más cerca que de costumbre. Así que bloqueo la mayor parte del día.

Lo siguiente que sé es que un señor de calva incipiente anuncia con mucha propiedad que el sepelio será a las 5 de la tarde. Saco el teléfono para percatarme que eso será dentro de 4 horas.

A estas alturas he visto ir y venir a varios dolientes. Los entierros no son lo mío, especialmente porque no sé qué decir ni qué hacer. Sin embargo, aquí estoy.

Estoy inmerso en mis pensamientos cuando veo que a mi lado se sienta la madre de Hailey. Es como una versión adulta de Hailey, muy guapa la señora y con una dulzura innegable.

—Lamento lo que sucedió con Grace —dicen mis labios sin pedir permiso.

—Gracias, Noah. Significa mucho para Hailey y para mí como madre ver que Hailey tiene amigos como ustedes.

—Para eso estamos los amigos —paso un momento pensando qué decir. No soy bueno hablando—. Nunca conocí a Grace, pero Lyanna y Samara sí. ¿Cómo era?

—Era una muchacha muy buena —recuerda y se acongoja.

—Lo siento, no era mi intención... —empiezo apenado, pero me frena.

—¡No, está bien! —contesta enjugándose las lágrimas—. Los recuerdos son buenos.

—Está bien —continuo no muy convencido—. ¿Cómo lo está llevando Hailey?

—Muy mal. Quizás no se veían todos los días, pero se querían mucho. Ahora que está pasando por esto deben de estar más cerca de ella. Se ve una muchacha fuerte, pero es muy sensible.

—Sí. Me sentí terrible cuando escuché su audio explicándome lo que pasó. Cuando se le rompió la voz y empezó a llorar... no pude dormirme otra vez —pauso para pensar: «¡¿Acaso quieres empeorar las cosas?! ¡No seas tan evidente y menos frente a su madre!»—. Llamé a los demás a mitad de la noche y henos aquí.

La madre de Hailey me mira un poco dubitativa, pero lo deja pasar.

—Hailey nos había contado que eras muy buen muchacho y que te preocupabas mucho por ella. Después de lo que has hecho: sacrificarte por ella y armar todo esto... de verdad veo que no exageraba. Gracias.

Estoy echando mano de una fuerza sobrehumana para no expresar mi desmesurada emoción al escuchar los buenos informes que Hailey les ha dicho a sus padres. Espero no inmutarme demasiado, solo lo suficiente para agradecerle con sinceridad.

Comemos a las 2 y a partir de ahí el tiempo se me va volando. Creo que he venido vestido bien para la ocasión (camisa de vestir celeste de manga larga y unos pantalones azul marino). Quizás me vería mejor si me desabotonara el botón del cuello, no lo necesito puesto que no he traído corbata ni moño, pero es difícil deshacerse de las viejas costumbres. Apenas y se nota que al pantalón le han bajado el dobladillo. Los zapatos son lo único nuevo en mi conjunto: son un par que me compró mi abuela que para ese entonces me quedaban demasiado grandes.

El papá de Ronnie, la abuela, Grace... de repente, todo se vuelve triste y vacío. Somos seres hechos de polvo, personas que desaparecen tal como la neblina. Personas que dejan vacíos, tristeza y en ocasiones, heridas casi imposibles de sanar.

Empiezo a meditar en el tema y al final llego a la conclusión de que si la vida es tan efímera no debo desperdiciarla. Sin embargo, para mí, mi vida nunca será plena sin Hailey a mi lado.

No sé lo que me pasa. Paso de estar feliz a estar triste en un segundo. Paso de amanecer animado a perder las ganas de todo en una fracción de tiempo. Me preocupo por lo que será el día de mañana y seguidamente me siento culpable.

A las 4:45 llega un autobús que llevará al panteón a aquellos que no puedan desplazarse.

Literalmente, me desconecto de todo. Entro en modo automático: me muevo, respiro, y existo, pero veo fijamente a las cosas, a la nada y me pregunto si de verdad estoy vivo. Si de verdad el hoy y el ahora son ciertos.

Para cuando vuelvo en mí están bajando el ataúd y poniéndole tierra encima. Los únicos sonidos son los palazos, la tierra que cae y los lamentos de los dolientes. Volteo y veo a Hailey abrazada a su papá, junto a sus hermanos y su madre. Todos con cara de pena y angustia, pero las caras de Hailey y su hermano menor, Derek de verdad que dan lástima.

Lyanna está abrazando a Ronnie y tomando con fuerza la mano de Samara. Me refugio en Tommy, cuyos espectaculares ojos verdes se ven hermosísimos bajo la luz del sol de la tarde. Su reacción me demuestra que no se esperaba mi abrazo y no sé por qué lo hago, solo sé que algo me duele, pero no sé qué es.

Cuando culmina la triste espera, algunas personas se acercan a acomodar flores sobre el lecho terroso; Hailey es una de ellas. Se pone en cuclillas y acomoda un racimo en el centro. Sin embargo, no se levanta. Tiene la mirada perdida en las flores. Tommy parece demasiado embotado como para hacer otra cosa además de respirar, así que me acerco a Hailey por atrás, me agacho y la abrazo. Ella corresponde y nos levantamos. Por un minuto me permito ser su paño de lágrimas. Lágrimas que mojan el hombro derecho de mi camisa.

Siento cómo me desinflo por dentro, porque me duele en lo más recóndito de mi ser verla de esta manera. Me contengo para no llorar también, porque esto de verdad me cala hondo.

El abrazo termina y Hailey se aleja de mí sin decir nada. Veo que algunos nos ven con atención, pero Tommy sigue tieso, sin reacción alguna.

—¿Te pasa algo? —le pregunto inquieto.

—Estaba pensando —contesta saliendo de su estupor.

—¿En qué?

—En mi madre —contesta con ojos llorosos—. Me acordé de su entierro.

—Tommy... —farfullo intentando armar un comentario consolador, pero me interrumpe.

—No. Está bien. Ella ya no está, pero debo ser fuerte ahora. Por Hailey.

—Habla con ella. Tú comprendes su dolor —incito.

—Qué egoísta soy —suelta meneando la cabeza—. Voy a buscarla.

El pelirrojo se acerca a Hailey, que está con Lyanna, Samara y otras chicas jóvenes. Veo que Hailey levanta la vista y nuestros ojos se cruzan. Sin embargo, su mirada sigue ausente en el latente pozo del dolor.

Empieza a oscurecer y escucho a la madre de Ronnie decir que estamos por irnos.

En un momento Hailey se queda sola, demasiado seca como para llorar. Se aparta de los demás, pero me le acerco sin hacer ruido. Ella me nota y se vuelve hacia mí. Mis labios no piden permiso y empiezan:

—Lamento mucho lo que ocurrió. Pero quiero que sepas que cuentas conmigo para lo que sea. Conmigo y con todos tus amigos —me mira triste, pero con atención, así que prosigo—: Te admiro demasiado por ser una persona fuerte y aunque quizás no hemos hablado tanto ni tan seguido como me gustaría, quiero que sepas que sin importar qué, me tienes. Te quiero muchísimo y no sabes lo mucho que me duele verte así. Espero que el tiempo logre cicatrizar esta herida, pero mientras pasa recuerda que cuentas con nosotros.

Veo que reaparecen lágrimas en sus ojos así que la abrazo con fuerza.

—Gracias, Noah. Por todo —farfulla antes de despegarse de mí.

—Para eso estamos los amigos —respondo asintiendo, y le regalo una sonrisa triste.

Se enjuga las lágrimas, separándose de mí y regresa con su familia. Nos despedimos de la familia Clark, que no dejan de agradecer a todo mundo su apoyo e interés por ellos.

Regresamos a casa sin decir casi nada en el trayecto. Para la mitad del camino las chicas se han dormido y yo lucho por no hacer lo mismo.

El resto de las vacaciones transcurre sin nada interesante y poco a poco estas llegan a su fin. Apenas y he hablado con Hailey desde el entierro, puesto que no responde los mensajes y a veces tampoco las llamadas. Tal parece que no han regresado de la casa de sus tíos. Me he pasado un par de veces por su casa, pero sigue sin haber movimiento en ella. Mi preocupación por su bienestar me tiene nervioso.

El primer día de clases anhelo verla y ruego con todas mis fuerzas que se encuentre mejor. Casi nadie me reconoce porque he crecido bastante gracias a las inyecciones, sin embargo, es Hailey quien tiene mi mayor atención. No asiste el primer día y me siento sumamente desdichado, por no decir preocupado.

Me quedo hasta tarde esperando a que Dastan termine de limpiar su aula. ¡Qué mejor momento para discutir con la nueva profesora de inglés!

«No aprendes, primito. No aprendes».

Estoy sentado en una de las bancas de afuera, cerca de la entrada principal cuando veo llegar un auto blanco. Me incorporo rápidamente cuando veo que es la señora Clark.

—Buenas tardes señora Clark. ¿Cómo está Hailey? —pregunto ocultando mi ansiedad.

—Está mejor, Noah. Gracias por preguntar —responde con cariño.

—La he llamado un par de veces para ver qué tal estaba, pero no me ha contestado. ¿Está todo bien?

—Bueno... después de la muerte de Grace, Hailey se desanimó mucho. Pensamos que sería bueno pasar más tiempo con nuestra familia, pero resultó contraproducente. Así que hablamos con ella y decidimos que sería bueno que se enfoque en otras cosas. Para eso he venido.

—Discúlpeme si sueno un poco entrometido, ¿pero en qué cosas? —inquiero dubitativo.

—No lo eres. Pues... decidimos que este año Hailey debería pasar unos cuantos meses en un programa de intercambio —siento que mi cara delata mi sorpresa, porque agrega—: Irá a estudiar a Canadá por 6 meses. Vengo a dejar los últimos documentos —explica enseñándome una carpeta de color rojo—. Te dejo, me están esperando.

Asiento con incredulidad, intentando asimilar las palabras que han salido de su boca. No volveré a ver a Hailey por los siguientes meses.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro