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32

Los ojos verdes de Chris se ensartan como agujas en mi piel. ¿Cuántos ya saben mi situación?

Cuento rápidamente: Ronnie, Lyanna, Heather y ahora Chris. No es tan malo, ¿o sí?

Mis esfuerzos por disimular aparecen tarde. Le suelto todo. Esto de contar o no mis sentimientos me tiene contrariado. Por un lado, me hace bien confesarlo, pero por el otro, esto hace que cada persona a quien se lo confío sepa información muy personal. Pensándolo bien, la mayoría de veces ni siquiera debo decirlo, pues resulto muy obvio. Recuerdo las palabras dulces que le he dicho a Hailey, la forma en la que la veo, el abrazo que le di cuando perdió el concurso, y que me ha sorprendido varias veces observándola en clase...

—Puedo explicarlo —le digo a Chris casi alzando las manos, como si estuviera rodeado.

—Tú dirás —me suelta, dándole una palmadita a la banca. Me siento a su lado.

—Estoy enamorado de ella —expreso después de suspirar.

—Lo noté —sonríe con sarcasmo—. Lo que le dijiste... Wow, que profundo.

—Sigo sin saber cómo es que no se da cuenta.

—No lo sé. De hecho, eso mismo fue lo que nos pasó.

—¿Qué? ¿Ustedes dos? ¿Cómo...? —pregunto evidentemente desconcertado.

—Fue cuando recién llegué. Me encontró leyendo un libro de una saga que hacía tiempo que ella quería leer, así que me pidió uno prestado —pausa como queriendo recordar más detalles—. Después de eso empezó a procurarme. Y supongo que también soy distraído porque era muy linda conmigo, pero yo nunca lo vi como coqueteo, sino que pensé que así era ella. Antes de salir de vacaciones me confesó que yo le gustaba. Yo no sabía qué decir. Le dije que lo pensaría. Fue en ese entonces cuando Tyler arregló las cosas con ella y yo conocí a Adara.

—Oh —es lo único que logro decir.

—Sí. Ahora solo somos amigos. Además, Adara es la chica para mí. Es una lástima que hayan venido por ella y por Tommy tan temprano.

—¿De verdad fui muy obvio? —pregunto mordiéndome el labio.

—Si solo hubieran sido las palabras quizá no, pero tu cara, tus ojos... todo en ti gritaba que te gusta.

—¿En serio no se da cuenta?

—Mírame a mí. A veces no sabemos identificar a quien nos quiere de verdad, ni siquiera cuando la situación es obvia.

—No dirás nada, ¿verdad? —pregunto usando ese tonito de súplica.

—Tú tranquilo.

Se ofrece a llevarme a casa, o, mejor dicho, a casa de Adara. Acepto. Mis padres ya deben estar trabajando y eso significa que mi mamá no podrá verme llegar en auto (todavía sigue de loca con lo que le pasó a Ronnie).

En el trayecto, (tal vez a causa de mi honestidad) es Chris quien se desahoga conmigo. Me cuenta que ha estado atravesando momentos difíciles con su padrastro. Su hermanastro lo culpó de agarrar dinero que no era suyo. Cuando él quiso hablar no le creyeron. Su madre a quien él ama con el alma también lo abandonó a su suerte, pensando antes en su esposo que en su propio hijo. Lamentable.

No sé por qué la gente se me acerca. No sé por qué me cuentan sus problemas. ¿Creerán que soy un buen consejero? ¿O es que mi actitud tranquila y callada les infunde suficiente confianza para contarme esta clase de cosas? ¿O será porque realmente me consideran su amigo...?

—Tal vez no sea el indicado para darte el mejor consejo, pero lo único que te puedo decir es que trates de aguantar. Tarde o temprano la verdad saldrá a la luz. Además, no sé por qué no te creen. No eres de los que mienten.

—No. Pero tampoco soy un santo como tú. Me daría igual de no ser por mamá. Me duele mucho que se niegue a creerme.

—Dale tiempo.

—Duele que no me crea.

—Lo sé. Yo sí te creo —vuelvo a usar el mismo tono compasivo que ya he usado con Ronnie, Tommy y Hailey—. Puedes contar conmigo.

—Te lo agradezco. Y yo que pensaba que dependías mucho de Ronnie.

—¿Cómo?

—Ya sabes, para desenvolverte. Cuando nos conocimos parecía que no estabas en tu zona de confort. Y después del video de la caída... pues, pensé que eras raro.

—Lo sigo siendo —respondo mientras pienso en la vez que quería clonar a Hailey a partir de su cabello.

—¡De verdad! —añade riendo—. Pensé que eras una especie de fantasma porque no haces ruido al caminar y porque desaparecías en los recesos. Nunca te veía.

—Regularmente me la pasaba en la biblioteca —confieso. Añado lo siguiente sin afán de crear lastima—: A veces comía en los baños. Hay unos que están fuera de servicio y son casi tan silenciosos como la biblioteca.

Una punzada me recorre el cuerpo cuando me acuerdo del calzón chino que me hicieron los mastodontes en una ocasión.

—Pues has cambiado un poco, y para bien. Hoy me recordaste a Ronnie. Tu sensatez y tu personalidad parecían tener un efecto tranquilizador sobre Tommy.

—¿Así que me parezco a Ronnie? —pregunto con curiosidad.

—Algo. Todavía me falta ver tu lado salvaje.

—Por favor, Ronnie no es salvaje —expreso incrédulo.

—¿Qué no? Una vez peleamos por una botella de vodka en una fiesta. Me partió el labio y yo le dejé un ojo morado —«Qué cosas tan interesantes estoy aprendiendo de mi buen amigo Ronnie». Intento saber más, pero Chris me hace la dichosa pregunta—: ¿Y tú por qué no vas a fiestas?

—No soy de fiestas. Además, no quiero terminar con un labio roto o con un ojo morado —añado con picardía.

—No siempre pasa —se ríe—. Pero sí que fuiste a la fiesta de Adara —me reprocha.

Touché. Tal vez lo haga algún día.

Llegamos a casa de Adara. Hoy Ronnie se dará un descanso de mí y pasará la tarde con su amada Lyanna. Un momento; casa sola, una pareja, y un chico que yo pensaba que no mataba ni una mosca... Tiemblo al pensar en un posible encuentro romántico entre esos dos. Las relaciones sexuales antes del matrimonio no son correctas. Es tanto un don como una maldición tenerles fobia. Puedo amar con toda el alma, pero eso... no me veo capaz. No. Ni estando casado. Sacudo la cabeza para disipar mis pensamientos.

—Gracias por traerme. ¿Sabes si Tommy está con Adara? Los recogieron juntos, ¿no?

—No lo sé. Hay que averiguarlo.

Tocamos la puerta de Adara, que recibe a Chris con un beso. Al fondo veo a Tommy desinflándose en el sillón donde se tiró Adara a llorar por él ayer. Seguramente Adara no ha dejado de hablar y lo tiene harto.

Noah al rescate.

Le hago señas a Tommy quien se pone de pie en cuanto me ve.

—No te molesta que me lo robe un rato, ¿verdad? —pregunto a Adara que le da ridículos besitos a Chris. Él se los devuelve, acaramelado.

Me dice que no con la mano.

Saco a Tommy de la casa que parece vacía en estos momentos. El señor Rowins no permitiría tal actitud en su hija, ¿verdad? Me traen pendiente esos dos. Sobre todo, porque ya sé que Chris no es ningún santo. Eww.

—Acompáñame —le insto a Tommy.

La casa está tan sola que se escuchan nuestras pisadas. Por fin, algo de paz. Los acontecimientos del día me tienen bastante embotado.

—Ponte cómodo. Mi casa es tu casa y ya la conoces. Por cierto, la piscina les quedó genial.

—Gracias, la asoleada de ese día valió la pena —expresa orgulloso de su trabajo y el de su padre. Se pone serio—. Cuando te vi por primera vez pensé que tenías algo contra mí. Me mirabas muy serio.

—Porque soy muy serio. Pero eso ya pasó. Sigo siendo serio, pero trato de mostrar mi mejor versión. He vivido cosas que me han hecho reflexionar. Me imagino que tú también has tenido experiencias así.

—De hecho. No me lo recuerdes.

—Claro que no. Debo confesar que cuando te conocí sentí mucha envidia por la relación que tienes con tu padre. Yo veo al mío más que como un padre o amigo, como un jefe. Una autoridad cuyo único trabajo es darme lo necesario y darme órdenes.

—Lo siento. La verdad, a veces papá y yo tenemos roces y nos enojamos, como todos, pero desde que murió mamá nos hicimos más que cercanos.

El tiempo se pasa volando. Hablamos largo y tendido sobre nuestras vivencias y gustos. Resulta ser que efectivamente, somos muy similares. Tímidos, reservados y con inseguridades. Además, Tommy es impulsivo como yo. Poco a poco nos vamos abriendo hasta que escucho que le ruge el estómago.

—¿Dónde está tu papá?

—Está terminando un trabajo. Le salió de último minuto, así que aquí estoy, a merced de una familia parlanchina que solo me dejó en su casa y quién sabe dónde andará.

—Te prepararé de comer. Igual muero de hambre.

—No tienes que hacerlo.

—¿Quieres volver con Adara? —pregunto con inexpresividad cómica.

—¿Sabes? Creo que te ayudaré a cocinar —dice retractándose de forma cómica.

Parece que nos conociéramos desde hace mucho tiempo. Nos entendemos sin apenas decirnos nada y casi podría decir que adivinamos los pensamientos del otro. Preparamos unas hamburguesas, y papas fritas. Al final salimos bien parados, no hubo quemaduras ni aceite volador.

Comemos juntos.

—¿Oye y si nos metemos a la alberca? —propongo.

—Claro, este calor me está matando. Tengo un poco de ropa en la casa de Adara.

—Adelante, ve —no tarda mucho. Lo veo llegar con las manos vacías— ¿Y la ropa?

—La casa está cerrada con llave. Nadie abrió. Adara no contesta.

«Hum, sospechoso».

—Pues si tanto te mueres de calor —está sudando a la gota gorda—, podrías bañarte en ropa interior y cuando la casa se abra, te cambias de ropa. Es lo único que se me ocurre.

—¿Quedarme en paños menores con alguien a quien solo he visto dos veces?

—Bueno si lo pintas así...

—Es juego. Aunque igual no me sentiría tan cómodo.

—Bueno, las chicas usan bikini y es prácticamente lo mismo que su ropa interior. Además, ¿qué sabes de pena si la vez que te conocí andabas con una playera sin mangas?

—No es lo mismo.

—No te preocupes. Seguramente te verás mejor que yo. Todos se ven mejor que yo. Me voy a cambiar.

Subo las escaleras hecho una bala. Y me transformo de colegial a modo piscina: shorts y una playera de color azul (sigo sintiéndome inseguro de mostrar mi torso). Bajo con protector solar y dos toallas.

Cuando bajo encuentro a un Tommy cubierto únicamente por un bóxer rojo. Parece modelo el desgraciado. Ok, en eso no nos parecemos. Sentir envidia hacia él es mi primer impulso. La regreso a su lugar.

Salimos al patio trasero, donde se encuentra la piscina. No está tan fuerte el sol. Son casi las 4 de la tarde. Le doy a Tommy la toalla para que la tenga a la mano. Con solo un bóxer encima, el vello rojo que le cubre las piernas llama mi atención. Odio mucho el vello, es algo detestable para mí. Las palabras brotan como vómito verbal.

—¡Eww, pelos! —expreso con desagrado.

—¿Qué? Es normal —se excusa.

—Les tengo fobia —Tommy se ríe y después ve mis piernas; más lampiñas que las de un bebé.

—¿En serio, no te depilas? —Le vuelvo a explicar lo de mi padecimiento.

—¡Aléjate, licántropo! —le espeto. Tommy sonríe con malicia.

—Toca —dice acariciando su pantorrilla.

—¡No!

—¡Toca! —grita antes de empezar a corretearme.

Es casi gracioso. No suelo hacer tonterías, así que esto me parece bastante divertido. Cuando me atrapa pone mi mano sobre la alfombra pelirroja que cubre su pantorrilla derecha. Empiezo a sentir arcadas.

Para en cuanto las escucha.

—Es una fobia —le aclaro cuando terminan las arcadas. El esfuerzo hizo que se me llenaran los ojos de lágrimas.

—Perdón, pensé que sería divertido.

—Lo fue, hasta que me atrapaste —confieso entre risas.

—Está bien, tú ganas. Mejor metámonos ya. Perseguirte hizo que me acalorara todavía más.

Nos metemos en la piscina y dejamos que el sol se refleje en nuestra piel protegida con protector solar. Debo explicarle por qué me resulta tan asqueroso el vello. Lo hago más de una vez, pero pareciera no entenderlo.

Estamos en la piscina hasta que nos arrugamos y los ojos se nos irritan por el cloro en ella. ¿Por qué el vello se ve especialmente asqueroso cuando está mojado? Me contengo para no vomitar.

Nos secamos con las toallas y subo a cambiarme. Cuando bajo, el pelirrojo me agradece de una forma que a mí me resulta excesiva. Nos despedimos. A esta hora ya debería estar abierta la casa de Adara, familia incluida. Después de todo, ya casi se asoman las primeras estrellas.

En la noche medito en lo que le dije a Hailey. ¿De verdad no se da cuenta de lo que siento por ella? No soy nadie para obligarla, pero duele saber que por mucho que me esfuerce será casi imposible gustarle.

En mis pesadillas (después de ser rechazado por Hailey al pedirle ser novios) me veo enredado en una telaraña de vello rojo, donde una araña gigante con rostro humano y cientos de ojos me ataca hasta arrancarme la cabeza.

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