26
Observo con impotencia los diversos aparatos que están conectados a Ronnie. Fijo mi vista sobre el monitor de signos vitales que es el único aparato que reconozco y que me dice lo que más me importa en el mundo durante estos momentos tan angustiantes: Ronnie sigue vivo.
Después de salir de la escuela recibí la noticia de que Ronnie tuvo un accidente automovilístico. Él y su padre habían salido este fin de semana a un pueblo que no queda muy lejos de aquí donde recogerían parte de la mercancía que usa la empresa de construcción que pertenece a su padre.
Después de algunos contratiempos, por fin regresaban a casa hoy (de ahí que Ronnie faltara a clases). Sé todo esto porque Lyanna me enseña los mensajes que había intercambiado con Ronnie, quien ahora es su novio.
En cuanto terminaron las clases, Lyanna me envió un mensaje explicando lo que había pasado y que estaba por llegar al hospital, sin darme muchos detalles de cómo se enteró de lo sucedido. En cuanto me enteré tomé un taxi y me dirigí al hospital.
Aunque ambos estamos aquí desde las 2, la luz de la tarde ha sido reemplazada por la oscuridad de la noche y ahora son casi las 9.
Poco después de que llegara yo, hicieron su aparición Hailey y Tyler. De Hailey tiene sentido porque es la mejor amiga de Lyanna, pero ¿Tyler? ¿Qué hacía aquí?
El recuerdo del beso me hunde más de lo que ya estoy: estuvo aquí por Hailey. «Tal vez Tyler no sea tan malo como suponía», recuerdo que pensé.
La madre de Ronnie no está en la ciudad puesto que trabaja como arqueóloga. Lo último que supe de ella es que su siguiente investigación se realizaría en Europa. Seguro que en cuanto se entere moverá cielo, mar y tierra para regresar y cuidar de los suyos. En eso se parece Ronnie a ella.
Los 4 esperamos durante varias horas hasta que recibimos noticias. La espera fue muy incómoda. Hailey se la pasó abrazando a Lyanna, meciéndola y hasta llorando con ella, mientras que Tyler y yo nos mirábamos sin saber muy bien cómo reaccionar. Él no tiene nada que perder, después de todo también considera a Ronnie poca cosa, como un cero a la izquierda. Sin embargo, a él lo toma más en serio que a mí.
Cuando el doctor salió de la sala explicó lo sucedido. Según los informes de las personas que presenciaron el accidente, un vehículo estampó de frente al auto donde viajaban Ronnie y su padre. Lamentablemente el señor Stevenson perdió la vida, no obstante, Ronnie aún sigue luchando. Una conmoción cerebral de nivel medio-alto es lo que lo mantiene en ese sueño profundo no muy distante de la muerte.
Hailey y Tyler hicieron lo que pudieron con Lyanna, pero después del veredicto del doctor no pudieron hacer más que abrazarla y partir del hospital. Aunque Hailey pretendía quedarse más tiempo, Tyler no se lo permitió.
Retiro lo que llegué que pensar sobre Tyler.
Recuerdo la mirada triste que Hailey me lanzó; en todas las palabras que me habría querido decir de no ser por la insistencia de Tyler.
Lyanna se ha transformado varias veces durante el transcurso de todas estas horas. Pasa de ser una chica fuerte a derrumbarse y convertirse en un mar de lágrimas una y otra vez. Está atada a Ronnie y no piensa abandonarlo. Arrodillada, toma la mano de Ronnie y se la lleva a los labios suplicándole que no se vaya, que se quede con ella, pero él no la escucha. El coma persiste por sobre cualquier poder humano y solo podemos darnos fuerzas el uno al otro, esperando que no suceda lo impensable.
Ya ha pasado casi una hora desde que Hailey y Tyler se fueron. Supongo que llegado este momento la noticia se ha propagado, pero nadie llega todavía.
Para cuando el reloj marca las 10, aparecen algunos amigos de Ronnie incluidos Chris y Yamir. Pero claro, como la mayoría somos hombres no lloramos. Nos limitamos a ver impotentes el cuerpo de Ronnie y los moretones que relucen en sus brazos y cara.
El conductor que estampó contra los Stevenson está muerto. Vimos cuando la familia recibió la noticia, poco antes de que nos dieran a conocer la complicada situación de Ronnie. Por suerte, Lyanna y yo nos pudimos contener y no atacar a los familiares. La muerte de su ser querido es lo que ha llegado a ser su penitencia.
Tengo algo así como que oído de murciélago porque, aunque la gente esté lejos puedo escuchar su conversación sin ningún problema. El hombre que conducía era famoso en la familia por ser alcohólico y adicto a las drogas. Me desconecto antes de saber qué era de ellos y empezar a sentir empatía por la familia.
Tal vez lo haga en algún momento, pero no es este.
Aunque no estoy seguro, intento conectar los puntos (algo que suelo hacer seguido y que he aprendido de la familia de mi madre, que a veces chismean tanto que seguramente saben más que la CIA): el hombre conducía bajo los efectos del alcohol y los estupefacientes. Lo veo estampar de lleno en la parte donde iba el padre de Ronnie y me estremezco al imaginarme el violento golpe que ha transformado a un ser que estaba tan lleno de vida en alguien que está por apagarse.
Chris y Yamir me soban la espalda como para darme ánimos, pero yo estoy tan entumecido como para sentir algo que es como si esto no estuviera pasando. Como si algo se hubiera cerrado dentro de mí y me impidiera sentir dolor, tristeza o cualquier emoción. En todo caso, seguro que será temporal, pues cuando por fin asimile la situación todo esto me dejará roto, gimiendo y chillando como si de un animal malherido se tratara.
Pido permiso a mis padres para pasar la noche en el hospital. Ellos se ofrecen a venir y acompañarme, pero eso no es una opción. Aprecio mucho su ayuda, sin embargo, esto es algo en lo que ni siquiera ellos puedan ayudar. La mejor ayuda que me pueden dar es concederme esta petición. Además, ya hay muchas personas en la habitación donde se encuentra Ronnie.
Cuando ya son las 11 de la noche una enfermera anuncia que solo pueden quedarse 2 personas y que quienes quieran esperar lo hagan afuera. Lyanna y yo volvemos a quedarnos solos. Sus ojos están hinchados de tanto llorar. Ninguno de nosotros hemos comido desde la mañana, así que las tripas nos rugen. Apenas y he hablado desde que estoy aquí.
—¿Por qué no vas a comer algo? —le propongo con voz delicada.
—Es que...
—Ya has estado aquí mucho tiempo —la interrumpo—. Además, no has tomado agua y has llorado mucho. Por favor, hazlo, yo me quedaré con él.
Lyanna sopesa la idea un poco, pero logro convencerla. Se sale de la habitación muy decaída y sin decir nada. La puerta se cierra tras de sí.
Creo que hay personas esperando fuera todavía, pero ninguna entra. Me permito un momento de debilidad.
Me siento en un banco lo suficientemente cerca de la camilla, al lado de un mueblecito.
Ronnie respira, eso es lo importante.
Veo cómo la mascarilla se empaña y desempaña al ritmo de su respiración. Parece más joven de lo que es, como todos al dormir.
Me permito pasar mi mano por su cara, esperando que el contacto de mis dedos le grite: «¡No te vayas!» a través de los poros de su piel.
Paso mis dedos por sus mejillas, sus cejas espesas y remolineo en su cabello rubio, que destella un poco por la luz blanca. Siento un deseo incontrolado por abrazarlo, por derrumbarme y llorar en su pecho, pero me lo guardo. ¿Qué ejemplo le daría a Lyanna si me encontrara con los ojos hinchados y la nariz roja?
Pienso en lo mucho que le debo a mi amigo, en lo mucho que lo admiro y en lo roto que me dejaría si algún día me falta. Me odio por no haber aprovechado los intentos que hizo para ayudarme a socializar. Lo veo como el hermano que nunca tuve y aunque lo conocí hace poco más de un año, el vínculo que tengo con él se ha hecho irrompible. Le agarro la mano como había estado haciendo Lyanna. La vista se me pone borrosa y siento cómo se me cierra la garganta. Los moretones que tiene en la cara y el cuerpo los siento en mí ser...
Logro acomodar mi cabeza en una parte de la camilla, cerca de la cabeza de Ronnie. Volteo a verlo, esperando que la intensidad de mi mirada pueda sacarlo de su estupor. No sucede nada.
Las tripas me rugen, los ojos se me caen de sueño y la cabeza ha empezado a pegarme martillazos. No sé si será buena idea comer a esta hora, pero Lyanna todavía no regresa y es justo lo que planeo hacer. Me sumerjo en un mundo intermedio, entre el sueño y la vigilia (no sé si estoy dormido o si estoy despierto). Es como si estuviese soñando con los ojos abiertos o algo así.
—¿Noah? —la voz de Lyanna me regresa a la realidad. Los ojos me pesan un poco, pero me levanto como puedo.
—¿Pudiste comer algo? —pregunto tragándome el bostezo que amenazaba con manifestarse.
—Sí, deberías hacer lo mismo.
—Sí, lo haré, pero antes me gustaría hablar contigo —expreso torpemente.
—¿Sobre qué? —pregunta intrigada.
Respiro hondo para llenarme de valor. No sé si sea buena idea, pero debo saberlo.
—Ustedes dos, ¿desde cuándo... son novios?
—Lo hicimos oficial en las vacaciones de verano —responde casi en tono lúgubre.
—¿Cómo? —no debería estar preguntando esto, pero me carcome la curiosidad.
—Después de que nos reunimos a hablar sobre el tema empecé a tratarlo. No sé exactamente cómo se dieron las cosas, pero empezamos a mensajearnos, a conocernos mejor, y una cosa llevó a la otra. Comenzamos a salir y prácticamente todo fue lo que se dice un amor de verano —explica, pero se le quiebra la voz—. Me enamoré Noah. Y ahora estamos aquí, y no lo voy a abandonar... —logra decir antes de echarse a llorar.
—Ven aquí —le ofrezco abriendo los brazos y ella me corresponde. El aroma dulzón de su perfume está casi intacto. Escondo la cara en sus cabellos rubios, ocultando de nadie en concreto las emociones que me causan la situación, el dolor de cabeza, el hambre, el llanto de Lyanna y la muy probable idea de que perdamos a Ronnie para siempre. Todo esto me altera mucho y no quiero llorar. Alguien debe ser fuerte, ¿no es así?
—No podemos hacer nada ahora mismo Lyanna, solo esperar lo mejor...
—¿Pero y si no despierta? ¿Si pasa mucho tiempo y deciden desconectarlo? ¿Si muere?
—No hay que adelantarnos. Por el momento es apoyar a su madre que imagino ya ha de estar enterada.
—Yo misma le avisé en cuanto me enteré.
—No pensé que la conocieras, cómo está en Europa...
—Ronnie me presentó a su familia. Hablamos con ella por videoconferencia —pausa un poco para analizar algo—. Pensé que ya estabas enterado de lo nuestro.
—Hoy me enteré. No suelo pasar mucho tiempo en el teléfono o chateando (ni siquiera con Ronnie), así que todo esto me tiene... mal.
—¿Lo dices por mí? —pregunta con cautela.
Debo reconocer que al principio sí sentí celos, pero porque temía perder a Ronnie. Temía que me abandonara o divulgara mis secretos. En retrospectiva pensar así fue una estupidez, teniendo en cuenta que ahora mismo está tirado en una cama de hospital y ahora sí es posible que lo pierda, para siempre. El recuerdo me hace sentir culpable y egoísta.
—No, no, no —respondo—, simplemente fue la sensación del momento. Me alegro que haya conseguido a alguien que realmente se interese por él. Es muy afortunado de tenerte —admito con sinceridad a la vez que le acaricio el hombro.
Salgo de la habitación con dirección a la cafetería del hospital. Mientras como, ceno, desayuno o lo que sea que signifique el alimento que estoy consumiendo, pienso en Lyanna. Nunca la había visto derrumbarse de ese modo. El amor que siente por Ronnie no puede ponerse en tela de juicio. No con lo que he presenciado hoy.
Me zampo lo del plato para después no recordar qué era y bebo casi 3 litros de agua; los martillazos cesan y la fiera estomacal se apacigua.
Cuando regreso al cuarto me percato de que no había nadie esperando fuera cuando salí por comida. No los culpo, son las 3 de la mañana.
Nos ponemos cómodos. Lyanna se sienta en el sillón que está junto a la pared y yo vuelvo al banco que está al lado de Ronnie. Durante el transcurso de la noche espantamos el sueño el uno del otro y cabeceamos unas cuantas veces para después incorporarnos de golpe. No platicamos, solo se escuchan nuestras respiraciones y el sonido del monitoreador de signos vitales de aquel a quien estamos amarrados, no por obligación sino por amor: Ronnie.
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