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25

Ver cómo el semblante de Chris cambia tan rápido como lo hizo el mío me pone en estado de alerta. Disfrazo ese instante de incomodidad que mi rostro no tuvo la sensatez de esconder a tiempo con una expresión tan poco natural que resulta evidente para toda la mesa que algo sucede.

—¿Ocurre algo? —pregunta Chris con cautela. Claro que sí, teniendo en cuenta que tenemos 4 pares de ojos observándonos.

—Bueno... —empiezo a explicar cómo la conocí, sin dar lugar a malas interpretaciones—. La madrugada del lunes de la semana pasada, me desperté. Tenía un día de llegar de mis vacaciones. En la casa de al lado, en el cuarto que está frente a una de mis ventanas había alguien —intento leer en sus expresiones si me creerán, porque hay veces en las que ni yo mismo estoy seguro de por qué conocí a Adara en una madrugada. Es algo muy poco convencional—. Ambos pasamos la noche juntos...

—¡Noah, no me esperaba eso de ti! —exclama Denaly interrumpiéndome. Me he metido en la boca del lobo.

—¡No, no, no! —intento esclarecer mi explicación, especialmente ante la mirada glacial de Chris—. Me refería a que ambos salimos de nuestras casas. Nos presentamos y de la nada, en un acto de inmensa espontaneidad, salimos a pasear por el vecindario.

—¿En plena madrugada? —pregunta Yamir poco convencido.

—Les digo que fue algo raro, incluso para mí. Antes de salir de vacaciones vi un camión de mudanza y hasta que regresé me di cuenta de que tenía vecinos nuevos. Solo somos amigos. Probablemente sea la persona más simpática que conozca; siempre está sonriendo, haciendo chistes y hasta me invitó a una fiesta en su piscina. Chris —le digo con la voz compasiva que uso cuando doy consejos o ánimos—. Estoy seguro de que si la invitas a salir, te dirá que sí. De verdad, es muy buena persona.

Mi respuesta deja a todos tranquilos. La tensión ha desaparecido. Vaya numerito que le he montado al chico nuevo. Chris se sonroja un poco, se ha comportado como un novio tóxico cuando ni siquiera hay una novia propiamente dicha (al menos no todavía). Leo en sus labios que está algo incómodo, pero mis palabras han podido contra sus emociones.

Terminamos de comer en silencio hasta que suena la chicharra anunciando el final del receso (lo cual agradezco porque, aunque el momento incómodo pasó, sigo sintiéndome vulnerable).

—¿Quieres que te acompañe al salón de clases? —le ofrezco al nuevo. Esto de dar buenas impresiones no es lo mío.

—Bueno... —dice Ji algo inseguro—, esperaba que me acompañara Heather. No te molesta, ¿verdad? —«¿De verdad cree que soy igual de impulsivo que Chris?». O sea, sí soy impulsivo, pero tengo bastante autocontrol. Bueno... más o menos).

—¡Claro que no! —contesto como si fuera la persona más dulce del mundo—. De hecho, Heather es de las mejores personas que te podrás encontrar en el colegio —veo como la cara de Heather, en vez de estar de su color pálido, se enrojece muy visiblemente. Como si su cara fuese una herida recién abierta. El albinismo hace que su rubor sea más que evidente.

Veo cómo se alejan, segurísimo de que podría haber algo entre ellos dos. Es la primera vez que se conocen, pero la química entre ellos fue increíble. Me pregunto si eso será amor a primera vista. Mmm.

Recorremos los pasillos a toda prisa, para llegar antes de que la profesora de lengua pise el aula. Como es el primer día todos los maestros se presentan como los seres más amables, bondadosos y compasivos; aguardando a las últimas semanas que dividen los semestres para convertirse en seres despiadados dejando montañas de tareas, exposiciones y proyectos apenas empiece la semana.

Así los ven la mayoría. Yo no tengo ningún problema con ellos, de hecho me siento bastante cómodo con mis profesores (tanto con los que ya conozco así como con los de este ciclo escolar). Siempre ha sido así, doy todo de mí para tener lo que probablemente sea la relación maestro-alumno ideal. Presto atención en clase, me siento hasta el frente, no digo malas palabras, soy un alumno participativo y aunque hay otros alumnos más o menos destacados en mi salón de clases siempre termino por opacarlos. Siempre el del promedio más alto, el de las mejores respuestas, al que le sobran los puntos y créditos. Eso sí, vida social, ¿qué es eso?

3 horas nos separan de la libertad, de la libertad de dejar de presentarnos consecutivamente, clase tras clase. Cuando media clase ya se ha presentado ante la profesora Baker, Heather hace su aparición. Explica lo sucedido, y Denaly, Yamir, Chris y yo testificamos a favor de ella. Se le indulta por su retardo.

Como dije, esto solo ocurre el primer día de clases. Por lo general, después del primer día, joven que llegue después del maestro, joven que se queda afuera. 3 retardos una falta. 3 faltas significan no tener derecho a examen. Mínimo deben sumar 18 puntos en los tres parciales para no ir a recursamiento...

Dejo de prestar atención, porque es algo que a mí no me aplica (además es como una motivación para no bajar la guardia, para sacar las mejores calificaciones y de esta manera evitarme el embrollo de hacer pagos, filas y documentación que harán los que deban tomar el recursamiento).

El reloj de pared que se encuentra encima del pizarrón blanco se rehúsa a avanzar, las horas se arrastran tan lento...

Como atisbar el reloj hace que me empiece a sentir ansioso, desvío la mirada para depositarla sobre la persona por la cual mi corazón se deshace. Está en la hilera de la izquierda, a pocos pupitres de distancia del mío. Apoyo mi mejilla en mi mano, para mirarla cómodamente. Su cabello está ligeramente más corto de lo que recuerdo. Sin embargo, el verano le ha sentado bien. Muy bien. Ha adelgazado, su cara parece más proporcionada, sus caderas parecen más anchas y sus atributos seguro que son la envidia de varias chicas. ¿No se sentirá ahogada cuando se recuesta? ¿No le dolerá la espalda?

Debo aclarar lo siguiente: yo la veo no porque quiera acosarla, sino porque con solo mirarla, aunque no esté haciendo nada especialmente, saber que está viva, que tuve la fortuna de conocerla, poder disfrutar a ese ser de luz al que llaman Hailey simplemente siendo ella... me llena de dicha.

Agradezco este golpe de suerte, de haber conocido a un ser tan hermoso tanto por dentro como por fuera. Hailey, la chistosa, ocurrente y preciosa Hailey. Una chica que no le gusta chismear, una chica que, aunque tiene bastante prestigio en la escala social del colegio no se siente superior a los demás. Una chica que es sencilla, leal y capaz. Una chica que canta tan dulce como la propia miel, que me petrifica de emoción cuando me toma en cuenta y hace que mi corazón me caliente las venas como una lluvia de verano. Una persona que me recuerda que, sin más, se ha ganado mi lealtad total.

Y es que una vez enamorado de ella, nadie más puede llamar mi atención. Me ha envuelto totalmente en un vendaval de amor. Una sensación que me recuerda que soy humano, que me pone la piel de gallina y que hace sacar lo mejor de mí. La única que me hace borrar de mi vista a cualquier ser femenino que no sea ella. ¿Cursi? Totalmente. ¿Ridículo? Seguramente.

Caigo en la cuenta de que mis probabilidades de llegar a ser algo para ella, de llegar a tener una relación con Hailey, es algo tan poco probable como ganarse un viaje al espacio. Después de sentirme como si flotara, la realidad me deja sintiendo un vacío enorme.

Siento punzadas en las manos.

Y la pregunta que me viene dando vueltas en la cabeza es: «¿Sería yo suficiente para ella?».

Me desmotiva saber que absolutamente a nadie le he siquiera gustado. Siempre soy el cero a la izquierda. Al que nunca toman en serio ni en cuenta, salvo para pedirme la tarea.

Intento despejar la mente de esta densa nube de negatividad que ha reemplazado a la cursilería. Tal vez me haya equivocado con lo que dije, que no le he gustado a nadie. Recuerdo la noche que conocí a Adara. La he ido conociendo, pero una parte de mí me dice que cabe la ínfima posibilidad de que me estuviera coqueteando. Pero lo menos que quiero es eso, confundirme, confundirla, y más ahora teniendo en cuenta que Chris le ha echado el ojo.

A propósito, no la vi en la cafetería, ni siquiera sé si llegó a la escuela. El teléfono que tengo podrá ser muy caro y multifuncional, pero no me siento apegado a él. No contesto los mensajes, nunca los abro. Si recibo alguno, lo leo y me imagino que lo respondo, sin embargo, no lo hago. Todo se limita a mi mente, de ahí que mi madre prefiera escribirme notitas en vez de usar mensajes de texto.

Cuando toca la última hora, que es la clase de química mis probabilidades de interactuar con Hailey aumentan en un 10%. Y es que como la mayoría de las clases de química se llevarán a cabo en uno de los 5 laboratorios, se necesitarán de equipos (como en el laboratorio solo hay una cantidad reducida de mesas que casi ocupan todo el lugar es necesario integrarse en grupos de 7 u 8 personas).

Para mi sorpresa, soy yo el que invita a Hailey a formar parte de mi equipo. Aunque creo que es más que nada porque mi principal compañero había sido Ronnie y si quiero que lo siga siendo ahora debo incluir a Lyanna, y como Hailey y ella son como uña y mugre, sé que, si meto a Lyanna, Hailey aceptará. Podré tener pocas posibilidades con Hailey, pero eso no significa que ni siquiera vaya a intentarlo.

Ambas aceptan con gusto. Tengo los nombres de la mitad de integrantes escritos en una hoja: Ronnie, Lyanna, Hailey y yo (me contengo para no dibujar un corazón con el nombre de Hailey y el mío dentro).

Heather no dejará a Denaly, quien tampoco dejará a Yamir. Denaly afirma que no es posesiva o que goza de libertad en su relación, pero a veces se comporta como una tóxica de primer nivel.

Chris tiene que decidir, pero es suficientemente sensato para pensar en sus notas en vez de la amistad, y claro, tenerme de compañero supone un 10 en cualquier trabajo. Somos 5. Faltan 3.

Para mi sorpresa, Hailey es quien me ruega por las personas con las que me sentiría menos cómodo trabajando: Tyler, Bradley y Leon. Su petición me consterna mucho, pero me detengo a pensar: ¿Qué clase de persona creerá Hailey que soy si no les doy la oportunidad? ¿Creerá que soy una persona rencorosa? ¿Que no sé perdonar y olvidar? ¿Que les tengo miedo?

Está en mi derecho decirle que no. Las secuelas de sus actos han dejado profundas cicatrices en mí, como cuando Bradley y Leon me hicieron calzón chino, cuando Tyler destruyó mi reputación colgando ese video de mi caída en la red. Cuando los tres metían mi cabeza en el inodoro, o cuando me tiraban los libros en el pasillo.

Pero no lo hago.

Accedo ante la petición de Hailey. La petición de convivir de cerca con los enemigos. Incluso cuando está mi calificación de por medio. «Seguramente terminaré haciendo su parte del trabajo en más de una ocasión», pienso, evitando fruncir los labios.

Cuando les digo que sí, es casi cómico la forma en la que los tres ven al suelo, avergonzados de la relación que habían tenido conmigo, e incluso eso se queda corto con la expresión de Chris, que no comprende ni de lejos por qué he aceptado la petición de alguien a quien no le debo nada. Claro, él todavía no sabe que me gusta Hailey.

Entrego la hoja con los nombres a la profesora.

Suena el timbre, y veo cómo cientos de alumnos fluyen por los pasillos de la escuela hacia las salidas. Entonces una vista, un gesto, un sentimiento en el aire me aclara todo. Por qué estaba tan interesada Hailey en que aceptara al grupo de mastodontes.

El ser que amo con todo el corazón le agarra la mano a Tyler, se pone de puntas y le da un tierno beso en los labios.

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