13
El mundo deja de girar. Los pájaros callan y los sonidos que estaban presentes se anulan. Ahora solo somos Hailey y yo. Nada más importa, solo el "ahora".
Empiezo yo (con una voz tan afinada que por primera vez creo tener talento para esto):
Quiero, que me dejes estar
en tu vida y tus brazos.
Huir de todo mal,
aunque yo sea un extraño...
Quiero estar junto a ti.
Quiero, abrir mi corazón
Gritarle a todo el mundo
que estoy loco de amor.
Tú eres la persona
por quien yo podría morir.
Hailey se une en el coro:
Cuando te conocí no pude predecir
el amor que hay en mí,
¡todo es gracias a ti!
Te busqué y te encontré
Mis ojos pueden ver
la persona de quien me enamoré.
Eres mi eclipse lunar.
Mi estrella fugaz.
Como el viento atrapar,
¡te busqué sin parar!
Finalmente encontré,
tanto tiempo esperé
A la persona...
de quien me enamoré
Cuando Hailey comenzó a cantar no pude más que agradecer estar vivo para escucharla. A partir de este momento, sencillamente, la canción la canto desde el fondo del corazón. Nunca, en ningún momento dejo de mirarla a los ojos mientras esbozo la sonrisa más sincera que he hecho en toda mi vida. Mi boca y mis ojos le cantan a mi amor platónico y siento cómo mi corazón late al mismo ritmo que el suyo.
Quiero, poderte confesar
lo hermosa que te encuentro.
El tiempo congelar,
disfrutar el momento
y por siempre en él vivir.
Cuando te conocí no pude predecir.
El amor que hay en mí,
¡Todo es gracias a ti!
Te busqué y te encontré.
Mis ojos pueden ver
la persona de quien me enamoré
Eres mi eclipse lunar.
Mi estrella fugaz.
Como el viento atrapar,
te busqué sin parar
Finalmente encontré,
tanto tiempo esperé
A la persona...
de quien me enamoré
Las últimas estrofas de la canción las cantamos más bajito:
Quiero, que seas mi amor.
Amarte con todo el corazón.
El mundo entero sigue guardando silencio. La voz de Hailey te envuelve en su dulzura; una voz aguda al cantar, y además lo hace con una ligereza que pareciera que volara mientras canta. Vuelvo a convencerme de que es la indicada. Cada nota musical que sale de ella me enamora cada vez más. De hecho, no he perdido fuerza en mi amor por ella desde hace más de seis meses, cuando cantó en clase de lengua y me enamoré perdidamente de ella.
La canción de hoy no hace más que fundamentar el gran amor que siento por ella.
Espero que se haya dado cuenta. Más evidente no se lo pude poner. Le canté con el corazón en la mano. Sin embargo, es muy distraída (excesivamente distraída), así que no se entera de que la canción es prácticamente mi declaración de amor.
No importa. Seguimos siendo amigos y eso me hace muy feliz.
—¡Wow! —consigo decir bastante embobado—. Lo hiciste hermoso.
—Gracias. Tú también —responde con una sonrisa sincera.
—Gracias. Oye, deberíamos hacerlo más seguido —comento de manera espontánea.
—Sí, seguro.
Suena la campana, lo que indica que debemos regresar al salón de clases.
Solo regreso yo. A ella no le importa regresar al aula. Nadie está obligado a volver, pero yo lo hago porque debo gritar o algo, porque estoy seguro de que, si me guardo todo esto que estoy sintiendo ahora mismo, explotaré.
Durante el camino es evidente mi emoción y felicidad. Siento como brillan y sonríen mis ojos, mi cara tiene una sonrisa de oreja a oreja. Solo me hace falta flotar.
Los pasillos de este edificio están prácticamente desolados. Hay unas cuantas personas, pero supongo que la mayoría de los estudiantes está en las afueras del edificio.
—Hasta que te dejas ver. ¿Dónde has estado?
Es Heather. No había estado con ella desde hace tiempo. Ambos hemos estado muy ocupados en nuestros propios asuntos.
—Ya sabes. Siempre estoy en todos lados —digo entre risas.
—Solo te la pasas en la biblioteca —contesta, poniendo los ojos en blanco, pero no lo hace burlándose de mí, sino que está siendo sarcástica. Un sarcasmo amigable diría yo.
—No estaba en la biblioteca —rectifico incapaz de ocultar mi felicidad, sonriendo estúpidamente.
—¿Qué pasó? —aunque no lo diga, seguro que sabe que tiene que ver con Hailey. Heather es muy intuitiva.
Nos sentamos en el piso del pasillo poco transitado, cerca de unos casilleros. Entonces le cuento todo que acaba de pasar.
Aunque no me esté viendo a mí mismo sé que mi cara está ruborizada (siento cómo se me calienta el rostro).
Durante mi detallada narración sobre los sucesos ocurridos hace diez minutos hay partes en la que me encuentro sumamente emocionado que tengo que contenerme para no soltar pequeños gritos. Yo sé que no es para tanto una canción con tu amor imposible, pero es algo que nunca antes había experimentado. Me siento ridículamente feliz.
Mientras cuento la historia Heather me mira con atención. Debe parecerle rara mi desproporcionada manera de reaccionar ante esta situación. ¿Quién no se ha enamorado ya? Percibo que mi reacción es algo infantil así que trato de controlarme (ya para qué).
—En verdad estas muy enamorado de ella —concluye con tono compasivo.
—¿Se me nota mucho? —«Demasiado», pienso.
—Bueno... —empieza, como tratando de ordenar la información que le acabo de contar para explicarme algo que evidentemente ya sé—. Cuando hablas de ella te pierdes en el recuerdo. Sonríes como nunca antes te había visto. Tus ojos brillan y sonríen al mismo tiempo... simplemente estás encantado.
—¿Cómo es que no se da cuenta? —si de verdad soy tan obvio, debería darse cuenta. Varios ya saben lo que siento, menos ella—. No lo entiendo.
—Simplemente es muy distraída —comenta encogiéndose de hombros.
—Lo sé —pauso un momento. Lo suficiente como para dejar de concentrarme en mí y decirle con total sinceridad—: Eres buena escuchando. Gracias.
—No es nada. Para eso están los amigos.
—No. Gracias. De verdad —continúo sinceramente agradecido, puesto que no es fácil encontrar personas en las que puedas confiar.
El recuerdo de la canción de esta mañana opaca todo otro recuerdo que tengo del día. Lo siguiente que sé es que estoy en mi casa y que son las siete de la tarde. El cielo como siempre, está hermoso. Tonos rosas y naranjas colorean las pequeñas y esponjosas nubes que se encuentran esparcidas por el cielo, de las que solo puedo decir que parecen algodones de azúcar. La brisa fresca y el hermoso cielo que ahora mismo estoy viendo me hacen sentir con una paz y tranquilidad que pocas veces suelo tener, ya que siempre estoy ocupado con las tareas escolares, impartiendo asesorías, cuestionando mis sentimientos de amor y, hasta hace poco, luchando con el temor de que me hiciera algo el grupo de mastodontes atléticos de la escuela: Tyler, Bradley y Leon.
La verdad, aún no sé si debo confiar en Bradley ni en Tyler, pero Leon... bueno, no lo sé, la gente a veces tiene sus días especiales, aquellos en los que se siente más vulnerable emocionalmente; pero, a decir verdad, sus palabras parecían sinceras. No obstante, hoy ha estado evitándome (aunque en realidad nunca se ha acercado a mí por voluntad propia, salvo hasta hace poco para pedir ayuda).
¿Será que se haya percatado de que la actuación de ayer dista mucho de cómo él suele tratarme cuando está con el resto de la manada de mastodontes? ¿O se sentirá avergonzado por el dinero que me dio? ¿Habrá pensado que me estaba comprando la amistad o lo que sea esta relación maestro-alumno?
Dejo de pensar en el tema, que solo me confunde más. Es decir, algo muy, muy, pero muy dentro de mi ser me hace sentir algo cálido por Leon, y puede que también por Bradley y Tyler: compasión.
Por otra parte, es una fortuna que hayan pasado de curso. Es decir, estamos hablando de personas cuya calificación máxima en la vida había sido 7, pero por primera vez en la historia han sacado 9. ¡Nueve!
Qué bueno que la ayuda que les brindé sí les sirvió de algo. Ahora espero que me traten mejor, aunque no lo doy por hecho, somos seres con poca memoria que a veces olvidan lo que otros han hecho por nosotros. Solo me queda esperar al siguiente curso escolar.
Prácticamente ya estoy de vacaciones, mañana solo iré a recoger mis calificaciones (la boleta física, aunque claro, para ese momento ya sabemos cuál es nuestra calificación).
El sol se esconde poco a poco hasta donde mi limitada vista me permite. Me quito los lentes para limpiarlos un poco y, mientras lo hago, trato de enfocar lo mejor posible el reflejo que me da el espejo de mi habitación.
Tal vez no sea un monstruo después de todo. De hecho, por primera vez en siglos me siento atractivo. Solo me falta la estatura, de tenerla seguro que encontraría una pareja. Pero, aún sin esta, pude vivir un sueño imposible con Hailey.
A continuación, hago algo que me toma por sorpresa: rompo a cantar. Y no son cualquier tipo de canciones, son canciones de amor. Una secuencia interminable de baladas resuena en las paredes de la casa que se encuentra habitada únicamente por mí en estos momentos. «¿Será porque estoy enamorado?», pienso. No debería tomarme por sorpresa, pero lo hace.
Mientras canto simplemente no puedo dejar de pensar en Hailey y aunque no me estoy mirando en un espejo estoy consciente de mi sonrisa demencial. El tiempo pasa y los minutos se transforman en una hora y media, hasta que finalmente paro de cantar. No es por nada, pero creo que esta vez no lo hice tan mal como suelo creer.
No, para nada.
Me cuesta admitirlo, porque no soy de las personas que se centra en sus virtudes; siempre estoy reprochándome todo, sin embargo, tengo que admitir que soy muy bueno en esto del canto.
¿Por qué será? No tengo ni idea. Hace seis meses, cuando encargaron hacer la tarea que se convertiría en mi pase de entrada al mundo de los enamorados, lo único que hice fue ver algunos vídeos para cantar, unos cuantos ejercicios y listo. No fue tan difícil.
Intuyo que debe ser porque toco el violín, así que ya tenía conocimiento de música, partituras, ritmo...
Se me cruza por la cabeza la idea de grabarme cantando y subirlo a la red. Sin embargo, soy extremadamente sensible a las críticas, sean constructivas o no; siempre que recibo alguna crítica, siento que me desmorono, y que nada de lo que hice hubiera sido suficiente...
El teléfono suena. Me ha llegado un mensaje de mi madre: ¿Ya tienes listas tus maletas?
Es verdad. Mañana mismo después de recoger mis calificaciones nos vamos a Cancún. La reservación del hotel ya está hecha. Rápidamente empaco mi ropa, sin olvidar mi traje para nadar (unos shorts pesqueros de lycra negra y una playera negra a juego, también de lycra). Es muy emocionante ir de nuevo a Cancún, me llevaron a los tres años, pero no recuerdo nada.
Nunca he entendido por qué los padres tienden a crear las mejores vivencias de sus hijos cuando estos son muy pequeños, al final el recuerdo se pierde.
Ahora que mis padres por fin tendrán vacaciones pasaremos mucho tiempo juntos, será buen momento para conocerlos mejor. Es curioso, vivimos en la misma casa, pero nuestros horarios no compaginan. A veces sí nos vemos y saludamos, pero solo cuando estoy hasta tarde haciendo tarea o cuando ellos de milagro llegan más temprano. Aun así, no es suficiente para estrechar lazos familiares. Ahora bien, tampoco me gustaría que todo lo hagamos juntos, es decir de una manera abrumadora. Todo con medida.
Después de empacar todo lo que necesitaré me ducho, quiero hacerlo, después de todo me la pasaré en la playa hasta hartarme. El plan más o menos contemplado es el siguiente: pasaremos un día en Xcared, iremos a Isla Mujeres, y pasaremos algunos días en la compañía de unos amigos de mis padres.
Nuestra situación económica es bastante buena, de modo que viajar en avión, pagar un hotel 5 estrellas y visitar lugares hermosos no supone un problema. El verdadero problema radica en que mis padres me resultan de cierto modo como extraños. Asusta un poco.
Sé que al lugar a donde iremos tiene fama de ser hermoso por sus paisajes y playas.
También es famoso por la gran cantidad de turistas que acuden a él, pero sinceramente no tengo problema con eso, mis ojos y mi corazón le son fieles a Hailey... aunque no seamos nada.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro