Capítulo Adicional: El nacimiento
Finalmente, después de varios meses los medios de farándula se habían calmado y ya no hablan de Min Yoon-gi y yo. Era la chica misteriosa con la que se había casado uno de los raperos más famosos de Corea del Sur, uno de los más millonarios. Me habían llamado de múltiples maneras, sobretodo oportunista. Y todos querían saber el secreto para enamorar idols. Pero nadie conocía el nombre de tal chica, apoyada por algunos y envidiada por muchos.
Han Mi-suk seguía, y sigue estando, en el anonimato y lo agradezco enormemente porque no puedo imaginar cómo serían las cosas si no lo fuera. Ni siquiera podría salir sola de casa.
El timbre de la casa suena, indicando a un recién llegado y provocando los ladridos de Rang en el jardín. Con un poco de dificultad por mi gran panza me levanto del sofá donde estoy viendo un drama donde sale Kim Tae-hyung y que no había tenido la oportunidad de ver hasta ahora, y camino hasta la entrada para abrir la puerta.
A otro lado está Jeon Jung-kook y tengo que mirar hacia arriba para verle a la cara. Me regala una sonrisa y levanta unas bolsas con mercadería. Claro, había quedado en traérmelas esta semana porque el señor Kim, quien es quién siempre me las ha traído, se ha ido de vacaciones, lo cual es entendible porque estamos en pleno verano. Le sonrío al chico frente a mí y le invito a pasar.
— ¿Siempre los guardias reciben así a la gente? —pregunta Jung-kook— Revisaron bolsa por bolsa lo que traía y después casi me hicieron desnudarme...
Hago una mueca con los labios. Mi esposo había dado órdenes claras de revisar a cada persona que intentara entrar en la residencia y llevar un registro. Pero estamos hablando de Jung-kook, uno de sus amigos.
Pongo mis manos sobre mi panza y guio al chico hacia la cocina.
— Espera, ¿estás sola? —pregunta, dejando las bolsas sobre la encimera.
— La señora Oh se ha tomado unos días libres para estar con su hija que viajará al extranjero para ir a la universidad. —me encojo de hombros— Así que, sí.
Jung-kook saca una silla de la mesa de la cocina y la acerca a mí.
— Noona, siéntate aquí mientras guardo las cosas.
— Puedo hacerlo también, Kookie. —suelto una risa ante su comportamiento sobreprotector.
Jung-kook niega con la cabeza.
— Me impresiona que puedas moverte con esa panza tan grande.
Abro la boca, haciéndome la ofendida.
— ¿Estás llamándome gorda?
— ¡No! —mueve sus manos en diferentes direcciones con los ojos muy abiertos y me toma por los hombros suavemente para guiarme hasta la silla— Es sólo que es tan... Voluminosa. —dibuja con sus manos un vientre y hace como si lo sujetara— Me da la sensación de que te caerás.
Lo miro con una sonrisa desde abajo y por fin capta que estoy bromeando.
Se da media vuelta y comienza a sacar innumerables cosas de dentro de las bolsas y a dejarlas a un lado, también en la encimera. De repente pega un salto al escuchar los ladridos de Rang, que se había asomado por el ventanal de la cocina que da hacia el patio trasero, y se pone la mano sobre el pecho mientras ríe. Rang es una pungsan blanca, bastante grande de tamaño a pesar de que todavía no cumple los seis meses, amante número uno de los miembros de BTS, y que yo tenía estrictamente sacar a pasear porque podría botarme.
Voy a levantarme para darle la pasada dentro de la casa, pero Jung-kook me detiene y se adelanta a abrir el ventanal. La canina no demora en tirarse sobre él, parándose en dos patas para intentar lamerle la cara en señal de cariño.
— ¿Cómo van las cosas con Lee Min-hye? —pregunto, recordando de pronto a la chica.
Jung-kook, que sigue acariciando a Rang, aplana los labios y sé que no es una buena señal.
— Es un poco complicado, ya sabes, Lee Min-hye es bastante cerrada.
Asiento con la cabeza, sintiendo que no me está diciendo todo, pero tampoco pienso en obligarlo a hablar. He compartido varias veces con esa chica y a pesar de que me agrada bastante no puedo negar que es bastante reservada y que no han sido tantas las veces en las que hemos podido conversar sobre cómo se siente.
— Deberías traerla cuando puedas, podemos pasar un buen momento los tres jugando con la consola que Yoon-gi te quitó.
Su rostro se ilumina y asiente con la cabeza emocionado. Deja de acariciar a Rang y va a lavarse las manos para seguir sacando cosas de las bolsas, jactándose de que por el bebé hay que preocuparse aún más por la higiene. Después de un rato en el que me dedico a revisar si tengo mensajes de Yoon-gi levanto nuevamente la vista y le pillo mirándome.
— ¿Qué ocurre? —suelto una risa nerviosa.
Niega con la cabeza.
— Nada, es que no puedo creer que voy a ser tío.
Nos reímos juntos.
— ¿Has sabido algo de Min Yoon-gi? No ha respondido mis mensajes hoy.
Kookie lleva sus ojos hacia el techo, en señal de que está intentando recordar, pero termina negando con la cabeza.
— Hoy llegamos juntos a la empresa, pero después se metió en su estudio y no lo vi más. ¿Quieres que lo llame?
— No, está bien así. Sólo me preguntaba cómo estaba. —me quedo un momento en silencio— ¿Y Tae?
Kim Tae-hyung se ha mantenido alejado de mí hasta el día de hoy, y me duele más de lo que quiero aceptar. Me ha mandado obsequios para el bebé, pero todos han llegado por correo y no ha venido a verme desde hace meses. Incluso, la última vez que le vi fue en mi boda, y me dio la sensación de que ni siquiera quería estar ahí.
— Bueno, ha estado bastante ocupado los últimos meses filmando el drama, pero ya sabes, volverá cuando esté mejor.
Aplano los labios sintiéndome culpable por haberle hecho daño sin siquiera haberlo pretendido. Todo me pasa por ser demasiado lenta.
— Pero ya no hablemos de eso, noona, él se lo pierde. —Kookie mueve la mano, restándole importancia— Me quedaré unas horas contigo, ¿sí? ¿No te sientes sola aquí en esta casa tan grande? Vamos a la sala.
Me ayuda a levantarme y caminamos juntos hacia la sala, donde nos sentamos en el sofá más grande y nos quedamos conversando un buen rato sobre las cosas que ha estado haciendo en la empresa. Se le ve tan feliz hablando sobre eso que me apena interrumpirlo cuando comienzo a sentir una sensación extraña en la espalda, así que no lo hago.
— Así que pronto estaremos yendo a Los Ángeles para hacer presentaciones y realmente estoy emocionado porque hace mucho que no nos presentamos ante tanta gente. —sonríe de oreja a oreja, pero inmediatamente se le borra del rostro— Noona, ¿te sientes bien?
Me apoyo totalmente en el respaldo del sofá, sintiendo que el dolor de extiende en mi vientre bajo. Me llevo las manos hacia allí y respiro profundo.
— Noona, me estás preocupando. —la voz de Jung-kook suena ansiosa, así que me obligo a mirarlo para que se tranquilice.
— Estoy bien, Kookie, creo que solo son contracciones.
Su cara se desfigura en una mueca de horror e inmediatamente se levanta de su lugar en el sofá, comienza a caminar de un lado a otro, haciendo que Rang se desespere en el patio mientras lo mira, y finalmente se arrodilla frente a mí.
— ¿Esto significa alerta porotito? —pregunta con los ojos muy abiertos.
Cierro los ojos por un momento y asiento con la cabeza con un poco de pesar, pues el parto está programado para la próxima semana y no me imaginé que se fuera a adelantar. No estoy mentalmente preparada para esto, y, al parecer, Jeon Jung-kook tampoco porque se ha quedado estático en su lugar mirando hacia la nada.
Cierro los ojos nuevamente, sintiendo una nueva oleada de contracciones llegar a mí, y el dolor me obliga a separar ligeramente las piernas en mi lugar.
— ¿Kookie? —le llamo al darme cuenta de que todavía no reacciona.
Jung-kook pestañea un par de veces y fija nuevamente su atención en mí.
— Sí, sí, sí. ¿Qué hago? —se pasa las manos por el cabello— ¡Ya sé! ¿Recuerdas las respiraciones que te enseñaron para este momento? —asiento con la cabeza en respuesta— Vamos a hacerlas, ¿sí?
Su mano temblorosa se alarga hacia mí y toma la mía, como si él lo necesitara más que yo. Entrelaza nuestros dedos y comienza a hacer las respiraciones que Min Yoon-gi les había enseñado a todos los miembros por si ocurría un percance como este.
¡Min Yoon-gi!
— ¿Puedes llamar a Yoon-gi? —pido entre las respiraciones.
Jung-kook asiente inmediatamente con la cabeza y con su mano libre saca su celular del bolsillo de su pantalón para comenzar a marcarle a mi esposo. Mientras le espero me dedico a seguir con las respiraciones, pero me detengo en seco al escuchar a Kookie.
— No contesta.
— ¡¿Qué?! —el grito sale junto a un gemido de dolor.
Los dolores son cada vez más fuertes y Jung-kook comienza a desesperarse, aprieta mi mano ligeramente mientras murmura que volverá a intentar. Segundo intento fallido. Cierro los ojos nuevamente y mi mano libre se aferra al sofá.
Un quejido por parte de Kookie me hace abrir los ojos y noto que estoy apretando demasiado fuerte su mano, así que lo suelto y me sujeto del sofá.
— Intentaré de nuevo. —susurra con la respiración agitada.
— No, llama a alguien más.
— ¿A quién?
Un nuevo gemido de dolor sale de mi garganta.
— ¡No lo sé, Kookie! ¡Sólo hazlo!
Con las manos temblorosas comienza a buscar en su agenda de contactos y selecciona a alguien que no llego a ver. Después de unos pitidos atienden la llamada.
— ¡Hyung, necesito ayuda! —se queda un segundo en silencio— ¡Alerta porotito! ¡Alerta porotito! ¡No sé qué hacer! —nuevamente se queda en silencio y comienza a asentir con la cabeza, como si la persona que está al otro lado de la línea pudiese verlo— Te espero. Adiós. —cuelga la llamada— Nam-joon hyung ya viene para acá, noona. Quédate tranquila, ¿sí?
— Hay que llevar un bolso con ropa, ¿podrías armarlo por mí?
Asiente con la cabeza y desaparece por el pasillo en dirección a mi habitación, sin haber escuchado lo que quería pedirle que guardara. Suelto un suspiro acompañado de un jadeo de dolor. De todas maneras, creo que servirá cualquier cosa.
Mientras le espero saco mi celular del bolsillo de mi pantalón deportivo y le marco a Yoon-gi.
— El número que usted marca no se encuentra disponible, deje su mensaje después del tono. —un pitido suena después de la grabadora.
Cuelgo la llamada e intento de nuevo, obteniendo la misma repuesta.
¿Dónde mierda se ha metido y por qué no le contesta a nadie?
— ¡Min Yoon-gi! —exclamo contra el micrófono del celular con la respiración acelerada una vez que vuelve a sonar el pitido— ¡¿Dónde te has metido?! ¡Más te vale que estés haciendo algo muy importante porque o si no...!
— ¡Noona! —Jung-kook aparece corriendo por el pasillo con un montón de ropa de bebé en las manos, interrumpiendo lo que iba a decir— ¡Hay mucha ropa de bebé en todos los cajones!
Quiero reír, pero una nueva oleada de dolor viene a mi cuerpo y termina siendo un gemido.
— Fíjate en la talla, Kookie, tiene que decir recién nacido.
Se devuelve corriendo por el pasillo y nuevamente me deja sola. Quiero ponerme de pie, pero sé que Jung-kook me regañará si lo hago.
El timbre vuelve a sonar. Kookie pasa corriendo, como si estuviera en una carrera, y se va directo hacia la puerta de entrada, justo por donde él había ingresado hace un tiempo atrás. En ese momento me doy cuenta de que no he colgado la llamada, así que lo hago, dejándole un gran mensaje de voz a Yoon-gi.
Kim Nam-joon entra corriendo a la sala y en cuanto me ve apoya sus manos sobre sus rodillas para descansar.
— Llegué hace cinco minutos, pero no me dejaron entrar, ni siquiera cuando dije que era una emergencia y que te llamaría para que confirmaras. —murmura con la respiración agitada.
— Yoon-gi no contesta, oppa, estoy asustada. —suelto en un suspiro.
Se arrodilla frente a mí y me toma las manos con cariño.
— No te preocupes, nosotros estamos aquí para ti.
Gira su cabeza hasta Jung-kook, que se había quedado a un par de metros mirándonos.
— ¿Qué haces con eso en las manos? —pregunta Nam-joon, con los ojos un poco abiertos.
Y me fijo que trae un sujetador mío en sus manos y suelto una risa al darme cuenta de que el menor comienza a ponerse completamente rojo al mirar la prenda. De todas formas, lo necesito.
— Vamos a salir ahora, apresúrate. —apunta en dirección a mi habitación.
Y Jung-kook nuevamente se va corriendo.
Nam-joon se vuelve hacia mí y hace una mueca ante lo fuerte que le están apretando mis manos, pero ya no puedo hacer nada para evitarlo.
— Respira, ¿sí? —susurra— El resto de los miembros está intentando contactar a Yoon-gi hyung y ya van en camino al hospital.
Me mantengo con los ojos cerrados hasta que nuevamente aparece Jung-kook, con un bolso rosa colgado en su hombro. Inmediatamente, Nam-joon me ayuda a ponerme de pie y caminamos los tres juntos hasta la entrada de la casa, donde están estacionados los autos de los chicos y nos subimos al del mayor. Nam-joon al volante, y Jung-kook y yo en el asiento de atrás.
El camino no se hace precisamente largo, pero al llegar al hospital me doy cuenta de que soy la única persona que va llegando tarde al nacimiento de mi bebé. Y su padre también. Porque frente a la puerta de entrada hay cinco chicos inquietos que no sacan su oreja del celular.
Cuando me suben a una silla de ruedas para ingresarme viene el verdadero problema.
— ¿Quién entrará con ella? —pregunta Seok-jin.
— Yo iré. —anuncia Nam-joon, siguiendo a la enfermera que me empuja.
— Hyung, yo quiero ir. Yo estaba allí cuando comenzó todo. —replica Jung-kook.
— ¡Yo igual quiero entrar! —lloriquea Ji-min detrás de ellos.
— ¡Ah! Yo no quería ir, pero ahora que todos quieren yo igual quiero. —reclama Seok-jin caminando al lado de Ji-min.
— La verdad a mí me da algo cuando veo sangre, pero si es necesario también entraré. —susurra Ho-seok un poco más atrás.
Antes de llegar a la zona restringida la enferma se detiene por un momento y se gira con expresión molesta hacia los chicos.
— Sólo uno puede entrar.
Todos se miran entre ellos por un momento de silencio y no dan ninguna respuesta.
Miro más hacia atrás y una cabellera castaña me llama la atención. Unos rizos se acercan caminando rápidamente hacia nosotros y la expresión del chico se ve realmente preocupada.
— ¡Tae! —jadeo.
El resto de los chicos se gira hacia donde estoy mirando y detrás de la silueta de Kim Tae-hyung aparece una un poco más pequeña y extremadamente pálida que viene con la misma expresión de preocupación.
— ¡Él irá! —le dice Nam-joon a la enfermera cuando Yoon-gi se ha acercado lo suficiente a nosotros.
Inmediatamente volvemos a emprender camino hacia la zona restringida con Min Yoon-gi detrás de nosotras.
— Lo siento, Mi-suk. —murmura desesperado.
Lo ignoro por un momento y me quedo mirando hacia atrás, donde se cierran las puertas y ocultan poco a poco el cuerpo de Kim Tae-hyung, que me mira con las cejas ligeramente fruncidas como si estuviera muy preocupado. No me esperaba que viniera.
Me giro hacia Yoon-gi con el rostro serio.
— Luego lo hablaremos. —le apunto con el dedo, sabiendo que es una total falta de respeto porque es mayor que yo.
Luego de llevarme a múltiples salas, termino en la sala de parto, con las piernas abiertas hacia el doctor y con Yoon-gi afirmando mi mano que le aprieta fuertemente.
— Nena, lo siento tanto.
Lo ignoro por un momento, pero el enojo me domina y lo miro directamente a los ojos. Sé que después de estar horas en el trabajo de parto tengo el cabello pegado a la frente y la cara sudada.
— ¿Qué era lo tan importante que estabas haciendo?
Se queda sin palabras y temo que diga algo extraño. Sólo puedo ver sus ojos apenados que me esquivan de repente, así que me espero lo peor.
— Me había dormido en el estudio y Tae fue a despertarme.
Aplano los labios, mirándolo fijamente, fingiendo que el corazón no se me encoge al escuchar eso. Min Yoon-gi asegura que sólo duerme bien durante las noches cuando está conmigo, y últimamente había estado quedándose en la casa que comparte con los chicos, por lo que supongo que no ha estado descansando como corresponde y que por eso se le hace necesario tomar siestas a ciertas horas del día.
De todas maneras, todos sabíamos que algo como esto podría ocurrir.
Decido no emitir ningún comentario al respecto, pero le hago saber que las cosas están bien y que no debe preocuparse más.
Cuando ya han pasado diez horas y mi cuerpo se encuentra agotado el doctor me habla:
— Ya casi, Han Mi-suk, puja un poco más.
Decido hacer un último esfuerzo, recibiendo aliento por parte de Yoon-gi, que me acaricia la mejilla y me da un pequeño beso en la sudada sien. Sigo pujando hasta que recibo una señal por parte del médico y al cabo de unos segundos comienzo a escuchar un llanto.
Dejo reposar mi cuerpo sobre la camilla, a pesar de que lo único que quiero es ver a mi bebé, pero me encuentro demasiado exhausta como para mantener la cabeza erguida un momento más.
— Es una niña. —anuncia el doctor.
Levanto la vista y me encuentro con los ojos brillantes de Min Yoon-gi, que me mira sonriente.
Recuerdo entonces cuando hace un par de meses atrás, una tarde que sólo estábamos recostados sobre la cama y me acariciaba la cabeza, le había preguntado qué sexo prefería que tuviera el bebé.
— Sólo quiero que esté sano. —respondió inmediatamente, aunque después de unos segundos en lo que realmente lo pensó, volvió a hablar— En realidad, me gustaría mucho que fuera una niña.
Solté una risa, imaginando cómo sufrirían los futuros novios de nuestra supuesta hija con un padre como Min Yoon-gi, que a simple vista se veía como un hombre bastante serio y malhumorado.
La enfermera llega a mi lado con un pequeño bulto envuelto en unas mantas amarillas y lo pone en mis brazos. Siento que me quedo sin respiración y mi corazón se hincha cuando veo su pequeño rostro, un poco rojo e hinchado, pero que de todas maneras es hermoso. Mantiene sus ojitos cerrados, pero cuando la tengo junto a mi pecho su llanto cesa lentamente.
— ¿Ya pensaron en un nombre? —pregunta la misma enfermera.
Recuerdo también entonces cuando, aquella misma tarde, Min Yoon-gi había sugerido un nombre en caso de que fuese niña.
— Bom. —respondemos a la unísono.
La enfermera asiente con la cabeza y se aleja de nosotros para darnos un poco de privacidad.
Levanto la vista hacia Yoon-gi, que mira con ojos brillantes y grandes a la bebé.
— ¿Quieres cargarla? —pregunto.
Abre un poco la boca, pero inmediatamente asiente con la cabeza, así que, con mucho cuidado, estiro los brazos hacia él para que pueda tomar a nuestra hija. La recibe con un poco de inseguridad, pero encargándose de sostenerla con cuidado.
Los ojos le brillan de una manera que jamás había visto y una pequeña risa se le escapa.
— Hola, Min Bom. —murmura, con la voz un poco aguda.
La bebé se remueve un poco al escuchar su voz, como si pudiese reconocerlo como su padre. De pronto, una lágrima cae por la mejilla de Yoon-gi y se dedica a acariciar la mejilla de Bom.
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