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Capítulo 9

— ¿Cuándo te hiciste esa perforación en el ombligo? Lo vi la primera vez que te vi sin playera y me preguntaba...

Trago saliva. Ahora tengo la cara entera de color rojo.

— Verás, es una larga historia...

Min Yoon-gi me mira atento, como si realmente le interesara la historia.

Suspiro. Me giro levemente en la cama, quedando recostada de espalda. Agarro mi camiseta y tiro de ella, descubriéndome hasta el ombligo, dando a conocer una perforación en la parte superior de éste, donde descansa una joyería de titanio adornada con un brillante circón.

— Esta historia parte desde mi nacimiento. —comienzo.

Min Yoon-gi frunce levemente el ceño. Realmente no entiende nada.

— Bien... Nací fuera de Corea del Sur, en un país muy lejano, al otro lado del mundo. Exactamente en Latinoamérica. —suspiro.

Yoon-gi no puede esconder su sorpresa y está a punto de hablar, pero continúo.

— Mis dos padres son coreanos, pero mis abuelos maternos ya estaban erradicados, mientras que mi padre, en un viaje de vacaciones, conoció a mi madre, una hermosa coreana-latinoamericana, y pues... Nunca volvió a Corea porque se enamoró de ella. Es por eso que mis rasgos son totalmente asiáticos. —me muerdo el labio inferior— Bueno, de aquel matrimonio nacieron dos bebés: Han Bae-suk, oppa, y Han Mi-suk, yo. En casa siempre se habló en coreano y en español.

Me detengo un momento, pensando en qué es lo siguiente que voy a decirle. Min Yoon-gi me mira atento, creo que nunca lo había visto de esa manera. Me aclaro la garganta antes de seguir.

— Después de varios años, cuando oppa tuvo un... Incidente, desapareció de mi vida por culpa de mi padre. Estaba tan enojada con ellos, que a la corta edad de trece años me escapé de casa con mis amigas y llegué a un estudio de perforaciones, que no era cien por ciento legal, y me perforé el ombligo porque mi padre odia las perforaciones y los tatuajes.

Me quedo en silencio, recordando con dolor a mi hermano. Se me hace un nudo en la garganta, estoy a punto de volver a llorar.

— ¿Qué te dijo cuando se enteró? —preguntó.

Me muerdo el labio inferior y suelto una pequeña risa, mientras una lágrima cae por el costado de mi rostro.

— Ese día intercambié de playera con una de mis amigas en un baño público y volví a casa con un crop top prestado. —sorbo mis mocos porque mis lágrimas habían comenzado a salir sin control— Mi padre dijo que si no me lo quitaba me golpearía, y sí que lo hizo. Estuve tres días sin salir de casa porque la marca de la palma de su mano no quería salirse de mi mejilla. —levanto mi cabeza y acaricio suavemente la perforación. Intento reírme, pero termino sollozando— Y no me lo quité, porque era mi acto de revelación contra lo que le habían hecho a oppa y porque cada vez que lo miraba, lo veía a él. Siempre valiente, de pie ante la adversidad.

Apoyo nuevamente la cabeza en la almohada y cierro los ojos mientras las lágrimas no dejan de brotar de mis ojos. Viene a mi mente el recuerdo de cuando, aún siendo pequeños, Bae-suk había llegado a darle una zurra a mis compañeros de clase porque no dejaban de molestarme por tener rasgos asiáticos, porque no dejaban de llamarme "china". En ese momento no entendía por qué me llamaban de esa manera, si yo era coreana. Me giro en la cama, dándole la espalda a Min Yoon-gi. Creí que este era un tema superado, pero no hago más que meter el dedo dentro de la llaga cada vez que lo recuerdo. Bae-suk no tiene idea de cuánta falta me hace.

— Lo siento —digo entre sollozos—, creo que hoy estoy muy sensible. Debes pensar que soy una llorona.

Siento la cálida mano de Min Yoon-gi sobre mi hombro, haciendo una pequeña caricia con sus dedos. Me siento un poco reconfortada.

— Cariño, nunca pidas perdón por lo que sientes. Y por sobretodo, nunca te quites aquella perforación.

Me giro a mirarlo, con los ojos todavía llenos de lágrimas, y su mirada sincera me transmite tranquilidad. Quisiera acurrucarme a su lado y que me abrace, pero eso nunca va a pasar, primero porque no siente nada en el sentido romántico por mí, y segundo, porque en Corea está la gente más fría que he conocido en mi vida. Sorbo los mocos que se me están cayendo de la nariz y me siento de golpe en la cama.

— Bueno, ¿tienes hambre? —pregunto, intentando la conversación y mis propios pensamientos hacia otro lugar— Yo muero de hambre, ya es bastante tarde y no hemos almorzado.

Me quito el auricular y se lo devuelvo a Min Yoon-gi, que también se había sentado.

— La música queda pendiente para otro momento, no lo voy a olvidar. —me advierte con una pequeña sonrisa en los labios.


Cuando cae la noche me siento en suelo de la sala junto a Min Yoon-gi a mirar la televisión. Tiene puesto un programa de chismes. Los panelistas no paran de hablar sobre lo gorda que está una idol que no tengo idea quién es. Pobrecita, me sentiría horrible si alguien hablara así de mí. Me acomodo en el suelo, incómoda por cómo la gente se atreve a hablar de la vida ajena.

— ¿Te gusta ver esto? —le pregunto a Yoon-gi, haciendo una mueca con los labios.

— No realmente, pero lo hago por costumbre. Estoy esperando a ver si algún día inventan alguna mentira sobre mí.

— Eso es masoquismo.

Se ríe y siento que la cena se me revuelve en el estómago. Lo miro de reojo, está totalmente concentrado en mirar la pantalla del televisor, sin ninguna expresión en el rostro. Llegar a ser así de famoso realmente trae muchas cosas malas, yo diría que son más las malas que las buenas. ¿Cómo es que hay gente que disfruta de reírse del cuerpo de una persona sin saber siquiera cómo llegará a sentirse? No puedo evitar pensar en que yo estaría llorando toda una noche por eso, si el mismo hecho de que Yoon-gi me haya llamado fácil me lastimó mucho, no puedo imaginar cómo sería un chisme mío de dominio público.

Miro a Yoon-gi, mordiéndome el labio inferior. ¿Que esté esperando a que salga una mentira suya significa que nunca han hablado de él en este tipo de programas? ¿En qué tipo de escándalo podría verse envuelto?

— Realmente me pone cuando te muerdes el labio así.

No me había dado cuenta de que había girado la cabeza para mirarme.

— ¿Te crees Christian Grey de casualidad? —le respondo, irónica, recordando cuando fantaseaba que alguien se pusiera tan caliente conmigo como él cuando Ana se mordía el labio.

— ¿Qué tipo de películas ves? —me pregunta, riéndose.

Me río de vuelta.

— No he visto la película, leí el libro.

— Ah... Ya veo, eres toda una cerebrito.

Entrecierro los ojos, mirándolo. Nunca he sido una cerebrito realmente. Todo mi mérito en la universidad fue porque no dejaba de estudiar, porque no podía fallar estando sola en este país.

— Entonces, ¿tú sí viste la película? —arqueo una ceja.

Min Yoon-gi se aclara la garganta.

— Bueno, sí. —dice, mientras se le pone la cara un poco roja.

— ¿Y te puso caliente?

Cielos, ¿qué mierda estoy diciendo? ¿Qué me importa a mí?

Yoon-gi niega con la cabeza, pero luego se detiene y hace una mueca con los labios.

— Un poco. ¿Y a ti el libro?

— La verdad, sí. Es bastante estimulante leer cómo dos personas tienen sexo.

También se me pone la cara un poco roja.

— Oye —dice, casi de inmediato, cambiando el tema—, quería preguntarte sobre esa foto que te sacaste hoy... ¿Por qué se la enviaste a Tae-hyung?

Giro la cabeza para mirar la televisión. Realmente no estoy segura de porqué lo hice. ¿Quizá para intentar ponerlo celoso? Soy bastante tonta al intentarlo si no siente nada romántico por mí.

— Él me la pidió. —me encojo de hombros— ¿Celoso, Min-ssi?

Yoon-gi ignora el hecho de que lo llamé así y se acerca un poco a mí.

— ¿Y me la enviarías a mí si te la pidiera?

Trago saliva. La cara se me pone aún más roja. Abro la boca para responder, pero algo en la televisión me llama la atención.

— Bueno, pasando a otro tema... —dice uno de los panelistas del programa— Hoy una army publicó un tweet, leamos.

Miro de inmediatamente la pantalla.

"Hoy vi a Suga junto a una chica en el sector de Gangnam. ¿Será que está saliendo con ella en secreto?", y abajo había una foto de Yoon-gi y yo tomados de la mano, justo después de haber salido de la peluquería.

Mi cara pasó de estar toda roja a ponerse totalmente pálida. Debí suponer que algo así iba a pasar. Miro a Yoon-gi, que tiene la boca media abierta, pero no se ve tan desesperado como yo.

— ¿Qué opinas? —pregunta el panelista a una de sus compañeras.

La chica frunce los labios.

— Bueno, no podría asegurar que es Suga, aunque si una de sus fans lo dice...

— No tienen cómo comprobar que soy yo, ni siquiera se me ve la cara. —dice Min Yoon-gi, en un intento de calmarme.

Me paso la mano por la cara. No puede ser posible.

— Si esto no se desmiente, perderé mi trabajo.

El corazón se me acelera y siento que comienzo a hiperventilar. ¿Qué voy a hacer? Seré despedida inmediatamente y me quedaré sin nada. Ni siquiera tengo una casa. Tendré que quedarme en la casa de alguna de mis amigas hasta que encuentre un lugar. Con lo que me costó encontrar el deprimente apartamento que tenía hace poco menos de un mes. Tendré que volver a buscar empleo en un hospital. Y, sobretodo, no podré volver a ver a Min Yoon-gi nunca más.

— Oye —Yoon-gi me agarra por las muñecas, suavemente—, no dejaré que eso ocurra, ¿sí?

Me toma la cara entre sus manos, acariciándome con su dedo pulgar. Tomo aire profundamente, intentando calmarme, pero un sonido nos interrumpe.

El celular de Min Yoon-gi comienza a sonar. Una llamada entrante. Me suelta con suavidad el rostro después de regalarme un beso en frente. Me quedo totalmente impresionada. Se aclara la garganta antes de contestar.

— ¿PD nim? —contesta.

¿PD nim lo está llamando directamente a su celular? Siento que me voy a desmayar. Me agarro la cabeza con las manos. ¿Qué voy a hacer? ¿Debería confiar en Min Yoon-gi? Me acaba de decir que no va a permitir que me despidan.

— Ah... Sí. Lo que ocurre es que un tipo en la calle estaba molestándola, tuve que intervenir y decirle que era su novio. —se queda un momento callado, escuchando— Sí. Es una chica encantadora. No he tenido ningún inconveniente con ella.

Se remoja los labios con la lengua y me quedo mirándolo como imbécil. Cuando se percata me guiña un ojo y me regala una hermosa sonrisa. Siento mis mejillas arder. ¿Cómo es que puedo estar teniendo sexo con él sin ningún tipo de vergüenza, pero me pongo colorada cada vez que hablamos?

— No tienen cómo asegurar que soy yo, llevo toda la cara tapada, me aseguré de eso.

Y tiene razón. Con suerte se le ven los ojos, ni siquiera el cabello. Me impresiona la habilidad que tienen sus fans para reconocerlo. Debe haber miles de hombres de complexión similar a la de Min Yoon-gi. Es simplemente algo impresionante.

— Está bien. —después de un momento cuelga— Todo resulto. Big Hit soltará un comunicado en el que diga que estoy en casa guardando reposo absoluto, por lo que es imposible que sea yo el de la fotografía.

Me sonríe y por alguna razón, me siento mucho más tranquila.

Cuando me doy cuenta, tengo mis brazos rodeando su cintura, sintiendo su calor a través de la ropa y el rápido palpitar de su corazón en mi oído. ¿Se habrá asustado o sólo está sorprendido? Escucho que traga saliva. Debería soltarlo pronto.

Oppa —le digo, soltando mi agarre en su cintura—, muchas gracias. De verdad.

Yoon-gi tiene las mejillas sonrojadas, de seguro no se esperaba una muestra de afecto viniendo de mí. Y yo tampoco esperaba hacer eso. O sea, tenía muchas ganas de hacerlo, pero había estado intentando contenerlo. Estúpidamente, fracasé.

Me quedo mirándolo, toda embobada. Cómo quisiera plantarle un beso en los labios. Me he estado aguantando todo el día, ¿será demasiado si lo hago y ya? Desecho la idea de mi mente de inmediato.

— Entonces... ¿Me mandarías aquella foto? —me pregunta después de un buen rato en silencio.

— ¿Por qué la quieres? —suelto una risa nerviosa.

— ¿No puedo tener una foto de mi novia?

Vaya.

— Llevamos un día de novios, oppa.

— Sin embargo, te has acostumbrado rápido a llamarme de esa manera.

Me rasco la frente. No entiendo, él mismo me había pedido que lo llamara de esa forma. Y así como yo espero que cumpla mis peticiones, yo estoy cumpliendo con la suya. Secretamente debo admitir que me gustó llamarlo así. Nunca había llamado oppa a nadie que no fuera mi hermano mayor.

— ¿Qué edad tienes? —pregunto, ignorando su último comentario, y desviando toda la atención del tema de la fotografía que le envié a Tae-hyung.

— Veintisiete. ¿Tú?

¡¿Veintisiete?! Creí que tenía veinticuatro, como Kim Tae-hyung. Me muerdo el labio, pensando en que se espantará en cuanto oiga mi edad.

— Veintitrés.

Abre un poco la boca, pero no dice nada. ¿Se arrepentirá de todo debido a nuestra diferencia de edad? En todo caso, no puedo creer que no le haya preguntado la edad de todo el tiempo que llevamos viviendo juntos. Mala mía.

— Creo que en vez de mi novio deberías ser mi sugar daddy. —me río como estúpida porque el silencio comienza a incomodarme.

Suga sería mi sugar daddy. Mero juego de palabras. Finalmente, también se ríe, mostrándome sus hermosos y pequeños dientes. Creo que en un día ya me hice adicta al sonido de su risa.

— ¿Hace cuánto llegaste a Corea?

— Seis años, para estudiar en la universidad.

No era más que una niña de diecisiete años en aquel entonces. Todavía puedo recordar cómo me temblaban las manos cuando llegué al aeropuerto de Incheon, sola, sin nadie que llegara a recibirme en el extraño país al que estaba arribando. Por suerte, en mi casa siempre se había hablado en coreano, por lo que dominaba completamente el idioma. Pero no era más que Han Mi-suk contra el mundo.

— ¿Qué te echas en la cara para tenerla tan perfecta? —pregunto porque eso llevaba horas rondándome la cabeza.

— ¿Te refieres a mi hermoso rostro?

Me sonrojo ligeramente.

— La piel de tu rostro es tan lisa... —estoy a punto de levantar la mano y acariciarle la mejilla, pero me detengo antes de comer garrafal error.

— Sin falta, cada noche me realizo una rutina para el cuidado de la piel. Podría enseñártela si quieres.

¿No sería romántico que Min Yoon-gi nos untáramos cosas en la cara juntos? Pestañeo tres veces, eliminando la escena de mi mente.

— No es necesario, podrías darme el nombre de los productos. —finjo una pequeña sonrisa. Por supuesto que quiero que me la enseñe.

¿Es posible que en un día esté tan metida con alguien? Ni siquiera me reconozco. Nunca he sido una rompecorazones, siempre he entregado lo que siento, pero nunca he llegado a sentirme de esta manera tan rápido. Incluso, nunca he llegado a sentirme de esta manera con nadie. Nunca. Y debo admitir que me asusta.

— Bueno, creo que me iré a dormir. —me levanto del suelo.

Yoon-gi se levanta conmigo y caminamos juntos hacia la puerta de su habitación.

— Hoy has estado muy emocional... Y en parte es mi culpa. —hace una pausa, lo noto bastante nervioso— Me preguntaba si querías dormir en mi habitación esta noche.

Mi mundo se detiene por una milésima de segundo. No puedo creer lo que acabo de escuchar. Mi corazón salta, ansioso ante la idea de compartir cama con Min Yoon-gi sin deber tener sexo necesariamente. Me imagino cómo sería despertar y darle los buenos días a Yoon-gi inmediatamente.

Me cacheteo mentalmente, cientos de veces.

— No te pases, tampoco estamos casados. —respondo, sin poder controlar mi lengua.

En este preciso momento mi corazón está furioso con mi cerebro.

— Estaré bien. —le tomo una mano, pero la suelto enseguida— Lo siento.

Mi cuerpo pide contacto físico permanente con el cuerpo de Yoon-gi, y me está costando mucho controlarlo. En el país en el que nací es bastante común que las parejas tengan mucho contacto físico, darse las manos, darse un pequeño beso o un abrazo. Es algo normal. Pero aquí es otro cuento.

Antes de que pueda responderme cualquier cosa, abro la puerta y me dirijo al armario para sacar el pijama de Yoon-gi y ponerlo sobre la cama, la misma cama donde habíamos tenido sexo hace horas. Él entra detrás de mí, lentamente, y se sienta en el borde. Ahora sacarle la camiseta es diferente a cómo era hace un par de días. No puedo olvidar lo que hicimos, ni sus caricias en mi piel, ni su cuidadoso movimiento pélvico, para evitar lastimarme. Me arrodillo para quitarle los pantalones y me doy cuenta de que tiene una incipiente erección sobresaliendo en su ropa interior.

— No me molestaría que me hicieras uno de esos que me hiciste hace un rato antes de dormir. —tira su cuerpo levemente hacia atrás.

Quiere que se la chupe. Y con gusto lo haría, pero tampoco quiero malacostumbrarlo. Eso no significa que pueda divertirme un rato.

Paso mi dedo índice a lo largo de la erección, sintiendo cómo se le pone más dura bajo mi tacto. El cuerpo de Yoon-gi se estremece y me mira con ojos hambrientos de más. Los músculos de mi vientre se contraen sabrosamente. Yo también quiero más, no puedo negarlo. Me levanto y lo empujo suavemente hacia atrás, haciendo que quede recostado, y me trepo encima de él. Su erección me roza la vagina y la sensación es sabrosa. Me acerco a su oreja, con mi respiración más pesada de lo normal.

— La próxima vez, tú tienes que darme placer a mí, de la forma que quieras. Así te ganarás una mamada que no podrás evitar correrte en mi boca.

Si mi mamá me escuchara hablar así me daría una buena zurra. Y mi lado racional también quiere hacerlo, pero simplemente no puedo controlarme cuando de tener sexo con Min Yoon-gi se trata.

Me bajo inmediatamente y termino de ponerle el pijama. Se queda en silencio, medio boquiabierto. Me acomodo el cabello detrás de las orejas y acerco a darle un beso juguetón en la comisura del labio.

— Buenas noches, oppa

Cuando ya me lavé la cara me siento unos minutos en la cama unos minutos antes de meterme en ella. Prendo la pantalla del celular y me extraña notar que tengo muchos mensajes. El chat de Park Sun-hee y Choi Hana está a punto de explotar.

"¿Cómo es eso de que Han Mi-suk está saliendo con Suga de BTS?", había escrito Sun-hee.

"Yo también lo he visto en televisión", respondió Hana.

Ah, mierda. Malditos programas de farándula. Me entran ganas de golpearme la frente contra la pared. Debí haber sabido que alguien como Min Yoon-gi no iba a pasar desapercibido en la calle.

Después había treinta mensajes en el que me pedían una explicación. El último había sido hace veinte minutos. Trago saliva mientras pienso en qué responder. Odio tener que mentirles a mis amigas, pero mi contrato de confidencialidad me obliga a hacerlo, de otra manera sería despedida inmediatamente.

"Ese es sólo un chico que conocí en la calle. Había un tipo que me estaba molestando porque quería mi número y llegó él, diciendo que era mi novio. Tuvimos que irnos juntos", tecleo, siguiendo la misma mentira que le había dicho Yoon-gi a PD-nim.

Bloqueo la pantalla y me tiro hacia atrás en la cama, pegándome un suspiro enorme. ¿En qué me metí? De ahora en adelante no serán más que mentiras entre mis amigas y yo. Mi teléfono vibra inmediatamente.

"¿No le pediste su número?", Park Sun-hee siendo Park Sun-hee.

Sonrío con tristeza.

"Lo olvidé, unni", respondo más que nada para que me deje tranquila.

Vuelvo a la bandeja principal y me encuentro con un mensaje de Kim Tae-hyung de hace más de tres horas.

"Por favor, no me ignores cuando llamo eres hermosa. Me harás llorar"

Pobrecito. Soy una pésima persona. ¿Qué se supone que deba responderle, en todo caso?

"Lo siento", es lo único que logro escribir.

¿Habrá visto Kim Tae-hyung la foto de Yoon-gi y yo en la televisión? ¿Cómo podría preguntárselo sin que llegue a sonar extraño? ¿Qué pensará sobre eso? Antes de que me decida qué responderle recibo un mensaje suyo.

"A penas pueda, te invitaré a salir"

Suspiro. La verdad es que la vez pasada me la pasé muy bien con él.

"Esperaré con ansias", respondo.

Un mensaje de otro chat aparece en mi pantalla. Es el número de Min Yoon-gi, que todavía está sin guardar en mis contactos. ¿Cómo debería guardarlo?

"Deberías dormirte pronto. Mañana te haré gritar con lo que te haré"

Se me contraen los músculos del vientre de esa manera tan sabrosa que sólo Yoon-gi puede lograr. Apago la pantalla del celular, no sin antes haber guardado su número como "Min Yoon-gi", para apagar la luz y quedarme sin poder pegar la pestaña por un buen rato, ansiosa por lo que pueda llegar a hacerme Yoon-gi mañana.

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