Capítulo 8
— Al fin despiertas, cariño. —me dice, tiene la voz un poco más ronca de lo normal.
Su boca está tan cerca de mi oído que su respiración hace que se me erice la piel. Nuestros cuerpos están casi pegados. Cierro los ojos, disfrutando de la sensación de tenerlo cerca.
— ¿Cómo está tu hombro? —pregunto, mi voz también está ronca, pero no sabría decir si es porque acabo de despertar o porque tener a Yoon-gi tan cerca realmente me prende.
— Mucho mejor.
Acerca su boca aún más a mi oreja. Puedo escuchar su profunda respiración.
— ¿Ahora me dejarás terminar lo que empezamos la otra vez?
Me muerdo el labio inferior. No creí que este momento llegara tan rápido. Pero estoy decidida, es lo que quiero y es por eso que acepté en primer lugar. Giro mi cuerpo lentamente para quedar cara a cara. Tiene el cabello todo despeinado por haber estado durmiendo y sus rosados labios están entreabiertos, asoma su lengua lentamente para remojarse los labios. Mi corazón está latiendo fuerte, siento como si fuera a perder la virginidad por segunda vez, y me tiembla un poco la mano cuando la levanto y la pongo sobre su nuca, pero lo acerco con seguridad a mis labios.
Siento que mi respiración se vuelve pesada de inmediato cuando Yoon-gi mete su lengua dentro de mi boca. ¿Cómo es posible que con tan solo un beso me tenga de esta manera? Su agarre en mi cintura se hace más fuerte y me tira hacia él, ahora estamos completamente pegados. Se me escapa un pequeño gemido cuando siento su erección contra mi cadera. Yoon-gi sonríe y hace el amago de ponerse sobre mí, pero lo detengo.
— No deberías hacer que tu hombro trabaje.
No le doy tiempo de responder y me pongo sobre él. Creo que lo tomo por sorpresa porque pone cara como si estuviera un poco impactado. Me río suavemente antes de acercarme nuevamente a sus labios. Gimo una vez más cuando siento los dedos de Yoon-gi subir por mis muslos, hasta llegar a mi culo. En un impulso de calentura bajo mis labios por su mentón hasta su cuello y le paso lentamente la lengua. En mi boca siento el amargo gusto de su perfume. Yoon-gi gime despacio y me aprieta el trasero con sus manos. Suspiro y se le eriza la piel, aprovecho para succionar suavemente su cuello, con cuidado de no dejar ninguna marca que pudiera delatarnos después.
En este momento me muero por verlo sin playera, así que me alejo y rápidamente se la quito. La piel de su pecho es igual de blanca que la de su rostro. Le paso la yema de los dedos por sus marcados abdominales y bajo hasta el borde de su pantalón. Retrocedo en la cama hasta que mi cara queda a la altura de su broche.
— No es necesario que lo hagas si no quieres. —dice Min Yoon-gi.
Lo miro a la cara mientras desabrocho su pantalón lentamente. Tiene las mejillas rosadas y la respiración acelerada. Cuando finalmente puedo, le bajo todo, los pantalones y la ropa interior, de una vez, dejando al descubierto su miembro. Tal y como lo había visto en mi sueño, con la cabeza rosada y levemente curvado hacia arriba. Está totalmente erecto y tiene algunas venas marcadas, como si se fuera a reventar. Junto un poco de saliva en mi boca mientras lo masturbo suavemente con la mano derecha.
— En serio que no es necesario que...
Yoon-gi deja de hablar para soltar un pequeño gemido en cuanto me meto su pene en la boca. Intento succionar lo mejor que puedo mientras muevo mi cabeza al ritmo de mi mano, y luego lo meto lo más adentro que puedo dentro de mi boca. Me da una pequeña arcada porque es demasiado adentro.
— ¿Estás bien?
Lo único que hago es levantar mis ojos hasta su rostro, sin haber sacado su pene de mi boca. Lo sigo chupando sin dejar de mirarlo.
— Si me sigues mirando así me voy a correr.
Nuevamente ese sentimiento de estar viviendo algo de nuevo. Yoon-gi pone sus manos en mi cabeza y creo que es para ayudar a moverme, pero tira suavemente de mi cabeza hacia atrás. Su pene brillante lleno de saliva sale de mi boca. Me paso la lengua por los labios y me trago el resto de saliva que me había quedado acumulado.
Min Yoon-gi me mira con la boca entreabierta mientras me tira hacia arriba nuevamente, me empuja suavemente hacia un lado y quedo con la espalda apoyada en la cama. Termina de quitarse el pantalón rápidamente y estando completamente desnudo se dispone a quitarme la camiseta. Nuevamente tengo ese sentimiento de inseguridad sobre las cosas que no quiero que Yoon-gi vea de mi cuerpo, pero esta vez no puedo pedirle que vaya a apagar las luces y así pasar desapercibida. Junto valor y yo me termino de quitar la camiseta y luego sigo con mis pantalones. Me quedo en ropa interior frente a él. Sus ojos brillantes me miran intensamente cuando se pone sobre mí.
— No deberías hacer eso. —digo.
Me calla con un beso. ¿No le importa que hace un par de segundos se lo haya chupado?
— A la mierda el hombro. —me responde.
Casi de manera salvaje me quita toda la ropa interior, y quedo desnuda debajo suyo. Vuelve a besarme mientras alarga una mano hasta la mesa de noche, de uno de los cajones saca un condón. Se separa de mí para romper el envase con los dientes. Creo que esta es una de las escenas más sensuales que he visto en toda mi vida. Luego de ponerse el condón se acomoda entremedio de mis piernas y vuelve a besarme, esta vez suavemente.
— ¿Estás segura de que quieres hacer esto?
¿Qué está diciendo? Si no quisiera hacerlo no habría tomado tanta iniciativa. De todas formas, asiento con la cabeza porque agradezco que se preocupe de estas cosas.
Yoon-gi se apoya sobre su codo derecho y con la mano izquierda guía su pene hasta la entrada de mi vagina. Estoy tan mojada que se resbala fácilmente hacia adentro. Cuando está completamente dentro gimo y arqueo ligeramente la espalda, me siento llena por dentro. Se siente totalmente diferente comparado a mi sueño, pero no sabría decir si es más placentero o no. Yoon-gi me besa suavemente mientras comienza a moverse lentamente. Su ritmo me está volviendo loca, necesito que lo haga más rápido.
— Hazlo más rápido. —logro decir con la voz entrecortada.
Se sorprende un poco por mi petición, pero de inmediato comienza a moverse más rápido. Gimo un poco más fuerte y Yoon-gi también gime. Pone su boca sobre mi cuello sin dejar de embestirme. Siento que estoy en el cielo. Paso suavemente las uñas por su espalda, aguantándome las ganas de hacerlo con fuerza y dejarlo marcado. Gime en mi oído mientras se estremece.
Estoy a cien, pero siento que podría estar a mil.
Pongo mi mano izquierda sobre su hombro derecho y se detiene inmediatamente, me mira con cara de preocupación. Lo empujo suavemente hacia atrás y se retira de inmediato, saliendo de mí. La vagina me palpita, gustosa de recibir aún más.
— ¿Qué ocurre? ¿Te hice daño? —me pregunta, tomando mi mano con suavidad.
Me incorporo casi de inmediato, sin dejar de mirarlo a los ojos.
— Recuéstate. —le ordeno.
Me gusta tener iniciativa en el ámbito sexual, me hace sentir una mujer peligrosa.
Min Yoon-gi se estira lentamente sobre la cama, creo que aún no lo pilla. Me arrastro a gatas por sobre la cama hasta quedar sentada a horcajadas encima suyo. No puede esconder la cara de sorpresa cuando tomo su pene con mi propia mano y vuelvo a meterlo dentro de mí. Cierro los ojos y tiro la cabeza hacia atrás, disfrutando de la exquisita sensación de estar llena nuevamente. No tardo en comenzar a menear las caderas, recordando apenas cómo es el ritmo en el que me gusta. Me echo ligeramente hacia atrás y pongo mis manos sobre los Yoon-gi para conseguir mayor apoyo en mis movimientos. Cuando abro los ojos lo miro, me siento como una gata acechando a su presa, todavía está un poco estupefacto, pero con la boca semiabierta y las mejillas sonrosadas, así que tomo su mano y la paso por sobre uno de mis pechos y luego la arrastro hasta mi cadera, para que no tenga miedo de tocarme. Inmediatamente su mano pasa de mi cadera a mi culo y tira de mí hacia adelante, a penas puedo apoyar mis codos a los lados de su cabeza, y nuestros labios quedan rozándose. Sin dejar de moverme, le paso la lengua por el labio inferior, y siento cómo su agarre en mi trasero se hace más fuerte y comienza a ayudarme en mi vaivén. El clítoris me roza con la piel de Yoon-gi y comienzo a sentir esa hermosa sensación de ir llegando lentamente a la cima. El fleco se me pega en la frente por el sudor.
— Estoy a punto de correrme. —digo entre gemidos.
Sólo me responde con un gemido y con su mano ayuda a que los movimientos de mis caderas sean aún más rápidos. Apoyo mi frente sobre la suya, sintiendo que estoy a punto de llegar, y no puedo controlar mis gemidos, estoy casi gritando. De un momento a otro una gigantesca oleada de placer me recorre desde la cabeza hasta los pies, como una descarga eléctrica, luego siento como si estuviera cayendo por un precipicio. No puedo evitar soltar un grito. Casi simultáneamente el cuerpo de Yoon-gi se tensa y siento cómo su miembro palpita dentro de mí. También se había corrido.
Nos quedamos quietos, jadeando, pegajosos por el sudor en nuestros cuerpos. Min Yoon-gi me pasa una de sus manos por la espalda, acariciándome con cuidado. Hace tanto tiempo que no me acostaba con nadie, y más tiempo aún que no tenía un orgasmo tan satisfactorio. De un momento a otro, siento un extraño peso sobre mi pecho, como si estuviera muy afligida, y mi respiración comienza a hacerse más rápida. Escondo rápidamente mi cabeza en el cuello de Yoon-gi, sabiendo exactamente lo que se viene. Lágrimas comienzan a caer de mis ojos y no puedo evitar sollozar con fuerza, llorando como si estuviera realmente apenada, pero en realidad no sabría describir el extraño pesar sobre mi pecho.
— ¿Han Mi-suk? —me llama inmediatamente Min Yoon-gi, intentando agarrar mi cabeza para que lo mire.
Yo en cambio meto aún con más fuerza mi cabeza en el hueco hombro y lloro con aún con más ganas.
— ¿Te hice daño, cariño? —me pone una temblorosa mano sobre la cabeza, intentando acariciarme— ¿He hecho algo mal?
Niego con la cabeza y tomo una gran bocanada de aire para calmar mis sollozos antes de levantarme despacio para mirar a Yoon-gi a la cara. Pobrecito, realmente no entiende lo que ocurre. Su temblorosa mano me seca las lágrimas de la cara, que habían cesado hace un par de segundos. Le regalo una sonrisa, una genuina sonrisa que parece dejarlo aún más confundido. Suspiro antes de hablar.
— No has hecho nada mal. De hecho, has estado maravilloso. —me río un poco, pero las lágrimas vuelven a brotar de mis ojos.
Sin querer hago un puchero. Esta sensación en el pecho es tan extraña.
— ¿Qué es entonces? Por favor, dime. —lo noto un poco desesperado.
Y yo también lo estaría si realmente no supiera qué ocurre, nunca antes me había ocurrido, pero había leído sobre esto. Estiro una mano y le corro el cabello que tiene pegado en la frente hacia el lado, intentando mostrarle un poco de afecto para tranquilizarlo.
— No es tu culpa. —me sorbo los mocos que se me están cayendo por culpa del llanto— De hecho, soy yo.
Min Yoon-gi me mira sin entender nada de lo que estoy hablando. Me remojo los labios, que están salados por las lágrimas que me cayeron.
— Al tener un orgasmo se liberan muchas emociones, lo que podría provocar llanto después de tener sexo. Y estas últimas semanas he estado bastante tensa.
Más exactamente diría que estos últimos seis años he estado más tensa.
El rostro de Min Yoon-gi se relaja y suspira como si estuviera realmente aliviado. Pobre, pensaba que me había hecho daño. Me entran muchísimas ganas de plantarle un besito en los labios, pero me aguanto, en cambio me incorporo lentamente, haciendo que el todavía erecto miembro de Yoon-gi salga de mí y me recuesto de panza a su lado, intentando ocultar lo que me daba vergüenza que viera, en vano porque a esta altura debe haber visto todo. Él se saca el condón y le hace un nudo.
— No tienes idea lo mal que me sentí porque pensé que te había hecho algo.
Me río suavemente.
— Nunca antes me había ocurrido esto, de hecho, si no hubiera leído...
— ¿Antes? —me interrumpe, todavía tiene el condón lleno de semen en la mano— ¿No es primera vez que tienes sexo?
Ahora comprendo por qué me preguntaba tanto si estaba segura de hacerlo. Creía que era virgen. Me provoca un poco de ternura que haya pensado eso de mí. Niego con la cabeza, respondiendo su pregunta.
— Dejé de ser virgen con mi primer novio, a los quince años. —respondo.
Me mira de forma extraña, como si estuviera un poco decepcionado de lo que le estoy diciendo, y luego aparta los ojos. ¿Está mal lo que dije? Me aclaro la garganta.
— ¿Qué? —le pregunto.
— ¿Tan fácil es entregar algo tan preciado como la virginidad?
Siento cómo, lentamente, mi rostro comienza a ponerse rojo, pero no de vergüenza, sino que de rabia. ¿Qué se cree para opinar sobre la vida sexual de otras personas? Sin decirle nada me levanto de la cama y recojo mi ropa, que había quedado toda desparramada en el suelo. Me pongo rápidamente los calzones y la camiseta.
— ¿Qué te ocurre?
Con la ropa en mis manos me giro a mirarlo, todavía roja de rabia.
— ¿Acostumbras a decirle a todas tus novias que son fáciles? ¿O sólo a las que no pierden la virginidad contigo? —me doy media vuelta y camino furiosa hacia la puerta de la habitación, que estaba abierta— ¡Además, —le grito, antes de salir— la virginidad es una construcción social!
Cierro de golpe la puerta detrás de mí y me dirijo dando fuertes pasos hasta mi habitación. ¡Vaya forma de arruinar un lindo momento! Cierro también de golpe la puerta de mi cuarto y tiro la ropa directo al suelo. Min Yoon-gi no viene detrás de mí. Claro, ¿por qué lo haría? No tengo ánimos de guardar nada. De repente, me percato de aquella prenda negra, aquella que me había puesto Min Yoon-gi cuando me dormí en su cama hace días y que todavía no le devolvía porque me daba vergüenza. Gruño de rabia y voy directo a la ducha de mi habitación para quitarme cualquier rastro de sudor de mi cuerpo.
¿Quiero gritar o quiero llorar? ¿Por qué me importa tanto lo que piense Min Yoon-gi sobre mi vida sexual? Me quedo un par de minutos debajo del chorro de agua, convenciéndome de que no quiero llorar, que puedo ignorarlo, pero finalmente pierdo la batalla y dejo que, por segunda vez en el día, las lágrimas recorran mis mejillas. ¿Por qué las mujeres somos apuntadas con el dedo por querer vivir libremente nuestra sexualidad? Admito que estaba muy pequeña a los quince años como para haber mantenido relaciones sexuales, pero es algo que ya está hecho, y aunque quiera, no puedo cambiarlo.
¿Por qué me pone tan triste que Min Yoon-gi me haya llamado fácil?
Me paso con rabia las manos por los ojos, para quitarme las lágrimas, antes de cortar el agua y salirme, pero es inútil porque vuelven a brotar. Enrollo mi cuerpo en una toalla blanca y dejo mi cabello suelto, dejando que me gotee por la espalda. Cuando salgo a la habitación, Yoon-gi está sentado sobre mi cama, con su playera negra en la mano. Inmediatamente limpio de mi cara cualquier rastro de llanto. Trago saliva y lo ignoro, mientras busco nueva ropa interior dentro de mi armario, ya que lo calzones que estaba usando estaban todos empapados por culpa de lo que hicimos hace un rato. Elijo los calzones de mariposas, los mismos que había visto él cuando vino a hacerme la escenita de celos por el número de Kim Tae-hyung, y me da igual que los vea nuevamente. También me da igual que me vuelva a ver desnuda, así que suelto la toalla y la dejo caer al suelo, mostrando mi cuerpo sin nada de ropa. Me pongo una camiseta blanca y unos shorts deportivos.
Hablando de Kim Tae-hyung, ¿me habrá respondido? Ahora me avergüenzo de haberle mandado aquella foto. Busco mi celular antes de sentarme en la cama, junto a Min Yoon-gi, ignorándolo completamente, y enciendo la pantalla a propósito para que él vea qué es lo que me dijo Tae-hyung. Inmediatamente salta en la pantalla su chat, que me había respondido un emoticono con corazones en los ojos, seguido de un "te ves hermosa". Bloqueo la pantalla sin responder nada y escucho a Yoon-gi suspirar a mi lado.
— ¿Podemos hablar?
Lo miro a la cara por primera vez desde que salí del baño. También se había duchado porque traía el cabello húmedo y ropa nueva. Levanto una ceja.
— ¿Qué quieres?
Yoon-gi se pasa la mano derecha por el cabello húmedo y lo deja despeinado. Qué guapo se ve así. Me remojo los labios y miro hacia un punto fijo frente a mí.
— Lo siento, ¿sí?
— Ah... ¿Sientes haberme llamado fácil? —abro un poco los ojos, fingiendo sorpresa.
Min Yoon-gi toma una de mis manos y la estrecha entre las suyas. Otra vez esa sensación de electricidad. Maldito cuerpo traicionero.
— Lo siento, fui un idiota. Estabas contándome algo sobre ti y no hice más que juzgarte.
Lo vuelvo a mirar. Está totalmente serio, pero no como otras veces que pareciera que es imposible de leer, podría jurar que veo arrepentimiento real en sus ojos. Suspiro, rendida. Estoy metida hasta el culo por este hombre, aunque quiera negarlo, aunque quiera ocultarlo.
— Bien. —respondo— Pero no vuelvas a hacerlo, tú has tenido más novias y tampoco eras virgen, y no te he dicho nada.
— Soy un completo imbécil, te hice llorar. —dice, mirando con detenimiento mis ojos rojos y ligeramente hinchados.
— Eres un imbécil, oppa.
Los dos nos reímos.
Luego, un momento de silencio. Escucho cómo Yoon-gi traga saliva antes de volver a hablar.
— Mira.
De su bolsillo saca una cajita blanca y la abre. Adentro están sus audífonos inalámbricos. Toma uno y se lo pone en la oreja izquierda, el otro me lo ofrece y luego sacude suavemente su celular en el aire. Sonrío. Me arrastro por la cama hasta la almohada, llevándolo junto a mí. Ambos quedamos recostados de lado, mirándonos, con la cabeza apoyada en mi almohada. Yoon-gi desbloquea su teléfono mientras yo sólo lo miro. ¿Es posible que alguien a quien apenas conozco me tenga tan en sus manos? ¿Tan fácil es que me guste alguien?
— Pones una canción tú y luego una yo, y así lo haremos.
Me tiende su celular, con la aplicación de MelOn abierta. Asiento lentamente mientras lo recibo.
— No creo que todas las canciones que quiera escuchar estén aquí. —digo.
— Entonces abre YouTube. —se encoje de hombros.
¿Quiere que yo busque la aplicación dentro de su celular? ¿No le molesta?
Lentamente, saco MelOn y busco torpemente entre el resto de las aplicaciones, hasta que doy con la que estoy buscando. Trago saliva antes de teclear en el buscador, rogando para Min Yoon-gi no se ría de lo que estoy a punto de poner.
En el auricular comienza a sonar la melodía de una guitarra, y luego la dulce voz de Zayn de cuando era parte de One Direction describe qué tan bien encaja su mano con la de la chica, como si estuviera hecha sólo para él. Miro tímidamente a Min Yoon-gi, pero tiene los ojos cerrados, disfrutando plenamente de la música que acabo de poner. Dejo su celular sobre la cama, entremedio de nosotros. Little things fue una de mis canciones favoritas de este grupo, sobretodo porque sentía que estaba hecha especialmente para mí. Si algún novio de aquél entonces me la hubiese dedicado, habría caído rendida a sus pies. Cierro los ojos, disfrutando del coro, conmoviendo mi corazón como no me pasaba hace años.
La melodía y es el turno de Yoon-gi. Toma el celular y hace un cambio radical de ritmo, pero no me desagrada. Este ritmo es más urbano. Miro fugazmente la pantalla del celular y veo un video de siete chicos bailando con mucho delineador, entre ellos aparece Yoon-gi en primer plano. Me emociono y le quito el celular de las manos.
— ¡Vaya! —digo, casi boquiabierta— ¡Qué pequeño te ves! ¿Cuántos años tenías?
Se ríe, y me quedo como estúpida mirándolo.
— Diecisiete. Es la canción de nuestro debut.
Vuelvo a mirar la pantalla, reconociendo a todos los miembros, pero muy jóvenes. No puedo creer que a Nam-joon le hayan puesto esos lentes tan horribles. Estoy a punto de preguntarle sobre ello, pero Yoon-gi habla primero.
— Siempre será una canción importante para mí. —sus ojos brillan y me parece fascinante— Aunque hayan sido tiempos difíciles.
¿Tiempos difíciles?
— Por aquellos años me hice esto. —apunta su hombro izquierdo.
Dudosa, levanto la mano y le acaricio suavemente el hombro, pasando después mi mano por su brazo, su antebrazo y finalmente en su mano. Tiene la piel tan suave como un bebé. ¿Qué mierda estoy haciendo?
Él inmediatamente toma mi mano y le da una pequeña caricia. Siento mis mejillas ponerse levemente rojas y me relamo los labios, terminando en una mordida de labio involuntaria.
— ¿Puedo hacerte una pregunta? —dice, mirándome a los ojos.
La canción termina y tomo el celular rápidamente, suponiendo lo que quiere preguntarme. Intento pensar en alguna canción que me guste, pero no se me ocurre nada debido al nerviosismo. Yoon-gi aparta con suavidad el teléfono y lo pone sobre la cama.
— ¿Cuándo te hiciste esa perforación en el ombligo?
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