Capítulo 25
— Estoy con alguien más, Min Yoon-gi, todo este tiempo te he estado engañando.
Un temblor se instala en mi cuerpo al darme cuenta de lo que acabo de decir. ¿De qué otra forma Yoon-gi me dejaría ir? La única opción viable que encontró mi cerebro durante el momento de crisis fue mentirle para lograr que me odie.
Pero pensarlo es mucho más fácil que hacerlo. Haber dicho eso provocó un intenso dolor en mi pecho, justo sobre mi corazón.
— ¿Qué? —su tono de voz quebrado me duele aún más.
— Eso que oíste. Estuve engañándote todo este tiempo y ahora me voy para poder estar con él. —susurro de la manera más firme que puedo.
Nos quedamos en silencio y temo levantar la vista para mirarle. Además, todos nos están mirando e incluso algunos nos filman con sus celulares. Comienzo a girar mi cuerpo, dando por terminada la conversación, pero unas manos frías me sujetan desde una muñeca.
— Hablemos en privado.
Se pone en marcha, arrastrando mi cuerpo junto con el suyo, me saca del edificio y me lleva hasta su auto, que está estacionado cerca de la entrada, a unos pocos metros del de Bae-suk. No pongo objeciones cuando me pide que suba en el asiento del copiloto, a pesar de que siento cientos de pares de ojos posarse sobre nosotros, y espero a que suba también. Pone el auto en marcha, sin decir nada, y conduce por el estacionamiento del aeropuerto.
Después de lo que fue un minuto exacto, pero que se sintió como veinte, detiene el auto de golpe. De reojo veo cómo se tapa la boca con una mano. Quiero mirarle a los ojos, pero no me atrevo y me mantengo mirando mis manos unidas sobre mi regazo.
— ¿Es cierto lo que me dijiste? —pregunta en voz baja.
— Sí. —respondo inmediatamente.
Estoy dispuesta a llevar esta mentira hasta el final con tal que me deje ir. Ya no puedo quedarme más en este país.
Se queda en silencio. Gira su cabeza hacia la ventana y veo su espalda comenzar a sacudirse en señal de que ha comenzado a sollozar. Me muerdo el labio inferior para intentar contenerme y no abrazarle fuerte por la espalda.
— ¿Por qué, entonces, me dejaste ir tan lejos? —su voz suena igual de calmada que siempre— ¿Por qué tú fuiste tan lejos?
— Voy a perder el vuelo. —respondo, intentando desviar la conversación.
— ¡Mierda! —susurra para sí mismo— Soy un imbécil. Después de todo, mi mamá tenía razón sobre ti, no eres buena.
Trago saliva, recordando lo que había dicho la señora Min sobre mí. El único detalle es que me embaracé y ahora estoy huyendo en vez de atar a Yoon-gi a mí. Lo que él no sabe es que su madre se dio cuenta de su equivocación y terminó cuidándome el resto de los días que estuve en su casa.
— Será mejor que me vaya, perderé mi vuelo.
Hago el amago de abrir la puerta, pero Yoon-gi le pone el seguro a todas las puertas del auto.
— Te devolveré el dinero de los boletos después. No me has respondido ninguna pregunta, Han Mi-suk. ¿Por qué lo hiciste? No, espera, tengo otra mucho mejor. ¿Qué te hice yo para merecer esto? —al final de la pregunta se le quiebra la voz y comienza a sollozar sonoramente— ¿Planeaste esto? ¿Siempre tuviste la intención de jugar conmigo? Ahora que lo recuerdo, también lo hiciste con Tae-hyung. ¿Te divertiste?
Me mantengo mirando por la ventana y cierro los ojos cada vez más fuerte ante cada pregunta que me hace. El pecho me duele por cada sollozo que suelta y me repito mentalmente una y otra vez que esto es necesario para lograr que me odie, aunque no creo ser capaz de soportarlo más.
— ¿Por qué esperaste a que me enamorara de ti para irte con otro?
Me tapo la cara con las manos y siento mi cabeza comenzar a dar vueltas. ¿Por qué no me deja ir? No puedo hacer nada más que escuchar en silencio porque no tengo respuesta a ninguna de sus preguntas y tengo que aguantarme las ganas de decirle que nada es cierto y pedirle perdón con un fuerte abrazo.
Quisiera decirle lo arrepentida que estoy.
— ¿Tan poco valgo para ti que te fuiste sin siquiera decirme?
Siento un nudo en la garganta y las lágrimas queriendo salir.
¿Qué tan lejos piensas llegar con esta farsa? Pregunta una voz dentro de mi cabeza.
Había imaginado que si me mantenía firme Yoon-gi se aburriría de intentar hablar conmigo y terminaría odiándome. Era mi mejor opción. Pero al estar aquí, los dos solos, no puedo quedarme callada simplemente escuchando todo lo que ha querido decirme durante estos últimos días y no estoy logrando contener mis ganas de contarle todo.
Tomo aire profundo antes de volver a hablar.
— Suficiente, tengo que irme. —pongo mis dedos sobre el seguro de la puerta y lo levanto.
Unas manos se aferran a mi brazo y me obligan a quedarme en mi lugar. Intento zafarme cuando siento que mis lágrimas no tardarán en salir, pero me agarra con más fuerza.
— Por favor, quédate conmigo. —murmura entre sollozos.
Me quedo aguantando la respiración porque de otra forma también me pondré a llorar. Tampoco me atrevo a girarme para mirarlo.
— No puedo.
— Han Mi-suk, quédate conmigo. —su voz suena desesperada, como hubiera agotado todos sus recursos y este fuese el último. Se acerca y apoya su frente sobre mi espalda.
Mi corazón comienza a saltar como loco y el lugar donde nuestras pieles se tocan a través de la ropa comienza a cosquillearme. Cierro los ojos y, a pesar de que el mundo sigue dándome vueltas, niego frenéticamente con la cabeza.
— ¿No te das cuenta de que estoy con otra persona?
Quisiera golpearme a mí misma por la cantidad de mentiras y cosas hirientes que le he dicho a Min Yoon-gi en los últimos quince minutos.
— Por favor —susurra. Sus lágrimas comienzan a mojar mi abrigo—, quédate. Necesito que estés conmigo, no me importa si sigues viendo a ese hombre o a muchos más. Sólo necesito que te quedes conmigo, no soporto estar sin ti.
Sus palabras me provocan una punzada en el corazón y las lágrimas no tardan en asomarse en mis ojos. Giro mi rostro hacia él, pero su cara sigue escondida en mi hombro. Lo único que puedo ver es su espalda subiendo y bajando al ritmo de sus sollozos.
— ¿Cómo puedes decir eso?
Levanta la cabeza y me mira. Sus ojos y su nariz completamente rojos me llaman a besarlos con cariño y decirle que todo es mentira, pero me mantengo en mi lugar, mirándolo.
— Te necesito, Han Mi-suk. —se sorbe los mocos al mismo tiempo que las lágrimas siguen cayendo por sus enrojecidas mejillas— Te necesito tanto que podría aceptar que ames a alguien más con tal de tenerte conmigo.
Corro la mirada hacia otro lado cuando comienzo a ver borroso por culpa de las lágrimas. Me lastima saber que Min Yoon-gi tiene tan poco amor propio que sería capaz de soportar algo así.
Me llevo una mano a la frente, sintiendo que el mareo se hace más intenso.
— ¿Por qué no me odias? —pregunto al cabo de unos segundos.
— No puedo odiarte, eres la persona que más amo en el mundo.
Trago saliva y cierro los ojos al mismo tiempo que niego con la cabeza. Mi cabeza da vueltas y vueltas, y por un momento me pregunto si esto no le hará mal al bebé. Me tiro el cabello hacia atrás con ambas manos y respiro hondo para regular mi acelerada respiración, en un intento de apaciguar mis mareos.
— Estás pálida. —apoya una mano sobre mi mejilla.
Y le dejo hacerlo. Le dejo por dos razones. La primera es que extraño su toque sobre mi piel y todos los sentimientos que me provoca. Y la segunda es porque un alarmante pitido se acaba de instalar en mis oídos y temo caer desmayada.
— Creo que voy a desmayarme.
Abro ligeramente los ojos para mirarle, pero lo único que logro ver son manchitas de colores por todas partes. Mi vista se nubla por lo que parece una eternidad y me siento totalmente aturdida. Lo siguiente que veo es el cielo azul. Intento incorporarme por reflejo y unas manos me sostienen por los hombros y me obligan a recostarme sobre el asiento. El rostro de Min Yoon-gi aparece en mi campo de visión, me inspecciona el rostro y tiene las cejas ligeramente fruncidas.
Comienzo a sentir el pavimento debajo de mi cuerpo y el frío típico de un día de invierno.
— Recuéstate, te acabas de desmayar.
No me importa lo que me haya pasado a mí, me preocupa si le pudo pasar algo al bebé. Pongo una mano sobre mi vientre y lo acaricio, intentando convencerme a mí misma de que no le va a pasar nada.
— El frijolito, Yoon-gi. —murmuro alarmada y todavía un poco desorientada.
Por un momento no entiendo la cara de confusión que me pone hasta que caigo en la cuenta de lo que acabo de decir y hacer. Me doy veinte bofetadas mentales. ¿Cómo es posible que se me haya escapado eso cuando estuve semanas ocultándolo?
Soy una estúpida.
— ¿Qué frijolito? —pregunta.
Sus ojos van desde mi rostro hacia mi mano sobre mi vientre y de vuelta. Quito mi vista hacia otro lado. ¿Ahora cómo se supone que saldré de esta?
Me mantengo en silencio. Por más que piense en qué responder, no se me ocurre nada más que la verdad.
— ¿De qué estás hablando, Mi-suk?
Me incorporo lentamente hasta quedar sentada. Min Yoon-gi está frente a mí sentado de rodillas en el suelo, pero mis ojos me mantienen mirando el piso. Cierro mis ojos un momento y suelto todo el aire que tengo dentro de los pulmones. No me sorprendo de que mi respiración salga temblorosa.
— Hay algo que no te conté.
— ¿Qué cosa?
— Yo... —comienzo a hablar, pero la voz se me apaga.
Aún estoy a tiempo de salir corriendo y comprar otro boleto de avión. Sacudo mi cabeza de un lado a otro, quitando la estúpida idea de ella. Ya estoy en esta situación y no puedo seguir equivocándome.
¿Por qué no hice esto antes? ¿Por qué no me atreví a contarle?
— No tengo ningún novio aparte de ti. —digo por fin— Hay otra razón por la que me estoy yendo y no te la he dicho.
Mis ojos se levantan con miedo hasta su rostro. Puedo percibir una mezcla de sentimientos pasando por sus ojos, pero cuando se percata de que lo estoy mirando con atención su expresión cambia y se vuelve fría. No sé en lo que piensa. Estoy a punto de bajar la vista, pero me obligo a dejarla ahí.
— ¿Y bien?
— Estoy embarazada, Yoon-gi. Vas a ser padre.
Su rostro permanece neutro por unos segundos, como si estuviera intentando asimilar lo que le acabo de decir. Su ceño comienza a arrugarse lentamente y lleva su mirada hacia el piso. Mi corazón salta como loco cuando después de un par de segundos no me dice nada.
— ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué huiste de mí? —pregunta, volviendo a fijar sus ojos sobre los míos.
Trago saliva y le mantengo la vista. Estoy a punto de responderle, pero me obligo a cerrar la boca cuando siento el nudo en mi garganta intensificarse. Aclaro mi garganta y pestañeo un par de veces cuando mis ojos se ponen vidriosos y no puedo ver nada. Una lágrima cae por mi mejilla.
— Tuve miedo. —susurro.
Su expresión se suaviza. Estira su mano para alcanzar la mía y la acaricia con cuidado. Mi corazón da un salto cuando siento su toque sobre mi piel. Lo extrañé tanto. Necesitaba sentirlo cerca de mí, justo como ahora.
Y mi cabeza se vuelve prisionera del recuerdo de todas las cosas que hemos vivido en este último tiempo. Las lágrimas continúan saliendo por mis ojos. ¿Cómo he podido ser tan estúpida?
— Tengo miedo —continúo— de que la gente no quiera aceptarnos, y el bebé y yo tengamos que sufrir las consecuencias. —me llevo las manos a la cara— Mierda, pero soy una estúpida. Lo único que hice fue hacer daño a los dos.
Por primera vez en muchos años, me pongo a sollozar fuerte. Igual que cuando era una niña. Siento mis manos mojarse por mis lágrimas y seguramente me estoy corriendo todo el maquillaje y la gente que va pasando en sus autos nos ve, pero no me importa.
La mano de Yoon-gi pasa por mis hombros y me atrae a su cuerpo. Siento el calor de su pecho abrazarme con ternura y apoyo mi cabeza sobre su hombro. No dudo en rodearlo con mis brazos y pegarme aún más.
— Lo siento tanto. Fui una estúpida. —mi voz sale tan baja que, si no estuviéramos cerca, Yoon-gi no me habría escuchado.
— Tranquila. —me acaricia la espalda de arriba hacia abajo.
Mi cuerpo se relaja inmediatamente ante sus caricias. Levanto la cabeza para mirarlo y me doy cuenta de que también está llorando. Limpio sus lágrimas con mis dedos, de la forma más suave que puedo, y Yoon-gi pasa su mano por mi nariz para sacarme los mocos. Me río suavemente ante su acción.
— ¿Sabes? —dice después de un rato— Estuve tiempo imaginando cómo sería la primera vez que te dijera que te amo y ninguna se parecía a esta.
Ahora nos reímos los dos.
— Y cómo sería cuando me dijeras que voy a ser padre. —continúa— Imaginaba que, en un par de años, cuando yo llegara a casa en la noche, me esperarías con algún tipo de sorpresa y me darías esa gran noticia. —con su mano me acaricia la mejilla y aprovecha para quitarme las lágrimas que me van quedando— Ninguna de las dos fue como esperaba, pero no las cambiaría por nada en el mundo.
Bajo la vista al suelo.
— Lo siento, esto es mi culpa. Todo es mi culpa.
Me sujeta el rostro con sus manos y me obliga a mirarlo a los ojos.
— Siento todas las cosas que te dije —continúo—, por un momento pensé que si me odiabas me dejarías ir.
— Jamás podría odiarte.
Me acerco y apoyo mi frente sobre la suya. Su aliento me acaricia el rostro y me da cosquillas.
— Te amo. —confieso.
Se aleja un poco de mí para mirarme. Sus ojos brillan como si fuera lo más increíble que le pudiese haber dicho alguna vez.
— Te amo. —responde con una pequeña sonrisa en los labios.
— Pero yo te amo más porque valgo por dos. El bebé y yo te amamos mucho.
Los dos reímos y por un momento se me olvida todo lo malo que acaba de pasar estas últimas semanas. Sólo estoy feliz de no haberme ido, de que Kim Tae-hyung le haya dijo a Min Yoon-gi y que haya venido a detenerme.
Supongo que inconscientemente quería ser encontrada.
La expresión de Yoon-gi cambia drásticamente, poniéndose serio.
— Han Mi-suk —se aclara la garganta—, cásate conmigo.
Me quedo en silencio ante su petición tan repentina. Lo miro directamente a los ojos y me doy cuenta de que está hablando totalmente en serio. Me muerdo el labio inferior y bajo la vista al piso.
Creo que nunca había querido tanto algo en la vida. Estar felizmente casada con el hombre del que estoy enamorada, pero nuevamente el miedo se hace presente.
Trago saliva y veo que los ojos de Yoon-gi me miran con tanto amor que no puedo evitar pensar en que debería intentarlo. Después de todo haría lo que fuese por él, incluso provocar que me odie para dejarme ir y así no arruinar su carrera.
Tengo que confiar en él.
— Quiero casarme contigo, Yoon-gi. —esbozo una pequeña sonrisa— Pero antes debemos dejar un par de cosas claras.
Min Yoon-gi frunce los labios, pero no se aguanta y suelta una risa.
— ¿Otra vez quieres poner reglas en la relación?
Me muerdo el labio inferior, intentando contener la risa, y asiento con la cabeza.
— Bien, ¿qué es lo que quieres?
— Quiero que la identidad de nuestro futuro hijo quede en secreto, por lo menos hasta que sea mayor.
Me gustaría que la mía también, pero después de este día y las grabaciones que hizo la gente hace un rato, es complicado.
Min Yoon-gi asiente con la cabeza.
— ¿Tú quieres algo?
Mira hacia el cielo, como si estuviera pensando.
— Primero, quiero que seamos sinceros, tal y como me lo pediste al principio. —toma mi cara entre sus manos y me acaricia las mejillas— No nos vamos a ocultar nada y si algo ocurre debemos decirlo. Y lo segundo es que —se remoja los labios— necesito que vuelvas a casa. Te necesito conmigo. Los necesito conmigo. —se corrige al final.
— Bien. —acepto, asintiendo con la cabeza.
— ¿Lo prometes?
Me tiende su meñique, así que sin dudarlo lo entrelazo con el mío y, sin soltarnos, tocamos chocamos nuestros pulgares.
— Si rompes tu promesa perderás el dedo. —comienza a reírse.
Me río con él.
Se levanta del suelo y me tiende la mano para ayudarme.
— Vamos a gritarle nuestro amor al mundo, Mi-suk.
El mareo se está apoderando de mí a pesar de todos mis intentos de calmarlo. Me apoyo bien en el respaldo del asiento del auto y tiro la cabeza hacia atrás mientras respiro profundo. La mano cálida de Min Yoon-gi me acaricia la pierna con cariño y cuando lo miro me regala una pequeña sonrisa.
El auto se detiene en aquel estacionamiento que ya se me hacía conocido y tomo aire profundo para prepararme mentalmente para lo que está a punto de ocurrir. Nos bajamos y caminamos hasta la escalera. Siento que el corazón se me quiere salir por la boca cuando Yoon-gi abre la puerta. En la sala de estar no se ve nadie, así que suelto un gran suspiro.
— Tranquila, nena. —Min Yoon-gi pone una mano sobre mi hombro en señal de aliento.
Le respondo con una sonrisa nerviosa y me apresuro en quitarme los zapatos para entrar. Caminamos hasta la sala donde había sido celebrado el cumpleaños de Ji-min y ahí los veo, a los seis repartidos entre el suelo y los sofás, mirando la televisión y conversando animadamente entre ellos. El primero que se percata de nuestra presencia es Kim Nam-joon, que estaba concentrado viendo su celular mientras hablaba, y se queda en silencio mirándome.
Trago saliva. Esto era algo que iba a tener que enfrentar alguna vez: volver a ver a los chicos después de haberle roto el corazón a su amigo.
El resto se da cuenta de que Nam-joon está mirando hacia el umbral de la puerta de la sala y miran en la misma dirección. Seis pares de ojos posados sobre mí me hacen sentir nerviosa, así que bajo la pista hacia el piso. Se forma el silencio y lo único que se oye es la televisión.
— Llegamos. —Yoon-gi señala lo obvio.
Nadie responde por un momento y me da miedo levantar la mirada.
Kim Seok-jin se levanta de su lugar y camina hasta ponerse frente a mí. Lo miro hacia arriba, es mucho más alto que yo y su altura me intimida, al igual que su expresión seria y ceño fruncido.
— Han Mi-suk —habla fuerte y no sé reconocer su tono de voz, suena como si estuviera molesto—, al fin te atreves a aparecer. Tengo algo muy importante y serio que discutir conmigo.
Me toma por los hombros y me aleja de Yoon-gi. Me quedo con la vista en el suelo cuando me sitúa frente a la televisión, mirando hacia los chicos.
— Señores, esta mujer —me apunta con el dedo, mirando hacia los mencionados—, digo, esta gata rompe hogares arruinó mi cumpleaños e hizo que Min Yoon-gi se encerrara en su habitación.
Levanto tímidamente la vista cuando escucho unos murmullos parecidos a unas risas. Park Ji-min se está tapando la boca, intentando no reír, al igual que Jung-kook. Jung Ho-seok tiene una gran sonrisa en los labios y Nam-joon me mira divertido. Kim Tae-hyung mira su celular esbozando una pequeña sonrisa. Mis ojos se posan en Seok-jin, que sigue con la misma expresión de antes, sólo que ahora está intentando reprimir una sonrisa.
— ¿Sabes lo triste que me puse por tu culpa? —su voz se eleva aún más, pero ahora suena realmente como si estuviera bromeando— Gata rompe hogares. —murmura nuevamente.
Mi cuerpo se relaja un poco cuando escucho risas.
— ¡Mierda! ¿Cómo se supone que funcione la broma si ustedes se ríen? —Seok-jin se pasa las manos por el rostro como si estuviera frustrado, pero también se está riendo. Se gira hacia mí y me sonríe— Que bueno que volviste, Han Mi-suk-a. —me revuelve el cabello con la mano.
— Estábamos muy preocupados por ti, noona. —Jeon Jung-kook se levanta de su lugar y pone una mano sobre mi hombro— Y por Yoon-gi hyung también.
— ¿Bromeas? —Seok-jin hace una mueca con la boca— Yo estaba preocupado porque el aura triste de Min Yoon-gi estaba afectando a mi belleza.
Por primera vez desde que llegué suelto una risa. Miro a cada uno de los chicos, todos están mirándome sonrientes, incluso Min Yoon-gi, que está recargado sobre el umbral, observando desde lejos y en silencio. Es muy probable que haya sabido sobre la pequeña broma de los chicos.
— ¡Hay que celebrar! —Ji-min levanta los brazos emocionado.
El resto asiente con la cabeza e inmediatamente se levantan de sus lugares y desaparecen por distintos lugares de la casa.
Yoon-gi aprovecha la situación para tomarme por la muñeca y llevarme por el pasillo hacia su habitación. Los recuerdos de una noche de reconciliación invaden mi mente cuando veo su cama, en el centro del cuarto, y no puedo evitar sonrojarme.
— Creí que los chicos estaban furiosos conmigo. —comento, intentando alejar aquellos pensamientos calientes de mi mente.
— Me di el tiempo de explicarles todo. —dice mientras cierra la puerta— Sólo quieren verme feliz.
Me quedo mirando la cama porque todavía me siento avergonzada.
— Ni siquiera estando aquí podía sacarte de mi mente. —habla detrás de mí.
Escucho que se acerca lentamente y me abraza por la espalda, los dos miramos su cama.
— Cada vez que venía a dormir te recordaba recostada aquí. Y cuando iba al baño recordaba que habías estado con Kookie dentro. Y lo mismo ocurría cuando iba a la cocina, o a la sala. —pega sus labios a mi hombro— Te veía en todas partes.
Me muerdo el labio inferior. No puedo evitar sentirme culpable por todo lo que hice y me doy cuenta de que mi hermano tenía razón cuando me llamó perra egoísta.
Min Yoon-gi me suelta y se aleja un poco de mi cuerpo. Aprovecho para girarme y mirarlo a los ojos, para pedirle perdón una vez más, pero un objeto en sus manos me llama la atención. Sostiene una caja aterciopelada de color azul.
— Aquí en Corea del Sur no se suele hacer mucho esto, —comienza a abrir la pequeña caja— pero sé que en muchos países se hace y, no sé, sólo quiero hacerte feliz.
Termina de abrir la cajita y un brillante anillo sale a la vista. Mi boca no tarda en abrirse. Es palteado y tiene un gran diamante azul, rodeado de lo que parecen ser pequeños diamantes blancos.
Ese anillo vale más de lo que voy a ganar en toda mi vida.
— Y ahora te lo preguntaré como corresponde. —baja lentamente y se apoya sobre su rodilla. Sus ojos brillan cuando me miran hacia arriba— Han Mi-suk, ¿quieres casarte conmigo?
Aviso, por favor leer uwu
Hola gente hermosa!
Quería decir que este es el penúltimo capítulo (eso creo), pero no se preocupen porque quiero escribir spin-offs porque todavía no estoy dispuesta a dejarla morir. Sé que no es la mejor historia ni tampoco la mejor escrita, pero le tomé un cariño tremendo porque es mi primera historia unu
Creo que ya dije demasiado, así que me despido uwu
Les quiere mucho <3
-Nini
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