Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 24


— Hola, mamá.

Me quedo inmóvil, esperando algún tipo de reacción por parte de mi madre. Su rostro se ve totalmente desfigurado. Literalmente es como si su hijo que creía muerto hubiera vuelto a la vida. Sus ojos no dejan de moverse por el cuerpo de Bae-suk y se abren un poco más cuando aparece el pequeño Connor por el pasillo que, supongo, lleva a las habitaciones, y le tiende las manos a mi hermano para que lo cargue, llamándolo papá.

Estoy a punto de intervenir cuando emite un pequeño sonido desde su garganta.

— ¿Bae-suk? —logra decir en un susurro.

Mi hermano asiente con la cabeza y mira hacia el suelo. No puedo imaginar lo extraño que debe ser para ambos esta situación. Miro a William, que también está mirando el piso y decido tomar cartas en el asunto.

Me aclaro la garganta antes de hablar.

— Creo que nosotros —señalo a mi cuñado y a mí— iremos a acomodar mi equipaje, ¿cierto, William?

El chico asiente frenéticamente con la cabeza y toma parte de mi equipaje para tomar camino hacia el pasillo y desaparecer. Recojo lo que quedó en el suelo y paso junto a ellos para tomar a Connor.

— Me llevaré a Connor también, así ustedes pueden hablar tranquilamente.

Les regalo una sonrisa forzada y huyo de aquella incómoda escena. Por el pasillo hay tres puertas, dos que están abiertas y que corresponden a habitaciones, y una que debe ser el baño. Las comparo y ambas se ven casi del mismo tamaño y tienen camas matrimoniales, así que entro a la que está más al fondo. William me sigue y cierra la puerta. Dejo a Connor sobre la cama y pongo mis bolsos a su lado.

— Gracias por salvarme. —murmura William, se le ve un poco más aliviado.

Le sonrío de vuelta y abro el armario. No sé cuánto tiempo exacto vaya a estar aquí, así que prefiero poner todo en orden. Comienzo a desempacar lo que llevo dentro de los bolsos.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? —ahora la voz de William suena tímida.

Lo miro mientras meto mis pantalones y asiento con la cabeza.

— ¿Por qué huyes?

Termino de guardar unas camisetas y me siento en la cama, a un lado de Connor, que no duda en tomar mi mano y entretenerse con ella. William se queda de pie frente a mí, apenas dirigiéndome la mirada. Supongo que le avergüenza que piense que es un chismoso.

— Bae-suk no me dijo y tampoco le pedí detalles, pero me gustaría saber qué ocurrió porque —sus ojos se posan sobre los míos— se veían muy felices juntos.

Siento un dolor en el pecho, justo sobre mi corazón. Hago una mueca con los labios.

— Estoy embarazada.

— Pero eso es genial, Mi-suk. —sonríe.

Intento sonreír también, pero sé que no me sale.

— Lo es, pero temo que le pueda ocurrir algo, o no sé. —William también se sienta en la cama y me mira sin entender— Yoon-gi es muy famoso —explico inmediatamente—. Famosísimo. Y temo que sus fans enloquezcan o algo por el estilo y nos veamos perjudicados.

La expresión de William se ilumina por un momento.

— ¡Ah! ¡Sabía que lo había visto en algún lado! Por eso no podía dejar de mirarlo cuando nos conocimos.

Nos reímos juntos.

— No quiero imaginar lo que podría pasar cuando revele que está en una relación y que, además, va a tener un hijo. El mundo podría enloquecer.

— Mi-suk —su llamado me hace mirarlo directamente a los ojos—, tu novio nunca haría algo para perjudicarte. En vez de huir, deberías hablar con él. Debes explicarle todo lo que está pasando por tu cabeza.

Aplano mis labios en una línea.

— Yoon-gi no sabe que estoy embarazada.

Nos quedamos en silencio. Sé que no le ha parecido bien lo que dije, pero no me dirá nada porque no tenemos la confianza necesaria. Doy por terminada nuestra conversación y sigo guardando mi ropa en el armario.

Espero que mamá y Bae-suk estén bien.


Suspiro cuando siento la alarma de mi celular sonar. La detengo tanteando sobre la pantalla. Los ojos me pican de una manera impresionante, seguramente los tengo hinchados. Me vuelvo a acomodar en la cama, buscando el calor de otro cuerpo sobre el colchón sin tener éxito.

Abro los ojos, la luz se cuela por entre las cortinas de la habitación. No es el apartamento de Min Yoon-gi, él ya no está conmigo. O yo ya no estoy con él. Entierro la cabeza en la almohada y me dispongo a seguir durmiendo, pero la puerta de mi habitación se abre y levanto la cabeza para mirar. Mi madre entra con una pequeña sonrisa en el rostro y una bandeja entre sus manos. Huevos con tocino. El olor me revuelve el estómago y vuelvo a meter mi cabeza en la almohada.

— Buenos días, cariño. Traigo tu desayuno.

— No puedo, mamá. —respondo aun sin despegarme.

Escucho que pone la bandeja sobre la mesa de noche que está junto a mi cama y a continuación el colchón se hunde a mi lado. Su mano me acaricia el brazo.

— Hija, debes comer, no puedes seguir así.

Cierro los ojos con fuerza, intentando ignorar las tremendas ganas de vomitar que me produce el olor.

— No es eso, mamá.

— Si no quieres hacerlo, al menos hazlo por tu bebé, pero han pasado días desde que no quieres comer nada.

Me levanto de la cama y me apresuro a salir de la habitación con paso torpe para llegar al baño. Ni siquiera alcanzo a cerrar la puerta y tengo que arrodillarme frente al inodoro.

Después de irme del apartamento de Min Yoon-gi perdí el apetito y sólo como cuando mi madre me lo ordena. Sé que no es saludable. No tengo ninguna justificación más que el estar triste. Sin embargo, ahora no sólo debo velar por mi propio bienestar ya que hay un bebé creciendo en mí.

Me apresuro en tirar la cadena y lavarme los dientes. Mi mamá, que se había asomado hace unos segundos por la puerta, me mira con una expresión comprensiva.

— Estoy harta de vomitar. —lloriqueo mientras tomo camino nuevamente hacia mi habitación.

Me recuesto en la cama y me tapo entera. Escucho la bandeja ser retirada de mi mesa de noche y, después de un momento, los pies de mi madre vuelven a entrar a la habitación. Se vuelve a sentar en la cama y no dice nada por un largo rato.

— ¿Hoy de nuevo te quedarás en cama todo el día?

Su tono de voz dista de demostrar molestia, sino que revela lo sorprendida que está. Nunca fui de estar todo el día recostada, a no ser que estuviera realmente deprimida.

Justo como ahora.

Vuelvo a cerrar mis ojos, sin darle una respuesta a mi mamá, y me acurruco para seguir durmiendo. Escucho un suspiro. Mi madre se ha levantado de la cama y ha caminado hasta la puerta de la habitación para retirarse.

— Si tanto extrañas a ese muchacho, llámalo y cuéntale todo. No me gusta verte así, Mi-suk, estás sufriendo.

Ni siquiera fue necesario que yo se lo explicara porque el chismoso de mi hermano le dijo todo cuando se reencontraron.

Suspiro y alargo mi mano para alcanzar mi celular. El brillo de la pantalla encendida me hace cerrar los ojos por un momento. Hace días no había revisado mis redes sociales, y con mucha razón, tenía mensajes por todas partes. Sun-hee y Hana habían sido las primeras en notar mi ausencia al no contactarme con ellas cuando el contrato terminó.

Cierro los ojos por un momento cuando salta una notificación de un nuevo mensaje.

"Por favor, responde. Sólo necesito saber que estás bien", era el octagésimo mensaje que me enviaba Min Yoon-gi en una semana.

Bloqueo la pantalla y dejo el celular a un lado de mi cabeza. No puedo responder. Incluso debí haber cambiado mi número de teléfono, pero ya no tiene sentido porque en unos días me iré a Inglaterra. Me volteo en la cama y cierro los ojos con fuerza cuando mi celular vuelve a sonar, indicando otra notificación.

Ya no lo soporto, pero es lo que yo misma provoqué.

Intento regularizar mi respiración para seguir durmiendo, aunque los pensamientos no dejan de asaltar mi cabeza. ¿Qué estará haciendo Yoon-gi en este momento? ¿Le habrá dicho algo a los chicos? No puedo evitar pensar en lo decepcionados que deben estar todos de mí, sobretodo Nam-joon al darse cuenta de que no se equivocó conmigo. Los padres de Yoon-gi también se decepcionarán al enterarse, y más la señora Min porque sabía sobre mi embarazo.

Abrazo mis piernas, haciéndome bolita. Ya no soporto este sufrimiento, necesito que los días pasen rápido. Quizás cuando me vaya logre sentirme un poco mejor.

El celular vuelve a vibrar, desconcentrándome de mi ardua tarea que es seguir durmiendo. Enciendo la pantalla, aunque sé que no debo hacerlo, y miro la notificación.

"Estoy muy triste".

Siento mi corazón estrujarse y los lagrimales de los ojos comienzan a picarme, pero no llega a caer ninguna lágrima porque ya las he derramado todas.

Vuelve a entrar un mensaje.

"Había estado preparando una sorpresa para ti, te la iba a dar cuando volviéramos a vernos".

"Había obtenido el permiso de revelar que estaba en una relación y, si estabas de acuerdo, iba a hacerlo esta misma semana".

Cierro los ojos con fuerza, intentando convencerme de que la decisión que tomé fue la mejor.

Todo esto es mi culpa. Estoy haciendo sufrir a quien más quiero.

A quien más amo.

Una nueva notificación suena, esta vez de otra aplicación.

BTS ha comenzado una transmisión en vivo

El mismo día que me fui, en la noche, había descargado la aplicación V LIVE, pero no había pillado ninguna transmisión de ninguno de los chicos. Hasta ahora.

Con el dedo tembloroso, aprieto la pantalla y se abre la aplicación. De inmediato me arrepiento, pero cuando estoy a punto de cerrarla, el rostro de Min Yoon-gi aparece en la pantalla. Está en un estudio, sentado en un asiento que se ve bastante cómodo, y lo único que hace es mirar hacia abajo. Intento tragarme el nudo que se me forma en la garganta cuando levanta la cabeza y finge una sonrisa hacia la cámara. Sus preciosos ojos están acompañados de unas ojeras casi imperceptibles.

Se queda un momento en silencio, sin hacer nada, y está tan quieto que pareciera que la pantalla se ha congelado. Pestañea un par de veces y vuelve a sonreír. Luce apagado.

Hola. Encontré un momento libre y decidí transmitir. —su voz suena un poco ronca.

Se vuelve a quedar en silencio, primero está mirando atentamente hacia la cámara y luego sus ojos viajan hacia abajo, donde se queda un momento como si hubiese olvidado lo que está haciendo.

Oppa, te ves cansado. —lee cuando vuelve a posar los ojos sobre la cámara— Ah, sí. Es que no he conseguido dormir bien desde que volví al trabajo.

Se acomoda en su asiento y vuelve a quedarse en silencio. Veo miles y miles de comentarios aparecer en el chat de la transmisión, pero los ignora. Y tampoco habla de nada, sólo se queda ahí.

Han pasado por lo menos tres minutos en donde no ha dicho absolutamente nada y el chat está a punto de explotar.

La verdad es que estoy un poco deprimido. —admite después de varios minutos— Tengo una horrible sensación en el pecho —se acaricia justo donde va el corazón y se ríe de una manera que, a mi parecer, es bastante amarga— y eso ha estado quitándome el sueño, más de lo normal. No puedo decirles qué ocurre, pero... —hace una pausa de varios segundos— Quisiera que el tiempo pasara más rápido, para después recordar esto como una pequeña anécdota.

Vuelve a sonreír y a mí se me rompe el corazón con cada palabra que dice.

Vuelve a haber un silencio.

De todas formas, no pierdo nada intentando. —murmura mientras suspira. Vuelve a acomodarse sobre su asiento y acerca el rostro un poco más hacia la cámara— Si estás viendo esto quiero que sepas que te extraño y que no me importa lo que hayas hecho, me gustaría que vuelvas. Y si no quieres —aplana los labios—, aunque sea, responde mis mensajes. Por favor.

El corazón se me acelera y con el mismo dedo tembloroso cierro la aplicación y apago el teléfono. Suficiente internet por hoy.

Al cabo de una hora en la que estuve mirando el techo sin hacer absolutamente nada, decido levantarme. Busco a mi mamá en las habitaciones y la encuentro en la cocina, lavando los cubiertos que había utilizado para cocinar el desayuno que no me comí.

Omma, ¿quieres salir a caminar?

Se sobresalta al no haberme visto y veo cómo su rostro se ilumina al terminar de escucharme hablar. No puedo evitar sentirme culpable al ver a mi madre encerrada. Vino a verme porque tiene el corazón roto y le prometí llevarla a comer su comida favorita, y lo único que ha hecho es cuidar de mí.

— ¿Quieres ir a comer sushi? —ofrezco.

Se seca las manos en el delantal de cocina que se ha puesto.

— Mi-suk, no debes comer pescado crudo.

Aplano los labios.

— Cierto, estoy embarazada. —me pongo a mirar alrededor, pensando en otra opción— ¿Quieres ir por un helado entonces?

Mi mamá asiente con la cabeza sonriente.

Troto hacia el baño para darme una ducha lo más pronto posible. Quizás salir ayude a distraerme, necesito pensar en otra cosa que no sea volver a encender el maldito teléfono.

Después de ducharme batallo con esconder mis oscuras ojeras y parecer alguien normal. Alguien que no ha llorado cada noche durante un poco más de una semana. Cuando veo que luzco lo suficientemente decente salgo del baño y me visto.

— Estoy lista. —aviso cuando salgo de la habitación.

Mi madre me mira con el ceño fruncido.

— Mi-suk, son las diez y media de la mañana.

— Necesito salir de aquí. —lloriqueo— Además, podemos turistear. Nunca has venido a Corea del Sur, aprovecha tu oportunidad.

Me acabo de dar cuenta de que cuando estoy con mi madre vuelvo a ser una niña pequeña.

La tomo del brazo y la guío hasta la entrada del apartamento.

— Ven, mamá, seremos el club de los corazones rotos. —intento bromear.

Ella se queda en su lugar y me mira con una ceja alzada. Mi mamá, por lo general, tiene buen carácter y es difícil hacerla enojar. Así que cada vez que me mira así es porque está comenzando a irritarse.

— Basta, Mi-suk. Estás comenzando a hartarme. —levanta el índice y me apunta con él en señal de reprimenda— Vine aquí porque no tenía ningún otro lugar donde ir, porque tuve dignidad y me fui de casa apenas me enteré de lo de tu padre. Pero tú huiste porque sí, porque tuviste miedo y ni siquiera te diste la oportunidad de probar cómo sería tener ese bebé junto a tu novio. Tú misma rompiste tu corazón, y puedo asegurar que también se lo rompiste a ese chico.

Se arregla el delantal de cocina de forma brusca y vuelve a caminar en dirección a la cocina. Antes de entrar se gira para mirarme.

— No voy a meterme en tus decisiones, eres una mujer adulta. Sólo te pido que elijas con seguridad lo que quieres hacer porque no soporto que vayas por la vida rompiendo corazones por gusto.

Se queda en silencio un par de segundos y su expresión comienza a suavizarse suavemente.

— Lo siento, hija, sé que esto no le hace bien al bebé. Pero no te entiendo. Siempre has sido una chica decidida, eres valiente y capaz de hacer cualquier cosa. ¿Qué es lo que te detiene para ser feliz, Mi-suk?


Contra todo pronóstico, logro mantener mi celular apagado hasta el día de mi vuelo. Tomo los bolsos que armé la noche anterior y los llevo hasta la sala para estar lista cuando Bae-suk venga a recogernos. Él nos llevará al aeropuerto y se quedará en Corea del Sur hasta terminar el tiempo que, por contrato, debe cumplir, y luego volverá a Inglaterra con nosotras. Y seremos una familia feliz.

O eso quiero creer.

Me siento en el sofá y saco mi teléfono para encenderlo. Creo que me gusta sufrir. Por un momento se sobrecalienta por tantas notificaciones que llegan de golpe.

"¿Dónde estás?", había escrito Kim Tae-hyung hace un día.

Probablemente esté enojado conmigo puesto que lo rechacé para estar con su amigo y después lo abandoné. Me quedo mirando la pantalla un rato antes de presionar sobre su chat y abrir nuestra conversación. Ese no es el único mensaje, pero decido ignorar todos y responder una simple oración.

"Me estoy yendo del país. Gracias por ser mi amigo todo este tiempo".

Dudo en enviarlo, pero lo mínimo que puedo hacer es agradecerle por su amistad. Presiono el botón verde para enviar y decido volver a apagar el celular. Lo meto en mi bolso cuando escucho el timbre del apartamento sonar. Abro la puerta para encontrarme con Bae-suk y más atrás a William que lleva a Connor en sus brazos.

Me hago a un lado para dejarlos entrar y asomo la cabeza hacia afuera.

— No te ha seguido nadie, ¿cierto?

Mi hermano suelta una risotada.

— ¿Quién te crees? —pregunta divertido— ¿SUGA de BTS?

Me aclaro la garganta mientras miro hacia otro lado. Pésimo momento para una broma como esa. Cierro la puerta inmediatamente y corro a buscar mi equipaje. Mi mamá viene saliendo de su habitación con sus propias maletas.

Mi hermano y cuñado se encargan de poner todo en el maletero del auto. Mientras me siento en uno de los asientos de atrás y me quedo mirando por la ventana.

¿Qué estará haciendo Yoon-gi ahora?

El mismo nudo en el estómago que no ha querido salir de mi cuerpo me invade nuevamente y tengo que convencerme a mí misma, por décima vez en la semana, de que esto es lo que quiero hacer. Esto es lo mejor que puedo hacer por el bebé y por mí. Llevo una mano y acaricio mi vientre, donde debería estar.

Recuerdo aquel apodo que había dicho Min Yoon-gi hace varios días. Frijolito.

Es mi bebé y haré todo lo que esté a mi alcance para darle lo mejor. Haría lo que sea para que no sufriera, incluso renunciar a, quien creo es, el amor de mi vida, y si nos quedamos es muy probable que eso pase. No quiero imaginar el acoso que podría llegar a sufrir sólo por ser hijo de alguien famoso.

— Vamos a estar bien, frijolito. —susurro mientras sigo acariciando mi inexistente panza.

Cuando el auto se pone en marcha no tengo más remedio que imaginar el futuro para calmar mis nervios. Miro hacia mi estómago e imagino cómo será cuando mi panza crezca lo suficiente como para hacerme doler la espalda. ¿Cómo será un parto? Gracias al cielo existe la anestesia.

¿Cómo será cuando comience a decir sus primeras palabras? ¿O cuando sea su primer día de escuela?

¿Cómo le llamaré? ¿Prefiero que sea niña o niño?

Sin darme cuenta el auto se adentra en el estacionamiento del aeropuerto. Mi corazón se acelera cuando nos detenemos y los chicos comienzan a bajar el equipaje del auto.

— Deberíamos apresurarnos, el vuelo saldrá en media hora. —comenta Bae-suk mientras camina y mira su reloj de pulsera.

Siento que el corazón se me va a salir por la boca. Ya es el momento que tanto planeé y está saliendo todo como imaginé. Camino en silencio detrás de todos, escuchando su conversación, hasta que llegamos a una larga fila de gente que subirá al mismo vuelo que nosotras. Los chicos se quedan detrás mientras nosotras nos ponemos detrás de la multitud ordenada.

La fila avanza lento, pero de forma constante, por lo que cuando ya han pasado diez minutos en los que intento mantener mi cerebro apagado estamos a una persona de distancia del mesón donde está la chica que revisa los boletos.

— ¿Ese no es el chico triste de los programas de farándula? —murmura mi mamá detrás de mí.

No me interesa mirar a nadie que tenga que ver con la farándula, así que mantengo mi cabeza gacha. Lo más entretenido ahora es mirar mis pies porque en un par de meses ya no podré.

— ¡Han Mi-suk!

Me quedo helada al escuchar esa voz y siento como si el tiempo pasara en cámara lenta. Al mismo tiempo que escucho eso me doy cuenta de que es mi turno para pasar al mesón y mi corazón comienza a saltar desbocado. Un temblor se instala en mi cuerpo al no saber qué hacer exactamente.

Sólo sé que no debo voltear.

Doy un paso hacia adelante, sintiendo que en cualquier momento me desplomaré.

— ¡Han Mi-suk!

Cierro lo ojos ante el segundo llamado. Sé que todas las miradas están posadas sobre nosotros, incluso vi a una persona que está más adelante, a punto de entrar al área de seguridad, sacando su celular para grabar. Todos los que estaban hablando antes se han quedado en silencio, mirando expectantes la escena.

Suelto un suspiro tembloroso mientras me aferro a mi pasaporte y mi boleto de avión. No quiero voltear.

— Señorita —la chica del mesón me llama un poco irritada—, ¿va a avanzar? Está retrasando la fila.

— ¿Hija? —susurra mi madre, detrás de mí.

Comienzo a hiperventilar al darme cuenta de que tengo que elegir en este momento qué voy a hacer.

Al cabo de un par de segundos giro mi cabeza lentamente y mis ojos se posan en el joven que está al final de la fila. Sus cejas están arrugadas en signo de preocupación y de lejos puedo notar sus ojos cristalizados. Más atrás, Bae-suk y William se ven igual de sorprendidos que yo.

— ¿Señorita? —la mujer del mesón me vuelve a llamar.

Trago saliva y me quito de la fila para el resto de las personas puedan pasar.

— Ya vuelvo. —le respondo.

Mi madre se sale detrás de mí, pero no me sigue cuando comienzo a caminar despacio hasta el chico ante todas las miradas atentas de la gente. Me detengo a un par de metros de distancia de él, todavía mirando hacia el suelo, y el olor tan familiar de su perfume se cuela por mis fosas nasales.

Mi corazón se acelera aún más. Siento que me va a dar un infarto en este mismo momento.

— ¿Qué haces aquí? —pregunto, intentando que mi voz salga firme.

— Tae me lo dijo. —responde el chico con la voz temblorosa— Han Mi-suk, ¿adónde vas?

Trago saliva e intento respirar de manera regular para calmarme.

— Me voy, Min Yoon-gi.

No me atrevo a levantar la vista.

— ¿Por qué? —su voz se volvió un susurro.

No puedo decirle el porqué. Me quedo un momento en silencio, sin saber exactamente qué responderle.

— Estoy con alguien más, Min Yoon-gi, todo este tiempo te he estado engañando.


Holis!

Espero haber podido plasmar todo lo que quería en este capítulo, si no es así, pidoperdón porque todavía soy novata jeje

¿Qué les pareció el capítulo de hoy?

También pidoperdón si actualizo muy tarde, pero soy demasiado ansiosa y no me puedo esperar hasta el otro día para publicar jiji

Les quiere <3

-Nini

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro