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Capítulo 23

— Quiero tenerlo, pero para eso necesito huir.

Nos quedamos callados los dos.

— Espera, ¿qué? —mi hermano pestañea un par de veces y sonríe confundido.

— Necesito irme, y ojalá del país.

Nuevamente un silencio.

— Eres estúpida, ¿cierto? A ver... Tienes un novio —comienza a enumerar con los dedos— que, por cierto, es el padre de tu futuro hijo. Tienen un lugar donde vivir. Tienen dinero.

— No quiero que nazca mi bebé y se vea perjudicado.

— No es sólo tu bebé, Mi-suk. No lo hiciste sola. No nació por obra del espíritu santo. Y tiene un padre que tiene derecho a estar con él.

Es increíble cómo Bae-suk ha mantenido el mismo tono de voz sereno para no perturbar a Connor. Suspiro y me paso las manos por la cara.

— Mira, Bae-suk, esta es mi decisión, si quieres no me ayudes, pero prepárate para no volverme a ver en toda tu vida. Y esta vez será definitivo.

Su boca se abre lentamente, como si no pudiera creer lo que le estoy diciendo. Intento mantener mi compostura, aunque por dentro quiero decirle que es broma y que me quedaré aquí.

— Eres una manipuladora emocional. —me señala con el dedo— ¿Y sabes? Yo, como tu hermano, siempre te diré la verdad. Y la verdad en este momento, Mi-suk, es que estás siendo una perra egoísta que ni siquiera le da la oportunidad a Yoon-gi de saber que va a tener un hijo.

Siento que mi labio inferior comienza a temblar. Bae-suk tiene razón, pero ¿qué más puedo hacer? Estar en boca de todos nunca fue algo que deseara y ahora que estoy embarazada también tengo que pensar en el futuro de este bebé.

Mantengo mi vista levantada, sin dejar de mirar los ojos de mi hermano.

— No hay forma de hacerte cambiar de opinión, ¿cierto?

Niego con la cabeza. No la hay.

Bae-suk suspira y cierra los ojos por un momento.

— Necesito que nos consigas un apartamento a mamá y a mí mientras busco un vuelo a otro país.

— ¿Dónde irás?

— No lo sé.

No quiero irme.

Se pasa la mano por la frente y carraspea antes de hablar. En algún momento dejó de mirarme.

— Puedes irte a Inglaterra y quedarte en mi casa. Luego cuando yo termine mi pasantía aquí, volveré con William y Connor. —sus labios forman una línea fina— Llévate a mamá contigo.

Camina hasta donde está su hijo y lo toma en brazos, pidiéndole que se despida de mí porque ya se van a casa. Nuestra conversación ha terminado para él y yo no sé qué más decir porque terminaré confesando que no estoy del todo segura de lo que estoy haciendo. Cuando lo acompaño hasta la puerta se voltea una última vez.

— Estoy muy decepcionado de ti, Mi-suk.

Se va, dejándome sola con mis ganas de llorar. Cierro la puerta despacio. Ahora tengo que hacer algo para distraerme. Camino para buscar mi portátil y me voy a la habitación principal.

No tengo nada mejor que hacer que ver Shingeki no Kyojin


Cuando llega Yoon-gi está oscuro y no hay absolutamente ninguna luz prendida en la casa. Asoma su cabeza por el marco de la puerta un poco confundido y después trota hasta la cama al ver que se me caen los mocos por estar llorando.

— Cariño, ¿estás bien? ¿Qué pasa?

Pongo pausa al último capítulo de la tercera temporada y me siento en la cama.

— Es que —mi voz sale jadeante— es tan triste lo que le pasó al comandante Erwin y a todos los novatos que entregaron su corazón.

Es triste, sí, pero no es la única razón de mi llanto.

Min Yoon-gi sonríe con ternura y me acaricia la mejilla. Con la otra mano me limpia los mocos, pasando sus dedos suavemente por debajo de mi nariz. Lo miro sorprendida de que no le de asco. Se limpia la mano en la ropa antes de tomarme por la cintura y levantarme para quedar parada a su lado.

— Deberíamos dormir, es tarde.

No sé qué hora es porque me pasé todo el rato mirando un animé mientras mi cabeza se llenaba de pensamientos de mierda.

Quita el portátil de la cama y lo deja en un mueble. Vuelve a mí para ayudar a desvestirme, dejándome en ropa interior, y cuando pienso que me pasará mi ropa de dormir, él también se desviste. Se sienta en el borde de la cama y tira suavemente de mí para que me siente a horcajadas sobre él. Con una mano me quita el cabello que tengo en la cara.

— Cada vez que te miro no puedo dejar de admirar lo hermosa que eres. —susurra contra mis labios.

Trago saliva. Debo verme horrible con los ojos hinchados y enrojecidos.

Pego mi frente a la suya y le abrazo por el cuello. ¿Qué será de mí cuando ya no esté junto a él?

— Me pasan tantas cosas contigo, cosas que no pensé que existieran. —sonríe de medio lado— Contigo todas las canciones que he compuesto sobre el amor tienen sentido. Siempre buscaba la manera de representar lo que otros decían que era, el cómo se sentía, pero contigo todo eso es real. Y —se recuesta en la cama, llevándome consigo— me inspiras a hacer tantas cosas. Quiero pasar mi vida contigo, y lo digo en serio.

Cierro los ojos. ¿Qué se supone que responda a eso? Yo también quiero pasar mi vida con él, pero a la vez no puedo quedarme. Me muerdo el labio inferior cuando una sensación desagradable se instala en mi pecho.

— Tu amor es todo lo que necesito, Mi-suk.

Su respiración me choca en el rostro y no duda en acercarse y plantar sus labios sobre los míos. Lo que comienza como un beso dulce, se convierte en algo un poco más salvaje al momento que comienza a pasar sus manos por mis muslos, de arriba hacia abajo, casi llegando a mi trasero.

Mis caderas comienzan a moverse sobre él de manera instantánea, de forma circular y el gemido que me regala me recorre la columna vertebral. Sus manos me estrujan el trasero, enterrándome las yemas de los dedos, y me ayudan con el vaivén. Su miembro comienza a hincharse y me roza la entrepierna.

Siento que esta podría ser nuestra última vez, y estoy dispuesta a aprovecharla al máximo.

Gira sobre la cama y queda sobre mí, levanta mis manos y las sostiene sobre mi cabeza mientras sus besos bajan por mi mandíbula hasta mi cuello. Suelto un gran suspiro, sintiendo que la piel me quema y que todo ese fuego se concentra en mi vientre. Lo tomo por la nuca y lo acerco a mí. Una de sus manos comienza a delinearme el cuerpo hasta llegar a mi trasero, me hace levantar la pierna y envolverla en su cadera que comienza a moverse.

Ahora yo nos hago girar en la cama para quedar sobre él. Me quedo sentada con la espalda erguida, viéndolo desde arriba. Me mira con los ojos oscurecidos, las mejillas sonrojadas y los labios entreabiertos. Quisiera grabar su expresión para que quedase siempre en mi memoria.

Retrocedo y me pongo en suelo, quedando entre sus piernas. Se incorpora levemente apoyándose sobre sus codos para mirarme y le pongo una mano sobre el pecho y lo tiro hacia atrás.

— Pero yo quiero ver. —se queja, pero se queda en su lugar.

No espero para comenzar a acariciarlo por sobre la tela de su ropa interior y sus suspiros me invitan a quitarle la prenda que nos separa. Tomo el elástico y lo tiro hacia abajo, su miembro sale disparado hacia arriba y, a mí parecer, está más hinchado que otras veces. Enrollo mi mano sobre él y comienzo a moverla de arriba hacia abajo. Sus gemidos hacen que se me contraigan los músculos del vientre.

Acerco mi rostro y le paso la lengua desde abajo hacia arriba, cuando llego a la punta lo meto lo que más puedo dentro de mi boca. Cuando lo saco comienzo a succionar y las piernas de Yoon-gi tiemblan a mi lado. Sus manos no demoran en llegar a mi cabeza y tirar mi cabello corto hacia atrás. Continúo moviendo mi cabeza de arriba hacia abajo, mi mano derecha se pone sobre la base de su pene y me ayuda con los movimientos.

De repente, las manos de Yoon-gi me toman por los hombros e intenta alejarme.

— No me quiero correr todavía.

Levanta la cabeza para mirarme y le miro directamente a los ojos mientras sigo con mi trabajo. Su pene comienza a temblar y cierra los ojos, tirando la cabeza hacia atrás. Me quedo quieta cuando un líquido caliente llena mi boca y me lo trago antes de levantarme y volver a sentarme sobre Yoon-gi, pero esta vez sobre su estómago.

Su pecho se mueve al ritmo de su respiración pesada y me quedo contemplando su cuerpo hasta que abre los ojos. Me mira con una pequeña sonrisa.

— Eres traviesa.

Tomo su mano y le beso la palma.

— Así te gusto.

Su sonrisa se hace aún más grande. Me toma de la cintura y nos gira, ahora está sobre mí nuevamente.

— Me encantas.

Me acaricia la mejilla suavemente. Acerca sus labios a los míos y comienza a mover sus labios de forma lenta. Llevo mis manos a su nuca para profundizar el beso. Casi inmediatamente se aleja, dejándome con ganas de más.

— Ahora yo te haré travesuras.

Está sobre mí, pero todo su peso está sobre sus codos que reposan sobre el colchón a cada lado de mi cara. Una de sus manos se va a mi hombro y corre uno de los tirantes de mi sujetador hacia abajo, y con las yemas de los dedos me acaricia la piel, haciendo que se me erice. Se acerca y me deja besos húmedos por el borde del sujetador, justo sobre los pechos. Su mano aventurera sigue bajando y llega hasta el elástico de mi ropa interior, juguetea un rato con él mientras me sigue besando la piel y siento que voy a enloquecer.

De repente unos dedos me rozan el clítoris y pego un salto de sorpresa mezclada con placer. Los movimientos circulares que comienza a darme me hacen cerrar los ojos y suelto un gemido cuando ejerce un poco de presión. Abro más las piernas cuando me tira la ropa hacia un lado y sus dedos me acarician directamente sobre los labios.

Me despego levemente del colchón y deshago el broche de mi sujetador para tirarlo lejos. Yoon-gi no demora en llevarse uno de mis pezones a la boca y chupar. Levanto mis caderas, buscando más contacto de su parte, y cierro los ojos complacida cuando uno de sus dedos se introduce dentro de mí.

Casi al momento introduce un segundo. El movimiento de sus dedos, junto con las sensaciones que me provoca su boca, me están volviendo loca. Sin casi poder evitarlo, entierro mis dientes en su hombro mientras no puedo dejar de gemir. Siento mi interior estremecerse y unas ganas tremendas de orinar cuando el orgasmo de apodera. Relajo mi cuerpo y me dejo ir. Un chorro de líquido sale de mí, como si me hubiera hecho pis, y me moja parte de las piernas.

Me quedo con los ojos cerrados y el cuerpo temblando por un buen rato. Yoon-gi me deja con cuidado sobre el colchón y se recuesta a mi lado, abrazándome por la cintura.

— Nunca me había pasado eso. —es lo primero que logro decir.

Escucho su risa suave y me deja un beso sobre el hombro.

— Es el primero de muchos. —susurra.

Abro los ojos y miro hacia el techo, pesando en que, definitivamente, este va a ser el primer y último squirt de mi vida. Miro a Yoon-gi y le sonrío sin decir nada. Me pongo de lado mirando hacia él y también lo abrazo por la cintura. Escondo la cara en su cuello cuando un montón de pensamientos horribles llenan mi mente.

¿De verdad lo que estoy a punto de hacer es lo correcto?

Cierro los ojos con fuerza cuando siento mis lagrimales picar. No puedo creerlo, estoy condenando a nuestro hijo a crecer sin su padre sólo porque tengo miedo del qué dirán.

— Estás llorando otra vez, nena. —me acaricia la espalda— ¿Es como la primera vez?

Me río ante la idea de que recuerde que lloré la primera vez que tuvimos sexo.

Ni que hubiera pasado tanto tiempo.

Me abrazo más fuerte hacia él. No quiero soltarlo nunca, porque cuando llegue ese momento, va a ser la hora de irme.

No quiero irme, Yoon-gi, no me sueltes.

Se aleja un poco de mí y me limpia las lágrimas con el pulgar. Me da un beso en la nariz.

— Tranquila, todo estará bien.

Nada estará bien.

Me sorbo los mocos y asiento con la cabeza.

— Quiero que recuerdes una cosa —le miro a los ojos mientras hablo—. Mi corazón te pertenece, ¿sí? Sólo a ti.

Escucho mi corazón palpitar justo en mis oídos, creo que nunca lo había sentido tan fuerte. Aplano mis labios en una línea mientras las lágrimas me siguen cayendo. No puedo creerlo.

— Nena, mi corazón también te pertenece. Sólo a ti y por siempre.

Nos quedamos en silencio, observándonos mutuamente.

— Cuando me vaya te quedarás aquí a vivir —comienza y siento que se me forma un nudo en el estómago—, puedes quedarte el tiempo que quieras, si quieres puedes vivir aquí incluso cuando encuentres un nuevo trabajo.

Claro, ya habíamos hablado de eso antes, pero creo que le parece bien recordármelo. Y para mi mala suerte, eso me hace sentir peor.

— Si te quedas aquí, vendré a visitarte cada vez que pueda. Pasaré después del trabajo aquí y me quedaré a dormir contigo, aunque eso signifique irme muy temprano a la mañana siguiente. —se ríe— Y cuando tengamos tiempo libre te llevaré a casa con los chicos y estaremos todos juntos. Será genial.

Le regalo una pequeña sonrisa porque no sé qué más decirle. Me gustaría creer que todo eso va a suceder, pero es imposible. Me acerco nuevamente a sus labios. Me toma por la cintura y me sienta sobre él.

— Ven aquí, todavía no hemos terminado.

Nos reímos juntos y vuelvo a besarlo. Tengo que atesorar este momento porque definitivamente es el adiós.


Me muerdo el labio y sin darme cuenta mi pie comienza a golpear el suelo repetidas veces. Me cruzo de brazos viendo cómo la gente sale del aeropuerto, pasando a mi lado, e intento reconocer entre todos los rostros a mi madre. Ya debería haber llegado, pero no ha salido. Miro hacia atrás y el señor Park, el conductor de Min Yoon-gi, sigue a unos metros de mí.

Esto me pasa por no saber conducir.

Me rasco la frente intentando evitar su mirada irritada. No es culpa mía que mi madre todavía no haya dado señales de vida.

— ¡¿Cariño?! —una voz un poco chillona y totalmente conocida me hace levantar la cabeza.

Mi mamá viene corriendo, como puede, arrastrando tres maletas consigo. Me acerco caminando para recibir parte de su equipaje, pero cuando estoy frente a ella, tira todo al suelo y me envuelve en sus brazos. Me quedo sin reaccionar por un momento, con los brazos colgando a cada lado de mi cuerpo. Después de un par de segundos la rodeo con mis brazos y meto mi cara en su cuello para sentir su tan familiar aroma.

Mi mamá me toma por la cabeza y me aleja de ella, me escanea el rostro con sus ojos y levanta una ceja.

— Estoy tan feliz de verte... —comienzo.

— ¿Cuánto? —pregunta, interrumpiéndome.

— ¿Ah?

Me suelta lentamente y se vuelve para recoger sus cosas del suelo.

— Bien, a partir de ahora te voy a hablar en español. Sabes que mi coreano está un poco ratatá. —hace una extraña seña con su mano, moviéndola de un lado a otro.

¿Ratatá?

Me agacho y le ayudo a recoger lo que queda de las maletas.

— Dime, ¿cuántos meses tienes? —vuelve a preguntar con una sonrisa en su rostro.

Me quedo helada, con la maleta en la mano. ¿Cómo lo supo?

Comienza a caminar apresuradamente para salir del aeropuerto, camino detrás de ella medio trotando. No sé a dónde cree que va.

— ¿Está tu novio esperándonos afuera?

Cuando salimos mira en todas direcciones, quizás buscando a un chico joven y apuesto. Alguien como Min Yoon-gi. Pero frunce el ceño cuando no encuentra a nadie. El señor Park, que hasta ahora venía detrás de nosotras, le quita la alarma al auto que está justo frente a nosotras.

Le señalo el auto a mi madre.

— Dime que ese no es tu novio, niña. —me susurra horrorizada.

Miro al señor Park, que acaba de abrir el maletero del auto para guardar las maletas de mi mamá. Tiene fácilmente la edad de mi padre.

Asco.

— Mamá, ¿cómo crees? —la reprendo— Señor Park, ella es mi madre. —ahora hablo en coreano.

El señor le hace una pequeña reverencia y cierra el maletero. Nos abre la puerta trasera y espera a que nos subamos para irse a su lugar y comenzar a conducir.

— ¿Cómo lo supiste? —pregunto cuando ya llevamos un rato en el auto.

Mi madre va mirando distraídamente por la ventana y voltea hacia mí con cara de no entender nada. Hago una mueca.

— ¿Cómo supiste lo del embarazo, mamá?

Se queda mirándome en silencio por un momento y luego se echa a reír.

— Niña, te llevé nueve meses en mi vientre y te crié por dieciocho años, es imposible que no me haya dado cuenta. Además, en tu frente tienes pegado un lienzo que dice "futura mamá". —pasa sus dedos pulgar e índice distanciados a una pequeña distancia por su frente, simulando un lienzo.

¿Tanto se nota? ¿Yoon-gi se habrá dado cuenta?

— ¿Cuándo conoceré a tu novio?

Dejo de mirarla y fijo mis ojos en la ventana sin mirar nada en específico. Prefiero evitar el tema a toda costa. Como no le respondo, también vuelve a mirar por la ventana.

Mi mamá nunca había venido a Corea del Sur, por lo que puedo explicar su comportamiento infantil y exaltado ante cada cosa que ve por la ventana, aplaudiendo emocionada.

Cuando llegamos al edificio donde vivo el señor Park se va y por fin nos quedamos solas. La llevo hasta la puerta del apartamento y cuando la abro se queda con la boca abierta. Entra sin emitir ninguna palabra, mirando todo a su alrededor. Camino apresurada hasta la habitación principal, justo donde había dejado mis bolsos con todas mis pertenencias.

— ¿Aquí vives con tu novio? —pregunta cuando vuelvo a aparecer.

Arruga las cejas confundida cuando ve mi equipaje.

— Vivía. Sólo vinimos a buscar mis cosas.

— Pero...

Dejo las cosas en el suelo y tomo sus manos entre las mías.

— Prometo explicarte todo luego, ahora tenemos que salir de aquí. Tengo que llevarte a otro lugar, te tengo una gran sorpresa.

Asiente frenéticamente con la cabeza. Escuchando mis propias palabras, pareciera que estoy huyendo de un novio abusivo. Tomo mis cosas y bajamos hasta la calle para tomar un taxi.

Cuando llegamos a nuestro destino entro cautelosamente al edificio. Nunca había estado aquí antes en este barrio antes, y por supuesto que no es tan lujoso como Gangnam. Saco mi celular y corroboro que es la dirección indicada. Nos subimos al elevador y llegamos hasta el tercer piso. Busco el número del apartamento en las puertas y toco el timbre cuando lo encuentro.

La puerta se abre y una cabeza rubia se asoma. William me sonríe y luego le sonríe a mi madre. Mi madre le sonríe de vuelta, de forma cortés, pero sé que no entiende qué es lo que está pasando. Entramos al apartamento. Es bastante más pequeño que el de Yoon-gi, los muebles son mucho más sencillos y tampoco tiene una vista impresionante. Pero está bien.

Escucho que algo se cae a mi lado. Mi madre ha dejado caer sus maletas y ahora se afirma de mi brazo, su respiración está acelerada y su expresión es la de haber visto un fantasma. Sigo su mirada para encontrarme con mi hermano.

— Hola, mamá.


Creo que voy a ir al rincón de mi habitación a hacerme bolita y llorar por lo que viene más adelante :(

Les quiere <3

-Nini

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