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Capítulo 22

— ¿Hola?

— Tanto tiempo, cariño.

Me quedo un rato en silencio.

— ¿Mamá?

Me muerdo el labio inferior cuando no escucho respuesta de su parte.

— ¿Mamá? ¿Qué pasa? Deben ser las cuatro de la mañana allá...

Intento que mi voz salga despacio, pero sé que se alguien se parara a unos pasos de distancia de la puerta me escucharía.

— En este momento —habla un poco lento, arrastrando las palabras, y me pregunto si es porque tiene sueño o porque está borracha— estoy comprando un boleto de avión.

— ¿Qué?

— Iré a vivir contigo, cariño. —se ríe.

Frunzo el ceño, como si ella pudiera verme. No sé qué está pasando.

— Mamá, no entiendo.

— Me engañó. —vuelve a reírse, pero en la última carcajada su voz se quiebra— Me engañó con una maldita niña, debe tener tu edad, hija.

Trago saliva sintiendo un nudo en la garganta. Escuchar a mi madre llorar es una de las peores cosas del mundo, y siempre termino llorando también.

— ¿Te refieres a papá?

— Era obvio —continúa sin escucharme—, llegaba tarde todos los viernes después de trabajar, con un ramo de rosas rojas. Quise convencerme de que todo estaba bien, pero nada lo está cuando llegas a cierta edad y tu belleza se va... —guarda silencio un momento. No emite ningún tipo de sonido, pero sé que está aguantando la respiración para no sollozar— Es fácil para ellos cambiarte por una más joven, más hermosa. Qué estúpida soy. Mierda, esto está pasando hace por lo menos dos años.

Cierro los ojos y me recargo contra la pared.

Una vez descubrí a un exnovio besando a otra chica. Iba llegando de sorpresa a su casa porque ese día cumplíamos un mes más de relación, y ahí le vi, en la puerta de entrada, devorándole la boca a una compañera de clase mía. Fue doloroso, pero no es comparable a lo que le ocurrió a mi madre. Renunció a su sueño de ser profesora para dedicarse a mi hermano y yo. Sólo porque mi padre se lo había pedido. Y hasta el momento llevaban treinta años de matrimonio.

No puedo imaginarme su dolor.

— Oye, omma —le llamo después de un momento de silencio—, ¿recuerdas cuando más de una vez llegué a casa con el corazón roto? —escucho que se sorbe los mocos— ¿Recuerdas que me mirabas cuando entraba a la casa y me iba directo a mi habitación, y después subías con una bandeja con kimbap? Lo recuerdas, ¿cierto?

Emite un sonido con su garganta, en señal de asentimiento.

— Sé que no es lo mismo, pero, así como tú me consolaste cada vez, yo lo haré contigo. No puedo cocinarte tu comida favorita porque no sé cocinar —ambas soltamos una pequeña risa—, pero te llevaré a todos los lugares que quieras. Estaré contigo en esto, ¿sí?

No puedo verla, pero sé que está sonriendo levemente mientras sigue llorando.

— ¿Cuándo es tu vuelo?

— El miércoles de la próxima semana.

— Iré a buscarte al aeropuerto. Por el momento me dedicaré a buscarte una casa.

— ¿No podemos vivir juntas?

Unos golpes en la puerta del baño me hacen saltar asustada en mi lugar.

— Han Mi-suk, ¿estás bien? —es la voz de Min Yoon-gi que suena al otro lado.

— Es complicado, mamá. —digo al mismo tiempo que él— Tengo que irme, te llamaré en estos días.

— Escuché un hombre, ¿acaso tienes novio y no me habías contado?

Quisiera reírme. Ellos son los que no me volvieron a hablar desde hace tiempo. ¿Cómo se supone que les cuente eso?

— Lo siento, omma, tengo que irme. Voy a cortar. —despego el celular de mi oído y cuelgo.

Me acomodo el cabello, mirándome al espejo, y abro la puerta del baño. Al otro lado está Yoon-gi con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, recargado contra la muralla del frente.

— ¿Todo bien?

Asiento con la cabeza. Luego le diré lo que ocurrió, ahora es momento de lidiar con una suegra que no me quiere.


— ¿Estás seguro de que tu mamá no se va a molestar si dormimos en la misma habitación?

Min Yoon-gi se había puesto a armar la cama donde solía dormir cuando era niño y yo me dediqué a mirar la habitación. Es pequeña, pero tiene todo lo necesario: una cama, un escritorio, un armario y un aro de básquetbol en una pared. Sobre el escritorio hay una pequeña repisa y me fijo en las fotos que tiene enmarcadas. Sonrío cuando veo una donde sale posando con un equipo de básquetbol.

— En ese momento teníamos todos la misma altura, pero al cabo de un tiempo dejé de crecer. —murmura detrás de mí.

Estiro la mano y tomo otra foto. En ella sale él en su último día de escuela media. Se ve tan diferente a como es ahora.

— Necesito una copia de esta. —señalo el marco entre mis manos.

Me giro para mirar a Yoon-gi, se acaba de sentar en el borde de la cama y me mira divertido desde allí.

— Si quieres, puedes llevártela.

Mis ojos van desde su rostro hasta la fotografía. La dejo sobre el escritorio.

— No podría...

Estira una mano hacia mí para que la tome y me acerca suavemente hacia su cuerpo. Quedo entre sus piernas. Me abraza por la cintura para pegarme a él y apoya su cabeza sobre mis pechos. Sé que se me aceleran los latidos del corazón por su cercanía, y que los puede escuchar, pero no me importa y llevo mis manos a su cabello para acariciarle.

— ¿Sabes algo?

— ¿Qué cosa?

Levanta su cabeza y deja su mentón apoyado en mi pecho.

— Hablar con Nam me hizo dar cuenta de otra cosa.

Cierra los ojos cuando acaricio su nuca.

— ¿De qué cosa? —sonrío divertida ante su reacción.

— De que siento algo más fuerte de lo que pensaba por ti.

Me quedo sin aliento por un momento. Sus ojos se abren y me miran atentos. De cierta forma me está diciendo que me ama, y estoy segura de que también lo amo, a pesar del poco tiempo que haya pasado, pero no me siento capaz de confesarlo mientras le oculto la verdad.

Le sonrío y me acerco a sus labios para dejar un pequeño beso. Termina por tomar mis manos y dejar besos sobre mis nudillos.

— Deberíamos dormir. —sugiero.

Asiente con la cabeza. Me separo para buscar mi ropa de dormir en mi bolso y comienzo a desnudarme. Sé que él no hace nada y solo se queda mirándome, porque cuando termino de quitarme el sujetador siento una mano recorriendo mi espalda. Me estremezco disfrutando cada centímetro de piel recorrida por las yemas de sus dedos.

Me sujeta por la cintura y vuelve a acercarme a él, esta vez me sienta sobre sus piernas. Sus labios van directo a mi cuello y comienza a dejar pequeños besos. El cuerpo me arde en cada lugar que toca y no puedo evitar echar la cabeza hacia atrás, disfrutando. Sus manos recorren mi abdomen hasta llegar a mis pechos y los aprietan con suavidad. Suelto un suspiro.

— No deberíamos hacer esto aquí. —le susurro, aunque no quiero que se detenga.

Me muerde el cuello al mismo tiempo que atrapa mis pezones con sus dedos. Ahogo un gemido para que nadie escuche.

— No te preocupes. Si alguien pregunta, diremos que estábamos haciendo un nieto para mis padres.

Abro los ojos de inmediato después de oír su comentario y enderezo la cabeza. Las manos de Yoon-gi detienen su movimiento automáticamente.

Oppa, no digas eso, ni siquiera estamos casados.

Me siento un poco hipócrita al decir eso.

Me ayuda a pararme poniendo nuevamente sus manos sobre mi cintura.

— Tranquila, nena, nunca haremos algo que no quieras.

Termino de ponerme la camiseta y me quito los pantalones. Me subo a la pequeña cama y me quedo sentada de rodillas mientras espero que Yoon-gi se cambie de ropa. Nos metemos bajo las tapas e intentamos acomodarnos en la pequeña cama, quedando su pecho pegado a mi espalda.

— ¿Cariño? —susurra después de un momento en silencio.

Su voz me hace estremecer. Su boca esta pegada a mi oreja y una de sus manos me envuelve por la cintura mientras la otra descansa debajo de mi cabeza.

— Dime.

— ¿Te gustaría tener hijos?

No respondo nada.

— Me refiero, no en este momento. —se queda callado, pensando cómo completar su idea y comienza a hablar rápido— Y tampoco me refiero que conmigo, o sea, me encantaría que fuera conmigo, pero es una pregunta en general. —carraspea y toma aire hondo— Me refiero a que —continúa, más calmado— me preguntaba si alguna vez te habías planteado la idea de ser madre.

Créeme que estos dos últimos días me lo he estado planteando de forma seria. Porque, ¿realmente quiero ser madre en este momento? Me considero demasiado joven, todavía hay cosas que me gustaría hacer.

— Cuando era niña estaba segura de que quería serlo. Y ahora no lo sé.

Su mano se cuela por debajo de mi camiseta y me acaricia la piel del estómago con las yemas de los dedos.

— ¿Tú quieres ser padre? —pregunto después de un momento.

— Sí, y si es contigo, mejor.

Su mano baja hasta mi vientre y lo acaricia con la palma de la mano. Me quedo helada por una fracción de segundo.

— Sólo imagina —sigue hablando— que aquí crezca algo que hicimos juntos. Sería nuestro frijolito.

Intento que mi respiración no se altere. Está acariciando justo donde está su hijo justo ahora y la misma acción hace que la piel me cosquillee. ¿Será este un buen momento para decirle que dentro sí tengo un frijolito?

Estoy a punto de abrir la boca cuando recuerdo las palabras de su madre hace un par de horas: "ten cuidado con ella, conozco a las de su tipo. Apenas bajes la guardia ¡pum! Se va a embarazar y te tendrás que quedar atado a ella". En cambio, trago saliva y me giro para que quedemos frente a frente. Sus ojos adormilados me miran semi abiertos, los tenía cerrados.

— Creo que no le agrado mucho a tu madre. —susurro contra su rostro, intentando cambiar el tema.

Suspira y cierra los ojos. Por un momento no dice nada.

— Desde que debuté ha sido bastante sobreprotectora con el tema de las chicas. Cree que puede llegar alguien y aprovecharse de mí, —me apega totalmente a su cuerpo, quitándome el aire— pero sé que tú no lo harás.

Apego mi frente a la suya, sin dejar de mirar sus ojos. Nunca me aprovecharía de él, pero temo lo que vaya a pasar cuando sepa que estoy embarazada después de lo que su madre dijo en la tarde.

¿Sería él capaz de pensar algo así sobre mí?

— Lo de mi madre no es nada personal hacia ti. Pronto se dará cuenta de cómo eres y todo estará bien.

Cierro los ojos también, esperando sentir un poco de tranquilidad y fallando rotundamente. Decido acurrucarme e intentar dormir.

Abro los ojos nuevamente y suspiro. Miro el reloj en la pared. He dormido tres horas y siento como si hubieran sido tres segundos. Mi estómago está revuelto por la cena, donde evité comer cosas que me hicieran vomitar.

No puedo vomitar aquí, todos se darían cuenta de que hay algo fuera de lo normal.

Me levanto con cuidado de la cama y camino hasta la puerta de la habitación. Min Yoon-gi está profundamente dormido. Salgo y bajo las escaleras para luego dirigirme a la cocina. Creo que lo mejor que puedo hacer es tomar un vaso de agua. Mientras bebo me quedo mirando por la ventana en la oscuridad de la cocina, observando que gracias a las luces de la ciudad no se puede apreciar ninguna estrella.

Las náuseas se vuelven más fuertes, así que me apoyo sobre la encimera e intento respirar profundo para calmarlas. Llevo una mano hasta mi vientre y acaricio sin darme cuenta.

¿Qué hago?

Veo una silueta en el umbral de la cocina. Me enderezo inmediatamente. La madre de Yoon-gi enciende la luz y me mira con las cejas fruncidas.

— No podía dormir. —explico inmediatamente.

Espero que no me haya visto.

La mujer asiente con la cabeza y entra lentamente en la habitación. En silencio, abre el refrigerador y se sirve un vaso de leche. Se apoya en un mueble y se queda mirándome desde el otro lado de la cocina.

Después de un par de segundos reacciono y lavo el vaso que acabo de ocupar, y me dispongo a volver a la habitación.

— Mi hijo parece feliz junto a ti.

Detengo mi andar y me giro para mirarla.

— Yo también soy feliz junto a él, señora Min.

Baja la vista hacia su vaso de leche. Se está comportando de manera totalmente diferente comparado a hace unas horas.

— ¿Él lo sabe? —cuando pregunta eso sus ojos se clavan en los míos.

Pestañeo un par de veces.

— ¿Qué cosa?

— Esperaba que esto pasara cuando se casaran. —suspira— Pensé que cuando te lo preguntara iba a ver a una chica orgullosa de embarazarse, pero no veo más que a una niña asustada.

Se me forma un nudo en el estómago. ¿Cómo es que se dio cuenta? Estoy segura de que no me vio acariciando mi vientre. ¿Tan notorio es? Bajo la vista al suelo.

— Estoy asustada, señora Min. No quería que esto pasara de esta manera.

Se forma un silencio entre las dos y por vergüenza no me atrevo levantar los ojos del suelo. Unos pies se acercan a mí y una mano se posa sobre mi hombro. Miro a la señora Min, sin poder esconder mi asombro.

— Yoon-gi debe saberlo, Han Mi-suk. Él lo entenderá.

Camina hasta la salida.

— Estoy segura de que serán buenos padres. Y espero que ese nieto venga a visitarme seguido, nuera.


Me recuesto sobre la cama, sintiendo mi cuerpo terriblemente cansado después de haber aseado todo el apartamento. Habíamos llegado ayer de la casa de los padres de Yoon-gi, y él no se había enterado, pero su madre me había dado sopa de algas los días restantes con la excusa de que necesito ese calcio para que mi hijo se pueda desarrollar bien. E incluso me había sonreído cuando nadie nos estaba viendo. De todas formas, me sentí agradecida por el gesto y por aceptar que le contase a su hijo cuando me sintiera preparada.

— Los chicos nos han invitado hoy a pasar el rato. —Yoon-gi apareció por la puerta de la habitación y gateó sobre la cama.

Cerré los ojos por un momento, pensando en la cantidad de alcohol que habría en esa casa y lo raro que sería que yo no tomara nada teniendo en cuenta que siempre he bebido con ellos. Además de que las náuseas no habían desaparecido en ningún momento en estos días.

— Creo que prefiero quedarme en casa esta vez. —murmuro— Ve tú y diviértete por mí.

— Nena, quiero pasar cada segundo de mi último fin de semana libre contigo.

Se deja caer a mi lado en la cama. Noviembre está terminando, lo que significa que es el último fin de semana que estaremos juntos, y la realidad me cae como un valde de agua fría. Aparte de preocuparme sobre el qué ocurrirá con nosotros, ahora se suma la preocupación sobre el qué pasará con mi embarazo. Todavía no le digo a Yoon-gi y eso es peor todavía. Todo eso sumado a que tengo que decirle a mi hermano que nuestra madre vendrá a vivir a Corea del Sur, y decirle a nuestra madre que Bae-suk está vivo, casado, con un hijo y viviendo en el mismo país al que se vendrá.

— ¿Estás enferma? —su profunda voz interrumpe mis pensamientos.

— No. —sonrío levemente.

— Es que hace un par de semanas estabas discutiendo conmigo por ir al cumpleaños de Ji-min.

Me río. Siento como si mis ojos fueran tan pesados que es imposible mantenerlos abiertos, así que los cierro.

— Estoy bien, Yuki. Ve y diviértete, y saluda a los chicos de mi parte.

Su mano me acaricia la mejilla con suavidad.

— No será lo mismo sin ti. —lloriquea— Además, es la primera vez que podemos estar con ellos sin fingir que no hay nada entre nosotros.

Le sonrío, pero no le respondo nada más.

— Bien, estoy siendo muy infantil. —me toca la punta de la nariz mientras se ríe— Ya habrá otra oportunidad.

Siento que Min Yoon-gi se levanta de la cama y abre una de las puertas del armario. Después de un par de minutos vuelvo a sentir su presencia cerca de mí.

— Deberías tomar una siesta, cariño.

Asiento con la cabeza, manteniendo todavía los ojos cerrados. Se acerca a mí y me planta un sonoro beso en la frente. No puedo evitar reírme, pero mi voz sale adormilada.

— ¿Segura que no estás enferma? Ni siquiera has abierto los ojos.

Vuelve a acariciarme la mejilla.

— Estoy bien. —intento abrir los ojos, pero termino entreabriéndolos— No te preocupes por mí.

Me regala una pequeña sonrisa y se levanta de la cama. Vuelvo a cerrar los ojos cuando se despide de mí y sale de la habitación. Escucho la puerta de entrada cerrarse y mi cuerpo se relaja totalmente. Ni siquiera me había dado cuenta de lo tensa que estaba.

No puedo evitar sentirme tensa cuando estoy junto a Min Yoon-gi, me siento horrible ocultándole la verdad. Sé que merece saber que va a tener un hijo, a pesar de que llevo muy pocas semanas y existe la probabilidad de una pérdida. El porcentaje de probabilidad de un aborto espontáneo es cercano al veinte porciento.

Me incorporo en cama y quedo sentada cuando unas fuertes náuseas se apoderan de mí. ¿Cómo se supone que este embarazo siga adelante sin problemas? Nadie sabe que Yoon-gi está en una relación, ni siquiera su jefe, y ni siquiera estamos casados.

La gente me va a apuntar con el dedo.

Me paso las manos por la cara. ¿Qué debería hacer? Considero injusto realizarme un aborto sin decirle a Yoon-gi, pero, a la vez, no puedo evitar sentir miedo sobre el qué pasará.

Al cabo de una hora sin dejar de pesar, me levanto de la cama y me voy a la cocina para buscar un vaso de agua. En el trayecto saco mi celular y le marco a mi hermano.

Cuando llega a mi casa junto a Connor le cuento inmediatamente lo de nuestra madre. Casi se le cae la cara.

— Imbécil, ¿por qué no me dijiste antes? ¿Qué voy a hacer? No me queda tiempo para volver a Inglaterra.

Me muerdo el labio inferior.

— Pensé que quizás... Podrían reencontrarse y volveríamos a ser una familia.

— ¿Qué?

Me mira con el ceño fruncido, pero relaja su expresión cuando Connor se acerca a decirle algo que no logro entender.

— Eso. Pensé que sería bueno que se volvieran a ver.

Suspira, mirando hacia el techo.

— Lo voy a pensar. —guarda silencio un momento— Hablando de pensar, ¿ya pensaste que vas a hacer?

Aplano mis labios en una mueca que, estoy totalmente segura, es algo extraña.

— También te llamé por eso. Necesito ayuda, Bae-suk.

Me quedo callada, sintiendo cómo un nudo se forma en mi estómago. Los nervios se apoderan de mi cuerpo.

— Quiero tenerlo, pero para eso necesito huir.


Pidoperdón porque había dicho que iba a actualizar el viernes y ya es domingo :((((((

Espero hayan disfrutado el capítulo de hoy, ya cada vez queda menos para que esta historia acabe y me da mucha nostalgia u.u

Les quiere <3

-Nini

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