Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 2

Siento que entro en pánico por un momento y luego intento tranquilizarme. Antes de abrir la puerta de entrada me miro en un espejo que hay cerca. Tengo el cabello recogido en una coleta así que está relativamente ordenado. Gracias a Dios que me puse un poco de maquillaje después de ducharme. Estoy presentable.

Abro la puerta y me encuentro con seis chicos sonrientes. Todos nos quedamos en silencio por un momento.

— Creo que te equivocaste de piso, Jin. —dice uno.

— Podría jurar que era el piso número quince —dice Jin, mirando confundido su celular—. ¿Ven? Aquí Yoon-gi escribió quince.

— Lo sentimos mucho, señorita, creo que nos equivocamos de edificio. —dice otro, hace una pequeña reverencia con la cabeza mientras se ríe.

— No deberíamos haber seguido a Jin, siempre se pierde.

Los seis se dan media vuelta y vuelven hacia el ascensor.

— Esperen —digo, creo que demasiado fuerte, porque sólo nos separan un par de metros—. ¿Buscan al señor Min Yoon-gi?

Los seis se detienen y me miran.

— Les dije que era aquí. —dice Jin como si estuviera un poco dolido.

Hago una reverencia.

— Mi nombre es Han Mi-suk. Bit Hit me contrató para cuidar del señor Min —me aparto de la puerta—. Por favor, adelante.

— Vaya, qué suertudo —dice uno cuando entra, mirándome—. Soy Kim Tae-hyung.

— Soy Kim Nam-joon —dice el que viene atrás.

— Jung Ho-seok.

— Soy Kim Seok-jin —dice Jin.

— Park Ji-min.

— Jeon Jung-kook.

Cinco me miran sonriendo, menos Jeon Jung-kook, quien mira el suelo. La verdad era que ya sabía sus nombres, pero no sabía cuál era cuál. Cierro la puerta y me quedo unos segundo parada sin saber bien qué hacer. Nunca había sido la empleada de nadie.

— Le avisaré al señor Min que han venido a visitarlo. Por favor, mientras pónganse cómodos en la sala. —digo sonriendo cortésmente.

Camino por el pasillo, dejándolos atrás. La situación no dejaba de ponerme incómoda. Primero tener que comer junto el Señor Engreído que es miembro de un famoso grupo de la industria del k-pop­, y luego los otros seis integrantes. Desde que llegué a Corea no he tenido ni un solo amigo hombre, y menos un novio. Si no fuera extraño tener amigos hombres siendo mujer en Corea, pensaría que me estoy volviendo un poco antisocial.

— Señor Min —digo, abriendo la puerta de su habitación—, los señores Kim Tae-hyung, Kim Nam-joon, Jung Ho-seok, Kim Seok-jin, Park Ji-min y Jeon Jung-kook han venido a visitarlo.

Ya había terminado de comer y todavía tenía la bandeja en las piernas, pero ahora estaba mirando su celular. Cuando me escuchó decir los nombres de sus compañeros fue la primera vez que lo vi mostrar algún tipo de emoción. Se mostró feliz.

— Hazlos pasar, por favor. —dice.

Cuando estoy a punto de llegar a la sala escucho que los seis chicos están hablando.

— ¿Cuántos años crees que tenga?

— No lo sé. Yo también quisiera operarme y que una chica así me cuide.

Si supieran que llevo un par de horas con Min Yoon-gi y creo que es una de las personas más pesadas y engreídas que he conocido...

Me avergüenzo un poco por haber escuchado su conversación accidentalmente a escondidas.

— Por favor, acompáñenme. —les digo cuando aparezco en la sala.

Me doy media vuelta y llego otra vez a la habitación mientras los seis me siguen. Abro la puerta y voy directo a abrir las cortinas para que entre luz. Luego, mientras ellos saludan al Señor Engreído y luego se acomodan alrededor de la cama, quito la bandeja de sus piernas y salgo de la habitación cerrando la puerta.

Procedo a lavar el cuenco y los cubiertos usados. Cuánto quisiera evaporarme en este mismo momento y aparecer en una cafetería con Park Sun-hee y Choi Hana. En verdad, si lo pienso bien, debería sublimar en vez de evaporarme... ¿Dónde dejé mi comida? Ahora sí quiero desaparecer. Prefiero morir de hambre durante toda la tarde en vez de tener que volver a entrar a esa habitación llena de testosterona. En realidad, ¿quién necesita comer? Apoyo la cabeza en uno de los muebles de la cocina mientras suspiro. Estoy aguantando las ganas de golpearme a mí misma. Para calmarme me pongo a cantar una canción de Taylor Swift de las que escuchaba cuando era adolescente en voz baja.

He was long gone when he met me and I realice the joke is on me. —canto lo más despacio que puedo.

— Linda voz. —dice en inglés una voz masculina a mi lado.

Pego un salto. Estaba tan concentrada cantando que no escuché que alguien había salido de la habitación y habitación y había caminado hasta aquí. Es Kim Tae-hyung. Va vestido muy elegante con un pantalón color café claro, una camisa color crema y zapatos de vestir. La verdad es que es muy guapo. En sus manos trae mi cuenco olvidado. Creo que lo amo.

— Lo siento —dice y mira hacia otro lado como si estuviera un poco avergonzado. Luego me tiende mi cuenco de comida—. Yoon-gi dijo que esto es tuyo.

Se lo recibo y lo dejo sobre la encimera.

— Gracias —le digo—. Ah... Siento que hayas tenido que escuchar eso. —me refiero a que me escuchó cantar hace unos momentos.

Se ríe suavemente.

— No bromeaba, tienes una linda voz. Deberías audicionar y convertirte en idol. —se apoya en la pared y me guiña un ojo.

— No creo realmente que eso sea algo para mí. —siento cómo mi cara comienza a ponerse roja.

— Vine porque te demorabas mucho, pero no pensé que me iba a encontrar una escena tan extraña. —dice Jung Ho-seok, que acaba de aparecer por la puerta de la cocina y nos mira a los dos.

Mi cara enrojece aún más. Me avergüenza que haya pensado que alguien como Kim Tae-hyung quisiera a coquetear conmigo.

— No es lo que parece. —miro el suelo. Me siento como un tomate.

— En realidad, sí es lo que parece. —le dice Kim Tae-hyung a Jung Ho-seok.

¿Qué?

Los dos estallan en carcajadas. Ho-seok le pone la mano en el hombro a Tae-hyung.

— Sé bueno, Tae. Deberíamos volver, nos queda poco tiempo. —se da media vuelta y se va.

Pienso que Tae-hyung se va a ir junto a él, en cambio, se queda. Su mirada me pone muy nerviosa.

— Han Mi-suk, olvidé preguntarte cuántos años tienes.

Me demoro un poco en responder. Cuando estoy nerviosa olvido hasta cómo hablar.

— Veintitrés años, señor.

— Soy mayor que tú, tengo veinticuatro. —se da media vuelta para salir de la cocina, pero antes se voltea una última vez— Pero no me llames señor, puedes llamarme oppa si quieres.

¿Ser extraño es parte de volverte famoso? Acabo de conocerlo y ya me pide que lo llame oppa. La verdad no puedo creer que alguien como él quiera hablar conmigo, y menos que seamos cercanos y que lo llame oppa.

Me siento en uno de los taburetes de la isla de la cocina. Todavía estoy demasiado nerviosa como para comer, pero debería hacerlo de todos modos. Tomo mi cuchara usada y me llevo un poco de comida a la boca. Qué asco, está frío.

Cuando todos ya se fueron asomo la cabeza por la habitación del Señor Engreído, pero está dormido nuevamente. ¿Acaso es normal dormir de esa forma? Entro en silencio y le cierro nuevamente las cortinas. Estoy haciendo mi buen acto del día. Cierro la puerta antes de salir. Hoy siento que quiero hacer algo diferente, siento un déjà vu. Cantar hace un rato me hizo tener ganas de escuchar toda la música que escuchaba cuando era adolescente. Conecto mi celular en el equipo de música de la sala y pongo a Taylor Swift, One Direction y a Selena Gómez a un volumen bajo para no despertalo.

Hacía tantos años que no disfrutaba de música porque siempre estaba estudiando o trabajando. Siempre estaba fuera de casa porque era tan pequeña que sólo podía utilizarla para dormir. De repente me siento miserable, otra vez. Aunque esté en este piso tan lujoso, no soy feliz. Tengo un jefe que es bastante extraño y al parecer me odia, y creo que me volví alérgica a los chicos, tanto que ya ni siquiera puedo entablar una conversación sin ponerme nerviosa.

Cuando ya me voy a dormir me doy cuenta de que en el suelo de mi habitación hay un papel. Lo recojo. Es el número de Kim Tae-hyung, seguramente antes de irse lo lanzó por debajo de la puerta y recién me vengo a dar cuenta. ¿Debería guardarlo en caso de emergencias o simplemente botarlo a la basura? ¿Por qué habrá querido darme su número? ¿Debería escribirle y preguntarle qué quiere?

Dejo el papel sobre el mueble de noche. Me pongo mi playera para dormir y me recuesto sobre la cama. Tomo mi celular y registro el número de Kim Tae-hyung, y estoy a punto de escribirle un mensaje, pero no me da el valor. ¿Pensará que estoy desesperada si le hablo inmediatamente? La verdad ni siquiera sé qué decirle, ni tampoco encuentro algún motivo para escribirle aparte de preguntarle por qué me dejó su número. Dejo mi celular encima de la cama y me dispongo a dormir, pero no puedo porque mi mente no deja de pensar en Kim Tae-hyung y su rostro.

· · • • • ✤ • • • · ·

Cuando abro los ojos al otro día, veo lo mismo de todos los días: mis bolsos sin desarmar. Adiós segundo aire, adiós yoga. Me levanto y voy directo a la ducha. Si algo aprendí ayer es que siempre debo estar maquillada porque pueden llegar seis chicos mundialmente famosos a visitar a su otro amigo mundialmente famoso. Abro uno de mis bolsos para sacar ropa porque ya no puedo usar lo mismo que usaba todos los días cuando no tenía nada que hacer. ¿Sería absurdo usar el uniforme de enfermera que usaba en el hospital? Creo que eso queda descartado. Termino sacando unos pantalones de algodón negros y una playera negra.

Toco la puerta de Min Yoon-gi, pero no hay respuesta. Quizá es demasiado temprano, pero debo hacer muchas cosas hoy y no puedo darme el lujo de atrasarme sólo porque el Señor Engreído no se ha despertado. Abro la puerta con suavidad. Su habitación está sumida en una hermosa oscuridad. Qué pena, pienso, y me dan ganas de reír. Corro las cortinas una a una. Yoon-gi emite un quejido y abre los ojos apenas.

— Buenos días, señor Min. —le sonrío mientras le hago una reverencia.

— ¿Qué hora es? —pregunta, suena bastante irritado.

Qué descortés, pienso. Así que amplío mi sonrisa y le respondo.

— Las ocho de la mañana, señor. Y es la hora del baño.

Le quito las capas de la cama de encima y le tiendo la mano para que pueda incorporarse. La acepta, pero no me mira en ningún momento. Es igual a un niño mimado. Voy directo al baño de su habitación para abrir la llave de la ducha. Recuerdo la vez anterior que estuve aquí mismo, cuando me resbalé con la misma agua que yo había derramado, y me siento bastante estúpida. Cuando el agua sale lo suficientemente caliente me volteo para ir a buscar a Yoon-gi, pero me encuentro con la sorpresa de que está atrás mío. Ahora sí me mira. Me hace sentir extraña.

— Creo que... Creo que necesitará ayuda para quitarse la ropa y para ducharse.

Me sonríe de una forma extraña, no entiendo.

— ¿Y cómo harás eso? ¿Me quitarás la ropa y luego te meterás conmigo a la ducha? No suena mal, la verdad.

Qué descortés. Finjo una sonrisa y le ayudo a quitarse la playera. Le miro por un segundo el abdomen marcado por el ejercicio y se me ponen las mejillas rosadas.

Un momento, ahora que lo pienso, no puedo ayudarle a ducharse sin verlo desnudo. Se me termina de poner la cara roja con ese pensamiento.

— El doctor me puso un parche a prueba de agua, así que no debes preocuparte. —apunta su hombro izquierdo, volviendo a la seriedad a la que estoy acostumbrada.

Trago saliva y asiento. Le ayudo a quitarse el pantalón. Estoy tan nerviosa pensando en que estoy a punto de verlo en ropa interior que no me doy cuenta de que ya estoy arrodillada frente a él, ayudándole a sacar uno de sus pies. No es como que nunca haya visto alguien desnudo, en el hospital lo hacía todo el tiempo, es parte de mi trabajo. Le ayudo a sacar la otra pierna y lo miro hacia arriba, sin levantarme aún. Su cabello desordenado le da un toque desaliñado y se ve bastante atractivo, sobretodo desde el ángulo en que lo estoy mirando. Su cuerpo extremadamente pálido se ve tonificado, y siento que es como si me invitara a tocarlo. Avergonzada de mis propios pensamientos, bajo la vista, pero me encuentro con su ropa interior negra justo frente a mi cara, así que miro hacia un lado mientras me levanto rápidamente.

¿Por qué me siento tan avergonzada de verlo sin ropa? Además, ¿por qué este idiota me parece atractivo siquiera?

El vapor del agua caliente inunda la habitación y de repente siento mucho calor. Lo miro nuevamente. También me está mirando, tiene la boca entreabierta y las mejillas levemente sonrojadas, se moja los labios con la lengua. Miro nuevamente hacia el lado y recojo rápidamente su ropa.

— Creo que el resto se la puede quitar solo.

Camino hasta la puerta, casi huyendo.

— Recuerde no usar el brazo izquierdo. De todas formas, si necesita ayuda puede llamarme. Estaré afuera. —cierro la puerta detrás de mí.

Dejo caer al suelo la ropa que llevo en las manos y me las llevo a la cabeza.

¿Qué está pasándome?

Respiro hondo un par de veces porque el corazón me late como loco. Necesito calmarme. Necesito ser profesional, como siempre lo he sido. No soy una adolescente con las hormonas alborotadas. Soy una adulta.

Necesito pensar en algo diferente.

Piensa en la biblia, Han Mi-suk. Piensa en tu mamá. Así es, en tu mamá.

Recojo la ropa y me pongo a tararear Culpable o no de Luis Miguel, una de las canciones favoritas de mi mamá. Mi mamá. Mi mamá. Mi mamá.

Abro las ventanas y el aire frío me golpea la cara. Me quedo un momento así. Es refrescante. Por un momento casi olvido que hay un famoso dándose una ducha en la habitación del lado. Desnudo.

Me doy mil bofetadas mentales. Olvídalo ya.

Me pongo a cantar la canción que hace un par de segundos estaba tarareando. Pensando en qué diría mi mamá si se enterara lo que pasa por mi mente en estos momentos. Tiendo la enorme cama de Yoon-gi y guardo su pijama en el armario. Me doy cuenta de que no tiene tanta ropa como hubiera imaginado y tampoco de marcas extravagantes.

— ¡Chica enfermera! —me llama una voz desde el baño— Olvidaste darme una bata.

Todo pensamiento de índole sexual que podría haber tenido por el cuerpo de ese hombre desaparece en menos de un segundo. ¿Qué se cree? Cierro las ventanas para que la habitación se tempere con la calefacción y abro las puertas del armario. ¿Dónde se supone que se guardan las batas? Encuentro una bata negra colgada junto a la ropa de dormir. Aprovecho y busco ropa interior para llevarle.

Golpeo la puerta del baño, pero no responde. Abro la puerta despacio y lo veo, de espalda a mí y con una toalla negra enrollada en la cadera, el cabello recién lavado le gotea y le moja los hombros y la espalda.

— Cierra la puerta, hace frío.

Cuento hasta diez mientras cierro la puerta detrás de mí. El Señor Engreído en este momento de está pasando en su engreimiento.

— Aquí está lo que me pidió, señor. —le tiendo mis manos.

Se voltea a verme y tengo que hacer un esfuerzo por no mirarle el abdomen, pero me mira como si le estuviera contando un chiste malo.

— Esa es una bata de dormir.

Camina hacia un mueble, pasando al lado mío, y abre una de sus puertas, dentro hay una bata negra acolchada. Creo que este hombre tiene una obsesión con el negro.

— Esta es la bata que te estaba pidiendo.

Todavía tengo los brazos extendidos, así que los bajo, mientras cuento hasta cien. ¿Por qué me pide algo que él mismo puede buscar? Dejo todo encima del mueble del lavamanos.

— Con todo respeto, señor... —hago una pausa y me aclaro la garganta— No entiendo por qué no la buscó usted mismo.

— ¿No eres la que me tiene que ayudar? Acabo de salir de una operación y requiero asistencia.

Me mira y me tiende la bata con la mano derecha.

— Necesito ayuda para ponérmela.

Se la recibo y la desdoblo. Le ayudo a poner el brazo izquierdo primero, y luego el derecho. Le acomodo el cuello que estaba torcido y le miro la cara por menos de un segundo. Tiene la cabeza ladeada, mirando hacia otra dirección, ignorándome. Maldito engreído. Tomo la tira que va por la cintura y se la amarro, cerrando la bata. Me giro y busco la ropa interior y se la tiendo.

— ¿No vas a ayudarme con esto?

— Estoy segura de que podrá lidiar solo con eso, señor Min. —fuerzo una sonrisa y le hago una reverencia antes de salir del baño.

Después de ayudarle a ponerse el resto de la ropa y el cabestrillo, le seco el cabello, y finalmente, le dejo tranquilo y me voy a hacer el desayuno. Preparo una bandeja y le pongo los medicamentos que debe tomarse. Cuando entro nuevamente a la habitación me doy cuenta de que nuevamente se metió dentro de la cama. ¿Acaso sabe cuánto tiempo estuve tendiendo esa maldita cosa gigante?

· · • • • ✤ • • • · ·

Cuando llega el sábado me siento agotada. Curiosamente, cuidar de una sola persona me cansa más que pasar horas de pie en el hospital y pasearme constantemente entre las habitaciones de los pacientes. Así que, como estoy en mi día libre, me visto con unos pantalones ajustados negros y me pongo una sudadera negra encima de la playera que ocupo para dormir sin ponerme sujetador debajo. Pasadas las cinco de la tarde me asomo por la habitación del Señor Engreído y le digo que saldré a dar una vuelta por el sector.

— ¿Necesitas que vaya contigo? —me pregunta, sorpresivamente.

— No creo que deba, señor Min. Gracias —le respondo, fingiendo una pequeña sonrisa.

¿Cómo te explico que exactamente de ti es de quien estoy huyendo?

Me pongo un abrigo largo y salgo del apartamento. Cuando llego afuera del edificio lo primero que hago es llenar mis pulmones de "aire fresco". Aire de Seúl lleno de contaminación. Intento respirar lo más que puedo bajo la mascarilla desechable que llevo puesta.

Camino sin rumbo por Gangnam, que está increíblemente vacío ya que debemos guardar cuarentena en nuestras casas, pero sigue igual de vivo que siempre. Entro a una cafetería y pido un té caliente para que mi cuerpo entre en calor. La verdad es que no quiero volver ahora que el Señor Engreído puede levantarse de la cama, no deja de ver la televisión y no puedo estar en ningún otro lugar que no sea encerrada en mi habitación.

Salgo de la tienda y camino de vuelta al edificio, tomándome el té. Debería volver porque ya está oscureciendo. Me apoyo en la fachada del edificio para terminar la bebida y luego boto el vaso en un basurero cercano y vuelvo a casa.

Cuando abro la puerta con las llaves que me entregó la señora Kang me llevo una gran sorpresa: ya no hay solo un chico en el apartamento, sino que siete. Yoon-gi se había venido a la sala y estaban repartidos entre el sofá y el suelo, conversando. Todos me miran y me siento como cuando debía hacer una presentación en la escuela y todo el salón me miraba como si esperaran a que me fuera a equivocar en algo. Me quito el abrigo porque la calefacción del apartamento está prendida y siento una ola de calor, tanto que mi cara se pone roja.

Kim Tae-hyung se levanta del sofá y se acerca a mí.

— Ya llegó la persona que estaba esperando —dice mientras me pone la mano en el hombro—. El otro día escribí mi número en un papel y lo pasé por la puerta de tu habitación, ¿lo encontraste?

Cinco chicos se miran entre ellos, como si esto fuera el chisme más jugoso que han escuchado en sus vidas, y otro levanta la cabeza y pone su atención en mí por primera vez desde que llegué. Ahora mi cara está rojísima y no es solamente por el calor.

— Ah... Sí... —digo, tartamudeando porque siento que Min Yoon-gi me quiere asesinar con la mirada.

Oppa estuvo toda la semana esperando a que le escribieras. —dice, dolido.

Creo que en ese momento mi cara logró un récord en rojez, nunca había estado más roja que en ese momento. Incluso me atrevería a decir que nunca nadie en la historia del mundo había podido estar tan rojo como yo lo estoy en este momento.

Ahora los seis chicos me miran fijamente, esperando a que responda algo.

— Ah... —no logro decir nada más que eso, porque tengo tanta vergüenza que no puedo hablar.

— ¿Por qué crees que vine hasta acá si no es para verte y saber si recibiste mi número? ¿Crees que vine a verlo a él? —señala a Min Yoon-gi, negando con la cabeza— Antes de que se operara lo veía todos los días, no necesito verlo más.

Miro a Kim Tae-hyung hacia arriba, porque es mucho más alto que yo, y trago saliva. Trae el cabello color castaño claro y muy desordenado debido a que tiene ondas naturales. Me distraigo un poco y no me doy cuenta de que me está sonriendo. Qué dientes más lindos, pienso entre todo lo que me pasa por la cabeza.

— No te preocupes, oppa no se enojará si me escribes hoy durante la noche.

No me queda nada más que sonreír forzosamente, hacer una reverencia a todos y escapar a mi habitación. Cómo quisiera contarles a Sun-hee y a Hana todo lo que me está pasando, o incluso a mis padres. Suspiro una vez que cierro la puerta tras de mí. ¿En qué momento me vi envuelta con este tipo de gente? No alcanzo a llegar a la cama y me siento de rodillas en el suelo ¿Acaso Kim Tae-hyung cree que puede hacer lo que quiera conmigo sólo porque es famoso y guapo? Muy guapo. Si eso es lo que cree, está en lo correcto.

Me río sola por el chiste que me hice a mí misma.

Hace tanto que no me relaciono con hombres que no sé cómo actuar frente a un chico guapo. El Señor Engreído puede ser un poco guapo, pero no cuenta por engreído. Me levanto y me quito los jeans y el sweater, me quedo con mi playera para dormir y calzones. Cómo quisiera emborracharme ahora mismo para olvidar todo esto.

En vez de eso, prendo mi laptop y me preparo para ver un capítulo de Shingeki no Kyojin. Pero hay algo que me molesta dentro de la habitación. Me muerdo el labio inferior dudando, pero finalmente me gana la conciencia y me levanto para, finalmente, desarmar mis bolsos de ropa.

Estoy ordenando mi ropa y metiéndola en el armario cuando la puerta de mi habitación se abre de golpe. Un Min Yoon-gi sin expresión se asoma y me mira fijamente. Suelto todo lo que tengo en las manos e intento bajarme la playera lo que más puedo para que no me vea los calzones de mariposas rosadas que llevo.

— ¿Qué significa eso de que Tae-hyung te dio su número? —dice y rápidamente mira hacia un lado porque se da cuenta de que no estoy en condiciones presentables, pero no se va.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro