Capítulo 19
— No me siento presionado. Quiero aprovechar el poco tiempo que me queda de descanso y quiero usarlo contigo. Pensé que sería bueno visitar a mis padres y quiero que los conozcas. —se queda en silencio un momento, mirando hacia la nada— Quiero que conozcan a la chica con la que quiero casarme.
Siento como si mi corazón se detuviera por un momento.
¿Acaso escuché bien?
Me muerdo el labio inferior. ¿De verdad quiere casarse conmigo? ¿De verdad cree que podemos llegar tan lejos? Sus ojos tienen un brillo especial y me mira atentamente.
Me aclaro la garganta antes de hablar.
— Yuki —lo llamo imitando a Connor y se ríe suavemente—, ¿no crees que un poco apresurado decir eso? Me refiero a que no nos conocemos, además de que llevamos muy poco de novios.
— Bueno, podemos conocernos y pasar tiempo juntos. —mira hacia el techo un momento y casi de inmediato sus ojos vuelven a los míos— ¿No quieres casarte conmigo?
¿Eso significa que me está proponiendo matrimonio?
Bajo la vista con un poco de vergüenza. Hoy en la tarde estaba pensando en cómo sería tener hijos con Min Yoon-gi y ahora sale esto de casarse. Me pone los dedos en el mentón y me levanta la cabeza para que lo mire. Me sonríe bastante divertido.
— Creo que es un poco apresurado pensar en eso. —insisto.
Suelta una risa. Sus ojitos se ven preciosos cuando sonríe.
— Nena, eso no significa que nos casaremos mañana. —sus ojos me recorren todo el rostro— Por fin encontré a alguien que me hace sentir diferente, no te voy a dejar ir tan fácil.
¿Y qué ocurrirá si se aburre de mí?
Apoyo nuevamente mi cabeza sobre su pecho. No quiero ser pesimista, pero esta relación es casi tan imposible como ver volar una vaca. Tenemos absolutamente todo en contra. Las fans de Yoon-gi no aceptaría que él tuviera una relación, o por lo menos la mayoría, y nuestros trabajos son totalmente incompatibles. A pesar de que ambos estaríamos ocupados la mayoría del día, ¿cómo haríamos cuando él esté en giras y no podamos vernos en mucho tiempo?
Han Mi-suk, no haces más que poner excusas. Si quieres este amor, tienes que pelear por él todo lo que haga falta.
¿Y qué ocurre si salgo herida en el intento?
Vuelvo a cerrar los ojos. De tanto pensar se me ha revuelto el estómago y las nauseas no han tardado en aparecer. Tomo aire profundo y me concentro en los latidos del corazón de Yoon-gi, que están un poco acelerados. De repente recuerdo que acaba de hacer algo parecido a proponerme matrimonio y no le he respondido nada. Levanto nuevamente la cabeza para mirarlo. Sus ojos están perdidos en un punto aleatorio de la pared de al frente.
Me atrevo a ser sincera con él y conmigo misma. No quiero dejarlo ir. No quiero que se vaya la persona que en muy poco tiempo me ha hecho sentir cosas que no sabía que existían.
— Yo tampoco quiero dejarte ir.
La pizzería es un lugar bastante elegante, todo al estilo italiano. El aroma de la salsa de tomate y el queso se cuela por mis fosas nasales y me abre el apetito. El estómago me ruje una vez e intento disimularlo, pero Kim Nam-joon me sonríe, mostrando unos bonitos hoyuelos. Bajo la vista hacia el menú, con mi cara a punto de ponerse roja.
Trago saliva al mirar los precios. Si pago esto, todo el ahorro del mes que llevo trabajando se esfumará.
— ¿Y cómo vas con Yoon-gi hyung?
Su voz me hace levantar la mirada nuevamente. Me está mirando fijamente. Aunque me sonríe de forma relajada, siento que me por dentro está examinando con detenimiento cada uno de mis movimientos.
Es primera vez que veo a Kim Nam-joon sobrio por tanto tiempo.
— Estamos bien. —le dedico una sonrisa.
Nos volvemos a quedar en silencio y vuelvo a examinar los productos que ofrece el local junto con sus precios. Creo que debería aguantarme el hambre y esperar a volver a casa.
Min Yoon-gi me había venido a dejar en su auto hasta aquí, puesto que Kim Nam-joon no maneja. Y quedó de venir a buscarme en dos horas antes de dedicarle una mirada extraña a su amigo y marcharse.
Mi estómago vuelve a rugir. No puedo ignorarlo, quizá debería ordenar la pizza más barata.
— ¿Y qué tal todo con Tae-hyung?
— Bueno, no hemos vuelto a hablar desde el sábado. —me acomodo el cabello detrás de la oreja— Así que no creo tener una respuesta para eso.
No he intentado hablar con Kim Tae-hyung, y él tampoco me ha escrito nada, lo que es bastante extraño, pues siempre es él quién inicia la conversación. Bueno, después de todo no puedo esperar que me hable primero para siempre. En una amistad, como en cualquier relación, ambas partes deben esforzarse.
— Lo he visto un poco decaído estos días.
Miro a Nam-joon a los ojos. No sé cuántos años tiene, pero se ve un chico bastante maduro. Más maduro que Min Yoon-gi. Supongo que es algo que conlleva ser el líder de algo, como también lo es preocuparse por los miembros de la banda, que también son sus amigos.
— Estoy esperando tener la mente despejada para hablar con él y aclarar las cosas. —cierro el menú y lo dejo sobre la mesa— Creo que en este momento tengo muchas cosas en la cabeza y realmente no quiero herirlo. Aunque no nos conozcamos hace mucho tiempo, su amistad se volvió muy valiosa.
Apoya sus codos sobre la mesa y el mentón sobre sus puños. Sigue mirándome fijamente y por un momento llego a pensar que está leyendo mis pensamientos. Parece bastante interesado en la conversación.
— ¿Qué es eso tan importante que tienes en la cabeza?
Trago saliva. Estoy hablando de más, ni siquiera me había dado cuenta de lo que dije. Me muerdo el labio inferior. ¿Estará bien que le diga lo que me tiene preocupada? Es amigo de Min Yoon-gi, pero no tengo nadie con quien conversar sobre ello. No puedo decirles a mis amigas por culpa del contrato de confidencialidad.
Mi celular, que está sobre la mesa, vibra una vez indicando la llegada de un mensaje. Lo miro, pero no enciendo la pantalla para ver de qué se trata.
— Estoy un poco preocupada. —admito.
Me gustaría no hablar más del tema, pero Nam-joon me mira con una ceja alzada. No es tonto, sabe que estoy evitando hablar sobre esto, pero fui yo misma quién lo mencionó.
Me remuevo en mi asiento. Mi celular vuelve a vibrar, pero no puedo quitar la mirada de los ojos de Kim Nam-joon.
— Puedes decirme, si quieres. No le diré nada a Yoon-gi hyung.
Suspiro. A pesar de que me siento un poco intimidada, Nam-joon me inspira confianza. Aunque este chico que tengo al frente es totalmente diferente al borracho que conozco. Me miro las manos, entrelazadas sobre la mesa. Aunque me haga sentir cómoda no le diré.
Llega un chico vestido de negro para tomarnos la orden, así que nuestra conversación queda hasta ahí. Cuando se va nos quedamos en silencio. Me quedo mirando un punto fijo en la mesa, sé que Nam-joon me sigue mirando detenidamente, pero no me importa.
— Estoy preocupada por lo que pasará con Yoon-gi oppa y yo cuando vuelva a trabajar con normalidad.
Levanto los ojos para mirarlo. Creo que no se esperaba algo como eso, porque tiene los ojos un poco más abiertos de lo habitual.
— Bueno —frunce un poco el ceño y hace una mueca extraña con la boca mientras mira la mesa—, no es imposible mantener su relación.
— Tengo miedo. —admito. Sus ojos vuelven a conectarse con los míos— Tengo miedo de lo que pueda pasarle a él. No quiero arruinar su carrera ni nada por el estilo.
Kim Nam-joon se queda un momento en silencio, mirándome con la cabeza levemente ladeada.
— No creo que tener una relación arruine una carrera. —se acomoda los lentes ópticos de marco negro que lleva puestos— Después de todo, somos personas y podemos, no, tenemos derecho a enamorarnos como cualquiera.
— No todas sus fans piensan eso.
No estoy muy metida en el mundo del k-pop pero me basta ver de vez en cuando el programa de farándula que ve Min Yoon-gi para enterarme que los idols, según la mayoría de las fans, tienen que actuar casi como dioses. No tienen derecho a equivocarse, ni a verse mal, ni a hacer algo mal. Menos derecho tienen a enamorarse. Sé que Nam-joon lo sabe, lleva años metido en la industria. No puedo evitar pensar que lo dice sólo para hacerme sentir mejor.
— ARMY es un poco sobreprotector, pero deben entender y aceptar las decisiones de Yoon-gi hyung.
Ojalá fuera tan fácil como dice.
— Entonces —continúa—, veo que lo tuyo con hyung va en serio.
Una pequeña sonrisa se asoma por mis labios.
— Eso espero. Me dijo que me llevará a casa de sus padres.
Omito el detalle sobre nuestro supuesto matrimonio. Creo que sería demasiada información. Nam-joon frunce los labios y levanta las cejas, como si lo que le acabo de decir es lo más impresionante del mundo.
— ¿Hay algo malo con eso? —pregunto.
— Para nada. —se acomoda en la silla y se rasca la nuca con los dedos— Sólo estoy un poco impresionado porque hyung es bastante reservado con su familia.
El chico de negro que había tomado nuestros pedidos vuelve y deja frente a nosotros un par de pizzas. Quiero comer, pero debo esperar a que Kim Nam-joon lo haga primero para que no crea que soy maleducada. El estómago me vuelve a rugir.
— Te voy a ser sincero —dice, tomando el primer trozo—, Yoon-gi hyung ha tenido más novias antes, pero nunca lo había visto de esta forma.
Se lleva el trozo de pizza a la boca y finalmente puedo tomar uno yo. Muero de hambre.
— Y me refiero a que nunca había sido tan posesivo con una chica.
¿Cómo sabe que es posesivo? Supongo que debe conocerlo bastante bien para analizar su lenguaje corporal y entender qué está pasando por su mente.
De un momento a otro el recuerdo de Min Yoon-gi succionando mi cuello para darme a entender que soy suya me llega a la mente y los músculos de mi vientre se contraen. La marca es mucho más tenue, pues ha pasado casi una semana desde eso. Bajo la cabeza un poco para hacer pasar desapercibido el sonrojo que llegó de la nada a mi rostro.
Nunca pensé que estaría con alguien así, siempre me gustó la libertad, poder salir con quisiera y que nadie me hiciera una escena de celos. Después de todo, la base de cualquier relación es la confianza. No es primera vez que Min Yoon-gi desconfía de lo que le digo o hago. Primero fue con Kim Tae-hyung, después con Jeon Jung-kook y, finalmente, con mi propio hermano. Sin contar el momento en el que le pedí el número telefónico de Kim Nam-joon. Me miró de forma extraña y me dictó su número rápidamente.
Es hasta ahora que me doy cuenta de que mi novio no confía en mí.
— ¿Es eso bueno o malo? —me atrevo a preguntar, pensando en que quizá Nam-joon tenga una respuesta diferente a la conclusión a la que acabo de llegar.
Kim Nam-joon baja sus ojos a la comida.
— No lo sé. Honestamente, no me da un buen presentimiento. Deberías hablar con él sobre eso.
Me quedo en silencio, mirando mis manos que sostienen un trozo de pizza. De repente siento el estómago revuelto y se me quita el hambre. ¿Estaré esperando mucho de una relación que lleva dos semanas? Sinceramente, creo que la confianza debería existir desde el primer día, pero quizás no le di motivos suficientes a Yoon-gi para confiar en mí. ¿Es culpa mía que no lo haga? No lo creo. Nunca le mentí sobre nada y siempre fue él quien sacó todo de contexto.
Pero esto tampoco es una competencia de quién tiene más culpa.
Mi celular vuelve a vibrar.
— Deberías ver quién es. —sugiere Kim Nam-joon.
Miro fugazmente el teléfono, pero quito la vista inmediatamente y la fijo en los ojos del chico que tengo al frente.
— ¿Crees que una relación como la nuestra tenga futuro? —pregunto, ignorando lo que me acaba de decir.
Baja la mirada y sus labios forman una pequeña línea.
— ¿Crees, al menos, que lo nuestro se pueda arreglar? —insisto.
— Eso depende de ambos. —sus ojos vuelven a mirarme— ¿Sabes? Me intrigaba saber qué sentías sobre Yoon-gi hyung. Por un momento llegué a pensar que sólo lo utilizabas, pero me doy cuenta de que de verdad sientes algo por él.
Me quedo sin palabras. ¿Utilizar a Min Yoon-gi? Es algo que podría ocurrir, pero nunca se me había pasado por la cabeza. Soy una persona común y corriente, que no disfruta de la atención de tanta gente. Y es por eso que me aterra pensar en qué pasará en el futuro. Me aterra imaginar cómo las personas pondrán su atención en mí.
— ¿Cómo estuvo todo? —pregunta Min Yoon-gi cuando llegamos al apartamento.
Bien, nos la pasamos hablando de ti y de cómo salvar una relación sin confianza. Le sonrío mientras asiento con la cabeza, sin decir nada. Me voy directo a su habitación para ponerme la ropa de dormir. Desde que volvimos del cumpleaños de Ji-min he dormido en su cama, por lo que dejo mi ropa ahí.
Sin darme cuenta, Min Yoon-gi me sigue.
— ¿Ocurre algo? —pregunta desde el marco de la puerta.
Me giro después de quitarme la camiseta, estando en sujetador y pantalones, y niego con la cabeza.
— ¿Por qué preguntas?
No voy a decirle todo lo que hablé con Kim Nam-joon. Necesito al menos un par de horas para ordenar mis pensamientos y saber qué le diré exactamente.
Sus ojos me recorren el pecho semi desnudo, pero se ve interrumpido por mí, que me apuro en quitarme el sujetador y ponerme la camiseta de dormir. Me quito los pantalones y me recuesto sobre la cama.
Ahora que lo recuerdo, mi teléfono no paraba de vibrar, y estoy segura de que no eran mensajes de Yoon-gi. Me lo hubiera comentado cuando nos encontramos afuera de la pizzería hace un par de minutos. Busco mi celular en el pequeño bolso que llevaba y prendo la pantalla. Arrugo el entrecejo cuando me doy cuenta de que tengo mensajes de mi mamá.
Las manos de Yoon-gi, que se acababa de sentar frente a mí, me quitan suavemente el teléfono y lo dejan a un lado. Tiene el rostro serio, pero percibo un toque de preocupación en sus ojos.
— Estás muy callada.
Miro mi celular olvidado sobre la cama. Lo extraño no es que mi madre me escriba, sólo es poco común puesto que hace más de un mes que no hablamos, sino que a la hora que lo hizo es muy temprano en la mañana en donde vive. Literalmente estamos al otro lado del mundo.
Sea lo que sea, supongo que puede esperar un poco.
Miro nuevamente a Min Yoon-gi.
— Lo siento. —digo.
— Sólo quería saber si te ocurre algo.
— No ocurre nada. —miento.
Me sonríe, pero no es como otra veces. La sonrisa no toca sus ojos. Y no puedo evitar confirmar todo lo que he estado pensando durante la tarde. Min Yoon-gi no confía en mí.
Levanto las tapas de la cama para meterme dentro.
— Estoy exhausta. ¿Podemos dormir?
Y eso no es mentira. Pensar tanto me agota mentalmente y, últimamente, me he encontrado divagando constantemente. Pareciera que cada vez los problemas y las dudas se acumularan más y más. Y no puedo dejar de sentir una molesta sensación sobre mi pecho que me advierte sobre el terrible presentimiento.
— Nena, son las ocho y media de la tarde.
A pesar de su comentario, Yoon-gi se acerca a mí y me arropa. Mi corazón comienza a latir fuerte ante aquel gesto y me siento como una niña pequeña. Saco mi mano y agarro la suya, entrelazando nuestros dedos. La mirada extraña que hasta ahora mantenía se suaviza y me regala una pequeña sonrisa.
— ¿Puedes acostarte a mi lado y acariciarme el cabello?
Se ríe suavemente y levanta rápidamente para ponerse el pijama. El Yoon-gi de siempre ha vuelto y me siento aliviada. Se arrastra en la cama hasta meterse y quedar a mi lado. Me atrae entre sus brazos.
— Eres una pequeña caprichosa. —me acaricia una mejilla.
Le sonrío de vuelta y me acurruco en su pecho para dormir, intentando acallar todas las preguntas que reinan en mis pensamientos. Mis intentos son en vano porque cuando pasan tres horas desde que me acosté todavía no puedo conciliar el sueño.
Levanto la vista hacia Yoon-gi, que duerme plácidamente. Su rostro relajado lo hace lucir como un niño pequeño y sus rosados labios están entreabiertos, como si me llamaran a besarlos. No quiero perderlo, pero en este mismo momento siento que tengo todas las de hacerlo. Una molesta sensación aparece en mi estómago gracias a no poder apagar mi mente.
Me incorporo con cuidado de no despertar a Yoon-gi y me arrastro hasta el borde de la cama. Necesito un vaso de agua. Camino a oscuras hacia la cocina, donde finalmente enciendo la luz para buscar un vaso. Abro el mueble y miro hacia arriba, visualizando mi objetivo. Hace un par de días Min Yoon-gi me había ayudado a reorganizar la cocina y había dejado los vasos en la última repisa del mueble. Claro, él puede alcanzarlas, pero yo no. Soy como diez centímetros más baja.
Estiro el brazo y me pongo de puntillas, pero con suerte alcanzo a rozar el cristal. Me paso la mano por la cara antes de ejecutar mi segunda opción. Me pongo de puntillas nuevamente y levanto una pierna para apoyar la rodilla sobre la encimera y así impulsarme hacia arriba. Esto sólo puede terminar bien o mal.
Unas manos sujetan mis caderas, impidiéndome subir. Me sobresalto y miro hacia atrás. Min Yoon-gi tiene el cabello oscuro despeinado y luce increíblemente sexy, alarga un brazo y alcanza el vaso que estoy intentando tomar.
— Gracias. —murmuro— Siento haberte despertado.
Estoy a punto de bajar la pierna de la encima, pero una de sus manos la sujeta.
— Quédate así. —susurra justo sobre mi oído.
Se me eriza la piel y me quedo inmóvil en la incómoda posición, justo como me pide. Sus brazos me rodean la cintura y se apega completamente a mí. Entierra su cabeza en mi cabello y puedo escuchar cómo inspira fuerte, como si quisiera capturar todo mi olor. Ladeo la cabeza cuando sus labios se van hacia mi cuello y deja besos húmedos. No puedo evitar suspirar y junto a eso mi respiración comienza a volverse más pesada.
Las manos de Yoon-gi se cuelan debajo de mi camiseta y me acaricia suavemente el vientre, haciéndome sentir que su tacto me quema. Sube una hasta uno de mis pechos y lo agarra con firmeza, tomando el pezón entre sus dedos y tirando de él. Tiro mi cabeza hacia atrás, apoyándola en el hombro de Yoon-gi, disfrutando de sus manos y sus labios húmedos. Mi cuerpo está totalmente inmovilizado debido a la posición en la que me encuentro, pero me siento bien estando su merced. Tomo su mano libre y la pongo entre mis piernas, justo sobre mi ropa interior, y no duda en comenzar a acariciar.
Intento restregarme contra aquel bulto creciente que choca con mi trasero. Yoon-gi suelta un pequeño gruñido. Su miembro crece cada vez más y pide a gritos salir. Su mano que me acaricia entre las piernas comienza a moverse con más determinación, haciendo círculos sobre mi clítoris y provocando que mi ropa interior empiece a mojarse.
De repente todas sus caricias cesan, dejándome con ganas de más, y me ayuda a bajar la pierna de la encimera. Me giro para mirarlo, con las mejillas ardiendo, y sus labios entreabiertos me llaman a gritos, así me lo agarro de la nuca y lo guío hasta mi boca. Le acaricio el labio inferior con la lengua y me pongo a succionarlo con brusquedad. Yoon-gi pone sus manos en mi trasero y lo estruja. Suelto un pequeño gemido. Bajo una de mis manos y acaricio su pene por encima de la ropa.
— Me vuelves loco. —susurra sobre mis labios.
Acto seguido me toma en brazos y enrollo mis piernas en su cintura. Comienza a caminar hasta la habitación. No puedo evitar recordar la primera vez que nos besamos, justo aquí en la cocina, y la manera en la que me tomó para también llevarme a su habitación. Me deja sobre las sábanas y pone sus manos en mis muslos, evitando que los cierre. Me quita la ropa interior y no duda en bajar hasta poner su cabeza entremedio de mis piernas. Me besa el interior de los muslos y siento un cosquilleo placentero en el vientre. Pongo mi mano derecha sobre su cabeza, colando mis dedos entre las hebras de su cabello, y lo dirijo a mi vagina. Sin oponerse, pasa la lengua suavemente de abajo hacia arriba. Repite esa acción una vez más antes de cerrar sus labios sobre mi clítoris y comenzar a succionarlo. Arqueo la espalda por la oleada repentina de placer que me provoca. Con sus dedos comienza a acariciar mi entrada y resbalan sin ninguna dificultad hacia adentro por la mojada que estoy. Los círculos que dibuja con ellos me vuelven loca.
Pero estoy ansiosa por tenerlo dentro, así que tiro de su cabeza hacia arriba para que me bese. El sabor ácido de mi propia intimidad de llena la boca. Yoon-gi se separa de mí para buscar un condón en la mesa de noche y se lo pone antes de volver a mí. Me apoyo sobre mis codos mientras miro cómo trepa sobre la cama y se pone entre mis piernas, apoyado sobre sus rodillas. Toma una almohada y levanto las caderas para que la ponga debajo. Agarra mis piernas y las pone sobre sus hombros, se echa hacia adelante y su rostro que pegado al mío. Toma su pene y comienza a acariciar mi entrada con él, haciéndome desesperar.
— Han Mi-suk, tú eres mía. De nadie más. No quiero que nadie más te mire ni se te acerque.
Y me penetra. Los dos soltamos un jadeo, en esta posición llega mucho más adentro de lo normal y es exquisitamente más placentero.
Ignoro todas las voces en mi cabeza que me advierten que está siendo posesivo de nuevo.
— Soy tuya.
Sus caderas comienzan a moverse a un ritmo un poco más bruto de lo normal y no puedo evitar soltar un gemido cuando entra completamente y comienza a dibujar círculos con sus caderas, sin alejarse. Lleva una mano hasta mi clítoris y lo acaricia al ritmo de sus caderas. La cama comienza a estrellarse contra la pared y a crujir.
— Dilo otra vez. —gruñe, sus ojos no se despegan de los míos en ningún momento.
Cierro los ojos, disfrutando de su tacto. Mis paredes vaginales comienzan a temblar, avisando la llegada de un orgasmo.
— Soy tuya, Yoon-gi.
No voy a mentir. El rollo posesivo me pone más caliente de lo que ya estoy. Sé que no debería, pero me estimula estar en el papel de la sumisa, me calienta ser dominada.
El ritmo de sus caderas me está volviendo loca.
— Ya me vengo. —abro los ojos y lo miro.
Sus ojos me miran brillantes. Se remoja los labios con la lengua antes de hablar.
— Di que eres mía cuando te corras.
Me embiste profundamente y continúa moviendo sus caderas en círculos. Suelto un gemido y cierro los ojos, sintiendo cómo las oleadas de placer se apoderan de mi ser. Los músculos de mi vagina comienzan a contraerse con fuerza.
— Soy tuya, Yoon-gi. —intento susurrar, pero termina siendo un pequeño grito.
Mi cuerpo tiembla mientras me sigue embistiendo. Lo hace un poco más rápido por un par de segundos y finalmente siento su miembro palpitar dentro de mí.
Me baja las piernas de sus hombros y se recuesta encima de mí, sin salirse todavía. Nuestros cuerpos pegajosos por el sudor se unen en un abrazo.
— Me gustas mucho, Han Mi-suk. —susurra entre jadeos.
Mi corazón se hincha ante sus palabras y mi boca habla antes de poder controlarla.
— Te quiero, Yuki.
No me terminó de convencer este capítulo (ni siquiera la escena cochina jsjsjs) unu pero bueno, es necesario para avanzar
Se vienen cosas grandes 🤑🤑🤑
Les quiero <3
-Nini
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