Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 17

Aviso: Este capítulo contiene escenas de violencia física. Se recomienda discreción.


— ¿Han Mi-suk? —la voz de Min Yoon-gi se hace presente.

Me alejo del chico y giro la cabeza para mirarlo. Lleva mascarilla, pero puedo notar a kilómetros que está totalmente serio, disgustado.

Me muerdo el labio inferior por debajo de la mascarilla.

Oppa¸ ¿te importaría esperarme en casa? —le pregunto a Min Yoon-gi.

Estamos los tres parados en el frío de la noche, mi cuerpo está a una distancia corta del chico de negro y Yoon-gi está como a dos metros de nosotros. ¿Debería decirle algo más? Está bastante enojado.

Asiente con la cabeza, quitando sus ojos de mi rostro, y se da media vuelta para meterse dentro del edificio, no me mira ni me dice nada, sólo se va. Debo hablar con él cuando vuelva a casa.

Me giro hacia el chico y le sonrío, olvidándome momentáneamente de todo lo malo. Mi cuerpo no duda en apretarlo en un nuevo abrazo. El corazón me salta de alegría, realmente no puedo creer lo que mis ojos están viendo.

Si es un sueño, por favor, que alguien me despierte.

Oppa, creí que nunca más te vería.

Me vuelvo a separar de él y le paso las manos por el rostro, tocando cada una de sus facciones, como si no fuera una persona real. ¿Estaré inmersa en un mundo onírico? No puede ser esto posible. No después de tantos años.

— Ni siquiera sabía si estabas vivo. —siento un nudo en la garganta.

— ¿Bromeas? Estás hablando con Han Bae-suk, no soy tan fácil de derribar. —se pone una mano en el pecho, como si estuviera ofendido.

Me río mientras unas cálidas lágrimas resbalan por mis mejillas. Siento una extraña mezcla de tristeza y alegría. ¿Cómo es que mi hermano puede desaparecer de repente y aparecer años después exactamente de la misma manera? Bae-suk limpia mis mejillas y me atrae nuevamente a un abrazo, ese abrazo que llevaba diez años añorando, extrañando cada segundo. Quiero preguntarle tantas cosas y no sé por dónde partir. Trago saliva antes de hablar, pero de un momento a otro una sensación de rabia se apodera de mi cuerpo y lo alejo de un empujón. En este momento soy una montaña rusa de emociones.

— ¿Por qué mierda no me volviste a hablar, imbécil? —lo golpeo en el hombro con todas mis fuerzas— Creí que estabas muerto. —lo golpeo otra vez— No sabes cuántas noches lloré por ti.

Lo voy a golpear una vez más, pero me agarra la mano. Su ojos se ven apenados y siento que realmente lamenta haber perdido el contacto conmigo, así que suelto un gran suspiro para intentar calmarme.

— ¿Me vas a dar la oportunidad de contarte?

Sus ojos me miran directamente, de forma intensa, y le tiembla la barbilla, como siempre que se intenta aguantar las ganas de llorar. Es un gesto que hace desde que somos pequeños y es el mismo gesto que hizo antes de cruzar la puerta para marcharse y volver más. Asiento con la cabeza y me toma la mano para guiarme hasta un pequeño parque que hay cerca. Nos sentamos en una banca y nos quedamos en total silencio, sé que quiere contarme todo, pero no lo quiero presionar.

Mientras mi mente se inunda de recuerdos, dolorosos recuerdos del día de su partida. Era una noche de invierno, llovía a cántaros, pues había una tormenta desde hace dos días, y estábamos todos sentados alrededor de la mesa. Estábamos cenando kimbap, mi plato favorito en ese entonces, mientras hablábamos sobre los grandiosos resultados que estaba teniendo Bae-suk en la escuela. Su futuro era prometedor. Nuestros padres habían ahorrado durante años para que pudiera asistir a la universidad que quisiera, en el país que quisiera y él había estado pensando en irse a la Universidad de Cambridge. No podía sentirme más feliz por él. Pero el rostro de mi hermano lucía sombrío, no compartía nuestra alegría, y yo lo noté de esa manera desde un par de días antes, pero no me atreví a preguntar si es que le ocurría algo.

— Hijo, eres el orgullo de esta familia —recuerdo perfectamente las palabras de papá— y un gran ejemplo para tu hermana.

Yo, de entonces trece años, le tomé la mano por sobre la mesa.

Oppa, cuando crezca quiero ser como tú.

Bae-suk me dedicó una pequeña sonrisa, casi imperceptible. Si no me hubiera criado junto a él no la habría notado. Y se aclaró la garganta. Nuestras manos seguían unidas y pude notar un pequeño temblor en ellas. Me extrañó mucho porque él siempre fue muy seguro de sí, así que le di un leve apretón para que se tranquilizara.

— Papá, hay algo de lo que quiero hablar. —comentó mirando su plato de comida, que seguía lleno.

— ¿Qué pasa? ¿Ya no quieres ir a Cambridge? Sabes que todavía estás a tiempo de cambiar de opinión y puedes mandar una solicitud a cualquier... —La voz de Bae-suk lo interrumpió de golpe.

— Papá, me gustan los hombres.

No tengo palabras para describir cómo se le desfiguró el rostro a mi padre. Y no dijo nada. Su rostro permaneció con la misma expresión de horror por lo menos por cinco minutos en los que nadie dijo nada. Miré a mi mamá y sólo miraba su plato. Ya lo sabía. ¿Bae-suk se lo había dicho o ella lo había descubierto? ¿Por qué Bae-suk no me dijo nada? ¿Acaso no confiaba en mí? Lo miré a él, tenía el mentón temblando y los ojos llenos de lágrimas. Sabía cuánto le desagradaba a papá la gente homosexual y seguramente pensaba que era una decepción. Afirmé mi agarre en la mano de mi hermano, haciéndole saber que a mí no me importaba nada. Era mi hermano y lo iba a seguir amando, le gustase lo que le gustase. De repente mi padre se levantó de la silla, tan de golpe que ésta calló al piso.

— Así que eres un maricón, ¿eh?

Su rostro seguía desfigurado y sus ojos estaban inyectados en furia. Caminó hasta el otro extremo de la mesa, donde estaba sentado mi hermano y lo tomó por la camiseta, obligándolo a levantarse. En el acto nuestras manos se soltaron. El rostro de Bae-suk seguía apagado, mirando hacia abajo.

— ¿No me vas a mirar, maricón de mierda? —lo soltó y lo empujó con fuerza hacia atrás.

Bae-suk tropezó con la silla que estaba detrás suyo y calló al piso de espalda. Papá avanzó nuevamente hacia donde estaba y le pegó una patada en las costillas. Solté un grito e intenté levantarme para ayudarlo, pero la mano de mi madre me sujetó fuerte por la muñeca.

— ¿Sabes lo que hay que hacer con los maricas como tú? —preguntó, sentándose a horcajadas sobre su estómago— Matarlos.

Un puño aterrizó sobre la mejilla de mi hermano y yo intenté soltarme del agarre de mi mamá, pero tenía demasiada fuerza. Luego otro y otro, en ambas mejillas, en el mentón y nariz. No podía escuchar nada más que mi corazón palpitando con fuerza en mis oídos, seguramente estaba gritando como loca, y comencé a removerme. Necesitaba ayudar a mi hermano. Bae-suk no hacía nada, sólo aceptaba los golpes como si realmente los mereciera.

— Yo no crié a un maricón. —su puño golpeó el ojo de Bae-suk— Eres una vergüenza para esta familia. —colocó ambas manos alrededor de su cuello y comenzó a apretar.

El rostro de mi hermano comenzó a ponerse rojo y las venas de las sienes se le empezaron a marcar. No sé cómo logré soltarme y me tiré sobre mi papá para correrlo, seguramente no lo esperaba porque se desestabilizó inmediatamente y cayó al suelo.

— ¿Qué mierda te pasa? —le grité— Lo vas a matar.

Bae-suk comenzó a toser mientras se sobaba el cuello. La sangre corría por su rostro, por todos los lugares donde papá le había golpeado, y le brotaba de la boca. Todavía estaba tendido en el suelo. Con las manos temblorosas le acaricié el cabello negro. ¿En qué momento había comenzado a llorar? Tenía las mejillas empapadas. No soportaba ver a mi hermano así, a la persona que tantas veces me había defendido del resto, el que me arrullaba en las noches cuando era pequeña y que calmaba mis llantos.

Un tirón en mi cabello me alejó de él y caí hacia atrás. Papá me había agarrado y me había apartado, pero antes de que pudiera hacer algo más Bae-suk se levantó, su rostro desfigurado por los golpes lucía furioso. Empujó a nuestro padre con fuerza y le pegó un puñetazo en la nariz.

— A mí me puedes hacer lo que se te dé la puta gana, pero a ella —me señaló con el índice— no la tocas.

Me quedé en el suelo mirando la escena. El cuero cabelludo de palpitaba justo donde nacía el cabello que mi papá había tirado.

Papá se limpió la sangre que le brotaba de la nariz.

— Vete de esta casa y no vuelvas, pedazo de mierda. —se dio media vuelta y comenzó a caminar en dirección a las escaleras— En media hora te quiero afuera.

Miré a mamá, que nos miraba a los tres con horror, pidiéndole que dijera algo, pero no lo hizo. Así que perseguí a mi hermano que también había subido las escaleras, primero se metió al baño y se lavó la cara en el lavamanos para quitarse la sangre, y luego se fue a su habitación y sacó un bolso para guardar sus pertenencias.

— ¿De verdad te irás? —pregunté detrás suyo.

Se giró para mirarme.

— ¿Estás bien? ¿Te duele algo? —puso sus manos en mis mejillas y me inspeccionó todo el rostro.

— No me duele nada. —mentí— ¿Dónde irás?

Mi hermano me soltó y continuó en su tarea de guardar cosas. Lo hacía con una velocidad impresionante, tanto que su ropa quedaba arrugada y desordenada dentro del bolso. Sacó otro y siguió guardando.

— Déjame solo, Mi-suk.

— Eres mi hermano, no puedo dejarte solo.

— ¡Que me dejes solo, mierda! —pegué un salto por el repentino cambio de volumen de voz, después pareció calmarse un poco— No quiero que me veas así.

No me miró en ningún momento. Y no tuve más remedio que dar media vuelta y bajar por las escaleras hasta la puerta de la casa, esperando a que él bajara. Mamá ya no estaba en la mesa, quizá había subido a su habitación también. Después de quince minutos escuché los pasos de Bae-suk bajando rápidamente. Me quedé ahí, mirando cómo se acercaba a la puerta mientras se ponía su chaqueta. Seguía lloviendo.

— No me busques, Mi-suk, es por tu bien. —me atrajo hacia su cuerpo y me abrazó.

— Entonces, ¿no te volveré a ver?

Me alejé suavemente se su agarre. Estaba sonriéndome, pero el mentón le temblaba. Quería llorar, y yo también. Todavía tenía las manos de papá marcadas en el cuello y su rostro estaba comenzando a hincharse y a ponerse morado.

— Yo te buscaré, lo prometo.

Se puso los zapatos y, sin mirar atrás, salió por la puerta. Dejándome con un gran vacío en el corazón. En ese momento comencé a llorar.

Bae-suk cruza las piernas sobre la banca, su movimiento me hace volver a la realidad.

— Después de irme de casa me fui a la casa de la abuela.

— ¿Por qué no contestabas mis llamadas? Me bloqueaste de todas las redes sociales.

— Mi-suk, si papá sabía que tenías contacto conmigo quizá también te hubiera corrido de la casa.

— Pero... —me interrumpe.

— Déjame hablar, estúpida. —suelta una pequeña risa.

Yo también me río. No recuerdo la última vez que me sentí tan bien.

— Terminé con el chico que me gustaba en ese entonces y me esforcé en terminar el año, y finalmente me gané una beca, pude estudiar leyes en Cambridge... Y volví a enamorarme.

Lo miro. Los ojos le brillan de emoción. Me siento feliz por él, porque a pesar de las dificultades que puso nuestra familia, pudo lograr lo que quería. Bae-suk desbloquea el teléfono y me muestra una fotografía donde está él, un chico rubio bastante apuesto y un pequeño de no más de dos años.

— Él es William —señala al chico rubio—, tu cuñado. Y él —señala al pequeño— es Connor, tu sobrino.

Mi corazón se detiene un segundo.

— ¿Sobrino? —suelto una risa llena de alegría— ¿Tengo un sobrino?

Me muerdo el labio inferior mientras sonrío. ¿Un sobrino? Bae-suk está lleno de sorpresas.

— ¿Y dónde están? —pregunto.

— En el apartamento que hemos arrendado. —se encoje de hombros— ¿Por qué? ¿Quieres conocerlos?

Asiento con la cabeza frenéticamente. Mi hermano sonríe.

— Mañana vendré por ti y te llevaré con ellos.

En estos momentos agradezco mucho saber hablar inglés, de otra forma no tendría cómo comunicarme con mi cuñado y sobrino.

— Ya, basta de hablar de mí. Cuéntame de ti.

Miro hacia el cielo, pensando en qué puedo contarle. Mi vida no era muy interesante hasta que conocí a Min Yoon-gi.

— Bueno, supongo que todos los ahorros que había en casa para tus estudios pasaron a ser míos, por eso tuve la oportunidad de venir aquí. Estudié enfermería en la Universidad de Seúl y trabajé un año en un hospital, luego apliqué a un nuevo trabajo y en eso estoy.

Me mira, ladeando la cabeza, sé que está sonriendo debajo de la mascarilla.

— Y ese chico de recién... ¿Es tu novio?

Me atraganto con saliva. ¿Qué se supone que responda a eso? Tengo un contrato de confidencialidad que me impide hablar sobre Yoon-gi, pero odiaría mentirle a mi hermano, sobretodo después de no haberlo visto durante tantos años.

— No.

— ¿Segura? Porque estaba bastante celoso cuando me abrazaste. —levanta las cejas de forma juguetona.

Suspiro.

— Bueno, sí. Es mi novio, pero nadie puede saberlo. —susurro.

— ¿Qué? ¿Acaso te enamoraste de tu jefe y cometiste todos esos errores de las historias de amor cliché? —no le respondo nada— Qué mierda, Mi-suk. No lo puedo creer.

Se larga a reír exageradamente.

— Debo suponer que el sexo es bueno.

— ¡Oppa! —lo reprocho, sintiendo mis mejillas arder. Después de un momento vuelvo a hablar— No es bueno, es buenísimo. Maravilloso. Sensacional.

Mi risa de une a la de Bae-suk. Luego, nos quedamos un momento en silencio. Creo que estoy lista para hacerle la pregunta que más me hace ruido.

— ¿Y cómo me encontraste?

Mi hermano se enoje de hombros.

— Después de que murió la abuela decidí que era tiempo de volver a ti, habían pasado nueve años ya. Te busqué por redes sociales, lo cual fue bastante difícil, y descubrí que estabas aquí. Vine con William y Connor, sin saber si en realidad te iba a encontrar, Seúl es una ciudad muy grande. Eso fue ya hace un año, pero no había pistas de ti. Hasta que anteayer estaba paseando por Gangnam y vi a una chica que me llamó mucho la atención, la seguí y vi que se metió en una tienda de ropa. La miré desde afuera, como todo un psicópata, y después la seguí en su vuelta a casa. Vi cómo la perseguía un hombre y cómo ella arrancó, hasta que fue salvada por otro chico... Oye, ese chico no es el mismo que vi recién. ¿Cuántos novios tienes?

— Tae-hyung no es mi novio.

— Como sea, gracias a mis habilidades psicopáticas te pude encontrar —bromea—. Ahora, creo que deberías ir a hablar con tu novio para aclarar las cosas.

Oppa, hace diez años que no te veía, no puedo irme ahora.

Bae-suk se cruza de brazos.

— Como tu hermano mayor, te lo ordeno. Mañana pasaré por ti a la una, puedes invitar a tu novio, si quieres. Ah, y si tienes muchos problemas con él, me dices, no dudaré en golpearlo.


Cierro la puerta del apartamento detrás de mí. La luz de la sala está encendida, lo que indica que Yoon-gi me ha estado esperando. Me quito el abrigo y camino lentamente, intentando ordenar mis ideas. Todavía no puedo creer que mi hermano esté aquí.

Min Yoon-gi no me mira cuando llego a su lado. Estamos sentados en el suelo frente a la televisión, así que me acerco lentamente hasta que nuestros cuerpos se rozan. Tomo su mano, que descansa en el suelo, y entrelazo nuestros dedos. No la quita, pero tampoco me mira.

— ¿Oppa? —lo llamo para que me mire, pero no lo hace.

— ¿Ya terminaste con tu otro oppa? ¿Ya tienes tiempo para mí?

Me muerdo el labio inferior. Está furioso.

— Siempre tengo tiempo para ti. —llevo mi otra mano hasta su mejilla y acaricio su piel suave con cuidado.

Min Yoon-gi no se inmuta.

Oppa... —comienzo.

Gira su rostro hacia mí, luce totalmente inexpresivo. Sus ojos, fríos como el hielo, me atraviesan el alma. Y quisiera llorar.

— Ya no me llames así. ¿Estás jugando conmigo, Han Mi-suk? —quita mi mano de su rostro— Omitiste el pequeño detalle de que ya tenías novio. Podrías habérmelo dicho antes de que te confesara todo lo que siento por ti. No puedo dejar de sentirme ridículo pensando en cómo te debes haber reído de mí. Te reíste de mí con él, ¿no es así?

— ¿Me dejas explicarte? —intento mantener mi voz serena, aunque tengo muchas ganas de echarme a llorar y golpear su lindo rostro.

— No hay nada que explicar, ya me quedó todo claro.

Yoon-gi hace el amago de levantarse, pero lo sujeto por la ropa. Me mira con el ceño fruncido. Me arrastro y como puedo me siento a horcajadas de él. Intenta quitarme, pero aprieto mis piernas a los lados de sus caderas.

— Escúchame, Bae-suk... —me interrumpe nuevamente.

— ¿Así que ese es el nombre de tu novio? Quítate...

Ahora yo lo interrumpo, agarrando su cara entre mis manos y plantando mis besos sobre los suyos. Primero intenta alejarme, pero cuando paso mi lengua por su labio inferior deja de protestar y me agarra fuertemente por las caderas. Paso mis manos por su cabello, despeinándolo, y lo tironeo con un poco más de fuerza de la normal. Gime sobre mi boca y los músculos de mi vientre se retuercen. Meto mi lengua en su boca y acaricio la suya de forma brusca, la recibe con gusto. Sus manos bajan hasta mis muslos y me los aprieta con fuerza, aprovecha para tirarme más hacia adelante, dejándome sentada sobre su creciente erección y quedando nuestros pechos pegados.

El hecho de estar con un corto vestido facilita mucho las cosas. Yoon-gi aprovecha de meter sus manos debajo y las pone sobre mi culo, apretándolo. Ahora yo gimo. Siento cómo su erección crece y me roza por sobre la ropa interior. Muevo las caderas sobre él, deseosa de tener más contacto, y comienzo a gemir un poco más fuerte cuando el bulto me roza el clítoris. Min Yoon-gi me afirma el cuello con una de sus manos y lo aprieta, poniéndome más caliente todavía. También gime, sobre mi boca, y me parece el sonido más precioso que he escuchado en mi vida.

Hoy es todo apretones y brusquedad. No voy a negar que me gusta.

Suelto un suspiro cuando me obliga a echar la cabeza hacia atrás para besarme el cuello. Pasa la otra mano por mis tetas y luego las baja lentamente, las mete debajo de mi vestido y me presiona el clítoris con uno de sus dedos. Con mis manos atraigo más su cara en mi cuello y con sus dientes atrapa mi piel, pone también sus labios y comienza a succionar sin ningún cuidado. Sé que me va a dejar una marca, pero estoy demasiado caliente como para que me importe. Separa su boca de mí y sus labios suenan como una ventosa.

Por un segundo mira lo que acaba de hacer y casi inmediatamente vuelve a poner sus labios sobre los míos.

— Eres mía, Mi-suk.

Yo estoy volviéndome loca con las caricias que me da por debajo del vestido. Mi ropa interior está empapada. Levanta una mano y la lleva detrás de su cabeza, hacia el sofá, justo donde reposa la bolsa con los condones que compramos hace un rato. Con maestría abre la caja y saca una tira, no me deja de besar cuando separa uno, lo abre y se abre el cierre del pantalón para ponérselo.

— Eres mía. —afirma por segunda vez, corriendo hacia un lado mi ropa interior para poder penetrarme— Di que eres mía.

Y me penetra. Su pene se resbala con facilidad dentro de mí por lo mojada que estoy y por el lubricante que tiene el condón. Suelto un gemido y comienzo a mover mis caderas inmediatamente.

— Soy tuya, Yoon-gi.

Suelta un gruñido y me besa bruscamente otra vez al mismo tiempo que sus dedos vuelven a acariciarme el clítoris, haciendo deliciosos círculos. Con la otra mano controla el movimiento de mis caderas. Él quiere tener el control y le dejo.

Suelto un pequeño grito cuando llego al orgasmo y no deja de estimularme, haciéndolo aun más largo. Cierro los ojos y dejo que me maneje como quiera. Me mueve con fuerza un par de veces y siento cómo su miembro tiembla dentro de mí.

— Nadie te da los orgasmos que yo te doy. —murmura con voz ronca mientras se está corriendo.

Y tiene razón, nunca había tenido tantos orgasmos teniendo sexo como los he tenido con él. De repente me siento como un muñeco de trapo. Escondo mi cabeza en su cuello mientras intento regular mi acelerada respiración. Yoon-gi echa su cabeza hacia atrás, apoyándola en el sofá. También tiene la respiración acelerada.

— Aunque no quiera, me tienes en tus manos —susurra—. Haré siempre lo que tú quieras, aunque no sea el único en tu vida.

No sé de dónde saco fuerzas para incorporarme y lo miro directo a los ojos, no sé qué está pensando, pero puedo ver un poco de todo en ellos. Furia, confusión y tristeza, sobretodo. Acuno sus mejillas en mis manos y pego mi frente a la suya.

— Yoon-gi, Bae-suk no es mi novio, es mi hermano. Es lo que he tratado de decirte todo este rato.

Hay un momento de silencio en el que sólo se escuchan nuestras agitadas respiraciones.

— ¿Tu hermano?

Me alejo para mirarlo. Tiene la boca entreabierta, la frente sudada y la mirada confundida.

Asiento con la cabeza.

— Creí que tu hermano había muerto.

— No sabía si seguía vivo —aclaro—, pero lo está y vino a buscarme.

— ¿A buscarte? —por sus ojos pasó un brillo de alerta.

— Tranquilo, no me llevará a ninguna parte. Vino a Corea, buscándome para retomar el contacto que dejamos de tener hace diez años.

Parece aliviado. Me doy un tiempo para explicarle la historia de Bae-suk y preguntarle si quiere acompañarme mañana a conocer a los nuevos miembros de mi familia. Acepta sin siquiera dudarlo.

Cuando vuelvo a sentarme a su lado, con las piernas temblorosas, siento que se me seca la garganta, pues estoy lista para preguntarle lo que quiero desde anoche. Si no lo hago ahora, no lo haré nunca.

Oppa, ¿qué pasará con nosotros cuando vuelvas a tu trabajo?

Abracitos y cariñitos a todos los que leen esta historia <3

Les quiere

-Nini

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro