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Capítulo 15

— Bien, ¿ahora puedo decirte el problema que tenemos?

Me siento junto a Yoon-gi en el suelo. Luego de estar cerca de una hora dentro del auto decidimos subir y pedir algo para almorzar. Estamos a la espera del repartidor.

Min Yoon-gi hace un sonido con la garganta mientras cambia los canales de la televisión.

— Anoche antes de ir a dormir me encontré con Kim Nam-joon en el pasillo y lo sabe todo.

Yoon-gi gira levemente la cabeza para mirarme.

— ¿Qué cosa sabe?

— Lo nuestro.

Abre un poco los ojos.

— ¿Cómo se dio cuenta el idiota? ¿Es un maldito detective o algo así? —murmura entre dientes.

— Y —continúo— dijo que no diría nada sobre lo nuestro si le invitaba una pizza. Así que eso haré.

— ¿Una pizza?

Min Yoon-gi cambió su expresión tan rápidamente que casi me da risa. Es como si le hubiera contado el chiste más malo de la historia.

Asiento con la cabeza.

— ¿Es multimillonario y quiere que tú le invites una pizza?

— ¿Y eso qué? —replico.

Sé que, si me responde, terminaremos discutiendo. Así que creo que toma una sabia decisión cuando decide ignorar mi pregunta.

Es necesario que también ponga de mi parte para que dejemos de discutir.

— ¿Y cuándo irán?

Ahora que lo pienso, no discutimos nada sobre eso la noche anterior. Ni siquiera tengo su número telefónico como para contactarlo, y me avergüenza pedírselo a Min Yoon-gi. Nunca sé cómo va a reaccionar. Quizá le moleste que le pida el número de uno de sus amigos, aunque en este momento ya no parece enojado.

— No lo sé, eso es algo que debo discutir con él.

Frunce los labios, mirando hacia el infinito. Se ve tan tierno con esa expresión, podría estar observándolo durante horas y nunca me cansaría. De repente, sus ojos se conectan con los míos. Se ve serio, pero no como otras veces, sino que hay algo parecido a tristeza.

— ¿No quieres que el resto se entere que somos novios? —su tono extremadamente calmo me perturba un poco.

— Creí que eso habíamos acordado.

¿Realmente está dispuesto a decirle al resto lo nuestro?

— Sí, pero... No lo sé. Son mis amigos... Y al parecer también son los tuyos ahora. Me siento mal ocultándoles esto.

¿Se podría decir que soy amiga de los miembros de BTS? La verdad no he tenido contacto con nadie más que no sean ellos. No he vuelto a ver a mis amigas desde que me mudé y no tengo familia a quien acudir. Me acomodo en mi lugar. Nunca había pensado en que Yoon-gi quisiera compartir lo nuestro con sus amigos.

— No pensé que quisieras. —admito— Lo siento.

Su expresión se suaviza, como si se sintiera aliviado. Pienso que en realidad soy yo la que debiera sentirse aliviada de que el mismísimo Min Yoon-gi quiera compartir la relación que tiene con la enfermera que lo cuida tras su operación.

Se levanta y me tiende la mano.

— Podemos decirles cuando quieras.

Acepto su mano.

— Quiero que sea después de comer con Nam-joon. —lo miro hacia arriba cuando estoy de pie. Me encojo de hombros ante su mirada interrogativa— Creo que será divertido pasar tiempo con él.

Me sonríe y sus hermosos ojos me hipnotizan. ¿Sería demasiado abrazarme a su cintura y no soltarlo en todo el día? Quizá no tengo mucho dinero, pero cuando me mira de esa forma me siento como si lo tuviera todo.

Tira de mi y me conduce hacia su habitación, donde se lanza a la cama. Me recuesto suavemente a su lado, es mi día libre y hoy puedo hacer lo que quiera.

— Cuando duermo a tu lado siento como si realmente descansara. Me relajas. —me toma por la cintura y me tira hacia él.

Me sonrojo cuando lo siento tan cerca. Pese a que lo he visto totalmente desnudo y lo he tenido dentro mío, siento como si este tacto fuera más íntimo. Meto mi cara en el hueco que se forma en su cuello y su olor me llena los pulmones. Ni siquiera está usando perfume, es como una mezcla entre el jabón y el simple olor de su piel.

Me salta el corazón cuando suelta una carcajada. Es como música para mis oídos.

— Tu respiración de me cosquillas.

Me río también y soplo sobre su piel. Me da más risa que tuerza el cuello como para alejarse de mí, pero pongo mis manos en su nuca y lo obligo a acercarse. Levanto la cabeza para mirarlo, ya dejó de reírse, pero tiene una pequeña sonrisa en los labios y los ojos cerrados. Creo que haría lo que fuera para verlo siempre de esta forma. Acaricio su nuca y hace un sonido con la garganta para hacerme entender que lo disfruta.

— ¿Oppa?

— Dime, cariño.

Siento que el corazón se me va a salir del pecho cuando me llama de esa manera, y eso que no es la primera vez que lo hace.

Trago saliva e intento juntar valor para lo que estoy a punto de decir. Siento los latidos de mi corazón resonando en mis oídos y mi estómago revolverse un poco, aunque eso podría ser a causa de la resaca que todavía no se me quita. Apoyo mi cabeza en su pecho para que no pueda verme la cara.

Cierro los ojos con fuerza. Tengo que decirlo ya, si no, no lo haré nunca.

— Tú también me gustas, y mucho.

Escucho los latidos de su corazón acelerarse y por alguna razón, me hace sentir contenta.

— ¿Puedo besarte? —pregunta después de un momento.

Incorporo lentamente la cabeza, sintiendo cómo mis mejillas comienzan a sonrojarse. ¿Por qué me siento de esta manera? Hace un momento me pidió que le hiciera sexo oral cuando estábamos en el auto y lo hice sin ningún problema, pero ahora me estoy poniendo nerviosa por un simple beso.

Me muerdo el labio inferior. Min Yoon-gi me mira fijamente a los ojos. ¿Se sentirá de la misma manera que yo? Apoya su mano en mi mejilla y con el pulgar me acaricia el labio, sacándolo cuidadosamente de entre mis dientes, y se acerca lentamente hacia mí, cerrando los ojos. Sus labios son como un algodón de azúcar, esponjosos y dulces.

Y es que justo en este momento pienso que Min Yoon-gi es perfecto, de pies a cabeza. Y pensar que es mío me hace enloquecer.

Mis manos siguen en su nuca, así que lo atraigo más hacia mí y meto mi lengua en su boca. Su lengua suave y tibia acaricia la mía con delicadeza, y no puedo evitar soltar un suspiro. De repente sus manos se aventuran y me agarran del culo, tirándome hacia arriba, dándome a entender que quiere que suba sobre él. Y no dudo en hacerlo. Me apega hacia sus caderas, donde ya hay una creciente erección.

Y el timbre del apartamento suena.

Cierto, habíamos pedido comida a domicilio.


— Mañana te llevaré a cenar afuera. —dice Yoon-gi antes de llevarse los palillos a la boca.

Le sonrío. De un momento a otro parece sentirse muy emocionado por nuestra relación.

— Creo que deberíamos esperar a mis siguiente día libre, no debo descuidar mi trabajo.

— Podríamos tener una cena laboral. —sugiere, soltando una risa.

No puedo evitar reírme también. Me llevo los palillos a la boca, pero parece que era demasiada comida y termino con las mejillas expandidas.

Min Yoon-gi vuelve a reír, pero esta vez mirándome, y pese a que no se está burlando de mí, me sonrojo. Coje una servilleta y la acerca a mis labios, limpiando restos de comida que seguramente habían quedado. Me apresuro en tragar y me relamo los labios, por si acaso todavía quedara comida en ellos. Yoon-gi apoya su codo en la mesa a la vez que pone su mentón sobre su mano y se queda mirándome fijamente.

— ¿Qué es lo que me hiciste, Han Mi-suk?

— ¿A qué te refieres?

— No me considero una persona que le guste el afecto —me explica mirando hacia abajo mientras con su otra mano juguetea con la comida—. Pero por alguna razón, siempre quiero estar cerca de ti y tocarte, no en el sentido sucio —se ríe y de repente sus ojos se conectan con los míos—. Y también quiero que me toques y que no dejes de sonreír. Quiero que sólo me sonrías a mí porque eres tan hermosa, y te ves más hermosa aún cuando lo haces, y no quiero que nadie más te vea porque podría enamorarse de ti en un instante.

No sé qué me pasa, pero me arden las mejillas y me sudan las manos. Creo que nunca nadie me había dicho algo tan lindo en toda mi vida. Internamente me siento aliviada al saber que Min Yoon-gi se siente de la misma manera que yo. Me alivia saber que no soy una necesitada de amor que se comenzó a enamorar en un par de semanas.

¿Es muy pronto para decir que me estoy enamorando? Me estoy pasando de intensa.

— No soy bueno para expresar lo que siento, no sé cómo dije todo esto ahora. —sus mejillas se ponen ligeramente rosadas— Pero quiero que sepas que no te miento cuando te digo que me traes loco y que de verdad me gustas.

Estiro mi mano sobre la mesa para tomar la suya y entrelazar nuestros dedos. Siento como si el corazón se me fuera a salir del pecho por lo fuerte que está latiendo. Trago saliva.

— ¿Puedo hacerte una pregunta? —pregunto, intentando que no me tiemble la voz porque estoy demasiado alterada.

Min Yoon-gi asiente con la cabeza, todavía no se le va lo rosado de las mejillas. ¿Puede ser alguien más adorable?

Me muerdo el labio inferior, pensando bien qué es lo que diré. Tengo tantas preguntas en la mente que en realidad no sé bien cuál elegir. ¿Cómo resumir todo el torbellino que tengo en la cabeza en una simple oración?

Me aclaro la garganta antes de hablar.

— Quizá te parezca una pregunta tonta...

— Nunca me parecerá tonto algo que digas. —me interrumpe, mirándome directamente a los ojos y afirmando su agarre en mi mano.

Se me va el aire. Sus ojos son tan profundos que cada vez que los miro me pierdo en ellos. Es como mirar un universo diferente, oscuro, inconmensurable y hermoso.

— ¿Qué...? —vacilo un poco— ¿Qué es lo que te gusta de mí? Y no me digas "todo" porque eso nunca es cierto.

Suelta una pequeña risa.

— Ven aquí.

Se echa hacia atrás con la silla, indicándome que me siente en sus piernas. Rodeo la mesa y me siento a horcajadas suyo, abrazándolo por el cuello. Nuestros rostros quedan casi pegados, tanto que puedo sentir su calmada respiración acariciándome la piel. Con una mano me acaricia el cabello y luego intenta ponerlo detrás de mi oreja, pero se vuelve a ir para adelante.

— ¿Recuerdas el segundo día que estuvimos viviendo juntos? Ese en el que me ayudaste por primera vez a desvestirme para bañarme.

Trago saliva. ¿Cómo olvidarlo? Es imposible olvidar cómo me ardían las mejillas por haber estado arrodillada frente a un Min Yoon-gi en ropa interior, y después cómo me había desencantado en un instante por pedirme una bata que él mismo podría haber sacado.

Asiento con la cabeza.

— Sé que fui un idiota en ese momento —sí que lo fue—, pero cuando me ayudaste a ponerme la bata y me arreglaste el cuello...

Por supuesto que recuerdo eso, quitó la vista hacia al lado, como si tenerme cerca fuera lo más desagradable del mundo.

¿Qué tiene que ver esto con mi pregunta?

— Y nos vi a través del espejo —continua—, tú concentrada arreglando mi bata y yo simplemente de pie, mirando. No pude evitar pensar en que quería que fueras la chica que me arreglara la corbata cuando estuviera torcida, y no como mi empleada, sino que siendo tú misma.

Mi corazón sigue saltando como loco, si sigo así me va a dar un infarto o algo.

— No te lo estás inventando, ¿cierto? —le pregunto, un poco incrédula.

En ese tiempo con suerte me dirigía la palabra, ¿cómo es que imaginó todo eso y al mismo tiempo me despreciaba?

— Cuando comenzamos esto me pediste que fuera sincero, y lo estoy siendo. Sé que no lo he sido del todo, pero quiero dejar de equivocarme contigo.

Me muerdo el labio inferior. Creo que mi comentario estuvo totalmente fuera de lugar.

— Lo siento, no debí decir eso.

Me vuelve a acariciar el cabello e instantáneamente me calmo.

— Desde aquel día —continúa— no pude sacarte de mi mente, donde sea que estuviera, sentía tu olor. Y cada vez que quería dormir por las noches, no podía quitar tu rostro de mi cabeza. Te metiste dentro de mí, Han Mi-suk, como ninguna otra persona lo había hecho antes. —me acaricia suavemente la mejilla con los dedos, sin dejar de mirarme a los ojos— Y sentí miedo de que alguien pudiera provocar cosas en mí y me alejé lo más que pude. Pero llegó un momento en el que no pude seguir negando que me encantaba la forma en la que caminabas, me encantaba cómo me mirabas, aunque no tuvieras ningún tipo de simpatía hacia mí, y que me volvía loco cuando sonreías, pero me dolía pensar que ninguna de esas sonrisas las provocaba yo, sino que uno de mis amigos. Y por eso te besé, y esa fue mi perdición.

Alguien debería llamar a una ambulancia porque siento que mi corazón va a estallar.

Pego mi frente a la suya y cierro los ojos. No tenía idea de la forma en la que se sentía Yoon-gi y no hice más que alejarlo de mí.

— Fui una estúpida al alejarte de mí después de eso. —susurro.

— Nena, está bien, querías mantener tu trabajo. —me toma de las mejillas para que lo mire directo a los ojos.

Los músculos de mi vientre se contraen cuando lo escucho llamarme de esa manera. "Nena" queda resonando en mi cabeza por unos segundos. Me acerco y pongo delicadamente mis labios sobre los suyos, solo durante un momento, y me alejo.

— ¿Puedes llamarme nena más seguido?

Me sonríe de medio lado. Se me vuelven a contraer los músculos del vientre. Me estoy derritiendo.

— ¿Qué quieres hacer luego, nena?

Me sonrojo. Su voz suena más profunda de lo normal.

Si supiera todas las cosas que se me pasan por la cabeza cuando me dice eso.

Me muerdo el labio inferior antes de volver a plantar mis labios sobre los suyos. Inmediatamente sus manos me agarran por las caderas y me atraen hacia él. Su cuerpo emana un intenso calor. De repente se separa de mí, con la respiración agitada.

— Quizá deberíamos terminar de comer primero. —sugiere.

Asiento con la cabeza, soltando un suspiro.

Creo que hoy no es nuestro día para tener sexo.

— ¿Puedo preguntarte algo yo? —me dice cuando ya volví a mi silla.

La comida se había enfriado después de tanto rato y ya no me apetece comerla, pero lo estoy haciendo de todas formas porque no es algo que se deba desperdiciar.

Asiento con la cabeza.

— ¿Qué hacían tú y Jung-kook en el baño?

Vaya, eso no me lo esperaba. Termino de masticar y trago antes de hablar.

— Verás... —comienzo a explicar— Le pregunté si quería divertirse y fuimos a buscar alcohol a la cocina, le dije que lo llevara a un lugar donde pudiéramos estar tranquilos y me llevó hacia el baño. Eso es todo. —termino encogiéndome de hombros.

Yoon-gi se queda callado un momento. Realmente no parece importarle que la comida esté fría. Quizá soy demasiado quisquillosa con eso.

— ¿Y de qué hablaron?

¿Cómo te explico que hablamos sobre mis tetas y lo difícil que es quitar las converse antes de tener sexo sin que suene que estaba coqueteando con él? Debo decirle de todas formas, acaba de abrirme su corazón. No puedo ocultarle cosas.

— Un poco de todo... —dejo los palillos de lado y me rasco la nuca— Me explicó por qué se reían de mis converse altas.

Min Yoon-gi ahoga una risa.

— Nadie quiso explicármelo y tuve que preguntarle. —le reclamo.

— Puedo apostarte a que estaba todo rojo explicándote. —me dice, riéndose a carcajadas.

Me río también, aunque no sé si le gustará lo que estoy a punto de decirle.

— También sugirió que yo te gustaba —Yoon-gi se queda callado para escucharme— porque parecías celoso. —me muerdo el labio inferior.

— ¿Tan obvio soy?

Me encojo de hombros.

— Y le pregunté si pensaba que mis tetas eran grandes.

Mi cara se pone roja al instante, y más cuando Min Yoon-gi no me responde nada. Quiero golpearme la cara con la mesa. ¿Debería realmente haberle dicho eso?

Trago saliva antes de explicarme.

— Lo siento, estaba un poco borracha y no podía controlar lo que decía. —comienzo a hablar rápidamente— Estaba tan dolida por lo que me habías dicho, sólo quería saber si era verdad.

Los dos nos quedamos callados. Ni siquiera me atrevo a mirarlo a la cara.

— ¿Y qué harás con Tae-hyung? Ayer los vi muy acaramelados en la cocina.

Me muerdo el labio. Está molesto, y lo entiendo, si yo estuviera en su lugar también me sentiría de esa manera. Soy una completa estúpida. Para empezar, nunca debería haberme encerrado en el baño con Jeon Jung-kook.

Y sobre el tema de Tae-hyung, he estado intentando hablar con él, pero no se ha dado la oportunidad.

— Hablaré con él, le pediré que no malinterprete lo de la canción, y que estamos juntos. Quiero seguir siendo su amiga.

Termino de comer en silencio, no quiero levantar la cabeza. Sé que la he cagado porque no me vuelve a hablar. Lavo los vasos y los palillos que habíamos utilizado mientras Yoon-gi se va a la sala a ver televisión.

— Estaré en mi habitación. —le digo cabizbaja cuando ya terminé todo.

Sólo asiente con la cabeza. Me voy a la habitación, sintiéndome la persona más estúpida del mundo, y prendo mi vieja computadora para poner unos cuantos capítulos de Shingeki no Kyojin.

Siento que fallé. Le fallé a Yoon-gi. Aunque ni siquiera lo hice a propósito.

Me pongo mi ropa de dormir y me tiro en la cama junto con la computadora.


No sé cuánto rato ha pasado, pero llevo repitiendo la misma escena hace por lo menos veinte minutos porque no logro entender los diálogos. No tengo espacio en la cabeza para nada más que no sea Yoon-gi. Debería disculparme ya. De verdad que la he cagado.

Suspiro antes de ponerle pausa al capítulo. Nunca nadie había sido más importante que ver animé. Me levanto en silencio y salgo de mi habitación. El apartamento tiene todas las luces apagadas, deben ser alrededor de las once de la noche y seguramente Min Yoon-gi ya debe estar durmiendo. Me adentro por el pasillo hasta la puerta de su habitación y la toco suavemente. No hay respuesta. Abro con cuidado de no meter mucho ruido, pero me sorprendo cuando veo un par de ojos mirándome fijamente en la oscuridad.

Igual a los ojos de un gato.

— ¿Puedo entrar?

No me responde nada, pero me meto en la habitación de igual forma. Probablemente ni siquiera tenga ganas de hablar conmigo y realmente respeto su posición. Cierro la puerta detrás de mí y camino con cautela hasta su cama. En ningún momento deja de mirarme y no sé en qué está pensando.

Me siento en el borde contrario al que su cuerpo descansa.

— ¿Puedo acostarme?

Mi voz suena casi como un susurro, y pensaría que no me ha escuchado si no fuera porque hace un ruido afirmativo con su garganta. Inmediatamente levanto las tapas de la cama y me meto entre las sábanas, quedándome lo más lejos que puedo de él. Quiero respetar su espacio.

Me quedo un rato mirando hacia el techo y después de un rato ya no me aguanto las ganas de mirarle. Me giro para quedar recostada de lado. Sus ojos están clavados mirando el techo, sin ningún atisbo de sueño. ¿Es que acaso no ha dormido nada? Cuando se percata de mi mirada, se voltea hacia el otro lado, dándome la espalda.

— Buenas noches, Han Mi-suk. —murmura.

Nada de cariño ni nena.

¿Cómo se supone que me disculpe?

Me quedo un buen rato mirando su figura delgada, juntando valor para hacer lo que quiero hacer. Me muerdo el labio inferior mientras arrastro mi cuerpo por la cama, hasta quedar casi pegada al suyo.

Lo que más temo es el rechazo.

Estiro mi brazo y lo rodeo por la cintura, pegando mi cabeza a su espalda. Su olor me embriaga, como siempre.

— Si quieres puedo quitarme.

No dice nada.

¿Cómo se supone que interprete eso? ¿Debería quedarme en mi lugar o volver a donde estaba?

Suelto un pequeño suspiro y retiro con cuidado mi brazo, pero su mano me retiene y tira de mí para que vuelva a abrazarlo.

— No te dije que te quitaras.

Lo abrazo más fuerte y dudo un momento antes de intentar entrelazar mis piernas con las suyas. Quizá es demasiado. Lo intento de todos modos y sus piernas me dan el paso para que meta las mías entremedio. Ahora estamos completamente pegados.

Estoy a punto de hablar, pero las palabras no salen. En cambio, me pongo a tararear Trátame Suavemente de Soda Stereo en voz baja, una canción que mi mamá acostumbraba a escuchar a diario cuando era pequeña. Sé que me escucha, pero no me da vergüenza. Estoy más preocupada de ordenar mis ideas para poder decirle todo lo que quiero.

— ¿Yoon-gi-a? —digo de repente, interrumpiendo mi canto.

No me responde nada, pero sé que está despierto por cómo respira.

— Realmente la cagué, lo sé. —trago saliva antes de volver a hablar— Nunca quise hacerte sentir mal, pero sólo actué como una cría despechada.

Momento de silencio. Sé que me escucha, pero probablemente no tenga nada para decirme.

— Estaba tan dolida por lo que me habías dicho... Sé que no justifica mi comportamiento. —aclaro de inmediato— Es sólo que estaba dando todo de mí para no sentir nada hacia ti, pero fallé. Cada vez que te miraba no podía dejar de pensar en lo loca que me traías y lo mucho que me gustaba estar contigo, aunque no estuviéramos teniendo sexo, y me sentía tan patética porque ambos acordamos que no habría nada romántico. Y ahí estaba yo, baboseando cada vez que sonreías. Por eso me sentí tan dolida por lo que me dijiste. Quería que me vieras por lo que soy y no sólo como un pedazo de carne.

En algún momento mi corazón comenzó a latir fuerte y sé que lo siente porque tengo mi pecho totalmente pegado a su espalda.

— Lo siento tanto. Está bien si no quieres seguir...

Me interrumpe cuando voltea su cuerpo y quedamos frente a frente. Tiene el rostro serio, pero sus ojos brillan más de lo normal. No sé cómo interpretar su expresión.

— Jamás te he visto como un pedazo de carne.

No le digo nada, sólo lo miro a los ojos. Esos ojos que me encantan.

— Tienes un cuerpo que me vuelve loco, sí, pero no podría verte como un pedazo de carne. Lo siento si te hice sentir de esa manera.

Suelto una pequeña risa y escondo la cara en su cuello.

Oppa, soy yo la que debería disculparse, no tú.

Su suave y profunda risa me acompaña por un momento.

— Quiero estar contigo. —susurra.

Tiro la cabeza hacia atrás para mirarlo.

— Yo también quiero estar contigo.

Comienza a acercarse lentamente mientras cierra sus ojos y espero gustosa el momento en el que pone sus labios sobre los míos. Llevo mi mano de su cintura hasta su nuca para atraerlo más hacia mí mientras comienzo a mover lentamente mis labios sobre los suyos. La temperatura de mi cuerpo comienza a subir cuando mete su mano por debajo de mi camiseta y me acaricia la piel de la cintura. Estoy con mi ropa de dormir, eso comprende una camiseta y un calzón. Entreabro los labios para soltar un suspiro y aprovecha para meter su lengua en mi boca. Mueve su mano de mi cintura y comienza a dibujar la curva que forma mi cuerpo, pasando por mi cadera, y de repente de agarra el culo. No puedo evitar soltar un gemido.

Tiro de su cuello hacia mí. Lo quiero encima mío.

— Espera. —interrumpe nuestro beso, con la respiración acelerada— Debo decirte algo, aprovechando que estamos siendo totalmente sinceros.

Me dan ganas de llorar. Definitivamente, hoy no es el día del sexo.

— Nena, hablé con el kinesiólogo y me dijo que puedo volver a trabajar en diciembre.

De un momento a otro, todo mi cuerpo de enfría. Estamos exactamente a treinta y uno de octubre.

Eso sólo significa una cosa.

Sólo me queda un mes con Yoon-gi. 

Me quedó un poco largo el capítulo xd 

Pero bueno, pregunta seria: 

¿Debería dejar de narrar tan detalladamente cada escena de sexo o está bien así? 

Quedo atenta a sus opiniones uwu

- Nini

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