Capítulo 14
— No se lo digas a nadie, por favor.
Kim Nam-joon, quien trae el cabello celeste, se pasa la mano por el mentón, como si realmente estuviera pensando en decirle al resto sobre nosotros. Me vuelvo a morder el labio inferior. Aunque me parezca un chico bastante serio, por un momento me la creo.
— Bien, ¿pero qué estás dispuesta a pagar por silencio?
Se tambalea. Y por un momento lo había olvidado. Está borracho. Espero que no se refiera a nada sexual, puesto a que acaba de revelarme que está al tanto de mi relación con su amigo.
— ¿Pagar?
— Invítame una pizza.
Se recarga ligeramente sobre la puerta que está entreabierta y ésta se abre de golpe bajo el peso de su cuerpo. Si no se hubiese afirmado con las manos en la pared se hubiera ido de cara al suelo. No puedo evitar reírme mientras se incorpora, haciendo como si nada hubiese pasado.
— Una pizza está bien... —hace una pausa— Pero tendrás que soportarme porque intentaré convencerte de que te unas a nuestra empresa para que debutes.
Me dan ganas de golpearme la frente con la palma de la mano. No es primera vez que me dice algo así estando borracho.
Ahora que lo pienso, las únicas veces que he visto a los chicos, exceptuando a Yoon-gi y Tae-hyung, han estado borrachos.
— Y tú tendrás que soportarme porque me negaré todo el tiempo. —me cruzo de brazos— ¿Podrías decirme cuál es la habitación de invitados?
Hace una mueca con la boca, como si no recordara con claridad, antes de apuntar con el dedo la puerta que está a mi izquierda. Después de todo Min Yoon-gi no me había dado mal las indicaciones. Le hago una pequeña reverencia con la cabeza en forma de agradecimiento y abro de inmediato la puerta.
— Debes hablar con Tae-hyung. —Kim Nam-joon se da media vuelta y entra a su habitación.
Cierro la puerta detrás de mí. ¿Hablar con Tae-hyung sobre lo que acaba de pasar o sobre otra cosa? Quiero ir a tocarle la puerta para pedirle explicaciones, pero temo que ya esté dormido por causa de la borrachera. Suelto un gran suspiro.
Qué día más extraño.
Lo primero que siento al despertar es como si me estuvieran martillando la cabeza. Me giro en la cama y quedo de estómago, poniendo mis manos sobre mi nuca y presionando, como si eso fuera a hacer que el dolor desapareciera. Anoche ni siquiera estuve tan borracha y de todas formas tengo resaca. Estoy perdiendo mi toque.
Rendida ante el dolor me giro nuevamente y me siento en la cama. La habitación está totalmente oscura a pesar de que ya amaneció. Ahora puedo apreciar el entorno, puesto que ayer entré casi a oscuras y me tiré encima de la cama sin siquiera haberme quitado el maquillaje. La habitación de invitados es bastante amplia, definitivamente es como cuatro veces mi antiguo apartamento, y las paredes y sofás tienen colores neutros y maderas oscuras. La habitación en su conjunto debe costar mi sueldo actual de todo un año.
Alargo mi mano hasta la mesa de noche, donde descansa mi celular que tiene batería baja por no haber sido cargado desde ayer, y mis ojos no pueden creer lo que se ve en la pantalla.
La una de la tarde.
Me levanto rápidamente de la cama y me meto al baño privado de la habitación, llevando conmigo todos mis productos para la piel y mi maquillaje. Después de unos minutos salgo y me visto. De seguro el resto ya se despertó y ya desayunaron. Me apresuro en salir y camino hasta la sala. Me sorprendo cuando no encuentro más que un montón de latas y botellas de vidrio desparramadas por el suelo. Me devuelvo por el pasillo hasta llegar hasta la cocina, pensando que ahí encontraría a alguien.
Sobre la isla reposa medio cuerpo de Kim Tae-hyung. Me acerco lentamente y me agacho un poco para verle el rostro. Seguramente se quedó dormido aquí anoche y nadie lo llevó a su habitación. Le sacudo el hombro para que despierte, pero ni siquiera se mueve.
Si no respirara, pensaría que está muerto.
Me rasco la nuca, mirando hacia mi alrededor, buscando algo que me pueda ayudar a despertarlo. ¿Qué podría despertar a alguien que duerme como tronco? Me acerco al lavaplatos y cojo un vaso de agua. Vuelvo a él, dispuesta a tirárselo en la cabeza para despertarlo.
— ¿Qué haces?
Ahogo un grito de sorpresa. Tae-hyung incorpora lentamente su cuerpo, con una mueca de dolor en el rostro, y me mira con una ceja alzada. Tiene el cabello muy desordenado y la ropa corrida hacia todas partes. Bajo el vaso que tengo en la mano y me lo llevo a los labios.
— La sed me está matando. —digo después de haber bebido toda el agua.
— ¿Realmente ibas a tirarme eso en la cabeza?
Niego con la cabeza frenéticamente, luego me muerdo el labio inferior y cambio el movimiento de mi cabeza, asintiendo. Kim Tae-hyung suelta una gran carcajada. Las mejillas se me ponen rosadas. Dejo el vaso sobre la isla y lo miro de reojo. Quisiera arreglarle el cabello y la ropa, pero temo que lo malinterprete.
— ¿Ya vas a hablarme sobre lo que hiciste ayer?
Giro mi cabeza hacia él con el ceño ligeramente fruncido. ¿Qué es lo que hice ayer?
La verdadera pregunta es: ¿Qué no hice ayer?
— ¿A qué te refieres?
— Lo que me dijiste que preferías hablar en otro momento. Ya es otro momento, ¿no?
De repente la imagen mental de mí cantando 34+35 mirando a Kim Tae-hyung invade mi cabeza y no puedo evitar sentir vergüenza. No sé de dónde saqué el coraje anoche para hacer eso.
— Sí... —casi tartamudeo— Verás... No quise en realidad... —comienzo a murmurar cosas sin sentido.
¿Cómo debo decirle a mi amigo que en realidad no significó nada para mí, cuando pareciera que para él sí?
Suspiro. No lo conozco hace mucho tiempo, pero realmente valoro la amistad que tenemos. Casi veo reflejado a mi hermano mayor en él. Así que debería ser totalmente sincera con lo que siento, y si él prefiere terminar nuestra amistad, lo entenderé.
— Tae... —estiro mi mano y la pongo sobre su cabello alborotado.
— ¡Buenos días! —nos interrumpe una voz.
Miro hacia la puerta. Un sonriente y ojeroso Park Ji-min está atravesando el umbral. Retiro inmediatamente mi mano de la cabeza de Tae-hyung.
— En realidad, buenas tardes. —corrige Kim Tae-hyung, mirando el reloj que lleva en su muñeca.
Se restriega los ojos con los nudillos y me mira atentamente. Miro a Ji-min, que está sirviéndose agua embotellada en un vaso y que luego se percata del silencio que envuelve el ambiente.
— ¿Interrumpo algo? —se recarga sobre la encimera de la cocina.
— No. —respondo inmediatamente.
— Sí. —corrige Kim Tae-hyung.
Park Ji-min levanta las cejas.
— Entonces vendré en un momento.
Me aclaro la garganta. Con cada segundo que pasa mi cara se pone más roja.
— Tae y yo podemos hablar después. —miro a Tae-hyung, buscando aprobación, pero simplemente se mira las manos.
— Déjalos, Ji-min, ya están teniendo sus primeros problemas de pareja. —Kim Seok-jin aparece por la puerta en las mismas condiciones que Ji-min.
Detrás de él viene Yoon-gi con su cara de siempre, esa que no transmite nada, pero sé que no le agradó el comentario que acaba de hacer Seok-jin. Sonrío sin mostrar los dientes mirando a los recién llegados, pero en realidad mi sonrisa está dedicada a él. Aunque no la corresponde, siento que su expresión se suaviza y me quedo tranquila.
— Jin hyung, qué bueno que llegaste, así puedes hacer el desayuno.
Seok-jin niega con la cabeza, sonriendo levemente, y saca una sartén de uno de los muebles de la cocina.
— Noona, recuerda ver el animé que te mencioné ayer.
Miro hacia arriba a Jung-kook. ¿Cómo puede ser que alguien tan gigante como él sea tan tierno? Asiento con la cabeza.
— La próxima vez que nos veamos ya lo habré visto entero. Lo prometo.
— Quién sabe cuándo sea eso, mejor dame tu número de teléfono y me escribes a medida que lo veas.
Me tiende su teléfono con el marcador abierto. Dudo un momento, pero se lo recibo y escribo mi número. Min Yoon-gi me espera dentro del auto. Me había sugerido que volviéramos juntos durante el desayuno, aunque en realidad sonó más como una orden. Le hago una pequeña reverencia al resto de los chicos como despedida y me subo al auto. No puedo evitar notar la mirada cómplice que me lanza Kim Nam-joon. Realmente se debe acordar de todo lo que hablamos anoche, y realmente le voy a tener que invitar una pizza para mantener su silencio.
— Creo que tenemos un problema. —digo cuando salimos de la residencia, mirando por la ventana.
— ¿Que todos crean que estás de novia con Tae-hyung?
Me giro para mirar la cara de Yoon-gi. Se ve totalmente serio, casi enojado.
Suspiro. Estoy harta de los problemas.
— ¿Es eso culpa mía?
— Quizá si no hubieras hecho lo que hiciste anoche mientras cantabas, no pensarían eso.
Suelto aire de golpe, realmente sorprendida.
— Creí que habíamos hablado de eso anoche.
Y como un rayo, todos los recuerdos de la noche anterior llegan a mi cabeza. No puedo evitar sonrojarme, así que me giro hacia la ventana para que no me vea. Eso le quitaría toda la seriedad al asunto.
— Estoy harta de discutir contigo. —admito por lo bajo— Me gusta estar junto a ti, pero esto no funcionará si seguimos de esta manera.
Por la ventana veo cómo nos adentramos lentamente al centro de Seúl, cómo las grandes residencias se convierten en casas más pequeñas y apartamentos. En mis manos llevo un helado para la resaca que me había dado Ho-seok antes de irme, y lo abro porque temo que se derrita, aunque hace bastante frío afuera.
Desde que soy pequeña creo que existen dos tipos de personas en el mundo: los que muerden el helado y los que lo succionan hasta que se derrite en su boca. Yo soy del último grupo y muchas veces me llevé miradas extrañas de mis amigos por hacerlo. Los hombres siempre convierten todo en algo relativo a lo sexual.
Nos detenemos en un semáforo y, antes de que yo pueda llevarme el helado a la boca, Min Yoon-gi posa su mano sobre mi pierna. Llevo pantalones largos y aún así puedo sentir la calidez que me transmite cada vez que me toca. No puedo negar que con sólo tocarme logra encenderme. Y cada vez que me enciende me hace sentir poderosa.
Me meto el helado en la boca, mirándolo, y lo succiono. Creo que es primera vez que estoy dispuesta a transformarlo en algo de índole sexual.
— Lo siento. —murmura, mirando hacia al frente— Tienes razón y a mí también me gusta estar contigo... —gira la cabeza para mirarme, pero se queda pegado mirando cómo succiono el helado.
Lo saco de mi boca, succionando fuerte. Me relamo los labios, quitando los restos de líquido que quedaron en mis labios.
— ¿Qué sucede?
Su agarre se hace más fuerte en mi pierna. Y por un segundo olvido que estamos en la calle y quiero que suba su mano y me toque por todas partes. Y quisiera pasarme a su asiento y sentarme sobre él y quitarle toda la ropa. Y ya no quiero que lo tengo en la boca sea el helado, sino otra cosa.
Y el claxon del auto de atrás me saca de mis pensamientos. No sé en qué estaba pensando Yoon-gi mientras me miraba, pero también se había quedado sin hacer nada, incluso cuando el semáforo había cambiado a verde. Rápidamente acelera.
— ¿Siempre te tomas el helado así?
Lo miro mientras me lo vuelvo a meter en la boca y lo succiono. Me mira de reojo porque no puede despegar los ojos del camino. En realidad, soy yo la que debería estar conduciendo, pero no sé cómo hacerlo y Yoon-gi ya estaba habilitado para hacerlo, según el kinesiólogo.
— Desde que tengo memoria.
— Mierda. —habla entre dientes— No puedo imaginar la cantidad de chicos que imaginaron lo mismo que yo mientras hacías eso.
Decido ignorar lo que dijo sobre los otros chicos. Termino de tomar el helado y lamo el palo.
— ¿Qué imaginaste, oppa? —me recargo sobre mi lado izquierdo en el asiento, para mirarlo directamente.
No me dice nada. Doblamos y bajamos hacia el estacionamiento del edificio donde vivimos. Una vez que detiene el auto en su lugar echa su asiento hasta el tope de atrás.
— Hazme lo que le hacías a ese helado.
Me muerdo el labio inferior y mis ojos se van directamente a su pantalón, justo a esa erección que pide a gritos salir.
— ¿Es correcto que hagamos esto aquí? —pregunto, aunque ya me estoy pasando a su asiento.
Quedo de rodillas frente a él. De todas formas, nadie vería, el auto tiene vidrios polarizados. Mis manos van directo hacia el botón de su pantalón y tiro con cuidado su ropa interior hacia abajo, dejando salir su pene, que ya está totalmente erecto. Lo miro y me relamo los labios para dejarlos suaves, preparándolos para lo que viene a continuación. Yoon-gi tiene las mejillas rosadas y la boca entreabierta. Se le escapa un pequeño gemido cuando pongo mi mano derecha sobre su miembro y la muevo de arriba hacia abajo. Su piel es extremadamente suave y ya quiero ponerlo dentro de mi boca.
Asomo mi lengua empapada de saliva y la paso desde la base de su miembro hasta antes de llegar al glande, ahí me detengo. Yoon-gi suelta un suspiro. Repito la acción una y otra vez, siempre evitando tocar la cabeza con mi lengua.
— Ya no me hagas sufrir.
Levanto los ojos para mirarlo. Tiene la cabeza echada ligeramente hacia atrás con los ojos cerrados y los labios rosados entreabiertos. Su pecho sube y baja rápidamente. Me muerdo el labio inferior y lo masturbo suavemente. Amo la sensación de tenerlo en la palma de mi mano, de que su placer dependa única y solamente de mí. Acerco mi boca y la abro, cubriendo mis dientes con mis dientes, poniéndola sobre su rosada cabeza que se encuentra empapada sin que yo la haya tocado siquiera. Succiono y paso mi lengua de un lado a otro sobre él. Escucho un ronco gemido y unas manos se posan sobre mi cabeza, peinando mi cabello hacia atrás para que no estorbe, pero está demasiado corto y los mechones vuelven a caer a ambos lados de mi cara. Ejerce una pequeña presión sobre mi cabeza y sé que quiere que lo meta entero en mi boca. Y así lo hago. Me dan unas pequeñas arcadas cuando llego hasta el fondo y echo un poco la cabeza hacia atrás, pero vuelvo a meterlo entero.
— No te detengas. Me voy a correr.
Su voz está ronca y me prende como el fuego. Sigo metiendo su miembro lo más adentro que puedo una y otra vez hasta que siento los espasmos de sus músculos. Se está viniendo en mi boca. Me quedo quieta. Levanto la vista hasta su rostro y tiene los ojos fuertemente cerrados y las mejillas rosadas. Está ahogando unos gemidos que provocan que los músculos de mi vientre se contraigan.
Cuando termina quito su pene con cuidado de mi boca. Min Yoon-gi me mira justo cuando me estoy pasando el dorso de la mano por los labios, limpiando los restos de saliva y otros fluidos que habían quedado por ahí, pero se ve un poco preocupado.
— ¿Te lo tragaste?
Asiento con la cabeza.
— Lo siento, Mi-suk, no te pregunté si querías hacerlo.
El corazón se me encoje. Suelto una pequeña risa y estiro la mano para ponérsela sobre la mejilla. Creo que es el hombre más considerado con el que he estado alguna vez en mi vida.
— Oppa, si no hubiera querido tragármelo no hubiera permitido que te fueras dentro de mi boca.
Parece aliviarse.
De ninguna manera haría algo que no quisiera. Además, la comunicación durante el sexo es primordial. Es importante saber si estás haciendo algo que al otro pueda desagradarle.
— Ven aquí. —me tiende la mano.
La acepto y me siento a horcajadas sobre él. Nuestras cabezas quedan a la misma altura. La expresión de su rostro se muestra bastante relajada comparada a hace un momento. Me acaricia el cabello y luego lo pone detrás de mi oreja. No puedo quitar mis ojos de su rostro. Es que creo que es el hombre más hermoso que he visto en mi vida, y nunca llegué a pensar que alguna vez estaría con alguien como él. Aunque nuestra relación sea imposible.
Lo único que puedo hacer es aprovechar el tiempo que me queda junto a él.
Llevamos un par de minutos en la misma posición sin hacer nada más que mirarnos. Llevo mi mano hacia su mejilla y lo acaricio suavemente. Cierra los ojos bajo mi tacto e inclina la cabeza hacia mi mano. Parece un gatito. Se me hace imposible no robarle un beso. Es que se ve tan adorable.
¿Quién diría que es el mismo hombre que no soportaba? El mismísimo Señor Engreído.
Abre los ojos un poco sorprendido por mi acto repentino y lo único que puedo hacer es soltar una risa nerviosa. Quizá no debí hacer eso.
— Lo siento. —susurro.
— No te disculpes. —se queda un momento en silencio— Estaba juntando el valor para hacer lo mismo. —admite.
¿Juntar valor para besarme después de pedirme que le diera sexo oral?
— Sólo hazlo y ya.
Sus ojos se van a mis labios y luego vuelven a mis ojos. Si sigue haciendo eso me va a volver loca. Lo veo acercarse y cierro los ojos. Cuando sus labios impactan los míos siento como si estuviera tocando el cielo. Como si su delicado tacto me transportara a otros lugares donde nunca había estado antes.
Y este beso es totalmente diferente a cualquier otro que nos hemos dado antes.
Es como si esta vez sintiéramos algo.
Algo parecido al amor.
Holis!
Perdón si el capítulo parece de relleno, pero realmente me costó escribirlo y era necesario hacer esta transición para seguir con la historia :(
Les quiero mucho <3
-Nini
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