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Capítulo 13

Maratón (3/3)

— ¿Qué haces, Mi-suk? —entierra su cara en mi cabeza, mientras su pecho se mueve agitado— ¿Por qué me haces esto? No deberías coquetear con mis amigos si eres mi novia, ¿por qué lo haces?

Me quedo quieta mientras los brazos de Min Yoon-gi me envuelven. Creo que no estoy entendiendo nada. Echo la cabeza hacia atrás para mirarlo a la cara, pero no lo logro, tiene su rostro pegado a mí y no deja de sollozar.

— Yoon-gi, estás borracho.

Apoyo mis manos en su pecho, obligándolo a retroceder, y finalmente puedo verlo. Tiene un par de lágrimas en las mejillas y la punta de la nariz ligeramente roja. Con los labios hace un pequeño puchero mientras sigue sollozando, mirando hacia el suelo. Mi corazón se hace pequeño. Nunca había visto a Min Yoon-gi llorar.

Pero realmente no entiendo nada.

Estiro mis manos y las pongo sobre sus mejillas, levantando su cabeza para que mire. Mis palmas se mojan con sus lágrimas.

— Creí que lo que teníamos se había acabado. —susurro.

Sus ojos se ven un poco perdidos por culpa del alcohol, pero me mira fijamente, con la misma intensidad de siempre. Está mucho más ebrio que yo.

Ninguno de los dos dijo nada acerca de terminar la relación, pero lo asumí. Tampoco podría estar con alguien que me trate de esa manera. Aunque no puedo negar que le echo de menos.

— No creí que yo te siguiera importando. —hago una pausa— No después de lo que me dijiste el otro día.

Min Yoon-gi cierra los ojos por un momento y pienso que realmente se siente culpable. Bajo mis manos y me quedo parada, esperando a que me diga algo, pero al parecer no tiene nada que decir, así que continúo.

— En realidad, después de eso me di cuenta de que nunca te importé.

No me dice nada. Suspiro. Me quedo unos segundos mirándolo, pero sólo mira el suelo. Quiero ponerle las manos en los hombros y exigirle que me explique qué le sucede, pero el hecho de que esté borracho no me ayuda. Estoy a punto de caminar hacia la puerta cuando habla.

— Te extraño.

Tengo que aguantarme las ganas de abrir la boca de asombro.

Finalmente me mira. Ya había dejado de llorar hace un rato atrás, pero todavía tenía la nariz ligeramente rosada. No puedo creer lo increíblemente tierno que se ve. Quiero lanzarme a sus brazos y limpiarle la carita, pero estoy tan confundida que realmente no sé qué hacer.

Me paso la mano por el cabello, tirándolo hacia atrás, pero vuelve inmediatamente hacia adelante por lo corto que lo tengo. Me muerdo el labio inferior.

— No te entiendo, Yoon-gi.

Escucho cómo traga saliva y luego se pasa la lengua por los labios. Se queda un momento sin hacer nada, como si estuviera teniendo una lucha interna sobre qué hacer a continuación. Me pone la mano izquierda sobre la mejilla y aquella sensación electrificante me recorre todo el cuerpo. Es como si mi cuerpo pidiera tener contacto físico con él.

— Te extraño. —repite.

Y acerca su rostro al mío, poniendo sus labios sobre los míos. Siento como si me dieran un choque eléctrico directo en el pecho y suelto un suspiro. Yo también lo extraño. Pasa su mano de mi mejilla a mi nuca y comienza a mover sus labios. Inmediatamente le correspondo el beso, poniendo mis manos sobre su nuca también. No quiero que se aleje nunca. Vuelvo a suspirar cuando pone su mano sobre mi cintura, y aprovecha de meter su lengua dentro mi boca. Sabe a cerveza y es tan suave. Con su cuerpo me empuja suavemente hacia atrás y quedo pegada a la pared. Su grande cuerpo cubre el mío, nadie podría ver que estoy ahí. Se separa ligeramente de mis labios, con la respiración agitada, y me quedo con ganas de más.

— Te he extrañado tanto estos días.

Me mira directo a los ojos. Pareciera que la borrachera se le fue. Me paso la lengua por los labios, justo donde hace un par de segundos habían estado los suyos. Inmediatamente lleva sus labios húmedos a mi cuello.

— No te entiendo. —respondo entre jadeos.

Tiro la cabeza hacia atrás para que tenga un mejor acceso. Estoy tan entregada a él que haría cualquier cosa que me pidiera, sin siquiera pensármelo dos veces. Su mano que reposa en mi cintura saca mi camiseta de dentro de mi pantalón y me toca directamente sobre la piel. Tengo que ahogar un gemido cuando comienza a acariciarme de arriba hacia abajo, rozando la copa de mi sujetador. Mi cuerpo está ardiendo en llamas.

— No puedo controlar mi boca cuando estoy celoso. —murmura sobre mi piel.

— ¿Celoso de qué?

Tiro suavemente su cabeza hacia atrás para que me mire, pero vuelve a llevar sus labios a mi boca, y no reclamo nada. Quiero estar así. Se vuelve a alejar y me mira intensamente.

— Quiero que seas sólo para mí y que no mires a nadie más que a mí.

Me quedo un momento callada. Lo único que se escucha son nuestras respiraciones aceleradas. Se va a acercar nuevamente a mis labios, pero hablo primero.

— Creí que no te gustaba... Que yo no te gusto. —aclaro.

— ¿Acaso no te das cuenta de lo loco que me traes? Si no me gustaras nunca me habría acercado a ti, ni siquiera para tener sexo.

— Pero el otro día dijiste...

Me interrumpe con un beso.

No sé si yo soy la estúpida o este chico me manda señales contradictorias. Es verdad que en algún momento llegué a pensar que podría gustarle, pero luego me actúa de forma extraña y me insulta.

Engancho mis brazos por detrás de su cuello y al mismo tiempo me levanta con sus dos manos, tomándome del culo. Enrollo mis piernas en sus caderas y siento un creciente bulto contra mi glúteo. Con el peso de su cuerpo me sostiene contra la pared y sus manos se meten debajo de mi playera, justo debajo de mis pechos. Quiero que me toque entera. Baja sus besos hasta mi cuello y vuelvo a gemir, lo más despacio que puedo para que nadie nos escuche.

De repente un pensamiento me molesta.

— ¿Esta es tu habitación? —pregunto.

Aleja un poco la cabeza y asiente con la cabeza. Los dos tenemos la respiración acelerada. Tiene las mejillas sonrojadas y seguramente yo estoy igual.

— Traba la puerta.

Parece un poco sorprendido, pero asiente inmediatamente con la cabeza. No me gustaría que alguno de los chicos entrara y se encontrara con una situación tan comprometedora. Me baja con cuidado antes de dirigirse a la puerta y siento mis piernas tiritar. Busco la cama entre la oscuridad y me siento en el borde, esperando a Yoon-gi. Se sienta a mi lado, conservando la distancia, pero ahora parece tímido.

¿Acaso no vamos a seguir?

Me arrastro en la cama hasta que quedamos pegados y lo miro directamente a los ojos.

— Se me hace tan difícil entenderte. —susurro.

Como sólo me mira, alargo mi mano y la pongo en su nuca, atrayéndolo nuevamente hacia mí y le paso la lengua por el labio inferior. Suspira y meto mi lengua en su boca. Sin separarme, logro sentarme a horcajadas sobre él y lo empujo suavemente hacia atrás para que quede recostado sobre la cama. Pone sus manos directamente sobre mi culo y lo aprieta, atrayendo mis caderas hacia su erección. Quiero gemir, pero me lo aguanto, en cambio muevo me muevo sobre él, rozando su pene con mi clítoris, aún con la ropa puesta. Sus manos me ayudan en mi movimiento y los dos gemimos despacio. Quiero tenerlo lo más cerca posible, y eso implica eliminar toda la ropa que nos estorba. Me incorporo para quitar mi camiseta y Yoon-gi, que tiene la boca semi abierta, pasa sus ojos sobre mis tetas y luego me mira la cara.

— Efectivamente el vino es tu color.

Le sonrío antes de acercarme nuevamente a sus labios y volver a mover mis caderas. Se siente tan bien que no puedo esperar más para tenerlo adentro mío.

Me paro rápidamente para quitarme los pantalones, mostrando orgullosa todo mi conjunto de lencería. Yoon-gi se sienta y me mira como si estuviera hipnotizado. Quiero acercarme a él y quitarle toda la ropa que tiene encima, pero me detiene.

— No tengo condón aquí.

¿Qué?

Me quedo parada, sin saber muy bien qué hacer.

¿Ahora qué? ¿Me visto y hacemos como que nada de esto sucedió?

— Pero tengo una buena idea. —termina.

Me tiende la mano y la tomo. Me tira rápidamente sobre la cama, haciéndome quedar recostada de espalda, y se pone sobre mí situándose justo entre mis piernas. Comienza a succionar suavemente la piel de mi cuello mientras con sus manos me agarra las tetas. Los músculos del vientre se me contraen y sólo siento placer. Gimo despacio. Sus labios comienzan a bajar, dejando un cálido camino de besos por entre mis pechos. Pienso que se va a detener ahí, pero sigue bajando hasta la altura de mis costillas.

¿Va a hacer lo que creo que va a hacer?

Sigue bajando y llega a la altura de mi vientre, donde se detiene y me lame suavemente y me da besos. Pasa uno de sus dedos por el borde de mi calzón y mi cuerpo se prende tanto que me llega a dar calor. Seguramente tengo toda la cara roja, pero en esta ocasión no es por vergüenza. Levanto mis caderas para que pueda quitarme lo que me queda de ropa, pero no lo hace y sigue besando mi vientre. Va a volverme loca.

Y eso que nunca nadie me ha hecho lo que está a punto de hacerme.

Finalmente se decide y me quita los calzones, se arrodilla en el suelo, justo al borde de la cama, y me abre las piernas. Me agarra por las caderas y me tira hacia él bruscamente, dejándome con el culo en el borde de la cama, muy cerca de su cara.

— Nunca me han hecho esto.

— Y yo nunca lo he hecho.

Levanto la cabeza para mirarlo, un poco sorprendida, pero la vuelvo a apoyar sobre la cama cuando siento la lengua de Yoon-gi sobre mi muslo interno, muy cerca de mi vagina. Quiero soltar un grito, así que me tapo la boca con una mano. Lleva su lengua hacia donde se juntan mis piernas, pero inmediatamente se va hacia mi otro muslo y hace lo mismo. Siento su caliente aliento sobre mí y me cosquillea de una forma muy sabrosa. De repente pasa su lengua entre mis labios. Arqueo la espalda y quiero juntar mis piernas, pero su cabeza está justo entremedio. Vuelve a pasar la lengua, esta vez un poco más decidido. Cuánto quisiera que estuviéramos en casa para poder hacer todo el ruido que me plazca. Me afirma fuerte las caderas y comienza a succionar justo donde está mi clítoris. Presiono más fuerte mi mano sobre mi boca, ahogando el gemido que se me acaba de escapar. ¿Cómo se supone que no haga ruido?

Se aleja un poco y me mira sonriente antes de pasar su lengua por sus labios que están brillantes sólo por mis fluidos. Lo único que puedo hacer es mirarlo, mientras intento recobrar el aliento. Luego de eso vuelve a su trabajo y comienza a mover su lengua muy rápidamente sobre mi clítoris. Estoy segura de que se me ponen los ojos blancos. Su lengua es mágica. ¿Cómo es posible que nunca haya hecho esto antes? Estiro mi brazo hacia abajo y meto mis dedos entre su cabello, atrayéndolo más hacia mí. Al parecer le gusta porque su agarre en mi cadera se hace más fuerte. Comienza a mover su lengua de arriba abajo, metiéndola ligeramente en mi entrada. Hago de mi mano un puño, tirando su cabello y lo obligo a quedarse quieto, en cambio yo misma comienzo a mover mis caderas sobre su boca. Estoy a punto de llegar a la cima y la mágica lengua de Min Yoon-gi no deja de moverse sobre mí.

De repente detiene mis caderas y vuelve a succionar mi clítoris, lo suficientemente fuerte como para que me cause placer, pero lo suficientemente suave para no hacerme daño. Y se me arquea la espalda porque me da un espasmo por todo el cuerpo. Aprieto mi mano sobre mi boca, ahogando mis gritos. Me estoy viniendo como nunca.

Estiro mis manos sobre la cama. Mi respiración está demasiado acelerada y mi cuerpo completamente sudado. Yoon-gi trepa cuidadosamente sobre mí y me planta un beso en los labios. Su boca tiene un extraño sabor ácido que no me desagrada, después de todo, es mi propio sabor. Se aleja un poco y con una mano me corre el cabello que tengo pegado a la frente.

— ¿De verdad nunca habías hecho esto?

Min Yoon-gi me sonríe y me pasa los dedos por la mejilla, acariciándome.

— Nunca, nunca.

Y no sé por qué, pero su expresión me da demasiada ternura. ¿Es posible que pase de ponerme extremadamente caliente a ser extremadamente tierno? Le sonrío de vuelta y también la acaricio la mejilla. Parece realmente disfrutar mi tacto, porque cierra los ojos e inclina la cabeza hacia mi mano. Por un momento me recuerda a un gatito.

Se recuesta a mi lado, totalmente pegado, y para mi sorpresa, estira su brazo sobre mí y me abraza. Estoy tan cómoda que me quedaría dormida en este mismo momento.

— Estuve a punto de correrme en los pantalones. —me susurra con su boca pegada a mi oreja.

Tiene la voz ronca. Me estremezco, imaginando lo caliente que debe haber estado mientras me daba placer como para estar a punto de correrse. Giro mi cabeza al mismo tiempo que estiro mi brazo hacia él, también para abrazarlo, y le planto un beso corto en los labios. Su cara huele a mí. Nuestras frentes quedan juntas y cierro los ojos. Quisiera quedarme ahí para siempre.

Pero hay cosas que debemos hablar.

— ¿Podemos hablar? —pregunto, abriendo los ojos para mirarlo— Sobre lo de hace un rato. —aclaro.

Hace una mueca con los labios, pero termina asintiendo con la cabeza.

— No es lo que crees —explico—. No he estado coqueteando con Tae-hyung ni con Jung-kook, ni con nadie.

Frunce un poco el ceño.

— ¿—Entonces qué fue lo que vi?

Su voz ahora suena más dura. Suspiro.

— No quiero que discutamos. —le acaricio la mejilla con los dedos y su rostro se relaja— Lo de Tae-hyung sólo fue una canción —le acaricio la nariz, que hace un rato atrás estaba rojita por el llanto— y no significó nada para mí.

Hago una pausa.

— Me refiero a que sólo lo considero un amigo.

— Hoy lo llamaste oppa.

Me río nerviosa.

— Sí, es una larga historia... Pero no fue nada romántico.

Le cuento lo que me pasó en la tarde con el tipo raro que me había perseguido en la calle y cómo Kim Tae-hyung había llegado a salvarme el día como Superman. Frunce el ceño nuevamente.

— Debí haber estado ahí para ti. Soy el peor novio que existe. —se recrimina.

Suspiro.

— Creí que ya no éramos novios después de lo del otro día.

Pienso que se va a disculpar o algo, pero no lo hace, en cambio repite algo que ya me había dicho antes.

— No puedo controlar mi boca cuando estoy celoso.

Vuelvo a suspirar.

— Si quieres seguir con esto, tendrás que controlarla. No puedo estar con alguien que me trate de esa forma.

Me incorporo lentamente en la cama, quedando sentada. El cuerpo se me había enfriado y ya me está empezando a dar frío. Será mejor que me vista. Me levanto y comienzo a buscar mi ropa en la penumbra de la habitación. Además, el resto debe estar sospechando de nosotros por el tiempo que llevamos encerrados.

— Y lo de Jung-kook... Estábamos encerrados ahí bebiendo porque tú no nos dejaste hacerlo. Sólo eso.

Me pongo el calzón, que está frío y húmedo.

— ¿Qué haces? —pregunta y se sienta en la cama.

— Será mejor que me vaya.

Me termino de poner la playera y me acomodo el cabello, que seguro está desordenado.

— ¿No puedes dormir conmigo esta noche?

Me giro a mirarlo. Está casi haciendo un puchero y parece un niño pequeño. Realmente no aparenta su edad.

— Creo que eso sería demasiado para los chicos.

Me doy media vuelta para salir de la habitación, pero una interrogante invade mi cabeza. ¿Dónde dormiré yo? Ya deben ser como las dos de la mañana, y la verdad ya tengo sueño. Me levanto temprano todos los días para trabajar. Vuelvo a mirar a Yoon-gi, que está mirando el piso como si estuviera pensando en muchas cosas a la vez.

— ¿Dónde dormiré yo? —pregunto.

— Al inicio del pasillo, a la derecha, hay una habitación de invitados.

Y eso es todo. Creí que me iba a llevar hasta allá, pero se queda sentado. Así me salgo de la habitación y me voy a buscar el bolso que dejé en uno de los muchos sofás de la casa. Ya no queda nadie, seguramente todos se fueron a dormir. Cuando voy de vuelta, me quedo parada. ¿Era la puerta de la derecha saliendo por el pasillo o entrando por él? Hay dos puertas exactamente iguales, una frente a la otra, y no sé cuál elegir. No quiero abrir una y encontrarme con algo que no quisiera ver.

— Creí que le gustabas a Yoon-gi hyung, pero no creí que tuvieran una relación.

Me giro hacia la persona que me acaba de hablar. Kim Nam-joon está de pie frente a una de las puertas que, supongo, es su habitación. Ya no está tan borracho como antes.

— ¿De qué hablas? —casi tartamudeo del nerviosismo.

Suelta una pequeña risita.

— No puedes negar la tensión que había entre ustedes hace un rato. Además, creo que nunca había visto a hyung ponerse tan celoso.

Me muerdo el labio inferior. Creí que nadie se había dado cuenta.

— ¿Tan obvio es?

— No realmente, el resto de los chicos no lo notaron.

Jung-kook sí lo había notado, y me lo hizo saber cuando estuvimos en el baño.

— Pero conozco a hyung hace mucho años. Y —continúa— hubiera pensado que estaban durmiendo en su habitación, realmente son silenciosos.

La cara me arde. Esperaba que nadie se hubiera dado cuenta. Suspiro y me paso la mano por el cabello.

— No se lo digas a nadie, por favor.

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