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Capítulo 12

Maratón (2/3)

— ¿Qué significó eso? —me pregunta Tae-hyung cuando terminé de cantar y me había sentado a su lado en el suelo.

Se había acercado un poco más de lo normal a mi cuerpo y su boca estaba casi rozando mi oreja. Su voz profunda me hace estremecer.

Me río como tonta mientras siento mi cara arder.

— En realidad...

— ¡Ahora vengo yo! —grita Seok-jin, interrumpiéndome.

Y lo agradezco bastante porque no sé bien cómo responder esa pregunta. Quizá debería hablar con Kim Tae-hyung cuando ya se encuentre sobrio, no quiero que las cosas se confundan y perdamos nuestra amistad.

Comienza a sonar una canción que no conozco, y un Kim Seok-jin ebrio y medio desafinado comienza a cantar. Me levanto del suelo y vuelvo a sentarme junto a Jung-kook, que estaba tomándose otra botella de leche de plátano.

— ¿No te aburres de tomar eso? —le pregunto.

Niega con la cabeza mientras me mira. Parece un niño pequeño.

De repente me siento observada, así que desvío la mirada hacia el resto de los chicos, Min Yoon-gi me observa desde lejos y aparta la vista inmediatamente. Yo también.

Miro la hora en la pantalla de mi celular.

— ¿Quieres divertirte? —nuevamente giro mi cabeza hacia Jung-kook.

Me mira con curiosidad.

— Llévame a la cocina.

Cautelosamente los levantamos del sofá y caminamos por un pequeño pasillo hasta una gigantesca cocina. Creía que la del apartamento de Yoon-gi era grande, pero esta es inmensa. Camino hasta el refrigerador y lo abro. Dentro me encuentro una reserva de cervezas y leches de plátano. Rápidamente tomo un par de cervezas y se las paso a Jung-kook.

— ¿Qué haces? —me pregunta como si estuviera asustado, incluso tiene los ojos muy abiertos.

— ¿Quieres divertirte o no? —le susurro.

Asiente con la cabeza y me recibe las botellas, aun dudando.

— Llévalas a un lugar donde podamos tomarlas sin que nos molesten.

— ¿No que estabas trabajando?

Le regalo una sonrisa.

— Ya pasó la media noche, Kookie. —le respondo, imitando la forma en la que Yoon-gi lo había llamado antes— Oficialmente ya estoy en mi día libre.

Vuelvo para sacar unas botellas más, pero otra que contiene un líquido blanco me llama la atención. Me muerdo el labio inferior. Amo el makgeolli. La tomo y se la tiendo a Jung-kook, que sigue parado a mi lado como si no supiera muy bien qué hacer. Giro la cabeza para mirlarlo.

— ¿Ya pensaste un lugar?

Pestañea un par de veces, mirándome con los ojos muy abiertos.

— Pero Yoon-gi hyung dijo que no debería beber porque tengo mucho trabajo.

Cierro el refrigerador y me giro completamente para mirarlo.

— Todos están borrachos, ¿no quieres relajarte un poco?

Asiente con la cabeza. Acto seguido, se da media vuelta y sale de la cocina. Saco dos pares de cervezas más y las dejo sobre la encimera. ¿Cuántas botellas podré llevar al mismo tiempo? No soy muy alta, por lo que no tengo los brazos tan largos como Jeon Jung-kook. Saco otro par de botellas y me dispongo a intentar llevar las seis entre mis brazos, pero una voz me interrumpe.

— Ahí estás, te estaba buscando.

Me giro rápidamente. Kim Tae-hyung avanza hacia mí, tambaleándose levemente. Está más borracho de lo que pensaba. Me pongo delante de las botellas para que no las vea. Cuando queda frente a mí lo miro hacia arriba y levanto una ceja de forma interrogatoria.

— ¿De verdad no me vas a decir nada por lo de recién?

Bajo la vista y me muerdo el labio. Creo que no tengo nada que decir más que no debemos confundir las cosas. En este poco tiempo he llegado a encariñarme mucho con Tae-hyung, y se podría decir que lo veo como un amigo, de la misma forma que vería a mi hermano mayor.

— Te ves tan linda cuando haces eso.

Levanto la cabeza rápidamente para mirarlo.

— ¿Qué cosa?

Estira la mano y la pone sobre mi mejilla, pasa su pulgar suavemente por sobre mi labio inferior.

— Siempre que estás nerviosa te muerdes el labio... Te ves tan adorable... Y hoy cuando me llamaste oppa... —niega con la cabeza mientras sonríe.

Siento un ligero calor sobre las mejillas. Me avergüenza que Kim Tae-hyung piense eso sobre mí cuando yo sólo puedo verlo como amigo.

Pongo mi mano sobre su brazo, el que está tendido hacia mí, y lo miro directo a los ojos. A pesar de estar borracho, su mirada se ve bastante clara e intensa. También tiene las mejillas ligeramente rosadas y sus labios rosados están entreabiertos, dejando pasar su aliento que me cosquillea en la frente.

— Tae... —comienzo.

Un carraspeo a nuestro lado me interrumpe. Suelto inmediatamente el brazo de Tae-hyung y giro la cabeza hacia el ruido. Min Yoon-gi pasa sus ojos de mí a Kim Tae-hyung repetidamente, y pese a que está borracho, está notablemente molesto.

Mierda.

— Lamento interrumpir su... Charla. Sólo venía a buscar más cervezas. —dice y su boca se transforma en una fina línea.

Acerca a mí y saca dos botellas de las que yo había dejado en la encimera. Pasa tan cerca que siento estática entre nosotros y me quedo sin aliento. Y como si nada, se da media vuelta y desaparece por la puerta.

Me quedo inmóvil mirando hacia la salida. ¿Qué ha sido eso?

Vuelvo a mirar a Tae-hyung, intentando disimular mi sorpresa.

— Tae, es mejor que hablemos de esto cuando estés sobrio.

Sólo se queda parado, mirándome. Creo que la cagué. Así que le sonrío y le acaricio el hombro por unos segundos.

Hyung, Nam-joon hyung te llama. —la voz de Jung-kook interrumpe nuestro silencio.

Gracias, pequeño grandote, por salvarme.

Kim Tae-hyung asiente con la cabeza y simplemente se da media vuelta y se va. Jeon Jung-kook se queda en la puerta, sin saber realmente qué sucedió. Le tiendo otro par de botellas de cerveza y el resto lo tomo en mis manos. Me hace una pequeña seña con la cabeza para que lo siga, y eso hago. Me guía a través de un pasillo, hacia el lado contrario de la sala y llegamos a una puerta color café claro. Mira hacia ambos lados para asegurarse que nadie nos está mirando y la abre.

¿Qué?

— ¿No se te ocurrió otro lugar mejor que el baño?

Se introduce en la habitación y rápidamente tira de mí para que haga lo mismo.

— Si no, ¿dónde más? —susurra.

Dejo las botellas donde había amontonado las otras que le había pasado antes, justo a un lado de la tina.

— No sé... ¿Tu habitación?

Me sisea y lo miro con los ojos entrecerrados. Apoyo las manos en mis caderas.

— ¿Cuántos años tienes? —pregunto, ahora susurrando también.

— Veintidós.

Suelto una pequeña carcajada.

— Será mejor que me tengas más respeto, soy mayor que tú —lo apunto con el dedo—. Tengo veintitrés.

Se ríe.

— Está bien, noona.

Siento como si un conejito rosado me abofeteara el corazón con un algodón de azúcar. Me pongo una mano en el pecho.

— Nunca nadie me había llamado noona. —finjo que me limpio una lágrima.

Jung-kook vuelve a reír. Sonrío. Solía pensar que era imposible llegar a conversar con él porque es demasiado tímido, pero en este momento no puedo negar que es uno de los chicos más tiernos que he visto en mi vida. Su presencia es relajante.

Tomo un par de botellas y las abro, le tiendo una. Estoy ansiosa por emborracharme, hace tiempo que no tenía una semana tan horrible como esta. El hecho ignorar a Min Yoon-gi, y que el me ignore, me pone demasiado tensa, sobretodo después de haber tenido sexo y haber sentido algún tipo de conexión. Tomo un gran sorbo y hago una mueca por el sabor amargo. La cerveza nunca ha sido mi trago favorito. ¿Se podría decir que tuve una conexión con Yoon-gi? De otra forma no me podría explicar cómo nos entendimos tan bien las pocas veces que tuvimos sexo.

Lo bueno siempre me dura poco.

— ¿Vamos a quedarnos de pie todo el tiempo? —el susurro de Jung-kook me saca de mis pensamientos.

Miro a mi alrededor. El baño es bastante espacioso y lujoso, pero realmente no me apetece sentarme en el suelo. Camino hasta la tina y me meto dentro, quedando de forma perpendicular, con la cabeza apoyada en la pared y las piernas colgando hacia el otro lado. Pego palmaditas a mi lado para que se siente a mi lado. Jeon Jung-kook se encoje de hombros y me sigue, a los pocos segundos está a mi lado. Sus largas piernas casi tocan el suelo.

Levanta la botella hacia mí.

— Brindemos.

La levanto también, aunque ya he tomado de la botella, sonriendo.

— Brindemos por las cosas que hacemos a escondidas. —respondo.

Y con eso no sólo me refiero a lo que estamos haciendo ahora mismo, sino que también a todas las cosas que he hecho a escondidas, sobretodo el acostarme con Yoon-gi. Esa se lleva el primer premio. Tomo otro gran sorbo y el sabor ya no me molesta tanto. Apoyo la cabeza en la pared y miro a Jung-kook. Está mirando hacia adelante, pensativo, y con una mano se acomoda el cabello, que está todo desordenado. Noto que tiene tatuajes en el dorso.

— Hay que tener coraje para hacerse tatuajes en esta sociedad.

Si la gente en el mundo occidental tiene prejuicios con las personas con tatuajes, no cabe duda de que es muy mal visto en una sociedad tan conservadora como la de Corea del Sur.

Me mira y luego se mira la mano. Tira de su manga hacia arriba, revelando su brazo lleno de tinta. Abro ligeramente la boca, porque no me esperaba algo como esto, y reprimo las ganas de estirar mi mano y tocarlo.

— Para cambiar la sociedad hay que romper los estereotipos. —susurra.

Asiento con la cabeza, mostrando mi aprobación. Me gusta la manera de pensar de este chico.

— ¿Alguna vez has hecho algo para romper con los estereotipos?

Niego con la cabeza.

— No realmente. —me quedo en silencio un momento— Pero tengo esto.

Tomo aire profundo, sin poder creer lo que estoy a punto de mostrarle. Me apena un poco porque por un momento sentí que era un secreto entre Min Yoon-gi y yo. Pero, después de todo, no significó nada para él. Así tomo el borde de mi camiseta y lo tiro hacia arriba, lo suficiente para descubrir mi perforación del ombligo.

— ¿Cómo que eso no es romper con los estereotipos? —abre mucho los ojos y acerca su cara a mi perforación.

De repente se da cuenta lo cerca que está de mí y se aleja rápidamente, terriblemente sonrojado. A mí también me arden las mejillas. Tomo otro sorbo de mi botella, fingiendo que no ocurre nada, ya voy por la mitad.

Se aclara la garganta, mirando hacia adelante.

— Te gustan las converse altas.

Miro mis pies, pero ya no llevo las zapatillas, y frunzo los labios.

— Eso parece ser un tipo de chiste interno entre ustedes. Tae venía cantando una canción sobre eso en el auto, ¿tiene que ver con ella?

Se ríe suavemente.

— Supongo. Son difíciles de sacar.

Me dan ganas de pegarme con la palma de la mano en la frente. Levanto una ceja.

— ¿Y eso qué? Además, no entiendo la canción. ¿Le gusta u odia las converse?

Vuelve a reírse, mostrando sus dientes. Parece un conejito.

— Le gustan en ella, pero las odia porque son difíciles de quitar.

— Sí, pero no entiendo por qué las odiaría. Ni siquiera es él quién las usa. —me paso la mano por el cabello, tirándolo hacia atrás.

— Ya sabes, a la hora de... —se queda callado un momento, como si estuviera dudando si realmente decirlo— A la hora de... De tener sexo.

La cara se le vuelve a poner roja, esta vez parece un tomate. Mira hacia abajo, realmente avergonzado de lo que acaba de decirme. Yo también me pongo un poco roja. Creo que desearía no haber preguntado.

Por lo menos no me quedé con la duda.

— ¿Y cómo sabes eso? ¿Lo has hecho? —me arde cada vez más la cara.

Jeon Jung-kook está dándole un sorbo a su cerveza y casi se atraganta.

— No. —responde, pero parece más una pregunta.

Me río nerviosa. ¿En qué momento se me ocurrió hablar tan abiertamente de sexo con Jung-kook? Me acomodo el cabello atrás de la oreja, mirando hacia cualquier lado que no sea su rostro. Sé que está sonrojado, al igual que yo.

Creo que el alcohol está haciendo efecto directo en mi boca.

No debería haber dicho eso.

— Nunca he llegado a nada concreto. —murmura después de un rato.

Y no dice nada más. Agradezco que no haya preguntado por mí y el tema haya muerto aquí. Mi cerveza se acabó, así que me tiro hacia adelante y tomo otra, la abro y tomo otro gran sorbo. Pasé de estar cómoda a ponerme incómoda por mi propia culpa.

Noona —comienza—, creo que le gustas a Yoon-gi hyung.

Intento hacer pasada desapercibida mi sorpresa y me quedo mirando hacia un punto fijo justo delante de mi cara. La pared del baño nunca me había parecido tan interesante.

— ¿Por qué crees eso? —hago mi mayor esfuerzo para no tartamudear.

Jeon Jung-kook se incorpora, buscando mi mirada con su cabeza.

— Escuché lo que dijo en la cocina. Parecía bastante molesto.

Me dan ganas de suspirar. Después de todo, ¿por qué le gustaría a Min Yoon-gi? Finalmente lo miro.

— Sólo estaba molesto porque no quiere que su enfermera coquetee con su amigo. —explico— Él mismo me lo ha dicho.

Hace una mueca con la boca y está a punto de hablar, pero yo lo hago antes.

— Incluso, no quería que viniera. Dice que sólo me invitaron para mirarme el culo y las tetas.

Han Mi-suk, ¿qué estás diciendo? Cierra la maldita boca.

Jung-kook no dice nada. Quizás Yoon-gi no está tan alejado de la verdad. Me encojo de hombros y dejo mi cerveza en el suelo para tomar la botella de makgeolli. La abro y le doy un sorbo gigante.

Creo que me estoy pasando de la raya, pero por lo menos sigo consciente de lo que estoy haciendo. Sólo no puedo controlar mi estúpida boca.

— ¿De verdad Yoon-gi hyung dijo eso?

Me limpio los labios con el dorso de la mano porque la botella tiene la boca muy ancha y casi derramo antes de asentir con la cabeza, sin voltear a mirarlo. Estoy en un punto antes de estar borracha en el que no puedo mentir.

— Ni siquiera es para tanto —digo—, tampoco es que sean tan grandes.

Bajo mis ojos hasta mis tetas y las agarro con las manos, luego miro Jung-kook, que, nuevamente, tiene las mejillas rojas.

— ¿Tú crees que son grandes? —pregunto.

Comienza a tartamudear cosas sin sentido. Creo que esta vez fui demasiado lejos. Me río para disipar la incomodidad, aunque sólo logro que se incremente.

Vuelvo a tomar un sorbo del exquisito líquido blanco. Esto hará que mañana tenga resaca, pero hay que verlo por el lado positivo, es mi día libre y puedo hacer lo que quiera.

— ¿Te gusta el animé? —intento cambiar el tema.

— Sí son un poco grandes. —dice Jung-kook al mismo tiempo, con los ojos muy abiertos y hasta las orejas rojas— Me gusta el animé. —corrige, rápidamente, como si no hubiese dicho lo primero.

Suelto una risa nerviosa. Soy una estúpida al preguntarle eso, pero nunca creí que me respondería. Me muerdo el labio inferior. Creo que debería hacer como que nunca hablamos de mis tetas.

— ¿Has visto Shingeki no Kyojin? —pregunto.

Asiente con entusiasmo y el ambiente cambia inmediatamente. Puedo ver su emoción en sus ojos.

— Estoy esperando la última temporada.

Suspiro.

— Yo estoy intentando verla otra vez antes de salga, pero con tanto trabajo no he podido. —lloriqueo— Min Yoon-gi es muy demandante.

Se ríe de mi actitud de niña.

Noona¸ podrías ver Jujutsu Kaisen cuando termines de ver lo que tienes pendiente.

Ladeo la cabeza, con curiosidad.

— ¿De qué trata?

Jeon Jung-kook está a punto de hablar, pero unos golpes en la puerta lo interrumpen. Lo miro interrogante, pero sólo se encoje de hombros. No tiene idea quién puede ser. Los dos nos levantamos y aprovecho de acomodar mi camiseta dentro de mi pantalón otra vez mientras Jung-kook abre la puerta.

— Kookie-a —escucho una voz conocida—, ¿has visto a Han Mi-suk?

Levanto inmediatamente la cabeza y miro hacia la puerta. En el umbral está Min Yoon-gi, mirándome como si hubiera visto a un fantasma. Mira a Jung-kook y luego me mira a mí, nuevamente. Hago una mueca con la boca, mientras me acerco lentamente hacia la puerta.

Creo que cada vez la cago más.

Encontrarme encerrada en el baño con Jeon Jung-kook, arreglándome la ropa, no es la mejor imagen, y yo lo malpensaría de la peor manera posible.

Yoon-gi me agarra de la muñeca y me tira hacia afuera, arrastrándome por el pasillo hacia un lugar se la casa que no conozco.

— ¿Qué haces? —escucho decir a Jung-kook detrás.

Lo mismo me pregunto. Intento darme vuelta para mirarlo, pero justo Yoon-gi me mete dentro de una habitación, cerrando la puerta tras de nosotros. Ni siquiera prende la luz, así que sólo puedo ver su silueta levemente iluminada por la luz de la luna. Me suelta y me acaricio la muñeca porque me hizo doler. Tiene la respiración acelerada.

— ¿Qué crees que haces? —pregunto.

Esto no me hace nada de gracia.

Avanza un paso hacia mí e instintivamente retrocedo, pero choco con una pared. No puedo distinguir nada dentro de la habitación. Levanto la mirada hacia su rostro, desafiándolo a que se atreva a hacerme algo. Alarga la mano, pero se detiene a medio camino. No tengo idea qué pretende. De repente suelta un gran suspiro y vuelve a alargar su mano hacia mí, y, contrariamente a lo que pienso, me atrae para envolverme con sus brazos y comienza a sollozar.

— ¿Qué haces, Mi-suk? —entierra su cara en mi cabeza, mientras su pecho se mueve agitado— ¿Por qué me haces esto? No deberías coquetear con mis amigos si eres mi novia, ¿por qué lo haces? 

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