Capítulo 10
Abro los ojos por culpa de la alarma de todos los días e inmediatamente me muerdo el labio inferior, sonriendo. ¿A qué hora será? Me levanto, bastante animada, y sin pensarlo, salgo de la habitación y me dirijo a la de Min Yoon-gi. Estoy bastante ansiosa.
Me sorprendo bastante cuando lo encuentro despierto sobre la cama. Me mira un poco confundido de arriba a abajo, y al principio no entiendo, pero cuando me miro a mí misma en un espejo que está dentro de la habitación me doy cuenta de que ni siquiera me cambié de ropa para venir. Nunca había venido a su habitación sin haberme duchado primero. Me río como estúpida sin saber realmente qué hacer.
— Si hubieras dormido conmigo no estarías tan ansiosa. —me dice, como si realmente pudiera leerme.
Las mejillas se me ponen medias rosadas.
— No es eso. —me aclaro la garganta— ¿Quieres desayuno?
Min Yoon-gi se ríe. Aquel hermoso sonido me hace estremecer.
— Ya te dije que mentir no se te da bien, Han-ssi. —responde, imitando cómo yo lo había llamado anoche.
Me muerdo el labio inferior. ¿Cómo se supone que salga de esta ahora? Me adentro en la habitación, dejando la puerta abierta detrás de mí y me siento en el borde inferior de la cama.
— Bien, me pillaste. —asumo, rendida, mirándome las manos.
Como no escucho respuesta, levanto la cabeza para verlo. Está sonriendo, pero esta vez es diferente, es como si estuviera tramando algo. Algo extremadamente sensual. Suspiro suavemente, imaginándome todo lo que podríamos hacer. De sólo pensar en volver a tener sexo se me contraen los músculos del vientre. De sólo imaginarme las sonrojadas mejillas de Min Yoon-gi, su boca semi abierta, su frente llena de sudor y sus ojos intensos mirándome sólo a mí. Como si fuera la persona más sexy que ha visto en su vida. Me hace sentir terriblemente poderosa como mujer, hermosa y sensual.
Se levanta de la cama y se pone frente a mí, me toma el mentón con la mano derecha.
— Deberíamos tomar una ducha primero.
Abro levemente la boca. ¿Eso significa que nos bañemos cada uno por separado o que nos metamos juntos en la ducha? Me respondo sola cuando veo que me tiende la mano para que me levante de la cama. Y sin dudar que se la acepto. Me guía hasta la puerta del baño privado de su habitación. No puedo creer que haré esto. Es mi primera vez.
Después de todo, Yoon-gi sí tendrá alguna primera vez mía. Ya lleva un par acumuladas, pero la primera nunca la admitiría. No admitiré que en un día ya me tiene loca. Y la segunda prefiero simplemente vivirla, sin decir nada.
Abre la llave del agua caliente en la ducha y luego se gira para mirarme. Sus ojos se ven más oscuros que hace un par de segundos, puedo sentir cómo me come con la mirada.
— Quítate la ropa para mí.
El baño comienza a llenarse de vapor y la ropa sobre mi cuerpo me molesta. Lentamente y sin dejar de mirarlo a los ojos, me bajo aquel calzón de mariposas, arrastrándolo suavemente por mis piernas y soltándolo cuando llega a la altura de mis rodillas. Lo arrastro con uno de mis pies hacia al lado. Acto seguido, tomo mi playera de dormir por el borde inferior y lo tiro hacia arriba, sacándola por sobre mi cabeza. Tiro la prenda al suelo, justo sobre donde habían quedado los calzones. Me remojo los labios con la lengua, todavía mirándolo a los ojos. Lejos de sentirme avergonzada, me siento peligrosa.
Va a decirme algo, pero me adelanto, caminando hacia dentro de la ducha. Puedo sentir su mirada sobre mi culo y eso me pone un poco caliente. Me sitúo justo bajo el chorro de agua y el agua caliente resbala por todo mi cuerpo. El cambio de temperatura hace que se me pongan los pezones duros. Tiro la cabeza hacia atrás con los ojos cerrados para disfrutar de la sensación relajante del agua sobre mi cuello, pero mi cabeza choca con un musculoso pecho. Abro los ojos, sonriendo, y Min Yoon-gi me mira hacia abajo. Tiene el cabello húmedo pegado a la frente por culpa del vapor que emite el calor de la ducha.
— Me encanta mirar ese lindo culo que tienes. —me habla casi al oído.
Un escalofrío recorre mi cuerpo. Pone sus manos en mi cintura y me gira con delicadeza, haciéndome quedar frente a frente. Mi flequillo me tapa un poco la vista, así que lo tiro hacia los lados y me encuentro con un Yoon-gi hermosamente desnudo. El pecho le sube y baja pesadamente, al ritmo de su respiración, y tiene el miembro totalmente erecto, apuntando ligeramente hacia arriba. Lo tomo con cuidado por los hombros y lo tiro hacia mí, al mismo tiempo que retrocedo un paso. El agua moja su cabello y recorre su cuerpo. Si pudiera tomarle una foto ahora mismo lo habría hecho sin dudarlo, es lo más sexy que he visto en mi vida. Tengo tantas ganas de besarlo.
Estoy a punto de alargar la mano para tocarle el pecho, pero se me adelanta y me pone contra la pared. Me muerde el labio inferior. El corazón se me acelera y suelto un pequeño gemido. ¿Es posible estar tan caliente apenas habiéndonos tocado? Quiero acercarme más y devorarle la boca, pero se echa levemente hacia atrás.
— Vuelve a mostrarme ese culo.
Cada palabra que dice vibra dentro de mí, enviando señales eléctricas al más mínimo rincón de mi cuerpo. Me giro casi de inmediatamente, apoyando una de mis mejillas, mis manos y mi pecho, dejando el trasero hacia atrás. Quiero que me mire. Las baldosas de la pared están frías, pero me cae un poco de agua caliente por la espalda. Cierro los ojos por aquella extraña sensación. Yoon-gi pone una mano en uno de mis glúteos y lo aprieta tan fuerte que podría decir que su mano quedó marcada. Luego me acaricia con cuidado, llevando su mano hasta la parte trasera de mi muslo.
— Estoy ansioso por tocar tus hermosos labios —su boca está pegada a mi oído—, y no me refiero a los de tu boca.
Su cuerpo caliente está pegado al mío y su erección reposa sobre mi espalda, justo sobre mi trasero.
— ¿Sientes cómo me pones? Estoy así con tan solo mirarte.
Ahogo un gemido cuando dirige su mano hacia donde se juntan mis piernas y pasa el dedo medio entre mis labios vaginales. Estoy mojada y no es precisamente por el agua de la ducha. Se acomoda a mi lado, poniendo su pene justo en mi cadera, casi puedo verlo. Pone su dedo sobre mi clítoris, presionándolo suavemente, para después pasarlo nuevamente por mis labios, esta vez se resbala con facilidad hasta la entrada de mi vagina. Con el dedo medio y el anular me separa levemente los labios y me acaricia. Gimo cuando mete ambos dedos dentro de mí y separo más las piernas y tiro el culo más hacia atrás, para que entren más profundo. Los retira casi de inmediato y me entran ganas de hacer un puchero. Levanta la mano y la pone justo frente a mi rostro, mostrándome un par de dedos brillantes, cubiertos con algo viscoso.
— Chúpalos.
Y esa frase me recuerda a mi sueño.
Obedezco de inmediato y acerco la boca hacia sus dedos, metiéndolos dentro, succionando y jugando con mi lengua a su alrededor. Sabe ácido y extraño, pero no me incomoda, me gusta, me pone caliente. Yoon-gi suspira en mi oído. Me quita los dedos de la boca y puedo ver cómo los introduce en su propia boca antes de volver a introducirlos en mí. Siento como si estuviera delirando. Comienza a hacer un movimiento circular, con los dedos semi curvados dentro de mí, y cuando encuentra mi punto no puedo evitar soltar un gemido. Así que ahí se queda, moviendo sabrosamente los dedos, volviéndome loca poco a poco. Llevándome hasta la cima de la montaña rusa del sexo. Qué dedos más maravillosos.
Creo que se me ponen los ojos blancos cuando estoy a punto de llegar. Me cuesta mantenerme en pie porque me tiemblan las piernas, y siento un extraño mareo debido a mi respiración acelerada. Pero no puedo pedirle que se detenga.
— Estoy a punto de irme. —logro decir entre jadeos.
Mi cuerpo se contorsiona con la oleada de placer que se apodera de mí mientras los dedos de Yoon-gi siguen moviéndose rápidamente, acariciando mi punto más sensible, ese punto que me hace explotar. Dejo escapar un grito. Mis piernas se cierran instintivamente, intentando incrementar las sensaciones.
Apoyo la frente en la pared, respirando como loca. Juro que si Min Yoon-gi no me hubiese sujetado por las caderas inmediatamente, me habría desplomado en el suelo. Giro mi cuerpo para mirarlo, quedando con la espalda apoyada en la pared, se ve tan guapo con las mejillas sonrojadas y el cabello mojado. Quiero darle placer también, pero apenas soy capaz de mantenerme sobre mis pies.
Me mira de arriba a abajo antes de tomarme por el mentón y acercarse a mis labios. Anhelaba tanto su boca que meto mi lengua de inmediato dentro de ella. Quiero comerlo entero. Apoyo mis manos en su abdomen, sintiendo los marcados abdominales, y comienzo a bajarla en dirección a su pene. Su mano sujeta mi muñeca, deteniéndome.
— Date un respiro, nena.
Me derrito con sus palabras y asiento con la cabeza como una niña obediente.
— Déjame ayudarte con el baño. —me quita el cabello que tengo pegado en el rostro.
Toma la botella del champú y se echa un poco en la palma de la mano, y se vuelve a mí para ponérmelo sobre la cabeza. Sus espectaculares dedos me masajean la cabeza como si fuera un profesional. Sin duda, es todo un profesional con los dedos. Me pregunto qué más sabrá hacer. Me entrego completa a su merced, dejando que me enjuague el cabello y que luego me aplique una crema, para retirarla nuevamente con agua. Me jabona entera, sin ninguna intención sexual, y no puedo hacer nada más que quedarme parada, disfrutando que me mime. Luego, sale conmigo de la ducha y me seca con una toalla, la termina poniendo en mi cabeza para que mi cabello no gotee y me pone una de sus batas acolchadas.
— Siéntate aquí y espérame. —me sienta en el inodoro y vuelve a meterse a la ducha.
Lo miro mientras se baña rápidamente. A los pocos minutos corta el agua, sale y también se termina poniendo una bata.
Mi cuerpo se siente completamente flácido y me gusta.
— ¿Te ha gustado?
Min Yoon-gi se arrodilla frente a mí y nuestras caras quedan a la misma altura.
— ¿En serio lo preguntas? —me río perezosamente.
Me sonríe. No puedo dejar de admirar lo guapo que es. Estira una mano hacia mi mejilla y me acaricia con tanto cuidado como si fuera de porcelana, acto seguido se acerca y me planta un pequeño beso en los labios. No es ningún beso fogoso, sólo es un beso, y lo disfruto como alguien perdido en el desierto disfrutaría una botella de agua fría.
Min Yoon-gi se levanta y trae la secadora de cabello, la enchufa y me quita la toalla la cabeza, me pasa el cepillo por el cabello y comienza a secarlo. Cierro los ojos y apoyo mi frente en su estómago, sonriendo secretamente.
Estoy feliz pero confundida. Si Yoon-gi no siente nada romántico por mí, ¿por qué me trata de esta manera? Es como si realmente se preocupara. Me doy unas cuantas bofetadas mentales. Es obvio que quiere que la persona con la que tiene sexo esté bien, de otra manera no podría tenerlo.
— ¿Me mandarás la fotografía que le enviaste a Tae-hyung? —me pregunta cuando estamos sentados en la mesa del comedor, desayunando.
Habíamos ido a la cocina, todavía con las batas puestas, y habíamos encontrado unos wafles instantáneos que acompañamos con jugo de naranja envasado.
Termino de masticar lo que tengo en la boca y trago.
— ¿Por qué la obsesión con esa foto, oppa?
Se encoje de hombros.
— Quizá se la mandé a mamá para mostrarle la hermosa novia que me conseguí.
Casi me atraganto con el wafle. En Latinoamérica es completamente normal presentarle tu novio a tu familia, pero en Corea sólo se hace cuando la cosa va en serio, cuando significa que te vas a casar con aquella persona. Yoon-gi tiene que estar tomándome el pelo.
— ¿Y que hay de esa que me tomaste después que me lavaran el cabello, en la peluquería? —pregunto, recordando cuando el pesado me había tomado aquella fotografía.
Toma su celular y la busca en la galería.
— No puedo mostrarle esta a mamá. —me muestra la pantalla y le hace zoom a mi rostro— Mira, te ves completamente amargada.
Aunque no quiera admitirlo, tiene razón. Además de la cara de mierda que traigo, llevo puesta una toalla en la cabeza. Divina.
Suspiro, mirando el cielo por un segundo.
— Bien, te la enviaré.
Se queda mirándome, como si esperara que tomara su celular y le enviara la foto inmediatamente. Me siento un poco inquieta.
— Te la enviaré si no se la envías a tu mamá.
Min Yoon-gi suelta una carcajada. Por supuesto que no iba a hacerlo. Qué estúpida soy. ¿Por qué lo haría? Además, llevamos dos días siendo novios. Dos días en los que me he sentido como una adolescente con su primer amor.
Me estoy pasando de intensa.
— Está bien, tú ganas, cariño.
Tomo mi celular, rendida, y abro la galería. Ahora que miro con detenimiento la fotografía, me veo bastante mal. Mientras más la miro, más horrible me encuentro. ¿Por qué soy así? Suspiro y sin pensarlo mucho más le comparto la foto. Yoon-gi, que ya tenía el celular en la mano, la abre inmediatamente.
— Te ves adorable.
Sus ojos se transforman en una pequeña línea recta gracias a su sonrisa mientras sigue hablando. Por un momento es como si lo viera todo en cámara lenta, escuchando únicamente los latidos de mi corazón. Lo tengo sentado justo frente a mí, a contraluz, y es como si emitiera un halo, no solo de luz, sino que de hermosura. ¿Es correcto decir que me estoy enamorando? Lo conozco desde hace poco menos de un mes, es muy poco tiempo. Aunque dicen que no hay tiempo definido para el amor y realmente lo creo, menos de un mes es muy poco para enamorarse. Quizá sólo se trate de una atracción física porque mi concepto del amor va más allá del físico, me gusta enamorarme de la personalidad, de la forma de ser y sobretodo de las sensaciones que provoca en mi corazón.
— ¿Estás escuchándome?
La voz de Min Yoon-gi me saca de mi trance. Me está mirando, con el rostro serio, exactamente de la misma manera en la que me miraba antes. No sé por qué, pero siento que la he cagado sin querer.
— Lo siento, ¿qué me decías? —le sonrío sin mostrar los dientes.
Se queda callado. Ah, mierda. Creo que la he re cagado. No sé qué estaba diciéndome, seguramente era algo importante, y yo estaba como estúpida pensando en el amor. Es que es tan guapo. Quisiera pegarme una patada en el estómago a mí misma en este momento y luego, cuando esté en el suelo sin poder respirar, darme una en la cabeza por ser tan estúpida. Lo peor es que ni siquiera puedo decirle por qué no estaba prestándole atención sin quedar como una intensa desesperada.
— ¿Oppa?
— No importa. —su rostro serio cambia drásticamente y me sonríe.
Pero su sonrisa no tiene el mismo brillo de las otras, es totalmente fingida. Me muerdo el labio, sintiéndome horrible. Esto me pasa por andar de intensa, enamorándome en un día de un hombre que es totalmente inalcanzable para mí. Sí, porque cuando este trabajo termine y salgamos de esta burbuja al mundo real, jamás podré estar a la altura de lo que necesita.
El único consuelo que me queda es que me siga buscando para tener sexo.
Suspiro. Creo que definitivamente no me lo repetirá. Dejo pasar su comportamiento infantil por mi error.
Mi celular vibra, pero no lo reviso. Considero que no debería hacerlo si estamos desayunando juntos en la mesa. Casi de inmediato, el celular de Min Yoon-gi suena, pero él sí que lo revisa. Entrecierro levemente los ojos, mirándolo. Así que tomo el mío y prendo la pantalla.
"Ji-min me pidió que te invitara a la celebración de su cumpleaños", es el mensaje que me acababa de enviar Kim Tae-hyung.
"¿Ji-min está de cumpleaños?", respondo inmediatamente.
"Fue hace un par de semanas, pero no quiso celebrar porque Yoon-gi hyung no podía asistir"
Antes de que pueda responder cualquier cosa, me envía otro mensaje.
"Te espero el viernes en la noche. Trae una muda de ropa porque te quedarás a dormir acá".
Frunzo los labios. No me gusta que tomen decisiones por mí.
Como si me quedara de otra.
— El viernes no estaré en casa. —murmura Min Yoon-gi, todavía mirando el celular— Y volveré el sábado, quizá en la tarde, así que podrás disfrutar...
— Sí, yo también estaré muy ocupada el viernes en una fiesta con siete chicos candentes. —me llevo el tenedor con un trozo de wafle hasta la boca, mirándolo fijamente.
No me dice nada, pero puedo ver su mandíbula tensarse levemente. Quizá la idea de que su "novia", que nadie sabe que es su "novia", esté en una fiesta con alcohol con seis de sus amigos.
— No sabía que te habían invitado también.
Bloqueo la pantalla del celular y lo dejo a un lado. Cuando termino de masticar lo que tengo el boca, hablo.
— ¿Celoso, Min-ssi?
— Oye, deja de llamarme así. Respétame que soy mayor que tú.
¿Cuatro años es mucho o poco en diferencia de edad en Corea? Claro está que en otra situación ni siquiera podríamos ser amigos.
— Y no estoy celoso, es sólo que no lo esperaba.
— Soy una chica adorable, ¿cómo no podría ganarme el corazón de tus amigos? —hago un gesto con la mano, señalando mi rostro.
— Yo diría que más bien fue tu culo y tus tetas.
Pestañeo tres veces, con la boca media abierta. ¿Cómo es capaz de decir eso?
— ¿Insinúas que tus amigos sólo están interesados en verme porque quieren verme el culo y las tetas?
Por favor, Yoon-gi, no vuelvas a cagarla.
— Pero si todas las veces que has estado con nosotros te comen con la mirada. —se ríe— ¿En serio no te has dado cuenta?
En serio no puedo creer lo que dice. Me pongo completamente seria, ya no pienso seguir con esta conversación. Me echo el último pedazo de wafle en la boca y comienzo a recoger mi plato y mis cubiertos.
¿Por qué le cuesta admitir que está celoso?
Quizá yo tampoco lo haría, pero no enviaría mensajes confusos. Desde ayer que me estoy sintiendo como una estúpida enamorada y he sabido ocultarlo a la perfección. O eso creo.
— ¿Qué hice ahora? —se frota los ojos con los dedos pulgar e índice de la mano derecha.
Cuando salgo de la cocina después de haber dejado las cosas en lavavajillas me paro frente a él y me cruzo de brazos.
— ¿Estás celoso?
— ¿Por qué lo estaría? —pone los ojos en blanco por medio segundo.
Lo suficiente para hacer que me hierva la sangre.
— ¿Acaso no te escuchas? ¿Cómo puedes hablar así de tus amigos? ¿Y cómo puedes hablar así de mí?
— ¿No me pediste acaso que fuera sincero contigo? Lo estoy siendo, ¿acaso te molesta?
Había permanecido todo este tiempo sentado, pero ahora se levanta y queda justo frente a mí. Lo miro hacia arriba, desafiante.
— ¿Quieres decir que no puedo ser valorada por otra cosa que no sea mi cuerpo? ¿Que es imposible que les haya caído bien a los chicos por mi personalidad?
Niego con la cabeza. ¿Cómo es que a veces puede ser tan tierno y otras, un completo idiota?
De repente, un pensamiento me martilla la cabeza, y no dudo en decírselo.
— ¿Tú también me ves así? ¿No soy más que un culo y un par de tetas para ti?
No me dice nada, pero puedo leer la respuesta en sus ojos. ¿Qué es esta sensación en el pecho? Suspiro antes de voltearme y tomar camino hasta mi habitación.
— Sólo tenemos sexo, ¿cómo podría verte de otra forma? —me dice antes de que abandone el comedor.
Me detengo un momento. ¿Por qué siento como si me estuvieran enterrando una daga justo en el corazón? Creo que todo me queda claro ahora. Aprieto los puños, que cuelgan a ambos lados de mi cuerpo, en un intento de controlar todos los pensamientos estúpidos que cruzan mi mente. ¿Por qué me sorprendo tanto si yo misma me repetía en todo momento que él no me veía de otra manera?
Aunque no quiera admitirlo, muy en el fondo, esperaba que yo le gustara tanto como él me está empezando a gustar.
Respiro hondo y relajo los puños, un extraño ardor me queda en las palmas de las manos. Se me escapa una carcajada. En momentos así sólo se puede reír.
— Bien, me alegra que lo aclares.
— ¿Pensabas que me gustabas?
— Pero —continúo inmediatamente, casi al mismo tiempo que él— eso no impedirá que vaya a la fiesta. Qué suertuda, podré sentirme deseada bajo las miradas de los chicos. —giro la cabeza para mirarlo, sonriente, porque hasta ahora había permanecido de espalda a él—¿Sabes cuántas chicas morirían por estar en mi posición?
Tiene la cara completamente seria. Supongo que está tan molesto como yo.
Antes de que pueda responder cualquier cosa, continúo con mi camino hacia mi habitación. Me lanzo sobre la cama después de cerrar la puerta. Quisiera gritarle a la cara que es un idiota, que a mí sí me gusta, que estoy interesada en algo más allá del sexo, que quiero pasar mi tiempo con él porque realmente lo he disfrutado estos dos días. Dos días. Menos de dos días. Supongo que una relación como la nuestra no estaba destinada a durar más si no somos completamente maduros.
Esto pasa cuando le abres tu corazón a quien no lo merece.
Me levanto y me quito la maldita bata de Min Yoon-gi. Busco cualquier cosa que ponerme con tal de tenerla puesta. La dejo junto a su camiseta negra. ¿Por qué mierda todavía la tengo en mi habitación? Ha pasado más de una semana. Me arrepiento, tomo ambas cosas con mis manos. No pienso tenerlas ni un día más aquí. Salgo de la habitación y entro a la de Yoon-gi. Por suerte no está en ella, así que aprovecho de tender la cama, porque no debo descuidar mi trabajo, y dejo las cosas sobre el mueble que está a un lado de la puerta. Cuando salgo al pasillo lo veo caminando en dirección a la habitación.
— Oye. —dice.
Lo ignoro y sigo caminando. Una mano sosteniendo mi muñeca me detiene. Lo miro con el ceño fruncido.
— Lo siento, no quise decir eso.
Me dan ganas de reír. Creo que él nunca quiere decir lo que dice. ¿Para qué tiene cerebro, entonces? O piensa con la cabeza del pene o es realmente un idiota.
— Señor Min —tomo su mano y la quito de mi muñeca—, estoy haciendo mi trabajo. Por favor, no me interrumpa.
Señor Min. Retumba en mi cabeza veinte mil veces.
El rostro de Min Yoon-gi se transforma en una extraña expresión. Sigo caminando, dejándolo parado en medio del pasillo y me adentro en mi habitación. El corazón me retumba con fuerza en el pecho. No sé si esto me duele más a mí que a él.
Ya deja de pensar en él.
Tomo el celular y abro el chat de Kim Tae-hyung.
"¿Me vendrías a buscar el viernes? Min Yoon-gi no quiere llevarme"
No hay forma de que no vaya a aquella fiesta, y será una de las mejores noches de mi vida.
Aviso para las personitas lindas que leen esta historia: Lamento decirles que estaré más o menos dos semanas sin actualizar, debo terminar el semestre :((
Les amo <3,
Nini
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro