Capítulo 1
La oficina de la señora Kang es resplandecientemente blanca, suelo blanco, muebles blancos. Mira atentamente la hoja donde estaba escrito mi currículum.
—Señorita Han, sus antecedentes son increíbles —me mira por sobre sus lentes—. La mejor de su nivel en la carrera de enfermería en la Universidad Nacional de Seúl y un par de años de experiencia siendo la mejor enfermera del hospital.
Estoy a punto de responder, pero recuerdo que la señora Kang es extremadamente estricta y que no debería hablar si no me lo ha pedido, o eso es lo que me advirtieron antes de entrar a esta entrevista. Así que sonrío cortésmente y hago una reverencia a modo de agradecimiento.
—Incluso, debo decir que fue la candidata favorita del consejo encargado.
Ahora se queda callada, esperando a que le responda algo. Tiene el cabello negro recogido y lo tiene tan tirante que pareciera que le estirara la piel de la cara. Escojo con cautela las palabras que estoy a punto de pronunciar:
-Para mí sería un honor calificar para este trabajo -respondo-, sería una experiencia enriquecedora para mí y mi trayectoria profesional.
—¿Eso significa que está dispuesta a dejar su trabajo actual? —dice de inmediatamente, casi interrumpiéndome.
—Por supuesto.
Me sonríe fríamente y anota algo en una libreta.
—Gracias, señorita Han. Nos pondremos en contacto con usted.
Hago una última reverencia y retrocedo hasta la puerta de le oficina. Cuando salgo al pasillo y cierro la puerta me doy cuenta de que estaba aguantando la respiración, así que suelto todo el aire. Suelto mi bolso en el suelo y apoyo la mano sobre la pared, respiro hondo para calmarme. ¿En qué momento comencé a temblar? Pienso mientras me miro la otra mano, que cuelga junto a mi cuerpo y que no deja de dar pequeños espasmos.
La señora Kang es bastante intimidante.
Por el pasillo pasan tres chicas que se me quedan mirando extraño, así que enderezo la espalda lo más que puedo y me peino el cabello con las manos. Doy un último gran respiro y recojo el bolso y me lo cuelgo sobre el hombro izquierdo para salir de aquel infierno llamado Bit Hit Entertainment.
Cuando cruzo la calle, saco mi celular y le escribo a Park Sunhee y a Choi Hana:
«Acabo de salir, ¿nos reunimos a tomar algo?»
Al recibir una respuesta positiva de mis amigas, tomo el transporte público hasta el lugar donde acostumbramos a ir desde que íbamos a la universidad.
Entro al café y veo el cabello rubio platinado de Park Sunhee en una de las mesas, es imposible no verlo, así que camino hasta ellas. Me dejo caer sobre la silla y suelto un gran suspiro.
—Fue la experiencia más horrible que he vivido.
Sunhee y Hana se miran. Sólo puedo verles los ojos porque llevan puesto el cubrebocas, pero sus miradas lo dicen todo.
—Vamos —dice Hana tranquilamente, intentando animarme—, no creo que haya sido tan terrible. De seguro eres la mejor candidata.
—Sí, recuerda que tienes un título universitario en la UNS y que fuiste la mejor estudiante de la carrera. No conozco a nadie tan inteligente como tú —dice Sunhee. Sus ojos verdes brillan gracias a las lentillas. Se acomoda el cabello rubio detrás de la oreja, como si estuviera pensando en algo más para decir—. Además, eres hermosa y eso te da mucha ventaja por sobre otras chicas.
Suspiro nuevamente. La apariencia no lo es todo. Mis padres son coreanos, pero nací en Latinoamérica, y eso muchas veces me hace sentir fuera de lugar en este país. Supongo que allá no es tan importante ser hermoso como lo es aquí. No sé si eso es bueno o malo, pero siempre que me siento mal recuerdo que vine a vivir acá sola para buscar independencia y una mayor cantidad de oportunidades, algo que mi antiguo país no podía darme. De la misma manera, no puedo negar que una de las cosas que más me impide acostumbrarme a este país, de los seis años que llevo, es la superficialidad, lo importante que es cumplir con los estereotipos de belleza impuestos por las empresas. Aún no olvido la primera vez que fui sin maquillaje a la universidad, y las chicas de la clase no paraban de mirarme extraño. Esa también fue la última vez.
Sin decir nada, me levanto para ponerme en la fila para comprar. Necesito tomar algo diferente a lo de siempre. Algo como un café helado con mucha crema. Antes de que me atiendan me volteo y veo que mis amigas cuchichean mirándome. Quizá debería decir algo porque están intentando hacerme sentir mejor y no estoy poniendo de mi parte.
-Bueno -digo cuando vuelvo con el café helado y mucha crema en la mano-, de todas formas, no sabré cómo me ha ido hasta que me llamen, si es que lo hacen. Así que por el momento debería relajarme.
Me bajo el cubrebocas para sorber de la pajita, pero antes les sonrío, intentando pasar desapercibida mi preocupación. Sunhee me sonríe de vuelta antes de darle un sorbo a su té, sus dientes blancos son perfectos. Es muy hermosa, además de alegre, lo que la hace ser muy popular entre los chicos, aunque nunca se ha mostrado verdaderamente interesada en ellos, simplemente disfruta de la atención que le brindan, pero no toma a ninguno en serio.
En cambio, Hana solo me mira sin decir nada, si no la conociera desde hace años pensaría que está disgustada, pero en realidad sólo está preocupada. Ella siempre ha sido más calmada y su hermosura tradicional es muy llamativa. Nunca se tintura el cabello ni usa lentillas de colores, creo que vería hermosa aún sin una gota de maquillaje.
Bajo la vista hacia mi café. En el fondo sé que ambas saben que no me encuentro bien.
Pasamos la tarde hasta que oscurece y debemos ir a casa, mañana es sábado, pero Hana debe trabajar en el hospital y Sunhee debe cuidar de su madre que está enferma. Yo soy la única que no tiene que hacer nada, pues ni siquiera veo a mis padres porque viven al otro lado del mundo. Tampoco quiero molestarlos haciendo una llamada sorpresa, así que lo único que nos queda es hablarnos por mensajes escritos y responder cuando podamos.
Cuando llego a casa me doy cuenta de lo miserable que soy. No puedo hablar con mis padres, sólo tengo un par de amigas en comparación a cuando vivía en mi país natal, estoy aferrándome a una oportunidad de trabajo que por alguna razón pienso que va a cambiar totalmente mi vida, y para colmo vivo en un apartamento de veinte metros cuadrados donde sólo cabe la cama, la cocina y el baño.
Abro el refrigerador y saco una botella de soju. Tomo un vaso pequeño de uno de los muebles y me siento en la cama ya que desde ahí puedo apoyarme en la encimera de la cocina sin problema y tomo un vaso tras otro. Y luego una botella tras otra hasta que sólo tengo conciencia para tirarme hacia atrás y quedar acostada de forma atravesada en la cama y no moverme de ahí.
· · • • • ✤ • • • · ·
Al siguiente día me despierta un molesto ruido. Quiero seguir durmiendo, pero el dolor insoportable que tengo en el cuello me obliga a sentarme. Al acostarme la noche anterior me quedó la cabeza apoyada en la pared y había dormido toda la noche con el cuello torcido. Tengo náuseas y dolor de cabeza.
El molesto ruido vuelve a perturbar mi serenidad, es una llamada entrante de un número desconocido en mi celular. ¿Será la llamada que estoy esperando? Aclaro la garganta y contesto, como si no tuviera resaca ni dolor de cuello.
—¿Hola?
—Buenos días, busco a la señorita Han Misuk —se escuchó una voz femenina al otro lado de la línea.
Cierro los ojos por un momento y reprimo la sonrisa que quiere formarse en mis labios.
-Ella habla.
—La llamo de parte de Big Hit Entertainment. Quiero comunicarle que ha sido seleccionada para el empleo al que había aplicado...
Cuando termina la llamada grito de felicidad y me tapo la cara con las manos. Vuelvo a tomar el celular y escribo de inmediato a Park Sunhee y Choi Hana para contarles la buena noticia.
Cuando me miro en el espejo del baño me doy cuenta de que estoy totalmente destrozada. Pareciera que no hubiera cepillado el pelo desde hace semanas porque está extremadamente enredado, tanto que parece imposible de desenredar. Además de que tengo la cara hinchada a causa del alcohol y la piel extremadamente seca.
Me baño rápidamente para quitarme el olor a alcohol. Quieren verme hoy mismo y que me presente con todas mis pertenencias porque seré transferida a otra residencia. Me unto todos los productos de cuidado facial en la cara rápidamente y mientras espero que se sequen armo una maleta y meto toda mi ropa, que en realidad son las únicas pertenencias que tengo aparte de una foto de mis padres y mi hermano, porque no me cabe nada más en este apartamento.
Sólo tengo tres horas hasta que pasen a buscarme. Me maquillo cuidadosamente porque el maquillaje nunca se me ha dado tan fácilmente. Cuando vivía en mi país natal el maquillaje no era tan importante como aquí, era común salir a la calle sin maquillaje y nadie te miraba raro.
Bajo cinco minutos antes de la hora a la que dijeron que me recogerían, pero el conductor ya está allí, así que subo al auto mientras él carga mi maleta. Le escribo a mis amigas diciéndoles que cuando llegue a mi nueva residencia les mandaré fotografías.
Rápidamente el paisaje cambia desde el barrio no muy adinerado en el que vivo hacia uno lleno de lujos: Gangnam. El auto me lleva por las hermosas calles pobladas por las empresas más importantes de Seúl, pasando cerca de Big Hit, y se detiene frente a un enorme edificio residencial.
Me bajo y el conductor me guía hacia el ascensor, donde subimos hasta el piso quince. Todo se ve extremadamente lujoso, muy caro. Algo que yo, ni trabajando cien años, podría pagar. Cuando salimos está la señora Kang, de pie con las manos a cada lado de su cuerpo, casi como si fuese un robot, frente a la única puerta del piso décimo quinto.
—Espero que entienda la seriedad de este trabajo, señorita Han —dice la señora mientras me guía hacia adentro del apartamento—. Usted está a punto de cuidar a una persona muy importante para la empresa, necesita disponibilidad total para su pronta recuperación. Por eso que vine a advertirle yo misma en persona que si no realiza su trabajo como corresponde o si recibo alguna queja en su contra, será despedida inmediatamente.
Trago saliva y asiento con la cabeza, pero me distraigo con la elegancia y majestuosidad del apartamento.
—Esta será su nueva residencia por los próximos meses, hasta que la persona que su paciente se recupere totalmente —vuelve a hablar la señora Kang—. Espero que lo sepa mantener limpio y ordenado, ya que su paciente tendrá movilidad reducida y usted tendrá que ocuparse de las labores del hogar.
¿No podían contratar a alguien que se encargase de eso?
Me guía hacia el comedor, donde hay un montón de papeles apilados sobre la mesa.
—Este es su contrato, debe leer cada una de las cláusulas para que no haya malentendidos. Ahí están todos los derechos y obligaciones que tendrá dentro los meses que trabaje para nosotros —se sienta en una de las sillas y saca de debajo de la pila de papeles otra pila de papeles y los separa—, y este —señala la nueva pila— es su contrato de confidencialidad.
Luego de pasar una buena cantidad de minutos leyendo ambos documentos, la señora Kang me pasa una pluma y firmo ambos.
—Vale decir —dice nuevamente— que el incumplimiento del contrato de confidencialidad generará su despido inmediato.
Me da una copia de los archivos y se levanta de la silla. Me da además una hoja con la clave de la cerradura del apartamento y antes de irse me habla una última vez.
—Buena suerte, señorita Han Misuk —y se va.
Me quedo un rato sentada, repasando nuevamente todos mis derechos y deberes que están especificados dentro del contrato. En resumen y como dijo anteriormente la señora Kang, debo encargarme de las labores domésticas, no debo traer invitados a la residencia, debo encargarme cada vez que sea necesario de mi paciente y tengo derecho a un día libre a la semana. Supongo que está bien.
Me levanto y comienzo a recorrer el apartamento y se me hace imposible mantener mi boca cerrada. Comienzo a tomar fotografías de todo lo que veo.
La cocina es hermosa, estilo americano con muebles modernos de color negro, muy elegante. La sala tiene un enorme sofá en forma de L color gris y una hermosa alfombra peluda del mismo color, sin nombrar la enorme televisión colgada a la pared. El comedor sigue el mismo estilo moderno de toda la casa con una mesa de vidrio color negro y seis sillas de auténtico cuero, tres negras y tres blancas.
Cuando paso a ver el resto se me escapa un gritito. La habitación pequeña es más grande que todo mi antiguo apartamento, y además tiene un baño privado, seguramente esta habitación está pensada para invitados o el servicio. El baño principal es gigantesco, al igual que todo el apartamento, tiene una ducha bastante amplia, un lindo inodoro y un lavamanos que vale más que mi sueldo de todo un año.
Y la habitación principal es lo mejor: una cama enorme, es tan grande como ninguna que hubiese visto en ninguna casa anteriormente, muebles modernos y finos, todo en blanco y negro, un armario impresionantemente grande y un baño privado con ducha y jacuzzi.
Siento que estoy en un sueño.
Park Sunhee es la primera que escribe al ver las imágenes que mandé.
Sunhee
No puedo creerlo. ¿Ahí es donde vas a vivir?
¿No es impresionante?
Hana
¿Y para quién vas a trabajar?
No lo sé.
¿Qué importa? Siento que estoy en un sueño.
Y es verdad. Además, en una casa como está jamás podría estar infeliz.
· · • • • ✤ • • • · ·
Llevo tres días en el nuevo apartamento y todavía no sé nada sobre mi paciente. ¿Debería enviarle un correo electrónico a la señora Kang preguntando? No quiero ser una molestia y lo más probable es que llegue pronto. Así que hoy hago lo que he estado haciendo todos estos días: me levanto muy temprano por las mañanas, por si es que el paciente llega y nadie me lo notifica, y me ducho. Luego desayuno, algunos días les escribo a mis padres, y limpio la casa completa hasta que no queda ningún rastro de polvo. El piso es tan grande, que cuando acabo de limpiar ya es hora de almorzar, y como estoy acostumbrada a comer fuera de casa, porque mi apartamento anterior no me lo permitía, me paso pidiendo comida preparada o comiendo fideos instantáneos.
Después de almorzar quedo totalmente desocupada. Así que me siento en el suelo frente al televisor encendido y lo miro, realmente sin ver. Está puesto un canal musical, por lo que pasan videos de k-pop todo el día. Nunca tuve mucho tiempo libre para hacer lo que realmente quería porque solo me la pasé estudiando y trabajando desde que llegué aquí. No tengo ningún pasatiempo como tocar instrumentos o pintar.
Aunque quizás eso podría cambiar.
Me levanto y busco un video específico en Youtube. Quiero hacer las cosas diferente y partiré haciendo un cambio en mi estilo de vida.
Y el yoga me parece una buena opción.
Corro a mi habitación y me pongo ropa deportiva, y me recojo el cabello en una cola. Primero miro casi todo el video sin realizar ninguna postura, no parece tan difícil. Me pongo en posición, cierro los ojos y respiro por la nariz, intento relajar mi cuerpo lo más que puedo.
Me pongo en la posición, apoyando las palmas de mis manos en el suelo, al igual la planta de mis pies, con el trasero levantado e intentando mantener mi espalda lo más recta que puedo. Siento mi corazón latir fuerte en mi pecho y me duelen las muñecas porque no puedo distribuir el peso de mi cuerpo hacia las piernas. Pero no descuido mi respiración. Inhalo y exhalo por la nariz.
Paso a la siguiente postura, con cuidado, llevando uno de mis pies a la altura de mis manos. Después de quedarme un momento así, paso a la siguiente, y a la siguiente. Hasta que vuelvo a la primera postura.
Siento un ruido extraño y unos pasos acercándose. Muevo la cabeza hacia abajo, rompiendo la posición recta en la que estaba mi columna, para mirar hacia atrás de mi cuerpo, por entremedio de mis piernas. Veo un par de zapatillas negras paradas a un metro de mi cuerpo.
Esto no es posible.
En un intento de pararme rápido, pierdo el equilibrio y me caigo al suelo. Me levanto rápidamente, ignorando mi dolor y hago una reverencia. Estoy toda sudada y roja.
—Qué insolente de mi parte, señor, ruego sus disculpas —digo sin levantarme todavía—. Mi nombre es Han Misuk.
Me quedo esperando una respuesta, pero no dice nada. Levanto levemente la cabeza para mirarle y me encuentro con un chico de cabello oscuro, lleva ropa negra, lo que hace que la palidez de su piel resalte aún más. Lleva un cabestrillo en el brazo izquierdo. Me mira sin ninguna expresión, de arriba hacia abajo, y luego mira la televisión, el video sigue su curso. Rápidamente tomo el control y la apago. Fuerzo una sonrisa, aunque por dentro estoy muriéndome de vergüenza.
Tengo que mirarlo dos veces para darme cuenta de que es terriblemente famoso y que yo, a pesar de no estar al pendiente del mundo del espectáculo, sé quién es.
—¿Puedo ofrecerle algo para beber? ¿Agua? —pregunto, intentando romper el silencio incómodo.
Sigue observándome en silencio y simplemente niega con la cabeza, sin decir nada.
—Me iré a la cama.
Me apresuro a acercarme para guiarlo hacia su habitación.
—Gracias, puedo caminar solo —me aleja con la mano, casi empujándome.
Y se dirige hacia al pasillo para llegar a la habitación principal. Hago una reverencia mientras se va. No puedo creerlo. Me retracto sobre ser infeliz en un apartamento como este. Me siento en el sofá y suspiro. ¿En qué me metí? Me dan ganas de abofetearme la cara.
Recuerda el dinero, piensa en el dinero, me digo después de un rato.
Recuerdo el papel con el perfil de mi paciente y me apresuro a buscarlo para estar al tanto de todo.
Le habían operado el hombro izquierdo. Me siento en el sofá para leer con atención todos los detalles, totalmente concentrada, tanto que me sobresalto cuando de pronto suena el timbre de la casa. Me levanto, dejando los papeles sobre la mesa del comedor, y camino en dirección a la puerta de entrada.
Me acerco a mirar por la mirilla, para saber de quién se trata, pero por un momento no veo a nadie.
Me sobresalto cuando de pronto un chico de cabello castaño aparece, con su rostro mirando fijamente por la mirilla. Él no puede verme, pero yo sí puedo ver su rostro distorsionado, como si estuviese mirándolo por una cámara con un lente de ojo de pez. El chico sonríe y arruga su cara en una mueca chistosa, así que tengo que aguantarme las ganas de soltar una carcajada.
—¡Yoongi-ah, ábrenos la puerta! —escucho una voz masculina afuera, que no es la del chico que estoy viendo.
Retrocedo al ver un puño que se acerca rápidamente hacia la puerta para golpear con insistente fuerza.
—¡Yoongi hyung, ya están aquí tus amigos favoritos!
Hola, he vuelto. Sólo quiero decir que voy a volver a subir esta historia sin corregir (sólo este capítulo estará corregido porque el original era innecesariamente largo). Eso, siento mucho el cringe que leerán
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