La humanidad floreció con habilidades extraordinarias que surgían a la edad de ocho años. Entre estas dotes, la capacidad de leer mentes se destacaba, una bendición que abarcaba a todos los individuos excepto aquellos con el apellido Kim. En esa categoría se encontraban tres chicos en la clase de Park Jimin: Kim Taehyung, Kim SeokJin y Kim Namjoon.

Taehyung prefería pasar desapercibido, evitando cualquier atención innecesaria y limitándose a interactuar por obligación. SeokJin, en cambio, se ganaba el título del más encantador de la escuela, pero su mente estaba fuera del alcance de Jimin. Namjoon, el enigma entre ellos, era la oveja negra del plantel, asistiendo rara vez a clases y dedicando su tiempo principalmente al sueño. A pesar de sus doce novias, su habilidad para la hipnosis le otorgaba una influencia única sobre los demás. Jimin siempre se preguntaba qué se escondía detrás de la máscara del chico problemático.

Namjoon no fue el primer amor de Jimin, pero sí su primer beso.

—Y el segundo, y el tercero —murmuró para sí mismo.

Cada vez que cerraba los ojos, revivía los momentos compartidos con él. Disfrutaba de la persona que se convertía en su presencia, pero temía las consecuencias una vez que se separaban. Tras finalizar el ciclo escolar, Jimin pensó que no volvería a ver a Namjoon. Sin embargo, se encontraba en el funeral de Taehyung, quien aparentemente se había quitado la vida. Un presentimiento sombrío le indicaba que Namjoon estaría presente.