❊26❊
- Mama, no voy a ir a casa hoy - le avisaba a la mujer que me dió la vida a través de una simple llamada por teléfono.
- ¿Te quedarás a dormír en otro lugar?, ¿Dónde?, ¿Con quién? - solté un suspiro frustrado, ¿Por qué no solo podía decir "Esta bién" en ves de fingir interés por mí?, lo más seguro es que haga esas preguntas solo para saber si estaré con una persona poderosa con respecto al dinero.
- Me quedaré a dormír en un hotel solo por hoy, quiero privacidad, es todo - mentí.
- ¿Solo?
- Sí, no entendiste la parte de "privacidad"
- Bueno, has lo que quieras - Finalizó la llamada una ves que terminó de hablar, susurré un "Sí" De manera victoriosa y ordené todo para poder irme con Christopher.
Llevé los papeles que acabe hace unos minutos a la oficina de Joel, mi acción en llevarlo y dejarlo fué muy veloz, entré, corrí hasta su escritorio y lo dejé a su alcance, rápidamente me marché con un "Adiós" Sin permitirle que alguna palabra salga de su boca.
- ¡Listo! - me senté en el asiento de copiloto y coloqué el cinturón de seguridad muy emocionado.
- ¿De verdad quiéres, no? - preguntó mientras encendía el motor sin dirigirme la mirada.
- No sabes cuanto. YA ARRANCA - pedí desesperado, soltó una carcajada confusa y puso en marcha el carro.
Daba pequeños brincos mientras él colocaba la llave en la cerradura de la entrada. Una ves que abrió y pasamos ambos adentro, lo apoyé contra la puerta cerrándola bruscamente, no fué un acto violento, de ningún modo queria lastimarlo.
Comencé a besarlo mientras mis manos desabrochaban los botones de su camisa de una manera rápida, ansiaba tocar su cuerpo.
- ¿T-Tanto te gusta e-esto? - preguntó mientras tomaba aire y yo repartía besos por su rostro.
- No, solo no lo sé, eres tan sexy joder - terminé de dar ese comentario y no tarde en atrapar sus labios nuevamente, me ayudó a quitar su camisa para luego quitarme la mía yo solito.
Me cargó y me enganché a su cintura, subiendo a la habitación entre jadeos, besos y caricias.
.
- Ya vas aprendiendo, si se puede decír así - miré con una sonrisa a mi novio, ambos acostados en la cama desnudos, simplemente nos cubría una sábana blanca. Él estaba de costado con su pecho hacia mí, con el codo de su brazo izquierdo sobre la cama y apoyando su rostro en su mano. Yo me encontraba acostado de revés, es decir con mi trasero hacia arriba, tenía ambos brazos doblados sobre el colchón, mi espalda algo curvada debido a la postura que mantenía. Luego de tener relaciones, nos quedamos de esta manera mientras charlábamos sobre nosotros.
- Quizás solo tenga un buen maestro - bromeé sin dejar de mirarlo, ambos reímos ligeramente por mis palabras anteriores.
- ¿Recuerdas tú primer día en la oficina?
- Obvio que sí, Idiota - reí - ¿Qué tiene?
- Nada, solamente que ese día ví los ojos más hermosos del mundo - un suave torno carmesí adorno mis mejillas, no tardé en tapar mi rostro - Ya te dije que no te cubras, eres hermoso.
- ¿Cómo puedes recordar lo que dijiste hace un mes?, yo ni siquiera se qué comí ayer.
- Papas fritas - aclaró con facilidad.
- Que hijo de perra - reímos para después quedarnos en silencio, no pasaron ni diez segundos cuando sentí algo moverse debajo de las sábanas y luego una presión en mi trasero.
- Qué hermoso trasero - me nalgueó dos veces y luego retiró su mano a pedido mío.
- No mientas, soy una tabla.
- Tampoco así. Solo eres delgado, pero eso no significa que no haya dónde agarrar, mira lo que es esto - volvió a tomar mi trasero.
- Idiota - reí.
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