XXXVII - Rescatarlos o morir
C a p i t u l o - 3 7
—¿Morgan?
Me miraba con ojos de súplica. Como si no quisiera que hiciera algo de lo que después me arrepienta. Estaba en un estado de trance sin saber que hacer mientras me agarraba el brazo con fuerza. Miraba su cara que también iban formándose pequeñas quemaduras a lo largo de si piel. Mire a li alrededor que las personas me miraban curiosas y con miedo.
—¿Que paso?
Me dió un jalón y me llevo a un edificio bajo techo para que no nos quemara la radiación.
Ni una palabra.
No dije nada. Había un silencio sepulcral en aquel lugar mientras nos mirábamos a los ojos. ¿Que había pasado? El chico me miró con esos ojos azules hermosos y dió un paso hacia mi dejándome pequeña a su lado. Estiró los brazos y me abrazó. ¿Este era un abrazo de despedida? Si. Se sentía así. Me miró directo a los ojos rompiendo el contacto y me susurró:
—Hay tantas cosas que quise hacer contigo pero el destino no nos lo permitió. Solo quiero que sepas que aunque pasen mil guerras yo siempre voy a querer estar contigo aunque al principio no fuera así.
—¿Porque dices esas cosas? —mi voz salió débil en apenas un susurro.
—No sé si salga de aquel con vida. Aquí la traición es muerte.
—Si vamos a salir de aquí los dos bien ¿Ok?
Le mire a los ojos y le abrace aún más fuerte.
—Espero que así sea.
—Somos más fuertes juntos.
—¿Juntos?
—Si, juntos —miro a su alrededor y me abrazó con aún más fuerza que hace un rato para después agregar —:pero ahora tenemos que separarnos.
Una sola expresión había en mi rostro.
Estaba atónita.
¿Que? ¿El quería separarnos? ¿En medio de este caos? Quería alejarse de mi. Yo no quería alejarme de el. ¿Y si le pasaba algo estando lejos de mi? No podría protegerlo.
—¿Que? ¿Porque?
—Tengo que buscar a mi padre. Estoy seguro que si en veinte y cuatro horas no apareces delante de ellos seguro le harán algo a mi padre y no puedo permitirlo.
—Te entiendo. Pero no podemos separarnos. No todavía.
—Kaia. Solo...
Un golpe ensordecedor nos desconcentro. Era una bomba. Miramos hacia el cielo y de podía ver que habían globos aerostáticos volando por el cielo y tirando bombas en toda Teluria. Los ciudadanos se desesperaban y salían corriendo de los edificios. Errores que cometían ya que estaba todavía presente el eclipse lo que hacía que se les quemaron la piel. Una horda asustada empezó a correr hacia las salidas de la cuidad separando nos a mi y a Morgan.
—El castillo. Los calabozos están en el castillo —lo escuché decir.
Por algún motivo el decidió salir con ellos. Fue buscar a su padre y me dejó sola. Aunque intente seguirlo las personas no me dejaron por el alboroto.
Empecé a correr como podía la única manera era apartando a las personas y abriéndome paso hacia el castillo. Me monte en uno de los vehículos automatizados y puse la dirección del castillo. Al rededor de mi había una multitud enloquecida. El principal objetivo de las bombas no eran los civiles sino los edificios. Así los civiles saldrían de ellos y se quemarían la piel con el eclipse. ¿Que tipo de personas harían eso? Hay niños... El vehículo en cuestión de segundos salió de la cuidad adentrándose en el bosque antes de llegar al castillo. Ya estando allí se me bloqueó la mente. No supe que hacer. Entonces ahí ví a unos guardias que transportaban a unos prisioneros a no se dónde.
«Genial. Mi oportunidad»
Me escondí en un arbusto y esperé a que pasara uno de los guardias. Cogí una rama caída de un árbol y cuando estuvo lo suficientemente lejos de mí para que no se volteara le di en la cabeza haciendo que cayera inmediatamente al suelo inconsciente.
—Mierda creo que lo maté.
Me tape la boca al darme cuenta de que había hablado alto. Le cogí por los brazos y lo arrastré a los arbusto. Le quite el arma. Principalmente. Después el casco y me di cuenta que era una chica de casi mi estatura pero más corpulenta. Le quite en traje dejándola en ropa interior y me lo puse. Me levanté y me incorpore con los demás guardias que trasladaban a los prisioneros que mantenían una conversación normal como si no estuviera ocurriendo nada en la cuidad.
—...en todo caso tendríamos que defender a la reina y a sus dos hijas —dijo uno.
Cuando vio que me acerqué mi corazón se disparó porque todos se quedaron mirándome. Si no hubiera sido por el casco me hubieran reconocido pero no evito que a mi mete llegara una pequeña sensación de incomodidad.
—¿Eres nuevo? —dijo uno con voz de burla —seguro se raja a los dos o tres días con la situación que tenemos.
Los demás guardias se empezaron a reír a carcajadas.
—No sean tan... idiotas —susurro uno que estaba serio.
Lo sé porque sus ojos estaban serios el traje solo deja ver los ojos y ya por eso me di cuenta.
—Oh, venga ya —se acercó un a mi y me puso una mano por encima de los hombros y le dijo —: Pero si no le importa, Jared —paso a mirarme —¿No es cierto?
Me puse nerviosa y negué con la cabeza.
—¿Eres una chica?
Me miró el otro guardia.
Asentí.
Por ningún motivo iba a hablar. Seguro me reconocían la voz.
—Vayaaa. Pero si tenemos a una señorita entre nosotros. Seamos respetuosos —dijo el guardia todavía teniendo un brazo sobre mis hombros.
—Sóis unos capullos —susurró el otro guardia llamado Jared.
—Querido amigo. Si quieres irte no te lo estamos impidiendo...
—¡Venga! Llevemos a los prisioneros a un lugar seguro.
El guardia saco el brazo de encima de mis hombros y nos dirigímos a dios sabe dónde. Solo se que al llegar todos se quedaron rígidos y yo también por su puesto. Una chica de cabello blanco largo se hizo presente delante de nosotros. Su figura era imponente y el corazón me dió un vuelco cuando me miró directamente a los ojos con una mirada frívola que jamás había visto en ella.
—Preparáos en media hora vamos a salir a buscar el libro de la vida antes que la elegida. Ella ya debe estar en camino.
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