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XXXI - Una salida fuera del muro

C a p i t u l o - 3 0

—H-hola —respondió la niña dulcemente. Es un encanto.

—Mila. Tu hermano y yo hemos traído pasta. ¿Te gusta la pasta?

—¿Que es pasta?

—Pruébalo y si te gusta me dices —saqué de el bolso una cazuela con un poco de pasta y se la di. La niña la cogió tímida.

Se sentó en la sabana y empezó a comer como una loca. Si le gustaba en eso se parecía a su hermano. Estuvimos un buen rato en la cueva después cuando ví que se estaba poniendo de día decidí volver por dónde vinimos. Glen me acompaño ya que no sabía cómo volver. Al llegar a la casa me iba a acostar y dormír un rato pero mi celular sonó. Con un beep beep beep. Ese sonido me resulta molesto.

—¿Si?

"—Buenos días, Kaia —respondió la voz al otro lado de la línea telefónica.

—Buenos días. ¿Quien me habla?

"—James. Solo quería avisarte que en media hora estaremos en ti casa para la expedición.

—¿Que expedición, comandante James?

"—Solo James. Hoy iremos a buscar cosas útiles en las ciudades abandonadas de la periferia —sonó como si fuera un locutor de radio.

—Ah, vale. ¿Por cuánto tiempo sería? ¿Llevo muchas cosas?

Era necesario preguntar. No sabía cuánto nos íbamos a tardar por eso mejor preparar algunas cosas en esa media hora que me quedaba.

—Unos días nos tomará llegar al lugar. Lleva lo que creas necesario.

—Vale. Entonces estaré lista en media hora —afirmé y colgué.

Me tiré en la cama agotada. ¿En serio tenía que ser justamente hoy? ¡Arg! Me pare de la cama y caminé hacia el baño para hechar me un poco de agua en la cara. Tenía que prepara las cosas rápido en media hora. Me eché el agua el la cara cogí el cepillo de dientes, me cepillé. Cogí la mochila, cogí de el armario unos jeans, uno negro, otro gris, y uno azul. Unas camisas holgadas de todo tipo. Momos y otras cosas necesarias como: peines, cepillos y cosas para el cuidado personal. Fui al baño y me di una ducha. Está agotada  y eso restablecería mis fuerzas. Me puse una blusa blanca ajustada y encima un enterizo negro completamente que tenía un cierre en la parte de delante. Haciendo juegos cogí unas botas del mismo color. Este sería el atuendo adecuado para eso. Ya estaba llegando el invierno y hacía frio afuera. Caminé hacia el espejo y me hice una coleta alta con unos mechones que caían atrás por el pelo corto. Me había crecido bastante el pelo y ya no me quedaba a la altura del cuello.

Sentí dos toques en la puerta y abrí. Un Kem soñoliento estaba detrás de la puerta recostado de la pared. Traía el pijama de gatitos que ví en su ropa cuando nos mudamos con el al principio.

—¿No has cambiado el pijama?

—No. Es que me gusta dormir con el. Es cómodo para mí.

—Vale. Está vez no me burlaré de tu pijama —rodé los ojos.

—¿A dónde vas? ¿Y esa mochila?

—¿Te acuerdas de la expedición? —asintió —el comandante James me ha llamado hace diez minutos para decirme que vamos a irnos dentro de veinte minutos.

—Ah. ¿Y yo?

—No lo sé. No me ha dicho.

—Mejor. No me apetece salir de Teluria.

Le mire y había arrugado el entrecejo. Me fijé en su cabello que estaba demasiado largo. Le daba más abajo de los oídos. ¿No sé lo cortaría?

—Ya tienes el matojo muy largo. ¿No te lo vas a podar? —aguante la risa y fue visible.

—Muy chistosa —hizo una sonrisa falsa —me lo tengo que cortar pero no sé dónde.

—Yo te lo puedo cortar. Antes yo cortaba mi propio cabello. Solo necesito unas tijeras.

—No confío en tus habilidades para cortar cabello.

—Venga ya. ¡No seas miedoso!

—Vale, vale. ¿Te da tiempo?

—Si.

Busque unas tijeras en la gaveta y me acerque a el con cara maliciosa. Menos mal que no me vio sino no me hubiera dejado cortarle el cabello. Se sentó en una de las sillas y empecé a cortarlo. Le dejé el cabello como lo tenía antes pero con la diferencia de que el color verde estaba desapareciendo.

—¿Cuando ya vas a teñir otra vez el cabello?

—No. No lo haré de nuevo.

—¿Por qué?

—Quiero cambiar de luck —dijo dándose aires.

—Vale...

Sentí unos toques en la puerta y fui a abrir. Seguro era el comandante James para recogerme. Abrí entusiasmada la puerta y me quedé en shock al ver a la persona que había detrás de ella. Morgan.

—H-hola —saludé con la mano.

—Hola.

No habíamos vuelto a hablar después de lo que paso en el cuarto. Al parecer el chico sintió en silencio abrumador que había entre nosotros que decidió hablar.

—He venido a recogerte.

—Vale. Voy a coger mi mochila y vuelvo.

Caminé hacia mi habitación y cogí la mochila. Cuando iba a salir escuché algo que me dejó impactada.

—¿Lo pasaron bien el día que viniste a la casa? —sentí la voz de Kem hablar.

No hubo respuesta por parte de Morgan.

—¿Lo vas a negar? —volvió a hablar Kem.

Así que lo sabía y aún así hizo como que no se había dado cuenta. Keeemm. Me las has jugado sucio.

—No lo negaré. Estuve aquí ese día.

—¿Están juntos? —preguntó indiferente.

—No lo sé. No lo hemos hablado. No nos habíamos visto desde ese día pero espero que si —respondió Morgan.

—Esta bien. Solo te diré una cosa: no la lastimes, como podrás entender hemos pasado mucho tiempo juntos y he aprendido a entender a Kaia. Ella es una muy buena persona pero también es ingenua. Últimamente ha estado muy pensativa, ha sufrido mucho y no quiero que sufra aun más —lo escuché resoplar —es como una niña pequeña. Ella es como mi hermana, una que no tuve así que si le haces daño me voy a encargar de hacerte la vida imposible.

Ya había escuchado suficiente. Salí de la habitación como que no había escuchado nada y ví que Morgan había puesto cara de vergüenza o algo así. Mire a Kem y hablé. Este se había puesto nervioso.

—¿Puedo hablar contigo, Calem?

—¿Calem? Me has llamado por mi nombre. Debe ser serio entonces. Claro.

Caminamos hasta la cocina h le mire con una cara seria. No sé imaginaba lo que le diría.

—¿Puedes dejar todos los días comida en el freezer?

—Claro. ¿Pero porque?

—Un niño que no tiene casa y viene casi todas las noches para buscar comida. El tiene una hermanita pequeña de dos años —sonreí inconsciente —le encanta la pasta que haces ¿Puedes hacerle y dejarle en la alacena? También bruta. Y has un poco de carne. Me vendrá bien.

—¿Que niño es?

—No preguntes solo hazlo ¿Ok?

—Vale.

Empecé a caminar hacia la salida y me pare al recordarme de algo.

—Déjale lo suficientemente. Quería comprar unas cosas para la niña pero no puedo. Lo haré cuando venga. ¡Nos vemos después!

Biré para atrás y le di un beso en la mejilla. Que mono. Kem ya era parte de mi vida y lo veía como un hermano. Lo quería. Y demasiado. Si algún día le pasará algo me moriría. Me acerqué a Morgan y le mire a los ojos.

—¿Nos vamos?

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