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XX - Una noche con el

C a p i t u l o - 2 0

Está ciudad no era lo que aparentaba y de eso estaba segura. Lo acababa de descubrir. Escondía algo, algo muy malo para que lo descubran. Cómo era posible que vinieran inmigrantes y no haya ninguna mezcla en la especie. No había ninguna persona con cabello negro, café e incluso rojo caminando por la calle como si nada.

Al acabar el paseo por la gran ciudad de Teluria la señora Laura nos llevó de vuelta a la casa. Estando allí calló la noche. Teníamos un aparato con el que pedir comida a domicilio, era como una tablet donde ponían una foto de casa vosa y solamente era presionar la foto y alguien te lo trae a tu casa. Pedimos dos pizzas mixtas de esas que traen de todo un poco y nos llenamos hasta no poder. Después nos dormimos en las cómodas camas.

Me levanté al no poder dormir, no era calor, solo era un insomnio, tenía miedo de soñar, de soñar con aquellas escenas macabras llenas de cadáveres. Se que suena estúpido y también se que la última vez me gustó soñar con eso, a eso es a lo que le tengo miedo, de que deje de ser un sueño solamente, que se convierta en una cruel realidad.

Puse mis pies en el frío suelo y empecé a caminar hacia la cocina. Andaba en pijama color blanco, casi todo en esta cuidad es blanco, representa la luz, ya me había quitado la ropa que traía. Andar tanto de blanco no me gustaba. Sentí el ruido que hace el horno al cerrarse y me puse alerta.

Seguro Kem se levantó de madrugada para buscar algo de comer, pero... ¿y si no es Kem?—pensé.

Había alguien más aparte de nosostros en este lugar. Cogí un candelabro que había sobre una mesa y me aventuré por el pasillo con el candelabro en la mano. Entre a la cocina con un movimiento brusco, había un chico agachado detrás de la isla de la cocina con algo en la mano, lo había visto por la sombra que producía por la luna. Un ladrón.

—¿Que haces ahí? —dije con voz autoritaria.

—Na... Nada —tartamudeó.

—Sal de ahí para poder verte.

El chico como si fuera el ninja más ágil que hubiera salió corriendo de ahí, se deslizó por debajo de mis piernas y salió de ahí corriendo. Cómo no iba a dejar esto así salí corriendo detrás de el. El corría fuerte pero yo corría más fuerte. Corrimos por le pasillo pero el llegó primero al ascensor y me tocó bajar por las escaleras.

No le grite que se detuviera para no crear un alboroto innecesario, además era solo un niño.

Baje las escaleras rápidamente y con los muslos hinchados ya que eran suficientes pisos como para entrenar y cuando llegue abajo el ascensor no había llegado aún y agradecí por eso.

Cuando llegó iba a entrar pero el niño le volvió a dar en el botón varias veces y se cerraron las puertas. Vi como subió el primer piso pero ahí se detuvo. El ascensor se había averiado.

Subí por las escaleras un piso y abrí la puerta con todas mis fuerzas, ví el ascensor varado en medio de los dos pisos.

Todavía faltaba abrir las puertas del ascensor.

—Una vez que habrá esas puertas el chico me va a decir que estaba haciendo. —pensé en voz alta.

—¡Ayuda! —escuche la voz del niño pidiendo ayuda.

Volví a abrir la puerta del ascensor con mucho trabajo. Abrí de forma tal que el niño pudiera salir. Cuando el niño salió le pude ver la cara.

—¿Que hacías...?

No pude terminar la frase ya que el niño salió a correr de nuevo, empezó a bajar las escaleras y yo lo seguí. Corrí atrás de el tanto tiempo y por tantos lugares que ya no sabía dónde estaba. De un momento a otro lo perdí de vista y ya no sabía para adónde ir.

—Genial, estás perdida por culpa de un niño.

Me senté en una esquina con la espada en un edificio y metí mi cabeza entre las piernas. Allí me quedé hasta que sentí que alguien se me acercaba y miré.

Era aquel chico de cabello negro y ojos azules.

—¿Que haces aquí tu sola? —esta vez su voz me pareció más suave aún.

—Ehh.

—¿Que haces aquí?

—Sali a caminar un poco —mentí.

—¿Tan lejos? —enarcó una ceja.

—Mentí. Le caía atrás a un niño.

—¿A un niño? ¿acaso eres una acosadora y no lo sabía?

Puse una sonrisa tímida.

—No. Había un niño en mi casa robando.

—Ah. ¿Entonces no sabes cómo regresar? —negué —Vamos te llevaré de vuelta a tu casa.

Me pare y lo seguí. Empezamos a caminar por las calles. Miraba los edificios que había a mi alrededor para ver si los reconocía pero nada. No los reconocía. Estaba tan concentrada en atrapar el chico que no me fijé en nada de eso.

Mire al chico, se veía aún más atractivo.

—No me has contado nada sobre tí —dijo el chico rompiendo el silencio —¿cómo te llamas?

—Kaia —dije sin pensarlo dos veces.

—¿A qué viniste a Teluria?

—Vine por una amiga, preferiría no hablar de eso.

—Vale.

Entramos en un edificio, no era donde yo vivía, era un poco diferente.

—¿Hacia dónde vamos?

—Hay un toque de queda que le prohíbe a los ciudadanos salir de sus residencias a partir de las 07:00 PM así que no te puedo llevar a tu residencia. Quédate por hoy en la mía.

—¿Si nadie puede salir a partir de  esa hora donde estabas?

El chico esbozó una media sonrisa que dejó ver unos hoyuelos en sus mejillas. Se veía tan adorable.

—Es un secreto.

—Puedes confíar en mí —le alenté

—Se supone que es un secreto, y un secreto es de una sola persona sino no es un secreto.

—Ok. Me rindo.

Íbamos doblando un pasillo en ese momento venía un guardia. El chico me cogió y me puso contra la pared en solo unos segundos. Mi respiración se agitó de forma inmediata, en contra de mi voluntad. Intenté apartarme.

—Shh —me dijo, poniendo una de sus manos sobre mi boca—. No quieres que nos atrapen. ¿O sí? —preguntó acercándose  más.

Negué con la cabeza y apartó la mano.

—No, no quiero.

Nuestras respiraciones chocaron, fundiéndose la una con la otra.

Me puse muy nerviosa sin estar segura del por qué. Sus hermosos ojos azules penetraban con furia sobre los míos. De pronto, se me hizo difícil pensar con claridad, como si alguien hubiese apagado el botón de mi cordura de un momento a otros.

Cómo si nada se apartó dejándome en un estado que desconozco pero es que no me puedo mover para nada. Tengo su cara grabada en mi mente como un yugo que está por caerme. Se asomó por el pasillo y me hizo una seña para que le siguiera.

Le seguí por el corredor, se subió al ascensor, yo hive lo mismo. Había un silencio abrumador, muestras respiraciones se podían escuchar. No podía concentrarme y para pasar el tiempo me pongo a contar ovejitas. Salimos del ascensor y caminamos por un pasillo hasta que se paró en frente a una puerta, con una tarjeta abrió ésta y entramos. Era mucho más grande que en dónde me estaba hospedando. Tiene hermosas vistas hacia lugares de la cuidad que no había visto.

Mientras admiraba el departamento de aquel chico mi vista se encontró con sus ojos azules. ¿Por qué me gustan tanto sus ojos azules? el color no es tan llamativo. No me había dado cuenta de que seguíamos intercambiando miradas y aparte la vista rápidamente. Mi cara se puso roja de la vergüenza. No podía dejar de jugar con mis manos.

—¿Vives solo aquí?

—Si —respondió.

Está situación era tan incómoda para mí, ya había estado a solas con chicos, ejemplo con Kem, ¿que me pasaba con este?

—¿No crees que es grande el departamento? —dije mirando alrededor.

—Ventajas de ser coronel.

—¿Tan joven?¿que edad tienes?

El chico se rió por lo bajo.

—Solo tengo veinte años. No soy tan viejo.

—No he dicho que seas viejo —dije el instante un poco avergonzada.

—He estado durante suficiente tiempo con los de alto mando.

—Ah

El chico se paseaba por el departamento como si nada mientras que yo seguía parada en el mismo lugar.

—Te queda bien ese pijama. Se te ven más curvas.

Sentí como la sangre subía a mía mejillas, mire mi pijama y me di cuenta de que era demasiado corto y se veía vastante de mi cuerpo.

—¿Quieres algo de tomar?

—Si... agua

Necesitaba agua para ver si me calmaba y mis hormonas volvían a su lugar. Todavía tenía que pasar la noche con el.

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