Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

XIV - Un Problema Inesperado

C a p i t u l o - 1 4

Entre en la celda sin más remedio. El chico me había empezado a apuntar con un arco. No era muy fan de los arcos ya que nos sabía andar con ellos. En ese momento no tenía más remedio que no hacer nada. Nos iban a matar, no sabíamos cuando pero lo harían. Seríamos un espectáculo para el pueblo.

Kem estaba sentado como mismo lo dejé. En el suelo con las manos en la cara. Estaba tarareando una canción. Al verme se incorporó rápidamente, con cara de preocupación. Al parecer sabía que algo estaba mal. ¿Tanto conocía a esta gente?

—¿Para que te llevaron? —susurró.

No podía gesticular ni una sola palabra. Nunca me había pasado eso. No podía ni abrir la boca, solamente movía los ojos mirando la cara de preocupación de kem. Estaba prácticamente en shock. No creí que mi vida fuera a ser tan corta y miserable. El chico mantenía una expresión casi normal. De nos ser por el ceño que lo tenía ligeramente fruncido.

—¿Kaia?

Al ver que no respondía el chico estaba entrando en un estado de desesperación. Estaba casi desesperado. Sus ojos solamente miraban los míos. Su mirada verde estaba casi penetrando en mi mente. Siempre me pregunté si algunas personas podrían leer la mente.

—¡Hey! —me sacudió y entre en razón.

—Idiota, ten cuidado con mi brazo. —me pase la mano por el brazo desgarrado.

El brazo ya no me dolía tanto así que podía estar sin quejarme durante un buen rato.

—Lo siento.

—Si. Pues no te creo. —dije al cabo de un rato.

—Es que te pasaste casi dos minutos como un zombie, parada sin reaccionar —dijo al final.

—Nos van a matar.

—¿Que? —soltó.

—¡Que nos van a matar!

—¿Que? —repite el chico.

—Que. Nos. Van. A. Matar. —dije molesta —¿Te lo tengo que deletrear? Q.u.e. n.o.s. v.a.n. a.

—Si. Ya lo entendí —me interrumpió.

Nos sentamos en los asientos de piedra -son súper incómodos- y así nos pasamos casi una hora solamente con el incómodo silencio que había entre nosotros. Solamente pensaba que esa era mi vida. Que no era importante. Que no iba a salvar el mundo como me lo dijo mi abuela.

Soy tan patética.

—Oh, dios. ¿Cómo vamos a arreglar esto?

—Kem, creo que ésto no se puede arreglar. Su corazón está herido —le susurré como si fuera un secreto.

—Pero... —se corto a si mismo —no fue intencional. No sabes cómo me arrepiento cada día de mi vida por eso. A mí también me dolió alejarme de el amor de mi vida.

—Ya el daño está hecho, no creo que halla algo que la haga cambiar de opinión.

—O tal vez sí.

—Solamente te pido que no hagas empeorar las cosas.

Ahí nos pasamos lo que nos quedó del día -claro no podíamos salir- así nos quedamos viéndonos las caras todo el tiempo. Mi brazo empeoró y me dolía cada vez que levantaba la mano o hacia algún movimiento. No solo me dolía el brazo sino también la espalda, pero no sabía porque. Los guardias nos llevaron el almuerzo a la hora adecuada y nos lo comimos. El almuerzo no puedo criticarlo, estaba tan hambrienta que no supe saber si estaba rico o era el hambre.

—¿Te acuerdas el día que hicimos un reto de preguntas?

—No —dijo el chico con la boca llena.

—Cuando te pregunté si te llevabas bien con tu ex...

—Si. Me acuerdo perfectamente. Me ofendiste.

—Tu me dijiste burra. ¿Que querías que hiciera? —contra ataqué.

—Me dijiste matojo humano —dijo con voz dramática.

—¿No te gusta mi pelo?

—¿Por qué? —dijo llevando su vista hacia él.

Entrecerré mis ojos y lo miré:

—No lo sé. Tal vez algún día jugamos retos y tu me dijiste que nadie me iba a querer por pelicorta —dije manteniendo mi mirada acusadora sobre el.

—Ahhh. Si me gusta. Inclusive te ha crecido.

—Venga ya dejate de mentiras —negue con la cabeza.

—No es mentira.

—Si...

Pasaron unas horas y por las rejas se veía que ya era de noche, habían algunas estrellas en el cielo. Unos segundos después sentimos como habrían la puerta para dejar la comida. El chico de ojos claros entro con las bandejas. Ya se iba cuando:

—Hey —resonó la voz de Kem en la celda —ella tiene un brazo desgarrado.

—¿Y?

—¿Podrían atenderla?

—Lo aclararemos con la princesa —dijo con voz gélida, cerrando la puerta con más fuerza de la necesaria.

—Gracias —gritó Kem.

Al cabo de unos segundos mientras estábamos comiendo no puede evitar hablarle:

—No era necesario. Gracias —le agradecí.

—No fue nada.

El resto de la noche nos la pasamos haciendo chistes.

Para ser dos personas que estaban a punto de ser asesinados estábamos bien de autoestima.

Estaba acostada en esa incomoda celda con la vista clavada en el techo. Ya sentía mis sentidos entumecidos. Mis ojos ojos empezaban a cerrarse cuando sentí una voz que me susurró al oído.

—La profecía.

(...)

—Hey.

Esa era voz que aparecía en mis sueños. Era una voz suave. Un laberinto yo estaba en un laberinto. Lo sabía aunque no lo podía ver. Todo estaba oscuro. Lo sabía por las paredes. Las paredes solamente las podía tocar, y así poder caminar aferrada a ellas.

—¡Kaia!

Otra vez esa voz. Era una voz femenina y muy parecida a la mía. Fácilmente se podía confundir.

Seguí el sonido de esa palabra mientras la voz repetía el mismo nombre una y otra vez. De repente todo se volvió luz, una luz interminable y cegadora.

Y ahí la vi. La chica que producía esa voz.

¿Era... yo?

Era yo pero con fracciones más envejecidas al igual que el cabello, lo tenis más largo, pare la tenes unos veinte años.

—¿Quien eres?

Intente decir pero mi voz no salía. Lo intente decir de nuevo pero no podía.

Abrí los ojos rápidamente y lo primero que ví fue el rostro de Kem que me miraba fijamente.

Lo mire extrañada

El chico me había sacudido para despertarme. Habían dos soldados de el imperio de los elfos parados en la puerta.

—Te van a curar el brazo —dijo Kem con cara de preocupación.

—Ah.

Me pare rápidamente y me acomode la ropa. Me pare de la cama -el banco que había para sentarse- y empecé a caminar con los oficiales. Caminábamos por los mismos pasillos donde caminé con la princesa. Nos paramos en frente de una puerta la cual abrió uno de los soldados. El que pude reconocer. Era el mismo soldado que me había acompañado a ver a la princesa Moira. Pasé a la sala. Era increíblemente grande y habían otros pacientes que me miraban curiosos.

—Siéntate —ordenó una chica de ojos color miel, que tenía las orejas puntiagudas.

—¿Eres doctora?

—Si. —la voz amable de la chica no se parecía a ninguna que haya escuchado.

Le obedecí y me senté en la camilla. La chica se acercó a mi en busca de algo. Ya llevaba unos segundos cuando le dije:

—Creo que me he dislocado el brazo —le dije a la chica en busca de ayudarla.

Me moto a los ojos con un poco de... ¿preocupación?

—Oh, creo que no sabes lo que tienes en verdad —puso una cara pensativa —es bueno que lo pienses, así engañas la mente.

—¿Que quieres decir? —ok debo admitir que me estaba asustando un poco.

—Nada, solo que es más grave de lo que parece. Has tenido suerte. Has sobrevivido.

—¿A qué te refieres? ¿Cómo que he sobrevivido?

—Debemos hacerte algunos análisis pero por las manchas y lo delgados que veo en tus brazos debes tener anemia. ¿Hace cuánto que no comes bien?

—No... no lo sé. —respondí.

—Ya te voy a curar. Sigueme.

La chica empezó a caminar para otra sala y yo la seguí. Aproveché para detallar el lugar. El piso era de lo que parecía ser mármol. las paredes tenían losetas. Era diferente a los pasillos y creo que el resto del lugar. Cuando entre a el cuarto pude ver qué había una máquina blanca como las que antes usaban para hacer radiografías.

—Acuéstate ahí.

Así lo hice, me acosté en la gran máquina blanca. se empezó a cerrar con unos cristales dejando ver mi figura como un espejo. No sabía de que iba esto poro aún así no protesté.

Mis ojos se cerraron lentamente dejándome en un gran y oscuro vacío.

Doctora

—¡Apagad la máquina! —grité.

La chica estaba convulsionando. Si seguía así, podía haber algún riesgo de que no sobreviva. Algo había hecho relación en su cuerpo. La chica desprendía un tipo de neblina negra que se acumulaba en la cúpula protectora de la máquina. No sabía lo que pasaba hasta que la electricidad empezó a parpadear como sí hubiera un corto circuito. Al abrir la cúpula protectora sacamos a la chica y la acostamos en una camilla. Estaba inconsciente y no sabía por cuánto tiempo. Nunca había lidiado con algo así.

Puse mi cara cerca de su nariz para saber si podía respirar y no no podía respirar. Hice lo mismo con su corazón y no latía.

—Debemos darles electros o la paciente morirá.

Rápidamente trajeron los electros e intentamos revivirla.

Roce los electros e hice la primera descarga. Nada. La segunda. Nada. no reaccionaba.

—Una última vez.

La última descarga. Nada. Su cuerpo seguía medio muerto. La dimos por imposible. Ya había muerto.

—Hora de la muerte 09:30 AM.

Y como si de un milagro se tratase la chica volvió a respirar como si nada hubiera pasado. Pasaba a estar estable otra vez.

La princesa entro por la puerta del hospital y miro la escena con cara de horror.

—¿Que pasó? —preguntó la princesa, Moira.

—Acaba de morir y resucitar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro