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• CAPÍTULO 5

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THE BLACK SISTERS
IMPERIO
V. Las chicas pueden
ser crueles
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El primer año dentro de la escuela era el que definía quién serías por el resto de tu vida escolar. Una vez que las personas se hacían una imagen sobre tí, era muy difícil cambiarla. Eso lo tenía muy claro la pequeña Cissy.

Ella lo tenía todo para conseguir todo lo que deseara.

Después de todo, sabía que una cara bonita podía abrir muchas puertas – no muchas– todas las que ella desease.
Eso se lo había enseñado su madre desde que era una niña y era la hora de ponerlo en práctica.

Una vez que pisó Hogwarts trató de actuar como la señorita de buenas costumbres y de perfectos modales a la que Druella había entrenado desde el nacimiento. Sonreía cuando era debido, asentía con respeto cuando un maestro mencionaba su nombre, sólo hablaba cuando le pedían la palabra o estaba en libertad de hacerlo, conversaba con cordialidad y no perdía la compostura ni siquiera a la hora de jugar con sus compañeros.

— «No debes comportarte como una salvaje o una liberal, Narcissa. Te aseguro que siempre será mejor vista una señorita con educación que a una rebelde» — eso era lo que solía decirle su madre en las cartas que le enviaba.

Llevaba dos meses en clases y se encontraba satisfecha con sus materias, con sus profesores, con sus compañeras de cuarto y con el ambiente de Hogwarts. Que terminaría de ser perfecto de no ser por los indeseables que allí estudiaban.
Narcissa aún no entendía del todo a lo que sus padres se referían con todo el afán de la sangre pura, pero debía acatar sin poner objeción y así lo había hecho hasta ahora; tenía dos amigas que eran sus compañeras de cuarto y obviamente, eran conocidas de su familia.

Saoirse Travers y Rosalie Yaxley fueron las escogidas por Narcissa para que la acompañaran en este viaje que comenzaba en el primer año.

— Podrías haberte hecho amiga de unas chicas menos mojigatas — le echó en cara Bella durante un desayuno. — No lo sé, Clarissa Burke o Antonieta Bulstrode, alguien con mayor cerebro.

— Bella — interrumpió Andrómeda — no interfieras en las decisiones de Cissy, ella debe de explorar y comenzar a tomar decisiones de manera independiente aquí ¿O dime cómo va a formar su personalidad aquí? — señaló la mayor de las Black

— Sí, sí cómo no, explorar — farfulló Bellatrix, demasiado confiada de si misma como para hacer caso a lo que su hermana mayor decía.

— Además, ellas son conocidas de nuestros padres, Bella— mencionó Cissy, para darle a entender a su hermana que no cometía ningún error — sin agregar que son sangre pura...

— Todo Slytherin es de sangre pura, Narcissa — descartó la aludida — según mi punto de vista a tus amigas les falta cerebro, espero que la estupidez no se te contagie.

— ¡Basta Bella, deja que coma en paz! — comentó Andrómeda, zanjando el tema.

Bellatrix le otorgó una mirada poco amigable, ya que detestaba que le hicieran callar o no salirse con la suya; pero decidió guardar silencio únicamente porque el profesor Slughorn merodeaba cerca de ellas, saludando a los estudiantes y no deseaba que las escuchara discutir.

— Bien, me retiro — comentó algo molesta con ambas hermanas — que se diviertan — masculló con ironía.

Narcissa se quedó pensando en las palabras de su hermana, pensando si realmente había efectuado la decisión correcta con respecto a sus compañeras de cuarto. Se sintió algo afligida, puesto que si Bella tenía esa opinión debía de ser por algún motivo de peso.

Andrómeda que conocía a sus dos hermanas a la perfección notó la inquietud de Narcissa.

— Cissy no le hagas caso a Bellatrix. Ella tiene una visión muy diferente de las cosas y no suele tener tacto para decir su opinión — Andy le dió ánimo a su hermana pues se percató de su ceño fruncido y que no volvió a tomar su té.

— ¿Crees que ella tenga razón?

— Pues si la tiene o no, debes ser tú quien lo descubra por su cuenta — le regaló una mirada cálida y una sonrisa — Ahora termina tu té para que vayas a clases y no llegues tarde.

Narcissa no se dejaría abatir fácilmente, tenía todo para triunfar en Hogwarts y convertirse en una de las estudiantes estrellas de la escuela. A pesar de que Andrómeda siempre le aconsejaba y la quería demasiado, Cissy quería ser como Bellatrix; quería conseguir el arrastre que ella tenía entre las masas.

No había día que alguien no estuviera hablando sobre Bellatrix Black, en cambio la mayor Andrómeda a pesar de haber llegado primero a la escuela, no tenía ni la mitad de seguidores que Bella conseguía día a día. Narcissa deseaba ser admirada, querida, anhelaba estar en lo más alto. Y dentro de su estela de perfección lo conseguiría, de eso estaba segura.

Fue feliz cuando otras chicas comenzaron a incluirla en sus planes.

Oh Cissy, lamento que no puedas venir a Hogsmeade aún — le decían algunas chicas de tercero.

Eres encantadora, Cissy— solían decirle los maestros.

Narcissa es la más hermosa de las hermanas Black — empezó a oír murmurar a los chicos.

Narcissa no podía estar más feliz que su estadía en Hogwarts fuera tan idílica, hasta empezaba a pensar que Bella exageraba cuando decía que el colegio era asqueroso por el hecho de admitir traidores y todas las otras personas que por creencias despreciaban.

Hasta que un día nada fue como ella esperaba.

Clarissa Burke estaba compartiendo con todas las demás chicas unos bellos accesorios que sus padres le habían enviado para que se arreglara como correspondía, en Slytherin todas las chicas estaban rodeandola para que la chiquilla les hiciera gala de todo lo que poseía.

A Narcissa hasta ese momento nunca la habían rodeado y lo que era peor, no la habían invitado.

La niña se dió cuenta que a partir de allí, aquella bruja sería su rival en todo lo que respectaba. Literalmente en todo. Por lo que de manera inteligente se acercó, porque como decía su padre si no podías contra ellos, debías de unirteles.
Antes de que ellas iniciaran una disputa, podrían aliarse y llegar a ser todas amigas.

— ¿Qué miras? — le espetó Clarissa de manera grosera y altanera — nadie te ha invitado Black — comentó pronunciando su apellido con desprecio.

Narcissa intercambió una mirada con Saoirse y Rosalie –sus amigas– no entendía porqué aquella niña le era tan hostil si no le había echo nada.

— Pues sólo observo al igual que todas las chicas, debo decirte que son muy lindos — indicó con la voz algo descompuesta y la mirada cabizbaja — ¿Por qué reaccionas así?

La otra chica le miró con desprecio y se rió junto a su amiga Antonieta.

Te diré una cosa Black, a la única de tu familia que podría llegarle a tener estima es a Bellatrix — respondió — la verdad es que me pareces patética.

La niña rubia se sobresaltó, debido a que jamás en la vida alguien le había tratado así.

— ¿Por qué eres tan ofensiva? ¿Acaso no tienes modales? — le recriminó Cissy, logrando que el grupo de niñas sólo se riera de ella.

— Narcissa, la manera en que finges ser adorable me da arcadas, siempre tratas de caerle bien a todos, tratas de ser la mejor en todas las materias y se nota a luces que lo único que quieres es llegar a ser como Bella — le rebatió esta vez Antonieta — al menos en este grupo no tienes posibilidades de encajar, no pierdas el tiempo.

Las lágrimas estaban a punto de salir de los ojos de la pequeña Cissy.

¿Cómo era posible que Burke y Buldstrode la trataran de esa forma?

Ella sólo quería hacer amigos y tener lazos con sus compañeras.

O eso era lo que se decía a sí misma.

Porque sus compañeras tenían razón, lo que Narcissa quería era ser respetada y popular como Bellatrix, quería que todos hablasen de ella y que todos quisieran rodearla en un círculo donde fuera el centro de atención, la protagonista de todos los acontecimientos relevantes de Hogwarts.

Dejó atrás a sus amigas y no halló nada mejor que salir de las mazmorras para llorar fuera de la sala común, en uno de los miles de salones que el castillo tenía en medio de los pasillos de ladrillo gris.

No lo entendía, todo estaba bien.

¿Cómo se atrevían a ignorarla?

A ella, que era una Black.

Sentía que su orgullo estaba herido en lo más profundo, que habían jugado con su dignidad y con el nombre de su familia y eso era lo que más le dolía.

¿Qué pensarían sus padres si sabían que ella no estaba siendo perfecta como solía serlo?

¿La despreciarían? ¿Su padre la querría o la detestaría como cuando por un vestido no pudo cerrar un trato de negocios?

Abrumada se quedó hecha un ovillo en una de las escaleras. Deseaba que Andrómeda fuera a consolarla, añoraba que su hermana fuera a secar sus lágrimas y a acariciar su rubia cabellera.

Y su hermana apareció allí, pero no a Andrómeda como ella esperaba.

Al subir la vista se dió cuenta de que Bellatrix la observaba con una mueca irónica y llena de fastidio.

— Te he estado buscando, Yaxley me dijo que habías salido abruptamente de la sala común luego de que discutieras con Clarissa.

Narcissa no emitió palabra y se apuró a limpiar sus lágrimas y a sonarse la nariz, ya que obviamente Bella no se molestaría en consolarla ni ofrecerle afecto.

— Estoy bien, no te preocupes — terminó por decir.

Bellatrix rodó los ojos y se quedó de pie ante ella observándola como si fuera la persona más ridícula con la que se hubiera topado.

— Voy a decirte unas cosas y espero que te queden claro ¿Me oyes, Narcissa?

La rubia asintió y no apartó la vista de su hermana, ya la conocía y sabía que no le agradaba que la hicieran esperar o que no le dieran la atención requerida cuando hablaba de algo que consideraba serio.

— No quiero verte llorar por una tontería tan estúpida nunca más.

— Pero ella...

— ¡Cállate! Ya no estás en casa para correr a los brazos de papi para que él solucione todos tus problemas, estás en Hogwarts y estás en Slytherin ¿Crees que las chicas aquí tenemos una hermandad? Pues no es así, llevas meses en este sitio y aún no te das cuenta cómo funcionan las cosas.

Narcissa no objetó nada de lo que su hermana estaba hablando, escucharía sin rechistar, puesto que se daba cuenta que ella tenía toda la razón, jamás debió de haberla cuestionado antes.

— Las chicas suelen ser crueles, más que los hombres aquí y debes hacer una coraza para que nadie vea tus debilidades, en lo posible no tengas debilidades.

— Hablas como si fueras un adulto, eres una niña.

— Bueno, al menos he conseguido todo lo que quiero aquí ¿O no? Aquí nadie va a defenderte de nada, así que deja de llorar como una bebé — le regañó — las chicas competimos por todo, por todas las cosas, todo el tiempo. Si quieres ser alguien aquí, toma a tus amigas y fortalezcan sus lazos de tal manera que nadie quiera estar en contra de ninguna de ustedes.

— ¿Y cómo puedo hacer eso?

— Pues si las chicas son unas perras, pues debes aliarte con los hombres ¿Por qué crees que Andrómeda se hizo de Parkinson aquí dentro? Pues por respeto , estar cerca de los poderosos llama poder, llama protección, llama estatus.

— Oh.

— ¿Por qué crees que aquí nadie se mete con Andrómeda a pesar de ser invisible entre las chicas? Porque nadie quiere tener problemas con Parkinson ni su grupo de matones. — aclaró — Óyeme Cissy, si ellas te tratan así es porque saben que eres mejor que ellas, te envidian y quieren verte caer, saca la serpiente que llevas por herencia, por sangre, por apellido.

— ¿Eso es lo que debo hacer?

— Muéstrales quién es Narcissa Black y dales a ver que será muy malo que estén en tu contra, que tienen mucho que perder si se meten contigo.

Aquellas palabras marcaron un antes y un después en la vida de la dulce Cissy.

Fingir ser dulce era lo que debía hacer, tal como le había echado en cara Clarissa y Antonieta. Pero en realidad debía ser una persona calculadora, tal como su hermana Bellatrix.

Todo le había quedado claro, por lo que decidió empezar otra vez.

Y en esta ocasión no cometería errores.

No se lo permitiría.

La prueba fehaciente de aquello fue el collar de perlas de Clarissa.

Todas las piedras estaban esparcidas por toda la sala común.

Había aprendido a actuar.

Esa no era una amenaza, era una advertencia de lo que podía suceder si se metían con Narcissa.

Las chicas no habían dicho nada, ni un sólo reclamo.

Al parecer habían entendido a la perfección aquel mensaje subliminal.

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