Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• CAPÍTULO 24

______________________

THE BLACK SISTERS
IMPERIO
XXIV. Lazos de sangre.
______________________


Toda la familia Black era una excelente combinación de lo que estaba mal en el mundo.

Desde los cimientos, las paredes, los muros y los pasillos de cada uno de los lugares que habitaban; hasta el interior del alma de cada uno de los integrantes.

Todos llevaban el caos y el desastre a cuestas.

Nadie quedaba ajeno a la marca de destrucción, mentiras y manipulación que cada uno iba dejando tras su paso. Y sí, no todos eran iguales; pero tenían que combatir entre ellos para sobrevivir.

¿De qué?

Pues de ellos mismos.

Porque todos creían que tenían el poder para decidir sobre el otro, para avasallarlo, para pisotear a alguien más débil y usarlo como cimiento para el propio éxito.

Y cada uno de los niños que fueron llegando y naciendo bajo el apellido, tuvieron que asumir y adquirir la depravación que implicaba ser un Black.

Quisieran o no quisieran.

Lo llevaban en la sangre y ese era un lazo imposible de romper.

—Yo creo que deberías escoger algo importante, sabes que no estás para cualquier cosa— murmuró Cissy —Además pronto serás la esposa de un influyente hombre, creo que tampoco deberías preocuparte tanto; de igual manera lo tendrás todo.

Andrómeda tenía que escoger en qué haría su maestría. Todos los estudiantes de último año debían hacerlo en una rama de la magia que pudieran escoger. La nombrada tenía calificaciones excelentes por lo que podía regodearse, sin embargo sus opciones no eran las más alentadoras.

Toda su familia creía que quería ser parte de Gringotts o del ministerio. Eso era algo digno de una miembro de una estirpe tan renombrada, nada más lejano a lo que Andrómeda desearía.

Y cuando decía todos, era todos; incluyendo sus hermanas menores.

Todos se creían con el derecho de opinar sobre su incierto y desafortunado futuro.

Ya lo habían hecho con su matrimonio.

¿Qué más daba que lo hicieran también con su carrera o con los aspectos laborales?

¿Y qué es lo que esperas tú, Andrómeda? ¿En qué te ves trabajando en resto de tu vida? Claro si es que tu esposo te lo permite.

Andrómeda le echó una mala mirada a Bellatrix–quien siempre tenía las palabras para poner una situación tensa o bien para desalentar a cualquiera– Aquella manera extraña de preguntarle que era lo que ella quería para su vida era prácticamente una trampa para hacerla quedar mal si decía sus reales intenciones.

A Andrómeda le gustaba la Herbolaria.

Le gustaban las plantas y cómo cada una de ellas tenía poderes curativos para cualquier situación que pudiera plantearse. Cómo podían llegar a convertirse en una poción que podría dar vida como dar muerte.

No obstante sabía que tener una tienda como la que estaba en Hogsmeade no era para nada algo adecuado para ella –o eso era lo que le dirían–Hace mucho que estaba cansada de pensar en el qué dirán y poco a poco había empezado a sacar las garras, pero aún era un trabajo que le quedaba pendiente.

Antes de que ella pudiera contestar, Narcissa había tomado la palabra nuevamente.

—Creo que ella también se vería hermosa en un puesto en el ministerio de relaciones exteriores y cooperación mágica internacional —acotó —Andy es hermosa y tenemos que aclarar que allí siempre buscan chicas bellas para poder dejar una buena imagen.

Gracias—pensó. Osea que sólo tenía opciones porque era hermosa y no por ser capaz. Su hermana tenía razón, todo entra por la vista y si ella era capaz de entregar una imagen sensual y atractiva podría encajar en cualquier parte del ministerio de relaciones exteriores.

—¿Y qué es lo que vas a decidir? —volvió a interrogar su hermana menor.

—¿No se les hace tedioso tener que escoger su vida en tan poco tiempo? —preguntó Andrómeda haciendo una reflexión —Me refiero a que salimos de la escuela, entramos de inmediato a cursar la maestría, nos comprometimos, nos casamos y después ¿Qué es lo que vendría? ¿No creen que falta un espacio para el espacio personal? ¿O si quiera un espacio para pensar o tomar un respiro?

Bella frunció el ceño y chasqueó la lengua. Ella no se detenía a pensar mayormente en esas trivialidades, sólo quería terminar la escuela par afrontar los nuevos objetivos que estaban plantándose en su cabeza. Y Narcissa tenía muy claro lo que quería –no le interesaba reflexionar– ella sólo quería tener un buen marido que pudiera mantener el estatus de vida al que estaba acostumbrada.

—Coincido en que no me gusta para nada la vida adulta —resolvió la rubia —Crecimos siguiendo normas y el protocolo por el hecho de vivir dentro de una sociedad determinada —señaló —Me hubiera gustado por un segundo haber sido una niña que no tenía que estar pendiente de no ensuciarse, o de comer adecuadamente.

Bella resopló y rodó los ojos con algo de confusión.

—¿Crees que no estás lista para esto Andrómeda? —preguntó sin ese típico matiz de ironía, la nombrada pudo percibir un tono de real preocupación en la voz de su hermana, o eso era lo que ella creía— Yo siento que te autosaboteas, puedes ser capaz de muchas cosas ¡Pero eres tan moralista! —chilló —Nadie te dará un diploma por ser más buena o por ser mala, siento que estás reprimida y no sé porqué.

Pues porque no encajo con todos ustedes y tratan de hacerme sentir inferior en todo momento.

No, no estaba lista para enfrentar a Bellatrix y a ningún miembro de su tenebrosa y densa familia.

—Siento que me quedan cosas por vivir, antes de ser adulta verdaderamente; no sé si soy capaz de cuidar de mí realmente.

—Pues tendrás que hacerlo si quieres dejar bien puesto el nombre de nuestra familia en todo lo que vayas a hacer a partir de ahora —respondió la chica de rizos largos y negros— Así que creo que es hora de llenar ese ridículo papel para que lo envíes, después de todo es un trámite que debes hacer sí o sí.

Andrómeda observó el pergamino donde se hallaba la solicitud para las maestrías mágicas. Anotó como primera opción la pasantía que se realizaba en el ministerio de relaciones internacionales y después de eso la guardó entre sus cosas. Apenas tuviera la oportunidad pediría otro formulario y anotaría otra maestría, la que ella quería; pues estaba cansada de demostrar quien no era, y si tenía que hacerlo a escondidas lo haría de ser necesario.

—Oigan —insinuó Narcissa —¿Se dan cuenta que este ha sido un momento muy especial y entretenido?

Bellatrix y Andrómeda la observaron sin entender muy bien a qué se refería y después se miraron entre ellas. Hace tiempo que no pasaban tiempo juntas, hace mucho que no hablaban de aquella forma, hace mucho que realmente no existía mucha comunicación entre ellos y era evidente.

Todas estaban inmiscuídas en secretos que no querían que las demás supieran.

—Creo que hace bastante que no platicabamos de esta forma, no nos aconsejabamos o sólo estábamos juntas —relató.

—Sí— dijo Bella —Ha pasado mucho.

No quiso ahondar más, pues no es que a ella le afectara demasiado el hecho de no compartir con ellas. Andrómeda sólo asintió, pues jamás se había sentido muy cómoda entre ellas.

—¿Se acuerdan cuando éramos pequeñas y bailabamos la ronda de la bruja?

Andrómeda sonrió , ese era su juego favorito cuando era pequeña–más que cualquiera– sólo porque en él tenía la oportunidad de tomarse de las manos con sus hermanas y reír, algo que ahora ya no hacían juntas.

¿Qué había pasado en medio de todo?

¿Qué cambió?

¡Vengan, hagamoslo! Aún lo recuerdo —sugirió Cissy estirando las manos, invitándolas a que se unieran nuevamente.

—Eso es una tontería —rebatió Bella.

—¡Anda no seas aguafiestas, Bellatrix! ¡Te encantaba!

Desvió la mirada y suspiró, sin embargo algo se removió dentro de ella que consiguió que uniera sus manos a las de sus hermanas; pues Andrómeda no tenía inconvenientes en recordar aquel pasado que en un momento fue bueno para ella, para ellas, para las tres.

Narcissa se aclaró la garganta y fue la primera en mover sus pies para guíar a sus hermanas. Cuando eran niñas siempre cantaba Andrómeda por ser la mayor, ahora era su turno porque ella fue quien dió la idea.

—«Rueda, rueda bruja, con tu ropa y tus zapatos, rueda, rueda bruja; ve a por tu escoba. Rueda, rueda bruja; no te olvides de la poción. Rueda, rueda bruja ; que está esperando tu amor. . . »

Las risas de las tres comenzaron a surgir al momento que la ronda comenzaba a ser más rápida.

—«Busca, busca bruja; que en el bosque debe estar. Aquel, aquel, aquel por el que tu alma haz de entregar.
Busca, busca bruja ¿Acaso él no está?
Lanza, lanza bruja, ahí está tu varita; hechizos por doquier, así él aprende que no puede correr. . . »

Al finalizar la ronda las tres cayeron al suelo, entre risas e intentos de articular palabras.

—¡Pero que canción más estúpida!— anunció Andrómeda, sin poder parar de reír.

Era hora de volver a Hogwarts tras la plaga de insectos que había sufrido. Ambas ya estaban con sus uniformes para entrar en la red flú cuando esta fuera habilitada. Se miraron con un sentimiento muy ambiguo en esta época, se observaron con complicidad, esa canción había unido a las chicas aunque fuera por un momento, aunque fuera por sólo ese instante. De pronto habían vuelto a la infancia donde no habían tantas diferencias que las alejaran, donde no habían tantas situaciones que las dividían; en un sitio en el que no existían los bandos, la rivalidad o las posibles rencillas por las que pelear.

—¡Y lo pasaste muy bien! —replicó la menor— Deberíamos hacer cosas juntas más seguido, ya saben; pronto será el matrimonio de Andy, deberíamos ir a por nuestros atuendos Bella, todas juntas.

Andrómeda no dijo nada, la realidad era más poderosa que el pasado y todos los recuerdos. Pues claramente no se podía vivir de ellos.

—Me parece una buena idea—susurró Bella.

—Después Andrómeda tendrá que irse de casa y no será mucho el tiempo en que conviviremos juntas, pues tendrás otras cosas y labores que hacer —farfulló Cissy—¡Tendrás una casa divina!

Al menos en ese instante apareció su madre en los jardines de la Mansión para salvarla. No podía decir en voz alta que le importaba un cuerno todo lo que tenía que ver con su matrimonio y Edmund Warrington, eso causaría un ataque en su madre y la culparían de aquello.

—¡Niñas, qué hacen en el suelo! ¡Ya es hora de que entren a la red flú! —chilló Druella en cuanto las vió—¡Arreglense en cabello y ropa! ¿Cómo es posible? Ya no tienen cinco años.

Las tres se pusieron de pie y caminaron en dirección a su madre. Se despidieron y minutos después Andrómeda fue la primera en entrar en la chimenea, volver a Hogwarts era gratificante para ella, significaba alejarse de todo lo que consideraba que estaba mal en casa.

Para Bella era volver y estar más cerca de saber a ciencia cierta quién era Thomas, quien era el que se hacía llamar Señor tenebroso, volver a verle y sentir su presencia imponente. Ser parte de su selecto grupo y también volver a estar cerca de aquellos ojos rojizos que la tenían hipnotizada.

Narcissa no sabía que era lo que quería de la vida en ese momento, sólo rogaba porque nadie nunca se enterase de las cosas terribles que había hecho con Regulus, pues de ser así sería desterrada y encerrada en algo peor que San Mungo. Sería enviada al mundo muggle para enclaustrarla en un convento que le privaría de su libertad y magia. No sabía si eso era verdad pero cuando su padre se molestaba, siempre les amenazaba con eso, aunque ella no sabía si eso existía realmente.

—Éxito niñas y ya saben qué hacer—se despidió su madre una vez que fueron pasando y tomando los polvos.

Nada de muggles, nada de peleas, nada de sangres sucias, nada de conflictos

Sólo bellas niñas, obedientes y relucientes unidas por el lazo de sangre de la siempre pura casa Black.

Que trágicos eran algunos momentos, ese había sido uno de ellos. Pues lo que las hermanas Black no sabían era que ese había sido el último momento en que las tres compartirían risas entre ellas.

Ese iba a ser el último momento realmente feliz y significativo entre las tres.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro