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• CAPÍTULO 23

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THE BLACK SISTERS
IMPERIO
XXIII. El hombre perfecto.
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A todas luces Lucius Malfoy era el hombre perfecto para Narcissa Black.

Cuando niña Cissy siempre soñó con ser una princesa que estaba atrapada y custodiada por un temible dragón y que el príncipe llegaba y arrasaba con todo con tal de salvarla y declararle su amor.

Lucius tenía el aspecto y el porte de un caballero medieval que haría lo que fuera por su damicela.

Y es que tenía todo a su favor.

Era sumamente guapo a los ojos de las chicas, un cabello rubio que le otorgaba elegancia, unos ojos grises que llamaban la atención, tez pálida en la que destacaban sus facciones, complexión fuerte para proteger y abrazar a quien quisiera tener entre sus brazos.

No era menos importante que fuera un sangre pura y que tuviera miles de galeones en Gringotts, después de todo el aspecto era lo menos importante a la hora de escoger a un prometido en la alta sociedad mágica.

Si bien entre Narcissa y Lucius nadie había hablado de compromiso o alguna relación más seria, era evidente que iban hacia allá. Pues el jóven realmente estaba encantado con ella y su forma de ser y a su vez, ella creía que realmente era quien estuvo destinado para ella.

¿O porqué todo salió tan fácil?

Lucius era adorable, a pesar de sus intereses demostrables por la magia oscura; con ella se convertía realmente en alguien considerado, amable y detallista. En cada cita que tenían él llegaba con un ramo de flores para ella, la invitaba a pasear por Hogsmeade e ir por helados y siempre la consentía y mimaba como si fuera una chica pequeña.

Todos olvidaron la relación que anteriormente él tuvo con Clarissa, pues entre la chica Black y él había una conexión de otro planeta.

Demasiado especial para ser cierta.

Ambos habían comenzado a conocerse, a Lucius le gustaban los caballos o en su prioridad los Abraxam, tal como a Narcissa, pues los consideraba criaturas salidas de los cuentos de hadas. A Narcissa le encantaban los pralines suizos y Lucius no tenía problemas en llevarla a la mejor chocolatería que existiera con tal de verla feliz. Lucius disfrutaba de los libros y ella lo admiraba mientras leía, ella amaba la alta costura y él podría regocijarse teniéndola a su lado.

De cierta forma sí eran el uno para el otro.

De no ser porque en secreto y con sus amigos Lucius si era un patán y porque ella en sus pensamientos más oscuros desearía que tuviera una mezcla de cosas tanto de Rodolphus y de Regulus.

Ella sabía que el hombre perfecto era casi imposible de encontrar, que las novelas mentían y que jamás se llegaban a encontrar esos hombres que describían las autoras muggles, no obstante en la mente de Narcissa habían ideas por montón. Sobretodo cuando había tenido una probada de los tres.

De Lucius le encantaba su aspecto y su apellido, se imaginaba a un niño nacido de ambos y claramente sería perfecto. Unía sus nombres y apellidos y claramente sonaban como de la realeza. Narcissa Malfoy, que increíble e imponente.

Pero quisiera que Lucius tuviera el carácter y la forma de ser de Rodolphus. Sí, en efecto que aún no lo superaba; era prácticamente imposible, solía admirarlo reír o conversar con sus colegas y era tan apuesto, con tanta energía, con ese misterioso rostro que escondía enigmas. De una u otra forma para ella, Rodolphus Lestrange era el hombre perfecto a sus ojos de adolescente enamorada de su platónico.

Y de Regulus, bien digamos que de su querido Reggie además de sus sentimientos y su forma de pensar, también quería otra cosa. Su virilidad por no decirlo de una manera vulgar. Ella no había estado con otro chico, no sabía las muchas otras cosas que podía llegar a experimentar en ese plano, por ende al ser lo único que conocía quería tenerlo nuevamente y repetirlo con quien fuera.

Ellos tres eran su hombre perfecto y en su mente surgían las posibilidades más indecentes e innombrables que se le pudieran imaginar. Quisiera poder concentrarlos en una poción y tenerlos para cuando quisiera algo de uno de ellos y así satisfacer todos los caprichos que su mente ambiciosa le traía y quería volver reales.

Aunque no todo podía ser en esta vida como uno quisiera pues ahora Rodolphus estaba cerca de su hermana Bellatrix y la ignoraba lo más que podía luego de su última conversación y Regulus estaba comprometido con una de sus mejores amigas, no obstante eso no quitaba las miraditas coquetas que ambos se dedicaban en los pasillos, en el gran comedor o en las clases.

No era fácil olvidar a quien fue tu primera vez.

No sabía si ella había sido la primera chica de Regulus –al menos no lo creía– pero él sí había sido el primer hombre en poseerla y Narcissa sabía que eso a los hombres fueran magos o muggles les encantaba; les generaba satisfacción y una especie de posesión sobre la chica en cuestión.

Por eso él le había pedido discreción, si no le hubiera importado le hubiera dado igual que Saorise se enterara si después de todo entre ellos era común involucrarse con sus primos con el fin de mantenerse siempre puros.

Con Rodolphus le hubiera encantado, eso no lo negaría, sin embargo la oportunidad no se le había dado y no se llevaría toda la vida lamentándose por eso, menos ahora que tenía al menos partido entre las manos.

Con Lucius las cosas serían diferentes, esperaría a que se casaran y tendrían un romance idílico que todos envidiasen. No quería ni por un segundo que él pensara que era una fácil o una ofrecida por no ser virgen, por ende era mejor que no se enterara, ya se las ingeniaría para la noche de bodas, no sería difícil simularlo teniendo una varita de su lado.

A él también podría decirle que era el primero y eso le llevaría el ego a la luna.

—Te ves muy feliz con Malfoy, Cissy —soltó Rosalie durante la merienda —Hacen una muy bella pareja.

—Creo que realmente me gusta mucho, es perfecto en todos los sentidos.

La platica entre amigas era una de las cosas que más disfrutaba Narcissa, tanto para comentarse los chismes como para intercambiar consejos. Sin mencionar que adoraba presumir, una platica de amigas sin envidia no era una platica de amigas entre las chicas de Slytherin.

Las risitas de Rosalie fueron las que delataron el ánimo bajo de Saoirse.

—¿Querida, qué pasa? —susurró Cissy mostrando preocupación —Tienes un aspecto muy apagado, tú no eres así —señaló —Sabes que puedes contarnos.

Saoirse les miró debatiéndose si era buena idea contarles o no. Pero se sentía tan presionada con el asunto que no tuvo otra opción más que confiar en las chicas que tenía delante de ella.

—El otro día me enteré de que Regulus ha estado —hizo una pausa para tratar de buscar las palabras más adecuadas —Que ya estuvo con otra chica antes que yo, no seré la primera y única mujer en su vida y eso me hace sentir triste, nos casaremos pero él antes ya fue de otra y eso me causa inseguridad.

Narcissa frunció los labios y trató de mantenerse relajada. No creía que Regulus se lo hubiera confesado por lo que trató de indagar un poco sin ser obvia.

—Querida, no creo que eso sea así —comentó —Quizás malinterpretaste algo o lo sacaste de contexto ¿Él fue quien te lo dijo?

Ella negó con su cabeza y rodó los ojos al sentir vergüenza de lo que decía.

—El otro día yo iba saliendo de la habitación y ellos estaban conversando en la sala común, con su grupo de amigos —relató —No pude evitarlo y me quedé escuchando lo que decían y en esa plática él les contó que había tenido un encuentro con una chica en el aula de pociones —susurró para que nadie más escuchara —Y que había sido una de las mejores experiencias de su vida, que lo había disfrutado mucho.

Una parte de Narcissa se sentía avergonzada pues él había hablado de aquello con sus amigos. Pero los hombres siempre hacían eso. No obstante la otra parte de ella se regocijaba al saber que estaba hablando de su persona y que lo había pasado tan bien como ella.

—Amiga —Rosalie interrumpió sus pensamientos —Quizás ni siquiera es verdad y lo inventó para no quedar en desventaja con sus amigos, Regulus no se me hace ese tipo de chico.

—Esa puede ser una opción —Narcissa se unió a las palabras de su compañera para intentar darle calma a Saoirse.

—Además en el caso de que fuera cierto, debe ser una chica de baja reputación, una zorra que disfruta de hacerlo antes del matrimonio y que no se respeta —añadió —Después de todo ella sólo es un acostón y tú serás la esposa, quien se lleve todo y la que escogió para la vida —acotó —Ella estuvo destinada a la clandestinidad en cambio tú eres quien se luce de su mano.

Aquellas palabras hicieron un temblor en el interior de Narcissa. No, no el hecho de que le haya tratado de zorra. Si no lo que dijo después, de que estaba en las sombras y que no había sido la escogida por él, ese tipo de comentarios Narcissa no los toleraba y su ego era algo frágil, por ende esos comentarios consiguieron que una voz en su interior retumbar a haciéndola sentir la segunda opción, una mujer desechable.

Y ella jamás sería eso.

No entendía porqué le hacía sentir mal si no debería. Ella tenía todo lo que quería.

Pero a quienes más había querido no.

Y ellos eran Rodolphus y Regulus y ambos la habían desechado después.

Quizás lo hizo sólo por probarse a sí misma cuan persuasiva y hermosa podía llegar a ser.

Pero apenas vió a Regulus a solas en uno de los pasillos de la biblioteca se acercó de forma maliciosa.

—Supe por ahí que habías comentado sobre nuestro encuentro y que te había sido muy satisfactorio—susurró —¿Eso es verdad?

Regulus quien tenía sus ojos clavados en un libro de pociones, los levantó con sorpresa y frunció los labios con algo de nerviosismo. No esperaba que ella se enterara de esa conversación y no sacaba nada con negarlo, pues ella estaba allí y no se notaba molesta.

—Yo, Cissy. . . —farfulló —Nadie sabe que eres tú, lo siento pero no pude. . .

—No te preocupes, no me molesta —terció—Es más me agrada de sobremanera saber que te ha gustado.

La voz seductora de Cissy era como una trampa para Regulus quien de inmediato sintió que sus terminaciones nerviosas comenzaron a hacer lo suyo. Se colocó de pie y se acercó a ella buscando el contacto.

—La verdad es tú siempre serás especial —A diferencia de la vez anterior fue él quien se aproximó y la cogió en sus brazos para ponerla sobre la encimera de la mesa —¿Puedo besarte, Cissy?

Ella respondió con el gesto, uniendo sus labios con los de Regulus, aquel rasgo ya se había acentuado en ella. A Narcissa le encantaba tener a varios chicos sin importar lo que fueran a decir ellos, Regulus sabía que ella estaba con Lucius y no le importaba, tampoco le interesaba que no fuera una señorita que esperaba por su hombre.

Con los días la autoestima de Narcissa estaba por el cielo, sonreía y les echaba miraditas de satisfacción a quines se cruzaban con ella.

Pero no todo siempre podía ser tan perfecto.

—Black —La voz molesta y desafiante de Saoirse la abordó en uno de los pasillos.

—Querida ¿Qué sucede? —saludó —Deberías estar más sonriente, se acerca tu boda.

La palma firme de Saoirse se estampó contra la mejilla de Narcissa.

—¿En serio tienes cara de hablar de mi boda, Narcissa? —le espetó luego de abofetearla— Lo sé todo, sé que eres tú con quien Regulus se ha acostado y con quien tuvo una aventura barata.

—Saoirse —El mundo de Narcissa amenazaba con verse destruído.

—Calla, no quiero oírte nunca más, pero si me vuelvo a enterar de que tratas de seducir a mi prometido, le diré todo a tus padres y a Lucius —le amenazó —Él no se merece lo que le estás haciendo y si no se lo digo es porque quiero proteger mi reputación y la de mi matrimonio del escándalo.

Narcissa aún tenía la mano en la mejilla golpeada. Jamás la habían golpeado a lo muggle y para su padre aquella era una de las peores ofenzas.

—Tan linda y tan perfecta —susurró la contraria —Quien hubiera pensado que eras una puta —dijo con desprecio —Y más te vale que te controles, Regulus no sabe que lo sé y hay de tí si se lo dices, no quiero verte nunca más y no vuelvas a dirigirme la palabra, yo inventaré algún motivo por el que nuestra amistad terminó.

—Saoirse, lo lamento de verdad.

—No mientas por favor, tú sólo piensas en tí y en lo que puedes obtener —siseó —Lo único que espero es que no sigas yendo tras las cosas ajenas ¿O crees que no me he dado cuenta como miras a Lestrange? Eres una zorra Narcissa y tendrás que enfrentar las consecuencias tarde o temprano.

Narcissa arregló su cabello y rogó para que nadie se enterara de aquello.

Eso la convertiría en la chica imperfecta que no deseaba ser.

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