Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

• CAPÍTULO 17

______________________

THE BLACK SISTERS
IMPERIO
XVII. Una esposa digna
_____________________

«Desde ahora te debes a tu prometido y él puede hacer de tí lo que se le antoje»

Las palabras de su madre resonaron en su cabeza en medio de la clase de pociones. Andrómeda jamás fue particularmente buena para la clase de Slughorn y tener el sin fin de ideas que tenía no era bueno.

Menos cuando Warrington estaba a unas mesas de ella y observaba cada paso que daba. Se sentía ansiosa, intimidada y analizada en completo. Augustus tenía unos ojos de serpiente que eran difíciles de ignorar sobre todo cuando se ponía en posición de provocar.

Las manos de Andrómeda temblaron, el hecho de que un hombre que sería su esposo dentro de poco –en contra de su voluntad –estuviera en el mismo espacio que ella y le observara con desafío en todo momento no le parecía nada agradable. Tomó el frasco de asfódelo temiendo que sucedería lo peor. Unos dedos masculinos sujetaron su mano temblorosa.

—Te ayudaré —siseó Warrington—No te preocupes.

—No necesito de tu ayuda, no es preciso que finjas —le espetó Andrómeda algo molesta— Puedo hacerlo sola.

—Definitivamente no, no es por ser grosero; pero lo más probable es que todos terminemos muriendo a causa de tus pocas habilidades en pociones, hay que ser realista en la vida— murmuró sin apartarse y consiguiendo que la chica se estresara aún más.

—¿Qué te importa si hago mal la poción? Hace un tiempo te estabas burlando de mí y le dijiste a la mitad de la escuela que era una inútil —le reclamó— No es necesario ser cínico.

Edmund se mantuvo en silencio y de forma tranquila le ayudó a la chica realizar la poción. Él ya había terminado y  descansaba tranquilamente en el caldero a la espera de que el profesor pasara por los puestos revisando.

Andrómeda por su parte se resignó a recibir la ayuda de aquel detestable chico. No podía negar que era excelente en la materia y que ella necesitaba aprobar; además que necesitaba aprender a mejorar sus técnicas.

Una vez que la clase terminó, Andrómeda recogió sus cosas despacio. Edmund había desaparecido de su mesón al instante en que Horace comenzó a calificar las pócimas realizadas, Andy tenía que admitir que sin él probablemente habría obtenido un insuficiente, así que secretamente estaba agradecida, no obstante no lo manifestaría en voz alta, ya que ella no le había pedido ayuda y no merecía a su pensar ningún tipo de reconocimiento debido a su anterior comportamiento con ella.

Salió del aula y allí afuera estaba Edmund, apoyado en la pared y con sus libros en la mano. Andrómeda le observó sin embargo siguió su camino sin inmutarse con aquella presencia. No obstante el chico comenzó a caminar hasta que le hizo alcance a la joven quien le miró extrañada.

—¿Qué quieres, Warrington? ¿No tienes nada mejor que hacer? Voy  a transformaciones, no tengo tiempo para conversar.

El joven le tomó con delicadeza del brazo para que Andy tuviera que detenerse. El Slytherin inspiró de manera profunda y se cambió los libros a la otra mano.

—Andrómeda —puntualizó —Sé que mis palabras hacia tí en primera instancia no fueron las mejores, pero quiero repararlo.

Ella frunció el ceño y le observó con desprecio.

— Si eso es una disculpa, es deprimente; en todo caso no me interesa ¿Crees que realmente voy a creer algo de lo que digas?

—Pues deberías, después de todo vamos a casarnos.

Aquellas palabras fueron como dardos para Andrómeda, la devolvían a la realidad de la que tanto quería escapar. Edmund estaba hablando con certezas de todo lo que ella quería que desapareciera inmediatamente.

—¿Y eso te haría buena persona? No lo creo, te aseguro que mi perspectiva sobre tí no va a cambiar nunca y si me caso es únicamente porque mis padres ya han hecho el arreglo con tu familia, de lo contrario jamás te hubiera escogido.

El chico no rebatió nada de lo que ella esperaba. Suspiró con profundidad y luego de eso se cruzó de brazos.

—Está bien, entiendo lo que me dices y el porqué; no obstante realmente me gustaría que llegases a cambiar de opinión —comentó dejando a la chica sorprendida —Sé que actué mal y es que no puedo evitar que me importen las apariencias, pero ahora serás mi esposa y de verdad quiero que nos llevemos bien y que no sea del todo un matrimonio arreglado.

—¿Ya y?

—Quiero que al menos nuestra convivencia mejore, quiero que al menos intentemos llevarnos mejor.

Andrómeda hizo una pausa ante las palabras que su boca estaba a punto de soltar pues el chico la había dejado sorprendida. No veía atisbo del joven que hacía algunos meses le había humillado en la escuela. Sin embargo no se dejaría doblegar porque aunque fuera diferente a su familia, como toda una Black era orgullosa.

—Ni te creas que voy a hacer caso a las palabras que me dices— declaró y entró a transformaciones con él siguiéndole las espaldas.

¿Qué era lo que pretendía?

Pues no se compraba la amabilidad repentina que estaba teniendo hacia ella. Decidió que lo mejor sería ignorarle y sentarse en el fondo del salón al lado de una chica de Hufflepuff par evitar que él se sentara a su lado. Ahora todos veían cómo ambos habían entrado juntos, en la escuela ya se sabía que ambos estaban comprometidos pero también conocían el desprecio que se tenían el uno al otro, por lo que fue realmente sorpresivo verles entrar.

Sobretodo para Aiden, quien se hallaba en la parte delantera del aula. No pudo evitar su curiosidad y se volvió disimuladamente a mirar a Andrómeda, quien claramente no venía a gusto con aquella presencia tan insistente y cercana.

¿O realmente ahora estaban llevándose bien debido a su próxima unión?

El joven apretó los puños por debajo de la mesa. Hacía tiempo ya que no hablaba con su amiga, pues aún la consideraba de esa manera; le había tratado de hablar por todos los medios, sin embargo la bruja jamás había dado su brazo a torcer y no le dejó explicar nada.

Fueron pasando las semanas y Andrómeda no entendía el motivo del acercamiento de Warrington para con ella. Su instinto le decía que no debía hacerlo, no obstante le era imposible no querer indagar en el fondo cuáles eran sus reales motivos para no negarse a casarse con ella. Sabía que debía de haber algo detrás, no todo podía ser porque sí.

Edmund Warrington era un mago ambicioso, no era tan popular; más bien bajo perfil. Aunque todos conocían su fama de iracundo cuando las cosas no salían como las planeaba. Además como la mayoría de los Slytherin solía tener un particular favoritismo por las artes oscuras de la peor clase.

Argumentos de sobra para que Andrómeda no quisiera ir más allá en conocerle a pesar de las circunstancias que les unían.

—Creo que sí tienes ese instinto debes hacerle caso— murmuró Molly un día que se sentaron a conversar en Hogsmeade —Él la verdad es que no me da buena espina, enserio lamento el hecho de que tengas que casarte con él.

—Últimamente ha tratado de acercarse y estar presente, supongo que con el fin de que no le odie —respondió la bruja contraria encogiéndose de brazos —Quizás. . .

—Quizás nada, Andy —respondió Molly con los ojos en blanco —Los hombres del tipo de Warrington no hacen nada porque sí, todo tiene un propósito para ellos, nada es gratis; siempre existe una ganancia de por medio.

—Sé que tienes razón, además que también lo pienso —admitió —Pero será mi esposo— confirmó con algo de resignación —Puede que sea mi oportunidad de conocerle más.

La pelirroja le observó queriendo ser lo más sincera con ella sin tener la necesidad de herirle. Después de todo Andrómeda terminó siendo una persona a la que consideraba una amiga, era dulce y preocupada; nada que ver con el resto de su familia.

—Eres una buena persona, no eres rencorosa y te admiro por eso—siseó —Creo que debes tener cuidado y no bajar la guardia, sabes a lo que me refiero.

—No es que tenga muchas opciones.

—¿Y por qué no? Todos tenemos derecho a tener el control de nuestra vida. Si me dijeras que quieres conocerlo porque lo encontraste guapo o porque comenzó a gustarte lo entendería —mencionó frunciendo el ceño—Sólo quieres acceder porque es el hombre que tus padres buscaron para tí ¿Qué sucederá cuando encuentres al chico que realmente quieres para tí?

—Eso no sucederá, ya estaré casada.

—Pero no vas a estar muerta, seguirás teniendo sentimientos y en algún momento van a surgir los que son reales y serán tal vez para alguien que no sea tu esposo ¿Enserio quieres vivir la vida que el señor y la señora Black escogieron para tí? —le cuestionó —Porque créeme que si estuviera en tu posición preferiría ser expulsada de la familia antes que aceptar.

Desde afuera todo era sencillo de decir.

Pero para Andrómeda significaba un mundo poder pensar de esa manera.

Toda su infancia vivió bajo las leyes mágicas estrictas que habían en su casa. Eran como mandatos que si rompías te hacían arriesgarte a las peores consecuencias.

La deshonra.

Para los sangre pura la imagen que proyectaban hacia el exterior lo era todo. Por una vez en su vida Andrómeda quería sentirse una Black, hacer sentir orgullosos a sus padres y que vieran que era capaz de hacer las cosas bien y dejarlos bien parados frente al selecto grupo con el que convivían.

Debido a eso se fue acercando a Edmund, si bien no estaba del todo segura, después cuando se casaran podría conocerle con tiempo; tendría todo el tiempo para convertirse en una buena esposa y ama de casa, pues eso era lo que se esperaba de una señorita de modales como lo era ella.

—¿Cuáles son tus aspiraciones? Escuché que tu padre quería que te unieras a Gringotts— mencionó Edmund mientras estaba sentado junto a ella en la sala común.

—Pues creo que eso es lo que a él le gustaría —respondió sin pensar, las palabras habían salido más rápido que sus pensamientos y observó a su prometido nerviosa.

—¿Y qué es lo que a tí te gustaría entonces?

La bruja dudó, pues su pasión no era considerada un trabajo exitoso que podía hacerte aún más rico. Lo de ella era una actividad que podía entregarte otro tipo de emociones y elementos que no tenían que ver con el dinero. Era más una herramienta de vida.

—Me gustaría ser sanadora, pero con conocimiento en base a las plantas —respondió algo dubitativa— Si bien la ciencia ha evolucionado, creo que no hay como la misma naturaleza para sanarnos de todo el mal que hacemos nosotros mismos.

—No sabía que te gustaba la Herbolaria, sabes tengo que un libro que jamás he usado pues no es una rama que me guste particularmente; si quieres te lo puedo regalar para que le eches una hojeada a lo que te sirva —señaló —Es diferente, creo que coincide con tu personalidad.

Andrómeda le observó dudosa y finalmente asintió a modo de agradecimiento. El chico le ofreció que fueran de inmediato en su búsqueda pues lo guardaba en su baúl. Ella sabía que no era correcto que fuera al dormitorio de los varones, sin embargo sabía que no había nadie que pudiera malinterpretar aquello y después ponerla en una posición complicada.

Una vez allí ella se dedicó a observar.

Allí estaban las cosas de Aiden; pues compartían habitación, no obstante apartó la mirada pues no quería quedar como una intrusa. Se quedó junto a la ventana cuando Edmund se colocó en el suelo a rebuscar en su maleta.

—Allí está, supongo que puede servirte.

—Te agradezco —sonrió, era el primer gesto realmente amable que tenía con ella, o al menos era el primero que era significativo para la bruja.

Poco a poco él se fue acercando y se mostró nervioso. Andrómeda se tensó en su sitio.

—Sabes he estado pensando que deberíamos acercarnos más —comentó —Jamás nos hemos besado y ciertamente nos casaremos —indicó con aprehensión —Siento que deberíamos ¿probar?

La bruja se sintió algo avergonzada, no quería mantenerse en el sitio durante mucho tiempo. No quería que los rumores entre ellos se dispararan por nada. Aunque tenía que admitir que lo que Edmund decía le hacía sentido, tenía que conocerle si por más que se negara ese había sido el hombre que designaron para ella.

—Tienes razón —concluyó y miró al chico a los ojos tratando de reprimir la vergüenza que sentía en ese instante.

Edmund se acercó sin mayor preámbulo y posó sus labios en los de ella, sin intenciones de ser romántico; algo en lo que ella reparó de inmediato pues era la primera vez que se hallaba en esa situación con un chico, como una señorita debía de ser. Las labios de Warrington fueron exigentes y poco a poco buscaron otros lugares del cuerpo de Andrómeda.

—Creo que deberíamos irnos —habló nerviosa cuando percibió que su cuello estaba siendo besado —No corresponde que esté aquí.

Edmund hizo caso omiso a las réplicas de Andrómeda y continuó con su incursionan, esta vez subiendo sus manos un poco cerca de su busto.

—¡Edmund, detente! —chilló por lo bajo por miedo a que alguien fuese a llegar y pudiera pensar mal de ella.

—Vamos Andrómeda, no hay nadie en la sala común; me gustaría que nos divirtieramos.

—Eso no es correcto, sabes que no está permitido.

—No seas aburrida— replicó con la voz dura, aferrado su cuerpo al de la chica, pegándola a la pared para que no pudiera moverse —Además serás mi esposa y debes hacer lo que yo te digo y en este momento quiero ver si realmente serás una esposa digna y capaz de cumplir sus deberes.

—¿Qué te crees? —gritó y con toda la fuerza que pudo le pegó un rodillazo entre las piernas— No soy una prostituta para que vengas a tratarme así y de hecho ni siquiera ellas merecerían ese trato.

—Oh, ven aquí; sé que quieres no te hagas de rogar.

Con la varita Andrómeda hizo caer unos libros del estante para poner un obstáculo entre ella y el Slytherin para llegar rápido a la puerta. En ese instante la puerta se abrió.

Era Aiden y no tenía que mirar mucho para darse cuenta qué era lo que sucedía.

—¿Qué pretendes con Andrómeda, Warrington? —le enfrentó y sacó su varita —¿Acaso tratabas de forzarla a algo que claramente no quería hacer?

La chica de manera instintiva se colocó detrás de Parkinson y su prometido la observó con enojo y frustración.

—¿Por qué te metes, Parkinson? Este no es tu asunto a menos que antes de que se comprometiera conmigo esta perra te diera esperanzas —declaró con rabia —¿Qué acaso no eres virgen y quieres engañarme?

—Eres un hijo de perra, Warrington— escupió Aiden y sin miramientos se lanzó contra el para golpearlo lo más fuerte que pudo.

—¡No!—gritó la bruja—No se peleen ¡Ayuda!

El escándalo fue tal que la habitación quedó totalmente destruida, los estudiantes fueron llegando poco a poco hasta que pudieron separarlos recién al lanzarle un Petrificus Totalus. Aiden le había roto la nariz a Edmund a causa de los golpes y este había logrado esginzarle el hombro.

El resultado fue que Druella tuvo que ir a la escuela en base a los relatos que Aiden había dado a la dirección. Claramente estaba furiosa por el escándalo, no entendía cómo su hija había podido propiciar aquello.

—Edmund quería que estuviéramos juntos, madre —murmuró caminando mientras Druella se dirigía a la salida del castillo —No quería, no podía —se excusó —No me sentía preparada, no estamos casados.

La bruja harta de las explicaciones de Andrómeda le hizo frente y suspiró.

—¿Y eso qué ? Ya están comprometidos, van a casarse —puntualizó —Creo que hay muchas cosas a las que tienes que acostumbrarte desde ya, cosas que no pueden espantarte y estar dispuesta en todo momento es una de ellas.

Andy no podía dar crédito a lo que su madre le respondió.

—No hablas enserio.

— Claro que sí, deja de comportarte como una niña —le regañó— Ahora con todo este escándalo que hiciste ¿Crees que las personas no van a hablar mal de tí? Tu padre va a estar muy molesto con esta insignificante situación, tienes que entender que cuando tu esposo quiere algo, tú se lo das.

—Él no es mi esposo —gruñó con molestia.

—Pero no tardará en serlo y más te vale que le complazcas si no quieres sufrir la vergüenza de que te deje por otra mujer más hábil en esos asuntos.

—Madre, él estuvo a punto de. . .

¿Cómo era posible de que su propia madre no la entendiera?

—Basta, ya no quiero de tu melodrama; no es nada que en el matrimonio no vayas a vivir. Habrán veces en las que no tendrás ganas y de igual manera tendrás que estar dispuesta a complacer a tu marido— le respondió duramente —Deja de lloriquear que ya me tienes harta, vuelve a clases y agradece que no acepté que expulsaran a esos pobres chicos, imagina los problemas en los que nos hubiesemos metido con sus padres.

En ese momento Andrómeda comprobó que no tenía absolutamente nada de la familia Black.

Comprobó que en el mundo que vivía cualquier persona podría atacarla y nadie haría nada.

Comprobó que estaba sola.

Y eso rompió su espíritu.

La poca niñez que le quedaba se acababa de esfumar.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro