• CAPÍTULO 12
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THE BLACK SISTERS
IMPERIO
XII. Una mágica celebración.
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—Quiero que se vean perfectas, como las herederas del linaje Black.
A pesar de todo, Cygnus Black estaba orgulloso; sus tres hijas eran las niñas más codiciadas dentro del mundo mágico. Eso dentro de la retorcida mente de aquel mago significaba sólo una cosa.
Poder.
Claro, si sus hijas eran deseadas por los chicos, ellos querrían casarse con ellas y por ende él ganaría dinero a costa de ellas.
¿Qué es lo que más quiere una chica en ese mundo?
Pues casarse con un buen partido.
El hombre jamás descansaba, ni siquiera en una fecha donde todos estaban descansando; para él Yule era la ocasión perfecta para demostrar a todo el mundo lo asquerosamente rico y poderoso que era, era la oportunidad para pavonearse de cualquier forma, aunque esta fuera vendiendo a sus hijas para el mejor arreglo que pudiera preparar.
— Tranquilo padre ¿Cuándo te hemos defraudado? —murmuró Cissy con aquel tono encantador que la caracterizaba, solamente que ahora era adornado por un leve acento francés.
El hombre acarició el rubio cabello de su hija y asintió.
—No tarden, los invitados pronto llegarán y quiero que estén junto a su madre para recibirlos.
Las tres hermanas se quedaron dentro de la habitación de Narcissa, estaban allí pues al menos Andrómeda deseaba que le contara algunos pormenores de su estadía en el pirineo francés. Sin embargo la ocasión no les daba mucho tiempo, dentro de poco la Mansión se llenaría de personas de las que poco y nada sabían.
—¡No saben cómo las extrañé, pensé en ustedes cada día!
— ¡Me alegro de que estés aquí, aunque insisto en que deberías haber escrito más seguido!
Bella rodó los ojos ante el comentario sentimental de su hermana.
—Deja de agobiarla con esos dichos, ya está aquí ¿No te basta? Otra cosa —esta vez se dirigió directamente a Narcissa —Espero que ese irritante acento se te quite pronto, eres inglesa.
— No seas aguafiestas, sabes que los franceses son buenos en muchas cosas; creo que mañana ya les contaré acerca de algunas aventuras y de cómo me fue en la escuela — siseó —Pero ahora vengan, quiero darles algo.
Cissy rebuscó en su maleta y de ella sacó unas bellas bolsas de gasa fina de color rosa pálido, le entregó una a cada una y sonrió.
—Creo que podrian usarlo hoy, es algo sumamente chic que traje de París.
Una sonrisita de suficiencia se formó en el rostro de la menor de las Black al hacerles entrega de uno de los regalos que les había traído a sus hermanas. Andrómeda se notaba entusiasmada, no obstante Bellatrix encontraba todo aquello algo ridículo, pero terminó abriendo el regalo por insistencia de Andy.
— ¿Qué se supone que es esto? —farfulló Bella entre dientes.
— ¡Cómo que qué es! ¡Es una pequeña tiara! ¡Es el último grito de la moda en el país! Es una exclusividad.
Escuchar a su hermana hablar de esa forma estuvo a punto de sacar a Bellatrix de sus casillas; pensó para sus adentros que al parecer su viaje no había sido nada provechoso, pues lo más probable es que ella pasara el tiempo conquistando chicos y asaltando tiendas de ropa que estudiando algo que aprender.
— ¿Y pretendes que lo use? —preguntó con algo de desprecio.
—¡Claro! ¡No vayas a decir que lo odias!
Así era, Bellatrix odiaba esa ridícula corona, odiaba que a Andrómeda le fascinara y que hasta ya la tuviera puesta en la cabeza.
—Es preciosa, Cissy —recalcó la mayor, dándole un leve abrazo.
—De verdad voy a ofenderme si es que no la usas —le habló Cissy, abrumada y haciendo un leve puchero para lucir adorable.
— ¿En necesario? Puedes pensar que somos princesas y que esta noche es un baile especial— murmuró Narcissa — Y que este es nuestro castillo, donde en unos minutos estarán aguardando miles de súbditos dispuestos a hacer todo por cualquiera de nosotros.
Bella dejó escapar una risa irónica y algo falsa.
— Tú y tus ocurrencias Cissy — comentó con sarcasmo— La usaré sólo para que después no digas que soy antipática o que no colaboro con tus ideas —farfulló —Pero has de saber que no necesito de una estúpida corona para sentirme superior; lo soy.
Ahí estaba Bellatrix en todo su esplendor, aquella chica que no necesitaba de nadie para que le dijeran lo prodigiosa que en instantes llegaba a ser.
— No necesito de eso, además ¿Quién quiere ser una estúpida princesa? Soy una maldita reina; la reina de mi propia existencia —murmuró colocándose la tiara en la cabeza —Esto sólo es un adorno, lo que importa es lo que llevamos dentro, que con eso se nace; se nace siendo un sangre pura.
Cuando salieron de la habitación, las tres chicas se veían hermosas dentro de su estilo. Andrómeda muy dulce, Bellatrix intimidante y Narcissa con aquella coquetería nata que poseía. La música sonaba en el salón y varios invitados ya tenían en sus manos una copa con algún brebaje elegante.
Andrómeda de inmediato se sintió abrumada por el hecho de que tanta gente hubiera concurrido a su hogar, si bien eran familiares; jamás se había sentido cómoda bajo las luces de los costosos candelabros de su hogar.
Ese tipo de celebraciones no eran para ella que siempre solía ocultarse detrás de la sombra de sus dos hermanas menores.
Por su parte Bellatrix pasó con una mirada altiva entre aquellos parientes que poco y nada recordaba, aunque compartieran apellido, la bruja creía que algunos no eran dignos –como por ejemplo su tío Alphrad– quien no había tenido descendencia y debido a eso era catalogado como un idiota dentro de la familia. Aunque si era completamente honesta, Bellatrix pensaba mal de cada uno de ellos, su tío Orion no había sido capaz de conseguir una esposa que no fuera de su familia –debido a su poca virilidad, como ella solía decir– su tía Walburga estaba loca y era el mismo caso, no había podido hacer que un hombre se interesara en ella, por ende eso era motivo para que Bella no quisiera ser como ninguno de ellos.
Sin embargo Cissy, quien de París había vuelto convertida en una señorita decente y de buenos modales, no paraba de dar pasitos coquetos y sonrisas provocadoras a algunos de los invitados que no conocía; siempre supo que lo más importante era que consiguiera un buen marido y desde pequeña supo que las fiestas eran la mejor instancia.
— Te ves encantadora, querida Cissy.
— ¡Oh, Reggie! —saludó a su primo — Te ves tan guapo con ese traje —Pasó una de sus manos por la solapa de su elegante blaizer.
Regulus observó a su prima de manera embobada, siempre la halló muy bella, tan angelical, tan perfecta. Era una de las candidatas que tenía para hacerla su esposa.
¿Importaba que fuera su prima?
Pues no, eso no tenía ninguna importancia, lo que tenía relevancia era perpetuar la sangre pura y mientras eso estuviera resguardado no importaba que tuviera que desposar a su prima, después de todo era hermosa y lo más probable es que con el tiempo lo fuera aún más.
—Te ves encantadora como siempre — le aduló el chico, tomándola de la mano para besarsela — ¿Querrías bailar conmigo?
Narcissa se percató cómo los ojos de Regulus vagaban por su figura y la admiraban con soltura. Eso le hizo sentirse bien, a ella le encantaba ser el centro de atención y si un chico que era su primo la observaba de aquella manera pues podría tener a sus pies al chico que quisiera.
Por otra parte, Bellatrix se quedó al lado de Andrómeda quien divisó a lo lejos a su primo Sirius y tan pronto como pudiera se escabulliría al lado de él.
— Esta fiesta es una mierda, no entiendo porqué nuestro padre se esmera en invitar a todos — escupió la morena con desprecio.
—Es nuestra familia, Bella —le corrigió Andy dándole una mirada reprobatoria— Además esta debería ser una celebración familiar siempre, no sé qué es lo que te extraña tanto.
—No soporto estar bajo el mismo techo que algunos de los invitados y lo sabes —susurró, demasiado arrogante como para si quiera hacer contacto visual con alguna persona —Espero que las doce sean pronto para que cada uno coma y se embriague a su antojo y poder irme a mi habitación.
—Quizás si disfrutaras o lo intentaras. . .
— No, sabes que las creencias no se tranzan.
— No entiendo porqué le das tanta importancia a eso.
— Pues porque son las creencias que debiesemos tener todos y al parecer a algunas personas en esta casa se les olvidan — declaró molesta, posando sus ojos sobre su tío Alphrad —No me importa la mayoría de ellos, no mientras no sean dignos.
Dicho esto se alejó, dejando a Andrómeda a solas y cuando eso sucedió; una voz masculina no tardó en sonar detrás de ella.
—Estaba esperando a que se fuera, sabes que la detesto.
— ¡Sirius! ¿Qué tal todo? —la cara de la chica se iluminó, pues el chico era su persona favorita dentro de la familia, aunque eso fuera un secreto.
—
Creo que estoy mejor que tú, mira tu cara; es como si te estuvieran torturando, aunque estar cerca de Bellatrix es lo más parecido a una tortura.
— Sabes que las fiestas de este tipo no me agradan para nada, sólo eso ¿Todo bien?
Andrómeda sabía porqué se lo preguntaba, su primo había sido seleccionado para Gryffindor al entrar a la escuela y desde ese momento era la nueva deshonra de la familia Black, de allí todas las malas miradas que sus parientes le echaban y aunque él trataba de simularlo muy bien, la chica sabía perfectamente que ese último tiempo no había sido nada bueno para él.
—Todo bien, sólo espero al igual que tú, que esto termine lo antes posible para ponerme a beber whisky sin que nadie me moleste.
— ¿Puedo beber contigo?
Sirius enarcó una de sus cejas y la expresión sorprendida de su cara habló por si sola.
— No sabes cuánto esperé este momento ¿Sabes que eres el único miembro de la familia con la que bebería sin tener que aparentar nada?
— Pues eso te lo agradezco Sirius, creo que me hace falta aprender a beber y quien mejor que tú para enseñarme.
—Nadie se enterará, tu secreto está a salvo conmigo.
En ese momento Cygnus comenzó a hacer chocar un tenedor contra su copa de champagne. Todos los presentes se volvieron hacia él, quien estaba en la parte más elevada de las escaleras junto a Druella. Los ojos de las tres chicas se posaron sobre sus padres quien en ese momento eran la personificación del lujo y lo obsceno a la vez.
— Estimados miembros de la familia Black —recitó el hombre —Estoy muy contento de que todos estén disfrutando de esta cena, quiero mencionarles que es hora de que hagamos nuestra ofrenda a Merlín —mencionó con solemnidad—Para que nos siga dotando de sus dones y de su magia y siga haciendo grande a la siempre pura familia Black.
El mago les invitó afuera, donde había una especie de altar pagano, la tradición indicaba que para la noche de Yule había que hacer tres ritos primordiales.
Narcissa se encargaría de pasar recogiendo una prenda de cada miembro de la familia en un cesto y lo colocaría en una pira, esto para simbolizar que se dejaba atrás lo viejo.
Andrómeda que era la primogénita, tendría que hacer el sacrificio del ciervo, simbolizando la entrega a Merlín para demostrarle gratitud.
Y Bellatrix encendería el fuego de la pira para demostrar que la magia siempre lograba quemar como las brazas para mostrar el poder.
Sin tardanza la menor de las hermanas pasó recogiendo las prendas de sus familiares, agradeciendo con encanto a cada uno de ellos, regalándoles una sonrisa y más que un gesto cariñoso en el caso de Regulus. Posteriormente Andrómeda dejó el lado de Sirius para ir en la búsqueda del siervo.
Cygnus le entregó el afilado cuchillo con el que tenía que cortar la garganta del animal para mojar con la sangre la pira para encender el fuego. La chica inspiró y se acercó con paso vacilante, tomó el instrumento y pudo sentir cómo sus manos comenzaron a temblar.
¿Quién era ella para arrebatarle la vida a un animal?
De pronto toda esa celebración le pareció nefasta, ridícula y sin sentido; en su mente comenzaron a pasar un montón de escenas en las que su familia había pasado a llevar la vida de otro, algo para lo que su familia se especializaba.
Observó al animal que no sabía qué era lo que le deparaba, que no sabía realmente que la muerte le esperaba en unos segundos más o tal vez sí lo sabía y no podía escapar. Se acercó y se arrodilló a su lado, el corazón le latía a mil y sintió cómo su cuerpo se paralizó.
Ese siervo se parecía a ella, estaba allí y no podía hacer nada por escapar.
Al igual que ella dentro de las fauces de los Black, estaba allí y no podía escapar.
— ¿Qué demonios haces? — la voz de Bellatrix fue lo único que la sacó de su trance—Todos están esperando.
— Yo. . . no quiero.
Bellatrix no entendía qué era lo que Andrómeda trataba de decir.
—No seas estúpida y sigue con la ceremonia, padre está a la espera para poder encender el fuego.
Andrómeda acercó la hoja afilada al cuello del animal y pudo sentir el miedo de él.
—No puedo.
En ese momento Bellatrix perdió la paciencia, se dió cuenta que todos estaban a la espera, expectantes. En menos de un segundo sus hábiles manos le arrebataron el cuchillo a su hermana.
—¡Bella, no!
— Eres una inútil —susurró y le otorgó una mirada envenenada.
Sin dar más espacio a tardanzas, Bellatrix empuñó el cuchillo y clavó la daga en el cuello del animal, cuando el filo cortó la piel del siervo la sangre rojiza oscura salpicó la cara y las manos de la bruja, sin mencionar que llegó hasta el vestido y la cara de Andrómeda que sintió un mareo de asco dentro de ella.
—Ve por el fuego, muévete ¿O tengo que tirarte en la pira?
Andrómeda salió de su trance y atinó a encender el fuego con las manos temblorosas.
— ¡Brindo por un Yule más! ¡Y que Merlín siempre nos mantenga puros!— comentó Cygnus.
— ¡Alabado sea Merlín! ¡Salud!
Narcissa se deleitó conversando con todos durante la cena, no tardó mucho en irse tras el gran sauce de la Mansión para poder besar a Regulus lejos de los ojos ajenos.
Bellatrix se quedó observando el fuego, maravillada por las chispas de colores casi demenciales que salían con el crepitar de este.
Andrómeda apenas pudo se escabulló a su habitación para ducharse, sentía que las gotas de sangre del animal pesaban sobre su cuerpo, se sentía sucia y con la necesidad de quitarla de su escencia.
Yule no había sido más que la demostración del aura oscura que nacía desde los cimientos de la antigua y siempre pura casa Black.
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