The dark hallway
De regreso al auto, había algo que no me dejaba en paz, y era la inquietante duda del por qué Clark no se había dignado a socorrerla, solo se había quedado estático frente al volante.
- ¿Te encuentras bien? - Le dije perpleja mirándolo fijamente.
- Se está haciendo tarde, debemos de irnos - Dijo con dificultad.
- Pero ¿Cómo se te ocurre? ¡No la podemos dejar sola!
- ¿Hablas enserio? - frunció el ceño.
- ¿Tienes algún otro plan?
- Honey, está muerta, ¡MU-ER-TA! ya no siente, es solo un ser inerte, la policía en cualquier momento dará con su cuerpo, déjalos que hagan su trabajo.
- Está bien, supongo que no tenemos opción - Respondí mientras me pongo el cinturón de seguridad nuevamente.
- No, no la hay.
Pisó el acelerador y volvió a poner en marcha el auto a gran velocidad.
Sin más que decir yo me quedé en silencio durante todo el trayecto, al igual que él, recordando la última frase de aquella joven.
- Aléjate de él.
No podía descifrarla, no entendí a quién se refería, como sea, trataba de no darle importancia en ese momento.
Llegando a la preparatoria bajé inmediatamente del auto sin despedirme de Clark, tenía una sensación
extraña esta mañana estando a su lado después de todo, así que tomé mi cosas y cerré la puerta del auto con fuerza.
Ya dentro comencé a correr porque iba atrasada.
- Buenos días Srta. Honey, ¿Acaso se le pegaron las sábanas? - Dijo el profesor de arte en son de burla mientras todo el aula se comenzaba a reír.
- Buenos días, lo siento, tuve un incon... - Me interrumpe.
- No esta vez, siempre tienes una excusa, que no se vuelva a repetir - asenté la cabeza y con mi rostro mirando al suelo me dirigí directamente a mi pupitre que se encontraba al final del salón.
Antes que me diera cuenta había tropezado con una mochila y caí torpemente al suelo.
Todas las miradas se dirigieron hacia mí, y un grupo de zorras se comenzaban a reír por segunda vez.
Con el rostro rojo de la vergüenza traté de pararme, todos me observaban pero sentí que una mirada fue más intensa que las demás; cuando estuve a punto de ponerme en pie algo comenzó a salir de mi nariz, sentía que algo frío recorría mi mandíbula, así que llevé mi mano hacia ella, sangre, no dejaba de correr, todo estaba sucediendo delante de toda la clase, y nadie hacía nada por mi.
No obstante decido pararme con rapidez, levanto el rostro y nuestras miradas se cruzaron, el chico misterioso de la cabaña se encontraba observándome minuciosamente desde su pupitre que también se encontraba al final de la clase, no me quitaba la mirada, era tenebrosa; trataba de descifrar desde cuándo ese psicópata había comenzado a ir a la misma escuela, ¿Cómo era posible? lo reté con la mirada hasta que una sensación de electricidad se desató en todo mi cuerpo y un vago recuerdo se cruzó por mi mente, esos pasajes que comenzaron a desenvolverse en mi mente tenía cierta conexión con él, lo podía sentir, y no paró hasta el momento en que él dejó de proyectar su visión sobre mi, fue tan rápido que no pude recordar nada. Me sentí invadida, como si hubiera tratado de dominar mis pensamientos; todos habían clavados sus ojos sobre mi, yo estaba estática en medio del salón.
- ¿Qué esperas que no te mueves zombie? - Comenzaban a disparar insulto tras insulto.
Tomé mis cosas e inmediatamente caminé hacia mi pupitre avergonzada, mi blusa blanca se encontraba manchada al rojo vivo, al igual que mis manos.
- ¿Se encuentra bien señorita Honey? - Preguntó el profesor doble cara, su pregunta había sido totalmente ridícula.
- Eso creo , ¿Podría ir al baño? - Respondí mientras me limpiaba la última gota de sangre que corría por mi mandíbula.
- Por supuesto - Sostuvo a la vez que escribía en la pizarra.
Ya en el baño comencé a frotar con fuerza mi blusa contra un paño húmedo, esta se encontraba hecha un desastre, la mancha no salía en totalidad y mi mano comenzaba a dolerme, cinco minutos más tarde la mancha seguía allí y ya me estaba enfadando, así que tomé la blusa, me la quité por encima, la tiré sobre el lavadero y sólo así logré mi objetivo, tenerla pasable, di media vuelta para retirarme pero él se encontraba mirándome desde la puerta, mi corazón comenzó lanzar saltos desencadenados de un lado a otro, no sabía donde esconderme, quería que la tierra me trague.
- ¿Qué haces aquí? ¿Acaso no lees el letrero o eres ciego? Este es el baño de damas - Dije furiosa mientras me abrochaba los últimos botones.
- Creo que un ciego no podría verte en la manera que yo lo hago - Sonrió mientras comenzaba a acercase.
- No puedes entrar, será mejor que des media vuelta y te vayas antes de que llame a la directora.
- Muy tarde, ya estoy dentro - Siguió su camino, cada vez más cerca a mi.
- ¿Qué te crees? ¿A qué quieres jugar? No me quieras tentar como la última vez, no estoy para tus juegos de niño - Le di la espalda, pero él se acercó más hasta que en cuestión de segundos sus manos se encontraban rosando mi cintura y su boca descansando sobre mi cuello.
- De cualquier manera, el pasaje al infierno se consigue de muchas otras formas, pequeña - Me dijo al oído haciéndome estremecer, esa electricidad volvía nuevamente a recorrer todo mi cuerpo, mis pensamientos fueron más allá del límite, pero cuando volví a la realidad, yo me encontraba absolutamente sola frente al sucio espejo.
A la salida a lo lejos pude observar a mi mejor amiga viniendo hacia mí con una sonrisa de oreja a oreja.
Soffie es su nombre, risueña y cariñosa, la conocí en una fiesta loca de bienvenida de la preparatoria hace unos años atrás, uno de los chicos más adinerados del salón había aprovechado que sus papás se encontraban de viaje para hacer de su casa un club nocturno, ella estaba tan ebria que apenas podía pararse, se encontraba sola sostenida sobre el borde de el pequeño bar, su aventura de esa noche la había dejado sola por irse con una de las zorras del salón, para su buena suerte yo me encontraba a pocos centímetros, esa noche no paró de llorar y vomitar sobre mi vestido nuevo, depositó todas sus tristezas en mi y desde esa noche nos volvimos inseparables.
- Oye, ¿A dónde te habías metido? ¿Acaso te secuestraron o solo te perdiste por ahí?- Se ríe Soffie.
- Já, ¡Qué graciosa! antes que sigas, perdiste la clase, vas a tener que encontrar otro mágico motivo de tu libro de mágicos motivos del porqué faltaste.
- Esa clase no me interesa, además el profe es un idiota y la clase no tiene un propósito real para la vida, fuera de que me la pasé toda la noche haciendo FaceTime con un nuevo galán - responde sonriendo coquetamente.
- Como sea, entonces... ¿Otra víctima?
- Lo sé, lo sé, no me juzgues, es instinto, ya sabes, las oportunidades se presentan, "y uno tiene....
- que saberlo aprovechar" sabía lo que dirías, no tienes remedio.. - Sonrío tontamente.
- A propósito, ¡Te extrañé! - Respondió dándome un cálido abrazo- pero eso no cambia que me debas una explicación, tarada - Dice giñándome el ojo.
- Tuve un accidente... pero ya estoy mejor - Desvío la mirada hacia el pasillo.
-Espera, espera, espera, ¿Cómo que un accidente? ¿Pero qué fue lo que te pasó? ¿Por qué no me llamaste?
- Lo siento, pensé que a lo mejor...
- ¿A lo mejor qué? Está bien, no sigas o te comenzaré a arrastrar por toda la escuela - Dijo jugando con mi laberintoso cabello.
Ya estaba por anochecer, casi todos se habían retirado, sino fuera por una tonta clase que tenía que recuperar ya habría estado de vuelta en casa; el encargado de limpieza había terminado su turno y ya estaban por cerrar la escuela, así que traté de guardar mis libros lo más rápido que pude; de vuelta en el pasillo este se encontraba totalmente oscuro, parecía sacado de un cuento de terror, absolutamente todas las luces se encontraban apagadas, al parecer no habían notado mi presencia, sentí algo de temor, mis pies comenzaron a dar pasos más alargados, ya estaba por doblar la esquina cuando de repente escucho que unos pasos me comienzan a seguir, no quise voltear y traté de ignorarlo pero estos venían hacia mi con más rapidez así que comencé a correr, lo que sea que me haya estado persiguiendo también comenzó a hacer lo mismo, un gran temblor invadió mi cuerpo, mi corazón comenzó a palpitar con más fuerza, estaba tan nerviosa que mis pasos perdían fuerza, sentí como todo se movía alrededor mío, sabía que estaba consciente, lo estaba, me repetía muchas veces a mi misma - Tranquila, solo está en tu cabeza, no hay nadie, no temas - Pero no funcionaba, cada vez que miraba la puerta de salida esta se hacía aún más lejana, como si comenzara a retroceder, así que cerré mis ojos - Esto no puede estar pasando" ¡Ya basta! - comencé a gritar como una loca, hasta que los volví a abrir, increíblemente no me encontraba sola, la mitad de la escuela se encontraba mirándome, todos intrigados, las luces nunca estuvieron apagadas, las clases aún no habían terminado, nunca estuve sola, ¿Qué era lo que había acabado de suceder?
Evidentemente algo no estaba bien.
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