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Red night

Corrí tanto que tuve esa sensación de bochorno, sentía que mi garganta comenzaba a ponerse cada vez más seca y necesitaba agua para poder continuar, no podía más, mi cuerpo nuevamente perdía fuerza y mi maldita visión volvía a desvanecerse.
Estaba agotando casi todas mis energías hasta que un nuevo recuerdo invadió mi mente y terminé por desplomarme sobre la fría acera.

El día se encontraba gélido, daban las cuatro de la mañana , el camino estaba cubierto por la neblina, la nieve no dejaba de caer y mi carro no prendía, había olvidado calentar el motor minutos antes, hasta que terminó prendiendo media hora más tarde.
El camino era largo, por lo que decidí tomar un atajo, las colinas se encontraban cubiertas por un manto blanco de nieve, el paisaje se veía hermoso, no había absolutamente nadie en mi carril, eso me daba ventaja para llegar antes de la persona que se encargaba de cuidar aquel lugar a donde me dirigía.
Me estacioné en el mejor ángulo posible, detrás de unos cuantos matorrales para que nadie pudiera notar mi presencia, cerré la puerta silenciosamente y di pasos rápidos hacia la puerta principal; el cementerio se encontraba en absoluto silencio, yo era la única alma viviente entre las viejas lápidas.
Busqué lápida por lápida, todas partidas, hasta que di con su nombre.

Alyssa Harlow D.

Saqué una rosa negra de mi bolso, la coloqué a un lado, me puse de cuclillas, y comencé a orar, unas  lágrimas comenzaron a caer por mi rostro,  llevé mi mano hacia aquella lápida y comencé a frotarla cada vez con más intensidad, hasta que sentí un adormecimiento indescriptible, mi cabeza comenzó a experimentar un dolor como nunca antes lo había tenido, el dolor fue tan desgarrante que comenzaba a perder fuerza, mi audición fue perdiendo poder por un espantoso y brutal sonido que comenzaba a formarse dentro de mi cabeza, recuerdos y más recuerdos intentaron inundar mi mente una vez más, estaba a punto de desplomarme hasta que alguien me tomó por el hombro y todo sonido desapareció, todo fue paz en ese instante; reaccioné e inmediatamente llevé mi mano hacia la suya sin soltarlo para luego girar y ver su rostro, pero su energía fue algo fuera de este mundo, algo inhumano, no me permitió ver de quién se trataba, me terminó por anestesiar la memoria y desvanecerme en el oscuro y solitario cementerio.

Mi visión fue esclareciéndose poco a poco hasta que logré recuperarla por completo.
Unas ventanas quebradas cubiertas todas por telas de araña y una puerta de madera vieja era todo lo que pude ver en ese momento.
Me quedé pensando - ¿Qué lugar es este? - Me pregunté, pero no lograba reconocerlo, di media vuelta y un pasillo oscuro se encontraba pasando la sala principal, inmediatamente me reincorporé al recordar que ya había estado anteriormente ahí, la cabaña, era la puta cabaña.
Tomé mi mochila y velozmente pegué carrera hacia la puerta pero cuando estuve a punto de abrirla, una voz potente retumbó en mis oídos.

- ¿A dónde vas? - Dijo una voz masculina.
Me quedé en silencio petrificada viéndolo por unos cuantos segundos.
- ¿Acaso tengo algo en rostro? - Dijo mientras se llevaba la mano hacia su perfecta mandíbula.
- ¿Qué estoy haciendo aquí? - Respondí exaltada - ¿Qué quieres de mi? ¿Me estás acosando? - Seguí retándolo mientras daba pasos firmes dirigiéndome hacia él.
- No trates de probarme - Respondió dando un paso hacia mi.
- Mira, no sé quién seas ni cómo te llames, y mucho menos de dónde vienes realmente, lo único que quiero saber es ¿Por qué siempre te apareces en mi camino? ¿Quieres algo de mi? ¿Qué es lo que estás buscando? - Dije furiosa y exhausta, el cansancio se notaba en mi voz.
El silencio invadió ese momento, pero no por mucho.
- No es bueno que estés sola, no por ahora - Me dijo mirándome fríamente a los ojos mientras yo retrocedía un paso.
- No entiendo, ¿A qué te refieres? ¿Qué hice? - Respondí dando una carcajada mientras me llevaba ambas manos a la cabeza - ¿Podrías ser más claro al menos?
- Es todo lo que tienes que saber por ahora - Dijo quitándome la mirada de encima para luego dirigirla al fuego que se esparcía dentro de la pequeña chimenea en medio de la escalofriante sala.
- ¿Y qué demonios hago aquí? - Chillé.
- Yo te traje, deberías de ser más agradecida con las personas.
-  ¿Qué se supone que eres? ¿Alguna especie de ángel guardián? La verdad es que me da igual lo que suceda con mi vida, no necesito que nadie me proteja, ¡No pedí tu ayuda! - Grité caminando de esquina a esquina.
- Como sea, es todo lo que diré. - Respondió con un tono más frío.
Nunca había sentido hervir mi sangre al cien, no hasta ese momento, y ¿Cómo no hacerlo? si un extraño trataba de dominar mi vida, y obviamente no se lo iba a permitir.

Tomó mi mano, me llevó a fuerzas hacia el exterior, abrió la puerta de su auto y me obligó a entrar, no pude hacer nada más que ceder; en el ambiente se comenzaba a esparcir un aroma agradable, su perfume, era un olor único, amaderado, iba perfectamente con él.
Era pasada la media noche y la oscuridad no permitía divisar con claridad la carretera, el viento que ingresaba por las ventanas del auto me hacían tiritar, pero no fue por mucho, él tomó su casaca de cuero y me la dio.
- Póntela, no querrás convertirte en un muñeco de nieve - Dijo sonriendo maliciosamente.
No podía negarlo, todo en él era prodigioso, su sonrisa, esos oscuros ojos, sus hoyuelos que se dibujaban en su  lindo rostro al sonreír, ese cabello despeinado que le daban un toque de sensualidad a su figura, todo, absolutamente todo en él era majestuoso y místico a la vez.

- ¿Estás bien? - Preguntó mientras disimulaba mi mirada.
- Si , ¿Por qué lo dices?
- Es que no me quitas la mirada de encima - Respondió con un tono suave y galante.
- ¿Quién dice que te estoy mirando? Yo estoy mirando los paisajes -Dije sonrojada.
- ¿Paisajes? Pero si todo está oscuro - Se comenzaba reír  y yo me sonrojaba aún más.
Una hora más tarde habíamos llegado a casa.
- Llegamos - Dijo mientras miraba por el retrovisor.
- ¿Cómo sabías mi dirección? - Pregunté intrigada.
- Hay cosas que es mejor no saber pequeña- Dijo volviendo a poner esa mirada fría.
Ni bien bajé del auto pude ver a Clark esperándome parado sobre el regazo de la puerta, apenas se podía sostener, estaba ebrio.
Acercó sus pasos, extendió sus brazos para ponerlos sobre mi pero algo lo detuvo, su mirada se dirigió sobre aquel auto, sus ojos tomaron una forma extraña en cuestión de segundos, un oscuro y monstruoso color terminó por cubrir sus pupilas y escleras por completo, las venas de sus brazos comenzaron a dilatarse más de lo normal, y su respiración comenzaba a ponerse más intensa, algo no estaba bien.

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