Nyctophilia
Esa noche tomé las llaves del auto y fui al lugar donde todo había comenzado; conduje varios kilómetros abajo en medio de la oscuridad, sola, para mi mala suerte esa noche había caído un aguacero muy fuerte que dificultó mi camino por la carretera, una hora después llegaría a mi destino.
Salí sigilosamente del auto, subí las ventanas y me aseguré de que todo estuviera bien cerrado; caminé bajo aquellos árboles gigantes, con una linterna en mano, y la cámara colgando de mi cuello, sabía que esto me traería consecuencias. La luz de la luna reflejada en el lago me decía que estaba en el camino correcto, a la distancia lograba divisar esa vieja cabaña, todo estaba oscuro, pero una luz brillante que se reflejaba en la ventana confirmó que había alguien allí, así que aceleré mis pasos.
"Toc, toc", llamé a la puerta, una y mil veces pero nadie me respondió, así que pensé en entrar sin pensarlo más. Mi cuerpo se sentía como una gelatina cuajada recién sacada del refrigerador, no pude evitarlo, era una sensación de nerviosismo y curiosidad al mismo tiempo.
De repente vi una luz cada vez más brillante, alguien se aproximaba hacia mí con un candelabro, no pude verlo claramente mientras la luz de las velas brillaba ante mis ojos. Entonces, antes de que pudiera hablar, él me tomó de la mano.
Se acercó y ¡Sí! Fue él... el tipo chiflado y misterioso.
De alguna manera, traté de controlarme y pensé en entablar una conversación normal para que él no dudara de mí.
Mis ojos estaban como platos, muy abiertos mirándolo. Al principio me sentí muy nerviosa y asustada, esa escena volvió a mi mente, sangre en el suelo. Sentí escalofríos.
- Hola - Saludé con voz suave.
- Tú, aquí de nuevo.
-Ummm... - Tragué saliva- No sé a qué se refiere - Respondí tartamudeando y mirando al suelo.
- Tu rostro es imposible de olvidar, ¿A qué regresaste? puedo oler el miedo corriendo por tus venas - Su mirada era fría y siniestra.
Sentí más escalofríos, podía sentir mi cuerpo temblar cuando dijo eso.
Era como si una cascada de adrenalina comenzara a desatarse por dentro, estaba a punto de estallar, comencé a hiperventilar.
Traté de responder pero no logré articular palabra alguna.
- ¿Qué estás buscando?
No sabía que hacer en ese momento, no sabía si encararlo o salir corriendo.
- Lo siento, creo que me perdí - Tratando de disimular mi rostro temeroso, me hago la tonta y doy pasos hacia la puerta.
- No, ¿A dónde vas? Puedes pasar la noche aquí si gustas, tú decides.
Me quedé en silencio por unos segundos, no sabía que responder, lo único que sabía es que no sabía por qué demonios fui.
- Me viste y ahora has vuelto, ¡Que valiente eres!
- ¿Dónde está ella? - Me armé de valor y lo encaré, no tenía escapatoria, él lo sabía todo.
- Eso no es de tu incumbencia - Respondió desviando la mirada.
Paso a paso, se fue acercando cada vez más, y mi pulso comenzó a aumentar.
Me acercó a él, sosteniendo mi cintura con fuerza, podía sentir su aliento muy cerca de mi cuello...
- No te asustes cariño, aquí no pasó nada que quieras saber - Me susurró al oído.
No había brecha entre nosotros, estaba tan cerca de él, me sentí incómoda y nerviosa, no sabía lo que pasaría ... ¿Acaso sería yo su siguiente víctima?.
Todo en lo que pude pensar en ese instante era en Clark, no le había avisado que vendría, y es que de haberlo sabido yo no estaría aquí.
- Me extrañaste, por eso volviste - Con esa sonrisa malvada, su voz se volvió jodidamente seductora.
-Te equivocas, déjame ir - Hice un movimiento brusco tratando de sacarme de sus brazos.
-No tan rápido, Honey.
-¿Cómo?... ¿Cómo sabes mi nombre? - Me quedé sorprendida.
-Hay cosas que es mejor no saber - Contestó con una sonrisa maliciosa.
El miedo se apoderó de mí ... ¿Cómo podría conocerme?, nunca habíamos cruzado palabra alguna.
Me quedé helada por un momento, habían tantas preguntas dando vueltas por mi cabeza, sin saber qué hacer.
Pero había una fuerza extraña que no me dejaba ir, todo lo que pensé fue que no debí haber venido aquí.
Puso su brazo detrás de mí y me acercó más... atándome a él, y con su otra mano acarició mi rostro y poco a poco acercó sus labios, intentando besarme. No sabía qué hacer, ser sostenida por él con tanta fuerza.
La forma en que me sostenía, me sentía rara, él hacía que deseara quedarme, pero por otro lado tenía la idea de huir, pero no pude, me puse cómoda. Sentí una electricidad corriendo por mi cuerpo, me sumergí en su oscuridad.
Y mientras se acercaba para besarme, de pronto se detuvo en medio de la nada, mirándolo parado, traté de poner mis labios en los suyos, pero él desvió su rostro una vez más...
Estábamos como a media pulgada cerca de besarnos, cuando de pronto me dijo:
-Debes irte.
¿Qué? ¿El hombre que acaba de seducirme ahora dice que me vaya?
Una vez más, me sorprendió su respuesta, así que me quedé quieta un rato mirándolo.
Me sacudió y gritó...
- ¡Vete de inmediato! ¡No quiero hacerte daño!
Me tomó de la mano y tiró de mí hacia su puerta, me empujó y la cerró con fuerza.
-¡No te atrevas a volver!
La noche estaba fría en el exterior. No podía creer lo que acababa de pasar, corrí al auto, estaba temblando, temblando de miedo, no podía entenderlo, había ido a investigar, pero todo se tornó extraño.
Encendí mi auto, puse calefacción porque me estaba congelando de frío.
Empecé a conducir de regreso a casa, pero mientras conducía, todos los pensamientos venían a mi mente, sabía que me estaba ocultando algo, esa sonrisa maliciosa, su mirada calculadora, la expresión de su rostro.
La niebla había cubierto por completo la carretera, lo que hacía que fuera muy difícil conducir de regreso.
La curiosidad estaba empezando a ganar terreno; mi corazón me decía que esta era la última vez que visitaba ese lugar "no más, te irás a casa y te olvidarás de todo esto", pero mi mente no pudo estar de acuerdo.
¿Realmente me dejé llevar? ¿Fui tan estúpida? ¿Me lanzó un hechizo? ¿Estaba hipnotizada? ¡¿Cómo pude ser tan tonta?!
Mi pie comenzó a presionar con fuerza el acelerador, yo me estaba volviendo loca, toda la confusión en mi mente, no podía concentrarme en nada.
Por un momento olvidé donde estaba, olvidé que conducía, me perdí en mis pensamientos, perdí la cautela.
Estaba conduciendo sobre una zona montañosa, bajando de una colina, cuando de repente vi una luz brillante al frente mío, era un camión de remolque que intentaba doblar la esquina. La carretera era estrecha y el camión había cubierto todo el espacio de esta.
Traté de frenar pero era demasiado tarde, no tenía opción, sin saber qué hacer, cerré los ojos, presioné los frenos lo más fuerte que pude y giré en dirección contraria.
Chirrido de frenos y un gran sonido, es todo lo que pude escuchar.
Perdí el control del vehículo y estrellé contra un faro de luz; mi cabeza golpeó el volante y perdí el conocimiento.
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