Bloody dagger
Un fuerte dolor de cabeza me tomó por sorpresa cuando abrí los ojos, toda la biblioteca se encontraba a oscuras pero un pequeño reflejo de luz ingresaba por una vieja ventana la cual se encontraba rota en una de sus esquinas, eso me permitía ver donde me encontraba exactamente.
Unos ojos rojos como la sangre atravesaron los míos, hubo un momento en que sentí tanta conexión son su mirada que un extraño y vago recuerdo atravesó mi mente.
- Me tengo que ir, no puedo seguir con esto - Dijo una mujer mirándome a los ojos, sus ojos eran como un eclipse de sangre, brillantes como la luna y fríos como la nieve.
Una pequeña lágrima corrió por su rostro y escapó esa noche dejándome sola a mi suerte.
Esta tenía una mirada siniestra, fría, podía sentir su energía y no era una energía confiable.
- ¿Qué pasó? – Me despierto confundida - ¿Quién eres tú? – Pregunto intrigada sobándome la cabeza.
Pude ver una larga rojiza melena que adornaba aún más su rostro, ella solo se quedó mirándome por unos segundos más hasta que de pronto habló.
- No mereces estar aquí, no perteneces aquí – Dijo sacando algo entre sus manos.
Pude apreciar como el filo brillaba más que un destello de luz, era una daga, una pequeña pero poderosa daga, pero ¿Qué tenía que ver todo esto conmigo?
- Espera, espera, no entiendo nada, estoy confundida, ¿Qué hice? ¿Quién eres? – Me exalté y traté de ponerme en pie para salir corriendo pero ésta me tomó por los hombros, me volvió a tirar como cualquier objeto y caí contra un gran estante de libros, mi cabeza dio un gran golpe y el dolor empeoró.
- ¡Aush! – Grité - ¿Qué mierda quieres? ¡Déjame ir! – Dije esta vez con más fuerza.
- No tan rápido – Respondió pasando la daga cerca mi cuello cuando de repente me propinó un fuerte y fino corte.
- ¡Carajo! ¡PARA YA MISMO! Estás loca, no te conozco, no sé quién carajos eres, de donde saliste, no lo sé, te estás confundiendo de persona, ¡No me hagas daño por favor! – Supliqué entre sollozos mientras me limpiaba la sangre que comenzaba a caer por mi ropa.
- Si das un movimiento más, te mataré – Dijo sonriendo llevándose la ensangrentada daga hacia su boca, dando una asquerosa lamida a esta.
- Deliciosa, tal como lo imaginé – Volvió a sonreír – Azael tenía razón, pensé que no eras lo suficientemente hermosa – Dijo acercándose más a mí jugando con la daga en una de sus gélidas manos – Pero esa belleza no te durará por mucho tiempo – Chasqueó cortándome un mechón de cabello poniéndoselo luego sobre el suyo como si se tratara de una peluca.
La miré con furia y traté de aprovechar su distracción mientras se acomodaba el cabello para poder pararme por segunda vez, con éxito salí corriendo despavorida por un agosto pasillo pidiendo ayuda, ella iba tras mío, pero esos pasos, esos pasos yo los había escuchado en algún lugar, la misma velocidad, el mismo tono, el mismo chirrido, mierda, ya había estado en este juego horas atrás, era ella quien me había estado persiguiendo, por un segundo me quedé estupefacta, cuando menos me di cuenta ella se encontraba tomándome por detrás con sus brazos sobre mi cuello, y con la daga en una de sus manos a punto de clavármela, pero algo pasó, alguien logró detenerla para que yo pueda huir finalmente.
- ¡CORRE! - Gritó una voz masculina muy familiar.
Corrí a toda velocidad, mi corazón era una bomba que estaba a punto de explotar, sentía cómo la adrenalina me envolvía intensamente, mi cuerpo no dejaba de temblar, seguí corriendo sin mirar atrás, mi mente se encontraba nublada por ese rostro, ¿Por qué sentí esa conexión al mirarla? ¿Quién en realidad era? ¿Qué era lo que quería? esas preguntas se volvieron remolinos en mi cabeza.
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