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Resultado de la pérdida

Donnovan

Había pasado más de una semana luego del funeral del abuelo de Alma, el cual fue punto de partida y quiebre de muchos eventos.

Como la ascensión de Luigi al poder, como ahora legalmente el jefe de toda la mafia italiana, la liberación de todos los reos que el viejo D'Angelo tenía de enemigos que juraron servir el mandato de ese idiota, al igual que toda la servidumbre del lugar. Yo por suerte tenía asignado una tarea diferente lejos de la casa D'Angelo por asignación de la francesa y me libre de decir una  mentira ridícula en la cara que servía ese patán.

Bien daba por sentado que su manera de regocijarse de su llegada al poder tan "inesperada" era porque el mismo se encargó de la muerte del anciano, pero hasta para él fue un golpe bajo matar a un simple anciano en vez de ganarse por méritos su cargo, pero era un cobarde que siempre se va por la opción fácil.

 O cual sería otra razón para que un día después del funeral, se mudará a la mansión D'Angelo donde había mandado a quitar todos los adornos que habían caracterizado esa mansión por décadas,  para poner otros de su terrible gusto y además de otros desastres que había causado y que me limito a nombrar porque simplemente no me interesa.

Lo que ahora me fastidiaba era la desaparición de la ahora por derecho, jefa de la mafia, de todos esos desastrosos eventos, era algo que arruinaba mi plan. Llevaba una semana entera sin querer salir de su habitación, en su mansión que había conseguido por su matrimonio,  porque por obvias razones, la muerte de su abuelo le había afectado más que la de sus demás familiares, ya que presentía que ella también sabía con certeza, que Luigi lo había matado.

Pero por ello yo no podía frenar por más tiempo mis planes, necesitaba acceder a la computadora de la última del legado para darle unas coordenadas necesarias para dar el siguiente golpe de mi familia. 

Por lo que utilizaría todos los medios que tuviera, para hacer que Alma volviera a ocupar su lugar, para así seguir conectado con lo que pasaba en el equipo enemigo, además de que sería egoísta de mi parte dejarla morir ahogada de alcohol y de penas a la única que creo realmente preparada para defender lo que queda de la mafia enemiga.

Así que decidido de mis planes, me dirigí a la cocina y pedí una charola con alimentos para llevarle a Alma, ya que por lo que las sirvientas murmuraban en la casa de huéspedes, se negaba a comer últimamente, ya que no dejaba que nadie pasara a la habitación.

-Estas seguro de eso, no por que seas su escolta personal, te va a dejar pasar tan fácil- murmuró la cocinera que me lleno el plato de una especie de crema de verduras.

-Solo sirve lo que te pedí- respondí cortante a lo que la mujer voluptuosa dio un respingo y siguió preparando lo demás para llevar en la charola.

 Luego de que la cocinera terminara con su misión de surtir de alimentos blandos, tome la charola y me dirigí escaleras arriba hacia la habitación de la joven italiana, ganándome en el camino una mirada entre admiración, incredulidad y confusión de todos, por intentar que abriera la puerta por su voluntad, pero si esperaba como los demás,  cuando lograran entrar, ya sería un cadáver pestilente.

Además que no tenía tiempo de más para aguantar que su estado de velorio y luto se alargaran una semana para una mujer de su temple, era más que suficiente.

Llegado ante su puerta  llene mis pulmones con oxigeno, porque no tenía idea con que faceta de Alma  me encontraría, destruida por supuesto, pero debía estar preparado para recibir un disparo de su parte apenas cruzara la puerta.

Pensaba en todas las posibilidades,  mientras con una mano sacaba la llave que había tomado prestado del mayordomo del lugar, claro sin que el se diera cuenta porque me cantaría las mil y un razones de respetar la privacidad de los miembros de la familia, pero si lo cumplía abría un funeral innecesario de alguien que a mi parecer merece vivir, a pesar del gran dolor que carga. 

- mi signora aquí está su comida- anuncié aún sin entrar en la habitación para que supiera de mi presencia.

- lárgate- gritó débilmente una voz femenina en respuesta.

Por lo que sin más opción metí la llave en el acceso y entre en la habitación, captando en mi campo de visión la habitación completa hecha trizas, quede  un tanto asombrado ante la magnitud que su pérdida había causado tales estragos.

- ¿Qué carajos haces aquí ?- dijo alarmada cubriéndose entre las sábanas al ver que había entrado, no pude ver su rostro porque su cabello enmarañado caía sobre el, pero había una considerable cantidad de botellas de alcohol y vino rotas decorando la habitación.

- mi trabajo- conteste toscamente.

- ¿Qué ahora eres sirviente ?- ironizó algo molesta, lo que me dio buena señal que por lo menos tenía suficiente energía para cabrearse y por poco embozó una sonrisa.

- No mi trabajo es protegerte,  aunque sea de ti misma y es lo que hago- argumente esperando que saliera de entre las sábanas pero no sucedió solo se quedo inmóvil debajo de ellas  -llevas una semana sin comer por lo que te estás dañando- agregué

-¡Ya pon la comida ahí y vete! - dijo entre dientes sin asomar su cara de entre las sábanas.

- no me iré hasta que pueda verte y ver que estás bien- declaré esperando su respuesta

- ¡NO ESTOY JODIDAMENTE BIEN! ¡¿SI?!- explotó sin llegar a inmutarme esperaba esa reacción desde el inicio, creía que apenas me mirara me acribillara de gritos pero no lo hizo hasta este punto.

-Lo que es obvio así que ya lárgate es una orden- murmuró molesta al ver que no respondí ante sus gritos.

- No, hasta que te vea- objeté- sal de esas sábanas-

- Ya lárgate -repitió sin muchas ganas casi suplicando, pero me negué a salir, optando por  sentarme  en la única  de las sillas que aun quedaban medio intacta.

- bien ya ríete de mi dolor disfrútalo - dijo saliendo de la sábanas.

Por poco se me caen la charola en cuanto la vi, no porque estuviera de terror, sino porque era la primera vez que la veía tan vulnerable, su cabello era un desastre, tenía un par de medias lunas azuladas debajo de los ojos que me indicaba que estos días había sido un completo infierno para ella, había perdido un poco de peso debido a que bebió mucho más de lo que comió y su mirada esta pérdida a pesar de estar mirando en mi dirección.

Se veía completamente rota y destruida, pero por muy extraño que parezca aun, se veía hermosa, fuera de toda esa capa de destrucción. 

Había sido criado y entrenado por mi familia para no sentir compasión ante el enemigo, pero al parecer ella tenía algún efecto en mi,  que no me gustaba  que sufriera de esta manera, a pesar de que ese era el mero propósito de mi misión, que por un momento pensé que era algo sin sentido; pero por primera vez pude verla tal y como era sin ninguna máscara de perfección, solo a la autentica Alma cansada de aparentar ser parte de una farsa.

Y aun más extraño para mí algo en mi quería hacer algo para que no volviera a sufrir, pero de una manera permanente.

De pronto su mirada pareció tomar algo de vida, pero de una manera negativa con una mezcla de enojo, rabia y odio, que imploraba salir, y si quería para su sufrimiento debía dejar que me hiciera responsable de esa desgracia.

-Déjalo salir- incité y el fuego en su verde mirada se intensifico.

- Todo esto es tu culpa si no hubiera estado ansiosa  cogiendo contigo, podría  haber acompañado a la última persona que sentía estima en sus últimos momentos, o evitar que muriera, así que si no tienes algo bueno que decir lárgate- soltó dejando salir la rabia, mientras las lágrimas se desbordaron por sus ojos. 

Tuve un impulso de tirar la bandeja e ir abrazarla para que sintiera una sensación de apoyo, pero me pareció demasiado extraño ese impulso que decidí pasar de él y mirar hacia otro lado mientras percibí el movimiento  Alma rodando en la cama para quedando a espaldas de mí.

Un pesado y incomodo silencio se creo en la habitación por lo que comencé a pasear mi vista por lo que quedaba de la habitación hasta quedar mirando el juego de ajedrez de cristal en una mesa que parecía ser lo único que quedaba en perfecto estado en aquella habitación. 

- Podrías seguir con la partida-propuse.  

- ¿De que carajos hablas es un maldito juego?- respondió cortante sin voltear a verme.

- Podrías terminar la partida que él comenzó -insistí de nuevo

- Es el único recuerdo reciente que me queda de él, así que deja de burlarte de mi -se quejó.

Pero claramente yo no me refería solo a un obsoleto juego de mesa, le insistía que volviera al juego del cargo que le correspondía por derecho de sangre.

- solo digo que están esperando que te rindas para descalificarte y sacarte del juego - expliqué y al parecer pareció notar de lo en verdad me estaba refiriendo ya que recobro dio la vuelta quedando boca arriba mirando el techo, que por milagro no tenía ningún agujero o daño.  - no esperarán que vuelvas a el juego después de eso-

- Y por qué razón volver a él si ya no tiene sentido- dijo más para si misma que para mi.

- Tu puedes darle el sentido- exclame y rápidamente, quise vomitar porque eso había sonado a tarjeta motivacional cursi- Él hubiera querido que no te derrumbaras por el-

-Y yo hubiera querido que siguiera con vida, pero siempre las cosas no salen como queremos- refuto algo molesta, pero parecía pensar la propuesta.

Espere un momento mientras miraba la crema sobre la bandeja  que tenía apoyada en el regazo que ya debía estar más fría que mi tierra natal en estas épocas, hasta que un movimiento llamo mi atención volviendo la vista a la cama frente a mi, mirando como Alma se había sentado débilmente a la orilla de la misma.

-Esta bien, lo hare por él- exclamo decidida un sonreí levemente.

"Esa es mi perfecto oponente"

-Bueno jefa antes de entrar debe retomar fuerzas- exclame señalando con la vista la bandeja sobre mis piernas lo que provocó que torciera el gesto en protesta- debe hacerlo si no quiere desmallarse en cuanto crucé esa puerta-

Aquello extrañamente pareció causarle alguna gracia ya que bajo la mirada al suelo ocultando una minúscula sonrisa.

-Bien entrégamelo- Dijo recobrando los primeros indicios de la imponente Alma D'Angelo.

-Quien dijo que lo ibas a hacer tu estas muy débil y verificare en persona que en realidad te lo comas- sentencie mientras con cautela me acercaba la silla a su posición para quedar frente a ella, rellene un poco la cuchara con la crema y se la ofrecí pero hizo una mueca de desagrado.

- No soy una maldita bebé, dame el plato- protesto al ver la cuchara frente a ella y pensar que aquello rebajaría su imagen.

-Come- ordené con semblante serio,  acercando más la cuchara a su jugosos labios que actualmente se encontraban resecos debido a la deshidratación.

Pensó en hacer un ligero puchero, pero lo pensó mejor y opto por que era inútil seguir protestando al ver en mi cara que hablaba enserio, abrió la boca para recibir el alimento del cual me asegure de que se terminara hasta vaciar todo el  contenido del plato y bebiera el vaso de agua,  luego de eso estuvo resuelta de que no querer comer nada más y respete su decisión.

-Bien ya puedes irte, ya comí, así que largo- pidió en cuanto salí de lavarme las manos del cuarto de baño de su habitación y por lo que negué con la cabeza mientras sonreía, al ver que su palidez ya se había esfumado y su piel volvía  a tener un  color más humano-No?- dijo ofendida 

-No- reafirme mirándola decidido - Es hora de tu baño, debo decir que apestas- agregué frunciendo la ceño y me miro incrédula.

-¿Y se supone que decirme eso me hará sentir mejor?- inquirió sarcástica.

-Pues un buen baño lo hará- exclamé mientras doblaba  las mangas de mi camisa formal hasta arriba de mis codos- Vamos- indique mientras me acercaba a ella para que se arrollara sus brazos alrededor de mi cuello y así poder levantarla en brazos.

-No estoy de humor para tus juegos, Donnovan-advirtió con una mirada severa.

- Y yo no estoy jugando- Expliqué quería que se sintiera mejor y un buen baño ayudaría mucho.

Cansado de sus protestas y sin previo aviso la cargué rápidamente haciendo que soltará un chillido de sorpresa ante mi reciente acción, la cargué en brazos y en realidad estaba muy liviana a comparación del día de su cumpleaños, pero en parte se debía a la gravedad de ese día.

-En que momento llenaste la tina- exclamo un tanto interesada mientras se deshacía de la única prenda que la cubría y por respeto a la situación no hice en mirar de más- Ya decía yo que alguien no podía durar tanto en lavándose las manos-soltó a lo que deje salir  una carcajada inocente y alzando mis manos en señal de rendición, para luego comenzar a enjabonarla.

A pesar de verse un poco más de vida su rostro a un reflejaba lapsos de tristeza donde se quedaba mirando a la nada.

-¿En que piensas?- pregunté arriesgándome a ser reprendido como la ultima vez que le pregunté, pero esta no fue la ocasión.

-En que el dolor de perder a alguien importante  es peor que al que una persona pueda experimentar, es como que quemaran tu interior o retiraran una parte entera de ti sin anestesia, duele como el jodido infierno- explicó mientras le quitaba con la regadera de mano el shampoo con olor a vainilla del cabello.

No tenía alguna experiencia en ese campo, no había perdido a nadie realmente importante  de mi familia ni a nadie en particular.

-¿Tú sentiste algo parecido cuando murieron tu padres?-Preguntó girándose ante mi acorralándome con esos brillantes ojos verdes que cuando querían hipnotizaban. 

-No era realmente cercano a ellos- mentí a pesar de estar en ese momento tan cercano pero debía hacerlo- Así que no se lo que es perder a alguien que realmente me importe-

-Espero que nunca llegues a sentirlo, por tu bien- dijo pensativa y solo me limite apretar los labios- yo creía que entre más pasará me iba a ser inmune a ello y mírame- dijo soltando un suspiro.

-Las personas más fuertes y poderosas también deben tener derecho a sentir y derrumbarse en ocasiones, porque no soy máquinas a pesar de lo que muchos piensen- aquello pareció agradarle ya que saco las manos de la tina para tomar mi rostro y darme un corto beso en la mejilla que me sorprendió, pero no le di largas al asunto para no incomodarla. 

Termine de darle un baño y me indico que esperara a  fuera para vestirse, lo cual fue la oportunidad perfecta para entrar a su computadora y tomar las coordenadas que necesitaba.

-Ayúdame a terminar la jugada- dijo cerrando la puerta del baño estaba vestida con un vestido holgado de seda color perlado haciendo que en respuesta hiciera una mueca de confusión si se trataba del juego o en relación con lo que yo le había dicho-Esta tonto- Señalando el juego de mesa.

-Aunque me sienta un poco mejor- agregó-  tengo que prepararme mentalmente para poder salir de nuevo así que juguemos un rato.

-A sus órdenes mi signora- conteste con una sonrisa a lo que ella solo rodó los ojos para ocultar sentido del humor.






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