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DOS||Odalisca

—Lesya Hatun —la llamó Leyla Kalfa.

—¿Sí, Leyla Kalfa? —preguntó, sonriente.

—Hoy es tu día.

—¿Mi día?

—Hoy bailarás para el Sultan.

Lesya sonrió.

—Seré una Sultana, ya verás.

—¡Vaya! Eres muy ambiciosa.

—No, soy una mujer astuta. No quiero morir en el olvido, quiero la inmortalidad.

—Allah nos libre de ti.

Lesya rió.

—Nerea Hatun —llamó a otra nueva concubina. La mujer la regresó a ver. —Hoy irás a los aposentos del Sultan.

—No me verás salir en varios días —aseguró.

A lo lejos, Gizem se reí de esas mujeres. Las creía muy ilusas por desear ser una Sultana. No imaginaban lo peligroso que podía ser desear eso.

—¿De qué te ríes, Hatun? —le preguntó Amalia.

—De nada —respondió aún con una sonrisa en su rostro. —Lo que no me explico es porque las nuevas quieren ser Sultanas.

—Nos hablaron de los beneficios de ser una —explicó. —Tienes joyas, criadas, dinero y poder.

—También tienes que cuidarte la espalda, cuidar a tus hijos, sufrir de traición, ver morir a los que quieres y matar inocentes.

Amalia la miró aterrada.

—¿Por qué pones esa cara de tristeza al decir eso?

—Es una larga historia —respondió evitando decir de su amistad con el difunto şehzade Murad.

—Gizem —la llamó Afife Kalfa.

—¿Sí, Kalfa?

—Por la mañana arreglarás los aposentos del Sultan.

—De acuerdo.

La Kalfa la miró una última vez y después se fue.

—¿Qué eso no le toca a otras mujeres?

—Sí pero, es mejor ser obediente a recibir un castigo.

Amalia comprendió.

De pronto, Dafne entró al harem.

—Hola, Dafne —la saludó Afife Kalfa, llamando la atención de todo el harem. —Creí que dudarías más —se burló.

—Ya no soy Dafne, Afife. Ahora soy Beyhan —avisó. —El Sultan me dio ese nombre después de decirme lo hermosa que era —mintió. El Sultan sólo despertó, le cambió el nombre y le ordenó que se fuera.

—Allah mediante llevarás en tu vientre a un hijo del Sultan —dijo Gizem, en burla.

—Amén —dijeron algunas concubinas.

—¡Atención! —gritó un eunuco. —¡Valide Nurbanu Sultan está aquí!

La Sultana entró al harem mientras era reverenciada por todos y se detuvo frente a Dafne Hatun.

—Dafne, espero y tus encantos haga que mi león vuelva a pedir por ti —le dijo la Valide.

—Ya no soy Dafne, soy Beyhan, mi Valide Sultan.

Nurbanu sonrió.

—Osman agâ —llamó al Kizlar. —¿Hoy quién irá con mi hijo?

—Nerea Hatun —respondió. —Y puede que al otro día vaya Lesya.

—¿Quién es Lesya?

—La pelirroja.

—¡Oh, ya! ¿Después de ella quién sigue?

—No tenemos a más candidatas pero le puedo mostrar a las mejores.

—Hazlo.

Osman le hizo una seña a las Kalfas y éstas corrieron hasta poner a unas quince mujeres frente a la Valide.

—Entonces escogeré a las mujeres que tendrás que preparar para que las envíes.

—Sí, Valide. Todas hablan griego.

Nurbanu Sultan miró a las mujeres que estaban formadas frente a ella, buscando a las más bellas para su león.

—Tú eres muy hermosa, no te había visto antes. ¿Cómo te llamas? —habló en griego.

—Yllka —respondió, sonriente.

—Irás con mi león —avisó.

—Tú también —señaló con la mirada a Rosella. —Tú igual —dijo yendo con Tasya. —Te ves madura, eso le gustará a mi hijo —dijo frente a ella. La Valide siguió buscando con la mirada a alguien más hasta que la encontró. —Tú —dijo mirando a Amalia. —¿Cuántos años tienes?

—19 —respondió.

—Si el Sultan te pregunta tu edad, dirás que tienes 20 ¿De acuerdo?

Amalia asintió.

—Envíenlas como quieran pero, háganlo pronto. Quiero un nieto lo más pronto posible.

—Así será —dijo Osman.

La Valide miró a las mujeres con detenimiento y posteriormente se fue.

✧*。✧*。✧*。✧*。✧*。

La noche ya había caído y Cihangir se encontraba disfrutando de una pequeña fiesta en sus aposentos. Todo le resultaba divertido hasta que llegó la hora de que le bailaran y él eligiera a una concubina mediante el pañuelo morado. Su mente aún estaba ocupada por su amada Atike, sin embargo, ya no podía hacer nada.

Seis concubinas le bailaban con entusiasmo para poder recibir el pañuelo. Cada una tenía lo suyo pero, una destacaba, la pelirroja.

Lesya bailaba con sensualidad. Era la que mejor sabía bailar por lo que al terminar el baile, Cihangir le lanzó el pañuelo y después salió de sus aposentos sin rumbo alguno.

—Cuida ese pañuelo porque es tu pase a la grandeza —le dijo Leyla Kalfa.

La pelirroja asintió.

—¿Sabes? Creo que me enamoré del Sultan, es muy apuesto.

—Enamórate de él, es lo único que puede hacerte pelear para obtenerlo todo.

Lesya sonrió con malicia.

—Tenemos que irnos —dijo Osman agâ. —En un rato el Sultan estará con Nerea.

—Esa estupida —susurró Lesya.

—Tranquila, tu momento pronto llegará.

—Seré Haseki, ya verás.

—Lo dudo, sólo ha habido una Haseki de nombre Mahidevran y eso fue hace mucho tiempo.

—El tiempo no dice nada, querido.

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Las estrellas ya daban a todo su esplendor, indicando que el momento de Nerea ya había llegado. La joven se preparó de pies a cabeza y vistió lo mejor posible para impresionar al Sultan. Quería enamorarlo por completo y obtener el título de Haseki, el tan anhelado título del poder.

El Sultan Cihangir se encontraba listo en sus aposentos, esperando la llegada de esa mujer que podría ser la futura madre de sus hijos. Un par de minutos pasaron y Nerea llegó a los aposentos del Sultan. Por parte de Cihangir no quiso hacer su tortura más larga así que la llevó a la cama.

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El sol ya había salido, indicando que era un nuevo día. Nerea despertó y le sonrió al Sultan a quien miraba feliz. Cihangir se sentó y contempló sus aposentos. Tenía mucho ya sobre sus hombros desde la posible guerra que se podía armar contra el imperio español y la alianza con el Vaticano.

—Vete —ordenó.

—¿No me cambiará el nombre? —preguntó asustada, no quería regresar al harem y escuchar a Beyhan burlarse de ella.

Cihangir suspiró.

—Tú nombre será Raziye.

La rubia sonrió.

—Vete —le volvió a ordenar.

Raziye sonrió satisfecha y seguidamente salió para dejar entrar a cuatro criadas y de entre ellas estaba Gizem.

—Ustedes ordenarán la cama —le dijo Gizem a dos. —Y tú irás por la comida mientras yo le sirvo a nuestra majestad, no vaya a ser que tires la comida y el Sultan se enoje —susurró.

Las mujeres asintieron e hicieron lo que les ordenó Gizem. Se supone que Afife la escogió para que les ordenara a las demás qué hacer ya que tenía como objetivo dejarla como su sucesora.

Mientras las mujeres ordenaban, el Sultan veía Estambul desde su balcón y una vez que se aburrió, volvió a entrar, encontrándose la comida lista pero, el orden no fue lo que le llamó la atención si no aquella mujer que estaba a lado de donde comería. La mujer notó la mirada por lo que decidió hablar.

—¿Desea algo más, Sultan? Puedo llamar a una concubina.

—¿Cuántos años tienes? —le preguntó, evadiendo la pregunta de la mujer.

—17.

—¿Cuánto llevas en el harem?

—Desde hace diez años.

—Yo no estoy en el palacio desde hace diez años, necesito que alguien me ponga al corriente y creo que encontré a esa persona.

Gizem lo miró nerviosa y a la vez sorprendida por lo apuesto que era el Sultan.

—Siéntate y cuéntame todo lo ocurrido desde entonces.

Gizem asintió y se sentó mientras el Sultan le ordenó a los demás dejarlos solos.

—¿Por donde quiere que empiece, majestad?

—Mi padre tenía cinco esposas de nombre Nurhan, Mihrünissa, Mihrimah, Gülbahar y la Valide Nurbanu. Por parte de las cuatro Hatun yo tenía diecisiete hermanos. Selim, Halil y Mustafa eran hijos de Nurhan; Azad, Nur, Murad y Gül eran hijos de Gülbahar; Bayezid, Dilara, Hafsa, Abdülmecit, Süleyman y Osman hijos de Mihrimah y Meryem, Demir, Saliha y Orhan hijos de Mihrünissa. Mi mamá era la única que tenía un hijo varón y cuatro mujeres por lo que estaba en el rango más bajo del harem pero, tenía la ventaja de que yo era querido por los jenízaros a pesar de ser el tercero en la línea de sucesión.
Cuando yo cumplí quince, mi padre me mandó a Bursa junto a mi madre ya que mis hermanas estaban con sus esposos. Me puedes contar a partir de entonces.

Gizem asintió.

—La difunta Valide Sultan tenía bien vigiladas a sus nueras, tanto que se dio cuenta de que Mihrünissa Hatun planeaba que su hijo Demir se ganara al Diván y luego arrebatarle el trono a su padre, además, él estaba por hacer un trato con España para que lo ayudara a tener el trono, sin embargo, el Sultan Bayaceto lo mandó a ejecutar por traición y también al şehzade Orhan de diez años.

—Orhan no tenía la culpa —dijo Cihangir.

—Tampoco Murad —susurró.

Cihangir la miró confundido.

—Prosigue.

—El Sultan tuvo a otra esposa de nombre Hatice pero, ella murió poco después de dar a luz a una Sultana de nombre Fatma, la cual murió poco antes de cumplir un año. Ese fue el único suceso importante durante los primeros seis años en los que usted se fue. Después el şehzade Murad fue mandado a ejecutar por traición pero eso era casi imposible ya que el şehzade aún ni provincia tenía y ni siquiera era apto al trono por la extraña enfermedad que tenía, incluso muchos creen que todo fue un plan de Mihrimah Hatun ya que su hijo era el segundo en la línea de sucesión.

—Yo tampoco creo que Murad haya traicionado a nuestro padre —confesó.

—El tiempo pasó, Mihrünissa Hatun fue enviada al viejo palacio, Gülbahar Hatun seguía en el juego al igual que las demás hasta que el Sultan nombró a su sucesor... el şehzade Mustafa. Fue entonces que la guerra entre hermanos inició y usted ganó.

Cihangir asintió.

—Yo no hice nada, mi padre mandó a matar a todos mis hermanos y su descendencia, incluyéndome pero, gracias a mi mamá no morí. Por esa razón inicié una guerra contra mi hermano Mustafa, guerra que gané por tener a la mayoría de los jenízaros a mi lado, lo asesiné y así a la muerte de mi padre yo ascendí al trono.

—También asesinó a sus hijos varones.

—No lo hice —dijo sin querer.

—¿Qué?

Cihangir notó el error que había cometido pero prosiguió debido a que lo hecho, hecho estaba.

—El pequeño Ömer y Kasim fueron arrebatados de sus madres antes de que ellas fueran asesinadas, los entregué a familias de clase media de Estambul, claro, sólo los dejé afuera de la casa de esas familias y me encargué de presenciar el momento en que tomaron al pequeño y lo metieron a su casa para criarlo.

—¿Por qué no los mató?

—Alguien mataba a mis hijos, no podía matar a esos niños sin recordar a mis hijos.

—Gracias a Allah usted es Sultan.

Cihangir le sonrió.

—Por cierto ¿Cómo te llamas?

—Gizem —respondió, sonriendo.

—Gracias por contarme lo que sabes, Gizem.

—Para eso estoy, majestad. Cualquier cosa no dude en pedírmelo.

—Así será —le sonrió mientras sus ojos brillaban.









































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Línea de sucesión:

Selim
Bayezid
Cihangir
Mustafa
Süleyman
Azad
Demir
Halil
Murad
Abdülmecit
Orhan
Osman

Hermanos de menor a mayor/madre:

Selim — 30 años ||28|| —Nurhan
Bayezid — 28 años ||26|| —Mihrimah
Meryem — 28 años ||26|| —Mihrünissa
Ayşe — 28 años —Nurbanu
Dilara — 27 años ||26|| —Mihrimah
Cihangir — 25 años —Nurbanu
Mustafa — 25 años ||25|| —Nurhan 
Hafsa — 25 años —Mihrimah
Süleyman — 25 años ||23|| —Mihrimah
Hatice — 24 años —Nurbanu
Azad — 24 años ||22|| —Gülbahar
Demir — 24 años ||18|| —Mihrünissa
Neslihan — 23 años —Nurbanu
Nur — 22 años —Gülbahar
Halil — 22 años ||20|| —Nurhan
Dilruba — 21 años —Nurbanu
Murad — 21 años ||17|| —Gülbahar
Abdülmecit — 21 años ||19|| —Mihrimah
Gül — 19 años ||13|| —Gülbahar
Orhan — 19 años ||10|| —Mihrünissa
Saliha — 15 años —Mihrünissa
Osman — 15 años ||13|| —Mihrimah
Fatma — 5 años ||7 meses|| —Hatice

Anteriormente mostré cuántos años tendrían los príncipes o Sultanas si siguieran con vida y cuantos años tenían cuando murieron [lo que están en letra negrita es la edad en que murieron].

🍃La historia es ficticia y está en un universo paralelo donde no existió Hürrem y Süleyman si no Mahidevran y Süleyman, por ende Mustafa ascendió al trono.

🍃En la novela es el año 1625, donde debería estar el Sultanato de Murad IV.

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