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DIECISIETE||Cuestión de honor

9 de marzo, 1636

Decían que el amor por un hijo movía montañas y abría mares, pero a veces eso podía cambiar.

Mihriban se encontraba en el primer patio junto a sus hijos cuando su odalisca le informó de algo que la inquietaba.

—Beyhan está muy cerca de Ahmed, Sultana —le dijo Meleksima a Mihriban.

—Lo sé.

— ¿No hará nada para evitarlo?

—No —respondió mirando cómo sus hijos practicaban su puntería con el arco —. Cree que no sé su plan, pero se equivoca.

— ¿Cuál es su plan?

—Ganarse el cariño de mis hijos para que ellos no atenten contra la vida de su hermano Bayaceto.

—Sigo sin entender porque no hará nada al respecto.

—Yo no planeo que mis hijos odien a sus hermanos porque sé muy bien que un hijo mío llegará al trono y por ende puede que maten a sus demás hermanos de sangre, o sea mis hijos. No quiero que aprendan eso.

—Es muy sabia, Sultana.

—Sabia no, astuta sí.

— ¡Sí! —gritó Ahmed — ¿Viste mamá? —le preguntó corriendo hacía ella.

—Sí amor, diste en el centro —respondió sonriéndole  —. Serás un buen guerrero.

— ¿Dónde están Bayaceto y Cihan?

—Bayaceto está en sus clases y Cihan con su mamá.

Siempre pregunta por ellos.

— ¿Cuándo los veré?

—Más tarde cariño —le sonrió —. Ahora ve con tus hermanos.

El pequeño asintió y seguidamente fue con sus hermanos.


✦ • ° *.

Ser Sultan no era fácil, eso nadie lo negaba, no obstante, a veces pequeñas cosas pasaban desapercibidas para Cihangir.

El mencionado se encontraba con sus aposentos, leyendo una carta del gobernador húngaro cuando Ömer decidió preguntar por algo importante.

— ¿Ya tiene fecha para las bodas, majestad?

—Sí, en dos semanas terminarán todos los preparativos.

—Entonces ¿Ya aviso a los invitados?

—Sí, hazles saber eso y recuérdales a los novios que mis hijas no dejarán el palacio hasta que cumplan 18 años o cuando ellas lo deseen.

— ¿Algo más?

—Quiero que le entregues algo a Mihriban —dijo abriendo un cajón de su escritorio.

Removió los papeles y finalmente sacó un hermoso anillo de zafiro en forma de gota que al rededor tenía varias incrustaciones de diamantes.

—Ten —se lo entregó.

—Dile que no me he olvidado de ella.

—Sí, majestad —le sonrió.



✦ • ° *.

¿De qué era capaz una madre por sus hijos? ¿Matar a inocentes por ellos?

El hijo de Safiye Hatun se encontraba corriendo por el palacio debido a que jugaba a las escondidas con su hermano Mustafa, sin embargo, no lo encontraba.

— ¡Mustafa! —gritó Adbullhaziz por los pasillos del palacio.

Las mujeres que lo cuidaban intentaban seguirle el pasó, pero él se escondía muy bien ya que no quería que lo siguieran.

— ¡Mustafa! —volvió a gritar para una vez más correr y perder a las mujeres.

Al llegar a las escaleras el niño se encontró con Rabia Kadın.

—Hola pequeño —le sonrió.

— ¿Haz visto a mi hermano?

—Temo que no, ¿por qué?

—Estaba jugando con él.

Es ahora o nunca.

— ¿Sabes? Es peligroso estar en las escaleras.

— ¿Por qué?

—Pueden pasar accidentes.

— ¿Accidentes?

—Sí —le sonrió para después empujarlo.

El pequeño gritó y posteriormente rodó por las escaleras hasta llegar al suelo donde se dedicó a cerrar sus ojos y sangrar de la cabeza.

—Lo siento, pero eres tú o mis hijos —murmuró para después irse.



✦ • ° *.

—Şehzade —le sonrió Raziye a Bayaceto, haciéndole reverencia.

—Hatun ¿Haz visto a Osman? Quedamos de ambos ir al patio para jugar con Ahmed, Selim y Burak.

—No les he visto, perdón.

—No te disculpes, no es tu culpa.

Ella sonrió.

— ¿Dónde está Defne?

—En sus clases —respondió.

—Ella también está invitada.

—Le diré que los acompañe en cuanto termine.

— ¡Oh! Otra cosa.

— ¿Sí?

— ¿Sabes a qué hora sale Adbullhaziz de sus clases?

—Ya habrá salido, alteza.

—Iré a buscarlo, gracias.

Raziye le hizo reverencia.

Bayaceto caminó por los pasillos, buscando a su hermano Adbullhaziz para que también fuera a jugar con los demás. Su búsqueda se le hizo eterna, pero al llegar a donde se encontraba dicho hermano, su cara cambió a una de horror.

— ¡Adbullhaziz! —gritó yendo con él — ¡Vayan por el Efendi! —le ordenó a las mujeres que iban con él mientras ponía la cabeza del primogénito de Safiye en regazo.

Las mujeres hicieron reverencia y posteriormente se fueron.

— ¿Qué ocurrió? —preguntó Şahihuban llegando al lugar junto a dos eunucos.

—Encontré a mi hermano así —respondió Bayaceto —. Las mujeres que me cuidan fueron por un médico.

—Llévenlo a mis aposentos —le ordenó a los eunucos.

Ellos fueron a donde se encontraba el príncipe y lo cargaron entre los dos.

— ¿Qué más viste al llegar?

—Sólo a él —respondió llorando — ¿Estará bien?

—Allah mediante así será.

—Amén.



✦ • ° *.

Mihriban sonreí al ver a sus hijos contentos, le encantaba verlos así, pero de pronto se comenzó a sentir un poco mal.

— ¿Ya casi llegarán los niños?

—Sí, Sultana.

—Te dejaré con ellos, me siento mal —dijo parándose.

— ¿Tiene algún malestar?

—Muchos —respondió honesta —. Siento... tengo nauseas —dijo para después tornársele todo negro.




✦ • ° *.

—Safiye Hatun —la llamó Abdullah, llegando a los aposentos de la mencionada.

— ¿Qué ocurre? —le preguntó, trenzando el cabello de su Sultana.

—El şehzade Adbullhaziz...

— ¿Qué le pasó? —preguntó preocupada.

—Él se cayó de las escaleras.

En ese instante Safiye sintió cómo su corazón comenzó a palpitar frenéticamente y su cuerpo le temblaba. Creía lo peor.

— ¿Qué? —preguntó, parándose de su asiento — ¿Dónde está?

—En los aposentos de Şahihuban Hatun, ella lo encontró.

Safiye rápidamente corrió a los aposentos de la mencionada, como si su vida dependiera de llegar a tiempo. Las personas que la vieron no entendían qué ocurría, pero sabían que era algo malo.

Al llegar, con rapidez se dirigió a la cama donde reposaba su hijo que traía la cabeza cubierta.

— ¿Qué ocurrió? —le preguntó a Şahihuban.

—No lo sé, Bayaceto lo encontró. El Efendi ya lo revisó, dice que estará bien, sólo le quedará una cicatriz y ya, además, puede y tenga problemas para recordar.

—Hijo —susurró besando su mano —. Perdón por no cuidarte.

—Te dejaremos a solas con él.

La Hatun le hizo una seña a todos para que salieran.

Al final sólo quedó Abdullah, Safiye y su hijo.

—Pequeño ¿Quién te hizo eso? —sollozó.

—Mamá —susurró, abriendo los ojos.

— ¿Quién fue, amor?

—Ci... ci...

—Tranquilo, poco a poco.

—Ci.... han...

— ¿Cihan te hizo eso?

—N....o.

— ¿Entonces quien fue? Dime y prometo que nadie más te lastimará.

—R...a...

— ¿Rabia?

El niño asintió con dificultad.

Maldita pelirroja.

—Duerme, prometo que ya no te dañará.

Adbullhaziz asintió.

—Quédate con él —le ordenó al eunuco.

Safiye se paró y salió con el coraje que le hervía en las venas y caminó por Topkapi hasta que por azares del destino se encontró a Rabia.

—Hatun —le sonrió —. Me enteré lo del pequeño şehzade. Allah mediante estará bien.

Safiye se acercó a ella y la goleó tan fuerte que la hizo caer al suelo donde siguió golpeándola a todo lo que podía.

La golpeó tanto hasta que recordó que la Hatun en el suelo estaba en cinta y por esa acción podía morir. Sin pensarlo dos veces se levantó del suelo y corrió a sus aposentos para borrar cada signo de pelea.

Sólo Allah sabía si se salvaría de esa.




✦ • ° *.

— ¿Qué ocurrió? —preguntó Mihriban, abriendo sus ojos.

Se sentó y observó a su alrededor, estaba en sus aposentos.

—Sultana —se reverenció la médica —. Soy portadora de buenas noticias.

Mihriban sonrió.

En tu cara, Rabia.

—Allah mediante le dará otro varón a esta dinastía. Usted está embarazada.

Mihriban se paró y abrazó a la médica, contenta por la noticia.

—Gracias —murmuró —Saldré a burlarme de Rabia —avisó —. Entrégale dinero a la partera —le ordenó a Meleksima para después irse.




✦ • ° *.

— ¿¡Qué mi hijo qué!? —le gritó Cihangir a Ömer.

—Lo siento, Sultan. Me vengo enterando, al parecer no querían que nadie supiera para que encontraran al culpable, pero no han descubierto nada.

Cihangir salió de sus aposentos y corrió a donde se encontraba los aposentos de su ex-amor y era el lugar de reposo de su hijo.

Al llegar encontró a Safiye, Abdullah y su şehzade.

— ¿Quién lo hizo? —preguntó con preocupación.

Si le digo sabrá que golpe a Rabia.

—No lo sé —respondió Safiye —, pero sé que fue intencional, no pudo haber pisado mal, él es muy precavido.

— ¿Dónde estabas que no lo cuidaste?

—Estaba con Hümaşah. Perdón, me siento tan culpable por no cuidar a mi hijo.

Yo también.

Cihangir se acercó a ella y la abrazó.

—Sultan —dijo Ömer entrando a los aposentos.

— ¿Qué ocurre? —le preguntó quitando a Safiye de su pecho.

Si Mihriban se entera creerá que no la quiero de verdad y su miedo se hará más grande.

—Rabia Hatun fue golpeada —avisó —. No sabemos cómo está su bebé.

— ¿Dónde está?

—En sus aposentos.

Cihangir suspiró y salió del lugar junto con Ömer, después de todo aquella mujer esperaba un hijo de él.

Al llegar a los aposentos de Rabia vio que en verdad estaba muy golpeada, casi ni se distinguía su cara.

Los presentes le hicieron reverencia.

— ¿Y el bebé? —le preguntó a la partera.

—El bebé está bien, sólo tiene que hacer reposo para evitar el riesgo de perderlo.

—Bien, puedes irte.

La partera hizo reverencia y salió junto a sus ayudantes.

— ¿Quién te lo hizo? —le preguntó a Rabia mientras él se sentaba en la cama de la Hatun.

Ella permaneció callada.

—La culpable está siendo traída —respondió Ömer.

— ¿Quién es?

Antes de que él pudiera hablar, la puerta se abrió y Mihriban entró siendo sujetada por tres guardias.

— ¿Tú? —preguntó levantándose de la cama.

—Yo no hice nada.

—Fue ella —dijo Rabia.

—No es verdad.

— ¡Sí fuiste tú! —le gritó — ¡Dijiste que no ibas a permitir que alguien más te quitara tu lugar y el amor del Sultan!

— ¡Mentirosa!

— ¡Basta! —gritó Cihangir.

Él se acercó a Mihriban con lentitud.

—Tú, Haseki Mihriban Sultan ¿Se rebajó al nivel de una Hatun?

—Yo...

—Silencio.

Es hora de que otra Hatun caiga.

— ¡Atentaste contra la vida de mi hijo! ¡Te atreviste a golpear a una de mis esposas! ¡Quisiste sobreponerte por una tontería! ¿¡Eh!? Debería darte vergüenza, esclava.

Mihriban sonrió.

Esclava.

De acuerdo Rabia, por hacer que Cihangir dijera eso, date por muerta.

—Sultan —lo interrumpió Ömer.

— ¿¡Qué!? —le gritó.

—Lo siento, pero es imposible que la Sultana lo hubiera hecho.

— ¿A caso me llamas mentirosa? —le preguntó la pelirroja.

—Cállate —le ordenó el Sultan — ¿Por qué dices eso, Ömer?

—Porque cuando esto sucedió la Sultana estaba en sus aposentos con su sirvienta Meleksima y... la partera.

Cihangir regresó a ver a su Haseki. Ella lo miró a los ojos.

Olvídate si crees que te perdonaré.

—Prefirió creerle a una Hatun antes que a su esposa —le sonrió con hipocresía —. Felicidades Sultan, viene en camino otro miembro de la dinastía y no sólo eso, también terminó con el amor que su Haseki sentía por usted.

¿Qué se ha creído para hablarme así?

—Hatun —le habló a Rabia —. Mejor admite que te lo hiciste tú sola y sólo quieres involucrar a inocentes.

Cihangir la siguió viendo a los ojos y viceversa. Si las miradas mataran, ambos estarían empatados.

—Con permiso —le hizo reverencia para posteriormente irse.

No me disculparé, si en verdad me quiere entenderá que no tengo la culpa.

—Va una, otra más y olvídate de ver a tus hijos —le dijo el Sultan a la Kadin para después irse.






































































¡Hola!

¿Será el fin del amor de Cihangir y Mihriban?

¿Hubieran hecho lo mismo que Rabia?

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