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5. En el túnel

Celta estaba entrenada para recuperarse de cualquier golpe, de cualquier ataque al instante, para no perder concentración y ser atacada por el oponente; pero nadie le había indicado qué hacer si es que su oponente ni siquiera era visible, peor aún, si ni siquiera tenía claro si había un oponente cerca. El agujero en el que había caído estaba en la total penumbra.

Un pequeño sonido empezó a hacerse presente a la lejanía. Celta no podía identificar visualmente el lugar de origen, pero ella misma había entrenado a los ahora monarcas del reino para poder moverse en un terreno sin visión.

Era complicado cuando no había un punto de referencia, pero intentó trazar un plano imaginario en su mente y empezar a visualizar el tipo de enemigo que se aproximaba mientras  calmaba la respiración.

Sonaba como algo deslizándose, era definitivamente algo grande, tanto que podía tratarse de una bestia. Celta había ayudado a varias redadas en las que se atrapaban bestias imperianas y se encerraban en calabozos especiales, pero jamás había estado en un "uno a uno" con una de ellas.

Se estremeció un instante ante la idea, aún así conservó la pose segura. No sabía si alguien más la vigilaba, alguien que tuviera la capacidad de observarla inclusive en la oscuridad más tétrica; así que se mantuvo fuerte hasta que una tenue luz empezó a iluminar el túnel.

Celta sintió un poco de alivio cuando notó que las paredes empezaban a llenarse de un color dorado y reluciente que dejaba claro que se encontraba en un túnel muy bien construido. Parecía que la suerte se le había volteado y que ahora tendría más posibilidades de salir de aquel sitio para regresar a la superficie, sin embargo, todo pareció dar un giro cuando se percató de que la intensidad de la luz se iba acompasando en compañía del sonido de aquel ser.

La guerrera aprovechó esos breves instantes para observar todo lo que se encontraba rodeándola. Lo único que podía saber era que estaba en el fondo de un increíblemente alto túnel y que aquel continuaba a su izquierda y a su derecha, pero no parecía extenderse más allá.

Las raíces que acompañaban los bordes del mismo estaba hechas trizas, como si alguien las hubiera aplastado, por lo que era totalmente imposible considerar trepar por las paredes para poder llegar arriba.

La mujer contempló sus posibilidades, podía continuar avanzando por la derecha (ahora quedaba claro que el ser se acercaba por la izquierda) o podía enfrentarse al adversario y buscar una salida con la cabeza más fría.

En definitiva, la segunda era su mejor opción, así que simplemente sacó un pequeño puñal que escondía en la pierna y lo levantó frente a ella para dejar mostrar que no estaba desarmada.

Los minutos que pasaron para que la creatura se acercara lo suficiente fueron eternos, pero finalmente por la profundidad del túnel empezó a mostrarse un ser gigantesco.

Celta no podía ver con claridad de qué se trataba, pero finalmente alcanzó a divisar una especie muy curiosa. Era una babosa gigante que arrastraba su gordo y viscoso cuerpo por cada centímetro del túnel. Era totalmente obvio que aquella era la creadora de tales espacios, porque quedaban tan precisos en sus movimientos que no existía una explicación alterna.

La chica levantó un poco más el puñal, pero empezó a analizar a la creatura. Llevaba sobre la cabeza un pequeño círculo iluminado que parecía ser parte de su composición, aquel estaba sostenido por una especie de tentáculo. Los ojos le resaltaban en demasía y se miraban un poco caídos y perdidos, como si le fuera difícil enfocar. En cuanto a la boca, una enorme apertura se dejaba mostrar. Pudo haberse comido a la chica de un sólo suspiro.

Tal certeza provocó que aquella elevara la guardia.

El animal avanzaba lentamente por todo el lugar y lograba acelerar el corazón de la guerrera al tiempo que aquella contemplaba las posibilidades que tenía de sobrevivir.

Cuando la creatura se encontraba lo suficientemente cerca, Celta dudó. No era su estilo dudar, era una pérdida de tiempo, pero aquel ser realmente parecía no reparar en su presencia y atacarlo sin razones tampoco lo juzgaba demasiado honesto de su parte.

La muchacha decidió arriesgarse y comprobar la breve teoría que había formulado en la mente. Bajó el puñal y se colocó en posición de ataque. Si bien no haría una ofensiva primero, estaría lista por si la bestia decidía hacerle daño.

Como bien lo había predicho, aquella babosa gigante se aproximó hasta quedar a una distancia peligrosa y empezó a seguir de largo. Era como si ni siquiera pudiera ver a la mujer, como si aquella fuera una simple roca más en el camino del túnel.

La babosa observó de reojo a la chica cuando ya estaba por perderse de vista. Soltó un pequeño sonido y continuó avanzando. No parecía un sonido de amenaza, sino más bien un sonido que buscaba comunicar algo.

Celta se quedó esperando unos minutos, no sabía precisamente qué era lo que estaba sucediendo, pero le intrigaba demasiado saber hacia dónde se dirigía ese ser.

Volteó su mirada alrededor y notó que las posibilidades que la rodeaban eran prácticamente nulas. Estaba segura de que lo que estaba enfrente de sus ojos no era más que una invitación para seguir a la bestia. El agujero por el que había caído estaba demasiado alto y lo que podía encontrar si se iba por el lado derecho del túnel tampoco le aseguraba algo mejor. Finalmente, guiándose por sus conocimientos en supervivencia, seguir a la bestia podría conducirla a una posible salida de aquel embrollo.

Sin más, se atrevió.

Los pasos en aquel terreno producían un sonido tenue. La tierra que rodeaba el agujero ya estaba humedecida por el paso de la bestia y no permitía que hubiera demasiada música de fondo, además de su viscoso andar. El estómago de la chica estaba rugiendo, intentaba disimularlo, porque si bien estaba avanzando a una distancia considerable de aquel monstruo, no estaba segura de lo que podría pasarle si se confiaba demasiado.

Ese ser seguía el camino sin importarle nada. La mirada estaba un poco desviada, como la pelirroja había observado, pero no parecía estar usando sus globos oculares de la manera común. Tenía la impresión de que aquella creatura podía ver en la oscuridad y los sonidos, junto con las sensaciones, eran lo que la guiaba.

Buscó en su mente qué tipo de bestia podría ser. Honestamente, la clase de bestiarios no era su favorita en el Coralli y jamás buscó especializarse en el tema, así que le resultaba un poco complicado tener a la mano el nombre de cada una de las bestias imperianas. Además, en el reinado del rey Ciro se había determinado que la mayoría de ellas estaban extintas, aquella era la creencia más común en esa tierra. 

Celta empezaba a sentir una inquietud en el estómago, le invitaba a cuestionarse si la información que Kimiosea (la vieja amiga de Esmeralda), había traído hacía un tiempo sobre los mundos espirituales, era una puerta abierta a todo lo que estaba oculto por ahí.

En ese sitio, no había mucho que hacer, así que procuró un esfuerzo en recordarlo. La mente, en los momentos más tranquilos, puede hacer maravillas, y así sucedió. Celta empezó a sentir los recuerdos del pasado, que adoraba tener guardados en un baúl, saliendo y colándose en su consciencia.

"Un bô", pensó para finalmente sus adentros. De entre todas las posibilidades de recordarlo, acertó a la única creatura que apareció fresca en la mente. Estaba en total claridad frente a ella. En el bello escritorio de madera que le perteneció durante esos años escolares. Recordaba el olor del bestiario y la cara del bô que la miraba con profundidad en las páginas. No había duda de que era la misma creatura, aunque la mirada de la ilustración no se asemejara aunque fuera un poco a la manera en que esa bestia lucía en persona.

El camino parecía demasiado largo. Su mente decidió ocupar el tiempo en algo realmente importante. ¿Qué haría al salir del túnel?

⌎⊱⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊶⊷⊰⌏

Esmeralda estaba sentada en la silla de su oficina. Se sentía en una situación de poder adquirido, ya que la ventaja era obvia por la protección de la hechicera. El mensajero tenía un aire bastante oscuro y parecía despedir una energía muy similar a la del padre de Nereida. La monarca inclinó su cabeza hacia arriba con orgullo y después bajó la mirada fingiendo estar destruída.

—No puedo creer que alguien tan fiel como Celta se haya corrompido —dijo la mujer intentando sollozar—. Realmente no comprendo cómo es que sucedió.

—Mi señor, el barón de ÍFniga solicita una audiencia especial con usted —expresó el mensajero satisfecho con la reacción de la monarca—. ¿Será posible que lo reciba hoy mismo?

—¡Cuánto antes! Sin consejero estoy perdida. Realmente no tengo idea de qué hacer —expresó la mujer reclinándose.

—Iré a notificarlo de inmediato.

El hombre salió de la sala con apuro y Ezra cerró la puerta tras de él.

—Buena monarca, buena actriz—dijo dedicándole una bonita sonrisa a su esposa.

—Di lo mejor de mí —respondió entre risas discretas—. Ese hombre, el nuevo barón de Ífniga, ¿fue nombrado parte de la corte de Gueza durante el reinado de Ciro?

—Sí, él era una persona que tenía el título por herencia, así que se realizó la elección sin más consideraciones.

Esmeralda hizo una mueca y suspiró observando el resto de la oficina.

—Sin Celta siento que realmente estamos desprotegidos. Creo que es momento de hablar con Dimitri e Iniesto sobre las estrategias que tienen como protección para el pueblo.

—¿Has vuelto a la preocupación? —preguntó Ezra levantando una ceja.

—¿Y a ti se te ha olvidado?

Ezra se echó un poco atrás en la silla, pero después tomó impulso para volver a pronunciar palabras sobre el asunto.

—No, cómo podría olvidarme de ello —dijo finalmente—. Es el futuro que más me importa, pero te noto un poco preocupada por Imperia. Estuvimos en reuniones con los líderes de cada región y aún así parece que tuvieras la impresión de que algo terrible va a suceder en cualquier momento.

Esmeralda reflexionó un momento antes de responder. Era verdad, siempre tenía una inquietud en el corazón que le indicaba que no todo estaba tan bien como podría pensarse. Parecía que un mal terrible se soltaría de repente y destruiría cada aldea sobre esa bella y extensa tierra.

—Tienes razón —aceptó frustrada—. Tal vez me estoy exigiendo demasiado o quizá me falta más para acostumbrarme a reinar.

—Llevas un buen tiempo —dijo Ezra tomándole la mano—. La mejor reina de Imperia desde el rey Sáfano e incluso he escuchado que mejor.

La mujer sonrió ante aquello, pero no lo creía lo suficiente. Tenía la impresión de que esa no era la verdad todavía. Miles de detalles se le escapaban pero no tenía idea de cuáles eran y cómo podía solucionarlos.

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