60. El vestido de Nereida
Pasó todo un mes, la cita de los chicos resultó no ser tan alentadora como parecía, Wolt no logró hablar demasiado con la muchacha, así que no pasó de una velada silenciosa. Llegó otro fin de semana en el que Esmeralda tuvo que trabajar y sus amigas fueron a buscar un vestido para Nereida.
Encontraron la primera tienda nupcial, un hermoso establecimiento que tenía un gran letrero que decía: «Shánai: Tienda nupcial». Nereida se quedó sorprendida, era un lugar precioso, tenía unos estantes llenos de adornos muy finos, diamantes, entre otras cosas.
—Mira este vestido —dijo Shinzo acercándose a un precioso vestido color champagne, no tenía la parte de la falda esponjada, era lisa y suelta; lucía adornos muy hermosos con hilos dorados, parecían hechos de oro; poseía un cuello redondo con diamantes alrededor, y tenía también una preciosa cinta dorada en la cintura.
—¡Es precioso! —contestó Nereida fascinada, el vestido se sentía extremadamente suave, era como un sueño—. ¡Señorita!
—¿En qué puedo servirle?
—Quisiera probarme ese vestido —indicó la muchacha emocionada.
—Acompáñeme, por favor. —La mujer subió unas escaleras y la chica la siguió.
—¿Crees que esto es muy pronto? —preguntó Shinzo a Kimiosea.
—No lo sé, supongo que Iniesto tiene un punto, si se gradúa ya no se volverán a ver en mucho tiempo —contestó Kimiosea.
—Lo sé, pero no puedo evitar pensar que Nereida es muy joven para esto —continuó diciendo Shinzo.
—Pues... Puede ser, pero es su decisión y yo creo que no hay nadie que la haga más feliz que Iniesto y viceversa —comentó la rubia.
—En eso tienes mucha razón... yo creo que tú serás la siguiente —insinuó la muchacha y Kimiosea se sonrojó.
—No, realmente no quiero que nada me distraiga de terminar la escuela, pero no te negaré que sería fantástico —confesó la chica soñando despierta.
—Aquí viene una hermosa novia —dijo la empleada, detrás venía Nereida con el precioso vestido, se veía como una princesa. La mujer le puso un largo velo que cubría su rosto y llegaba hasta por debajo de la cintura.
—¡Es magnífico! —expresó emocionada Nereida— ¡Me fascina!
—Te ves increíble, amiga —halagó Kimiosea con tono dulce.
—Es totalmente asombroso —continuó diciendo Shinzo.
—¡Lo quiero! —afirmó la chica emocionada—. ¿Qué precio tiene, señorita?
—Setecientos mil cuatrocientos setenta niros —respondió la empleada causando que la muchacha abriera los ojos.
—No puede ser —expresó Nereida—. No puede ser que sea tan costoso —se resignó la muchacha—. Me gustaría ver uno más económico.
—Por supuesto —dijo la empleada y se fue a la bodega.
—Es tan hermoso, pero no podría pagarlo ni en un millón de años —les dijo Nereida a sus amigas.
—No te preocupes, de seguro habrá uno así de hermoso para ti —animó Shinzo.
—Eso espero —soltó desanimada la muchacha.
—Aquí tiene, señorita, es un hermoso diseño que se encuentra en el precio de doce mil niros —informó la empleada acompañando a Nereida para que se lo probara. Cuando regresó, sus amigas notaron lo disconforme que estaba, era un vestido mucho más sencillo que el primero.
—¿Te gusta, Nereida? —preguntó Shinzo.
—¿A ustedes? —interrogó la chica.
—Si a ti te gusta a nosotras también —afirmó Kimiosea sonriendo.
—No lo sé, no es algo con lo que viniera en mente —explicó Nereida.
La muchacha salió del establecimiento completamente desilusionada, deseaba ese vestido para su boda, pero no tenía los niros suficientes. Todas las muchachas llegaron exhaustas después de recorrer el pueblo en busca de un vestido de novia que le gustara a Nereida, pero al parecer ninguno le satisfacía tanto como el primero que vio.
Ya de regreso en la escuela decidió salir a pasear un rato con su prometido.
—¿Qué te pasa, preciosa? —preguntó el muchacho notando que la chica estaba un poco seria.
—Nada, es sólo que estoy cansada, hoy fui con las chicas a buscar vestidos de novia —explicó la muchacha un poco desanimada.
—Deberías estar contenta entonces... ¿Te gusto alguno o algo así? —interrogó el chico interesado.
—Me encantó uno, pero no puedo pagarlo, cuesta setecientos mil cuatrocientos setenta niros. —La chica se quedó sorprendida porque el muchacho comenzó a reír—. ¿Dije algo gracioso?
—Mi amor, yo te voy a pagar el vestido. Vamos mañana al pueblo y te compro el que tú quieras —le dijo Iniesto a la muchacha que se quedó boquiabierta.
—¿Así que me caso con un caballero? —rió la chica.
—Está usted en lo correcto, mi damisela —bromeó el muchacho y tomó la mano de la chica—. Te amo, Nereida.
—Yo también te amo, Iniesto —contestó la muchacha sonriendo mientras miraba al chico.
Al siguiente día se fueron muy temprano juntos a la tienda nupcial, la muchacha estaba muy emocionada, miraron todas las cosas que tenían. Al parecer el muchacho no sabía mucho se eso, pero se mostraba interesado por ella, y en el fondo lo estaba, la quería demasiado.
Cuando la miraba sonriéndole mientras se probaba algún velo o arreglo para el cabello, la vida del chico se llenaba de una luz incomparable; ese resplandor en los ojos de Nereida lo hacía sentir de una manera en la que ninguna chica lo había hecho sentir antes, era magnífico.
La chica le mostró el precioso vestido que había elegido al principio y el chico lo compró sin problemas, el hijo del Conde y la Condesa de Figgó tenía fortuna por doquier, aunque no siempre a su disponibilidad, por ello tuvo que aceptar aquella vez los doscientos niros de su amigo. En esta ocasión, traía consigo bastantes niros, los cuales, le servirían para cubrir todos los gastos de la boda. La muchacha se fue más que feliz, se llevó otras cosas de la tienda, como el velo, broches para el cabello, entre otros accesorios. Se sentía tan contenta, pronto sería el día especial.
El resto de los aspectos de la boda fueron cubiertos por ellos dos juntos. «El jardín encantado» los citaba constantemente durante los fines de semana, tiempo que ocupaban también para cubrir otras áreas del evento. Todavía no habían enviado las invitaciones, esa vez fueron citados para elegir colores y el sabor del pastel que elaborarían precisamente en el Shésimu.
—¿Qué opinas si invitamos algunos maestros? —preguntó Nereida notando que la lista seguía siendo muy corta.
—Invita a tus maestros, yo ya les vi la cara por cuatro años, es más que suficiente —rió Iniesto mientras llegaba una empleada y les servía unos trozos de pastel.
—Señorita Ditón, Señor Ápoca, les presentó a Dimesco, uno de los Uvruam más reconocidos de Imperia. Él se encargará de preparar su pastel de bodas —presentó la empleada al hombre que les hizo una reverencia y sonrió al recordar que Iniesto era el muchacho que se peleó en la cafetería.
—Es un placer —dijo el hombre extendiéndoles la mano.
—Usted es el jefe de Uvruam en el Shésimu. ¿No es verdad? —preguntó Nereida al reconocerlo y el hombre asintió—. Hay un pastel del Shésimu que me fascina, es uno llamado "Toque de rosa" ¿Podría traernos una prueba de él?
—En seguida, señorita —accedió Dimesco y salió del salón en el que se encontraban.
—Tenemos en la lista a Esmeralda, Shinzo, Kimiosea, Dimitri, Naudur, veinte amigos tuyos, esos chicos que nos pidió Esmeralda que invitáramos: Cindél, Wolt y Kuri; el profesor Tausum, el profesor Blodin, creo que son los únicos profesores que querrían venir —se rió Nereida—. ¿Quién falta?
—Eso es algo que había olvidado comentarte... Mi madre se enteró ya y vendrá a la boda —confesó Iniesto.
—Bueno, no importa, después de todo es tu familia. ¿Tu padre vendrá? —preguntó la muchacha resignada.
—Mi madre dice que no tiene tiempo... Pero no importa, de todos modos él nunca ha estado en nada importante —dijo con tristeza Iniesto.
—Mi amor, mi padre tampoco estuvo atento de mí, de hecho, hay algo que no te he contado aún —comenzó a decir Nereida—. Algo sucedió...
—Aquí tiene el pastel "Toque de rosa", les dejo dos propuestas más: el pastel "Dulce atardecer" y el "Nubes" —interrumpió Dimesco que traía tres platos con rebanadas de pastel, la primera era color rojo con betún rosa, el segundo era morado con betún dorado y el último era blanco con betún color perla y pequeñas perlas comestibles.
—Gracias —habló Iniesto, el hombre sonrió y se fue—. ¿Decías?
—Iniesto, la casa en la que me quedé en el verano, no era mía, era del profesor Blodin —explicó la chica mirando los pasteles.
—¿Del profesor Blodin? —preguntó extrañado el muchacho mientras daba una probada al primer pastel.
—Sí, tu madre tenía razón. Mi padre está en la cárcel, el profesor me ayudó... Es mi culpa que esté ahí —confesó la chica y el muchacho comenzó a toser.
—¿Es tu culpa? —cuestionó el muchacho un poco asustando.
—Lo es, pero fue algo justo, lo que pasa es que... él planeo la desaparición de mi madre —susurró la muchacha y el chico abrió los ojos por la sorpresa—. El profesor sólo me respaldó para que se impartiera justicia.
—Pues... Me dejas perplejo, pero, te entiendo. Si tu padre realmente era tan terrible como para hacer eso, merecía un castigo severo —expresó el muchacho—. ¿Pero por qué la casa ahora es tuya?
—No es mía, Blodin me la prestó para que no me quedara desamparada —explicó la chica—. Sería un sueño si fuera mía, pero no tengo suficientes niros como para comprarla.
—¿Has probado ya el pastel "Nubes"? —preguntó Iniesto sonriendo y la muchacha le dio una probada.
—Absolutamente exquisito —expresó Nereida y Dimesco entró de nuevo.
—¿Qué tal les han parecido? —interrogó el hombre—. El primero, "Toque de rosas", está hecho de vainilla, el betún rojo es de fresa, al igual que el rosa, tiene trozos de rosas reales en el centro. En el segundo, "Dulce atardecer", el pan es de uva, como la cubierta, y el betún dorado es de nuez, dentro tiene fresa. Por último, el tercero, "Nubes", está hecho de pan sabor crema batida, cubierta de betún de bombón, el betún color perla tiene sabor a algodón de azuar, al igual que las perlas comestibles —explicó el Uvruam, mientras los muchachos probaban cada uno.
—A mí me gustó el pastel "Nubes" —opinó Nereida—. ¿Y a ti?
—También, preciosa. Queremos ese pastel, lo ordenaremos de cuatro pisos —pidió el muchacho—. ¿Estás de acuerdo? —preguntó el chico y su prometida asintió.
—Excelente elección, lo traeremos en la fecha especificada —concluyó Dimesco y se fue.
Nereida se sintió aliviada de haberle confesado la verdad a su prometido, pero recordó aquel amargo momento en el que su madre desapareció, estaba tan triste de que ella no iba a poder estar en el día de su boda, pero su destino había sido escrito así y no había forma de cambiarlo.
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-Sweethazelnut.
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