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54. Un nuevo año


Los días comenzaron a irse poco a poco y en un abrir y cerrar de ojos estaban las cuatro esperando a que llegara el carruaje para ir al Coralli. Tenían ya hechas sus maletas, todas aguardaban aburridas en la mesa mientras veían ir y venir al broche mensajero de Kimiosea que salía volando por la ventana para entregarle las notitas a Naudur, de pronto, llamaron a la puerta y ahí estaba el cochero que las trajo al principio. Nereida cerró la casa y guardó su llave muy bien, admiró el lugar un segundo más, se había enamorado por completo de aquella pequeña casita, subió al carruaje y se resignó a regresar.

Mientras más avanzaban de regreso a la escuela, más y más se iba llenando el largo carruaje. Miraban los paisajes en lo que llegaban al Coralli; Kimiosea estaba feliz de volver a ver a Naudur, Esmeralda estaba preocupada sobre la clase de la profesora Clovery, Nereida se encontraba bastante angustiada por todas las clases que tendría que tomar y Shinzo estaba tranquila, regresar para ella era lo mismo, había disfrutado mucho más esas vacaciones que las anteriores con su tobillo torcido, así que ahora estaba fresca y renovada para regresar a un nuevo curso en la escuela.

El lugar era exactamente igual a los años pasados, las dos filas y el montón de alumnos reencontrándose. Esta vez, las chicas no tuvieron que buscarse, así que entraron directamente a los dormitorios. Comenzaron a desempacar sus cosas y cuando terminaron, de inmediato partieron hacia los jardines a buscar al resto de sus amigos.

Fueron en dirección a los dormitorios de los muchachos del Ejército Rojo, en la entrada estaban Iniesto y Dimitri hablando con Naudur, Kimiosea sonrió y de inmediato corrió hacia ellos.

—... Ya te dijimos que no sabemos dónde puede estar Kimiosea, tonto —decía Dimitri mientras llegaba la muchacha.

—¡Naudur! —exclamó la chica abrazándolo de sorpresa.

—¡Kimi! —dijo emocionado el chico dándole un beso, en su hombro traía a su mascotita.

—¡Pirplín! A ti también te extrañé mucho —rió Kimiosea acariciando al peludo y tierno animalito—. Hola, Dimitri, Iniesto.

—Hola, Kimiosea, ¿vienes con invitadas? —preguntó Dimitri sonriendo.

—Sí —contestó la chica—. Aquí vienen justamente.

—¿Qué tal, chicos? —saludó Esmeralda que llegaba con las demás.

—Preciosa, ¿cómo estás? —dijo Iniesto abrazando a Nereida.

—Jamás me acostumbraré a eso —comentó Dimitri mirando a su amigo con la chica—. Shinzo, Esmeralda, ¿cómo se la pasaron?

—Excelente, la casa de Nereida es divina.

—¿Y a ti cómo te fue con Ánimus y tu "gran aventura silvestre"? —preguntó Esmeralda mirando como el chico giraba los ojos.

—No resultó como yo lo esperaba, pero aún así fue muy divertido —contestó Dimitri—. Escuché que Nereida conoció a su querida suegra —rió el muchacho.

—¿Tú ya la conocías? —interrogó Esmeralda.

—¡Claro! Iniesto y yo nos conocemos desde niños, la pobre señora está loca — afirmó el muchacho riéndose.

—Y dice que tú sí tienes clase y nosotras no, ¡qué contrariedad! —comentó Shinzo esbozando una sonrisa.

—¿No les emociona que éste sea su último año? —preguntó Esmeralda.

—No mucho, tendremos que partir al castillo en cuanto nos graduemos. Adiós comodidades, adiós chicas lindas, sólo un montón de soldados, entrenando todo el tiempo —se quejó el chico.

—Creí que te gustaba —rió Esmeralda recordando su pequeña charla de la otra vez.

—Me gusta ser soldado, me gusta la acción, todo eso, pero no todos los días hay guerras. Además escuché que el nuevo rey Ciro no es mucho de buscar nuevos territorios, como el rey Sáfano. A él le gusta quedarse a planear pacíficamente, con él como dirigente y nadie con intenciones de atacar Imperia, nuestros días serán aburridos —explicó Dimitri notando como Esmeralda sonreía al escuchar el nombre del Rey —. ¿Ciro?, ¿en serio te gusta el rey Ciro, Esmeralda?

—No —negó la chica sonrojándose, mientras los demás sonreían.

—Eres una mentirosa —comenzó a reírse el muchacho—. No tiene nada de malo, es sólo un año superior que Iniesto y yo. Todo puede pasar, ¿no?

—Sí, además, podrías terminar siendo dama de compañía de alguna persona en el castillo —continuó Shinzo y Esmeralda sonrió nerviosa —. Podría enamorarse de ti, ¡y serías la reina de Imperia!

—¿Qué les parece si vamos al Shésimu a comer algo? —interrumpió Nereida emocionada.

—¡El Shésimu! Casi olvido que tengo que avisar que he vuelto para comenzar a trabajar al final de ésta semana —recordó Esmeralda sobresaltada—. Regreso en un rato —dijo y se despidió de sus amigos, los cuales se quedaron sonriendo.

Después de un rato decidieron pasar a comer algo rápido al Shésimu, se la pasaron muy bien, hasta que llegó la noche. Todos estaban ansiosos por su primer día como alumnas de tercero, a dos años de terminar el Coralli.

Se levantaron muy temprano aquel día, se prepararon, se pusieron su hermoso uniforme, tomaron sus bolsos y se fueron. Ahora veían más jóvenes a las de primero. La primera clase era Estrategia Económica, en el horario de primero tocaba Cuidado Personal y en el de segundo Historia, y como Esmeralda sólo tenía que ir a las tutorías de segundo, entonces todas tomaron la primer clase de tercero juntas, exceptuando a Shinzo, quien debía ir a tomar sus clases con las del grupo "Dragón".

El salón ciento veintiséis, en donde tomaban Estrategia Económica las de tercero, era un poco más pequeño. Muchas alumnas ya no habían confirmado su estadía, pues el trabajo se iba haciendo cada vez más y más pesado. El profesor Blodin llegó muy temprano, comenzó a dar su clase, parecía un poco ansioso. Se notaba que a veces se quedaba viendo un poco a Nereida, la clase terminó y las alumnas comenzaron a salir.

—Señorita Ditón —la llamó el hombre desde su escritorio y la chica se acercó—. ¿Qué le pareció la casa?

—Está bastante bien —contestó la chica fingiendo indiferencia, cuando la verdad era que le había encantado.

—¿Gastaste todos los niros que te di?, ¿remodelaste? —preguntó ansioso el profesor.

—Si lo que realmente quiere saber es qué hice con las cosas de su hermana, no se preocupe, todo está en la bodega, le prometí no tirar nada —aclaró la chica—. Por cierto...

—¿Sí? —interrogó el hombre al notar que la chica se detuvo a sí misma.

—Nada —dijo Nereida y se fue.

La muchacha estuvo a punto de decirle lo del cuaderno de Dulce, pero decidió no hacerlo, ese cuaderno fue su fuente de entretenimiento por muchos días. Era mágico y misterioso, por esa razón lo había traído en su equipaje y planeaba quedárselo.

Continuó la clase de Contabilidad, en el horario de segundo era tiempo de acudir a la clase de Redacción, misma en la que Nereida había obtenido A5, por lo cual no pudo estar con sus amigas. La profesora Acárada triplicó el trabajo, era demasiado para una hora, las muchachas dieron lo mejor de sí. Esmeralda no pudo cumplir su meta de tener A1 en todas las materias, pero este año tenía que hacerlo y sabría que lo lograría; además, esos créditos extras eran de mucha ayuda, gracias a ellos la profesora Clovery le había puesto un A4 en Historia de segundo, en vez de A5, porque de lo contrario tendría que repetir las dos materias.

Poco después dio inicio la clase del profesor Piuick, esta vez Nereida sí estuvo presente. Al final del año pasado el profesor había recogido los diarios de todas. Llegó, anotó algunas palabras en el pizarrón y prosiguió a repartirles los cuadernos a las alumnas.

—Aproveché mi verano para leer todos sus diarios —comenzó a decir el profesor mientras entregaba los libros.

—De seguro fue el verano más divertido de todos —susurró Nereida a Esmeralda.

—Pues, está en lo correcto, señorita Ditón —dijo el profesor que la había escuchado, la muchacha solamente echó su cabeza para atrás y escuchó al profesor—. Cada uno de sus diarios era como un libro, tenían historias increíbles, pero... Hubo uno que me gustó en particular, fue un diario especial, pues cada día lo describía con un hermoso poema, quisiera hacer mención de la dueña de éste.

—¿Me pregunto quién será? —comentó irónicamente Nereida, pues sabía que su rubia amiga siempre era congratulada por sus trabajos.

—Señorita... Kimiosea Bénel —exclamó el profesor y Esmeralda sonrió—. Venga aquí al frente por su diario.

—Qué bueno que le haya gustado —le dijo la chica al profesor cuando ya se encontraba a su lado.

—Es fantástico, sentí que realmente escribía para usted, sin presiones de que alguien lo leyera. Tiene un talento espectacular, insisto en que debería pensar en cambiar de vocación —expresó el profesor y la chica sólo sonrió.

La muchacha disfrutaba escribiendo, pero continuaba con la idea de que si cambiaba de profesión, entonces aquellos cuatro años en el Coralli hubieran sido en vano, además de todo el dinero que tuvo que ahorrar para poder entrar ahí.

Seguía la clase del profesor Aristela, pero en el horario de primero, era el tiempo de la clase de Historia, así que Esmeralda se despidió de sus amigas y partió al salón de primero. Resultó lo mismo que antes, entró y todas las nuevas alumnas la miraban aún más extrañadas que las del año pasado. La chica se resignó y tomó una silla, poco después entró la profesora.

—Buenos días, jovencitas, mi nombre es Ika Clovery y seré su profesora de Historia. Descubrirán de qué están hechos los cimientos que sostienen al reino... Señorita Esmeralda —dijo sonriendo la profesora al juntarse sus miradas—. Veo que desde aquella vez que no fue a mi primera clase se quedó con la curiosidad de ver cómo me presento a las nuevas alumnas, por eso ya van dos años que repite mi materia, ¿no es así?

—¿Es sólo por eso que me pone A5? ¿Porque no llegué a tiempo a su clase en primero? —reclamó Esmeralda.

—No se equivoque, señorita, si desea hablar, lo haremos al final de la clase —dijo la educadora y la muchacha se volteó y trató de poner tanta atención como su orgullo se lo permitía.

Siguió una deliciosa hora de descanso. Revisaron su horario y notaron que continuaba la clase de la profesora Bronét, así que decidieron ir al kiosco, en vez de a las caballerizas. El día comenzaba ajetreado, otra vez, así que las chicas se dedicaron a comer con calma y a charlar.

—¿Cómo te fue con la profesora Clovery? —preguntó Kimiosea.

—Supongo que bien, esa mujer se la pasa agrediéndome —contestó Esmeralda frunciendo el ceño.

—Pero... ¿sí estás acumulando créditos, no? —interrogó la rubia, de nuevo.

—Te digo, siempre hago las tareas, entrego los trabajos, pero tú más que nadie sabe que si en el examen no obtengo una buena calificación, tienen derecho a ponerme A5. Casi todo es al criterio del profesor y me tuvo que tocar la mala suerte de no haber llegado aquel día a su clase. —se lamentó la muchacha recargándose en la mesa.

—No te preocupes, Esmeralda, tú continúa entregando trabajos y nosotras te ayudaremos cuando esté cerca el examen —propuso Kimiosea—. Y todavía sigue en pie lo tuyo, Nereida.

—Gracias, lo necesito mucho —comentó la chica y Esmeralda sonrió.

Después de un momento de tranquilidad, se fueron a las caballerizas para tomar la clase de la profesora Bronét. El día estaba perfecto para cabalgar, en cuanto llegaron, los equinos se pusieron muy felices, comenzaron a relinchar de la emoción. Nereida subió a Firos, Esmeralda a Situani y Kimiosea a Armania.

Esa clase siempre era muy especial, todas se sentían muy libres, ir a caballo era algo incomparable; cuando todo parecía perfecto, Esmeralda se dio cuenta de que la siguiente y última clase era, nuevamente, la de Historia. 

Entró al salón a regañadientes, comenzó la clase y la muchacha estaba derretida en su silla mirando al suelo. Kimiosea le lanzó una bolita de papel y le hizo gestos para que pusiera atención, gracias a ello, la chica pudo entregar los ejercicios correspondientes. Terminó ese día y continuaron las asesorías de primer año; luego, las de segundo, seguidas de las tutorías de primero y después las de segundo; terminando, al fin, con las horas de recuperación, a las que Nereida tuvo que asistir también.

La muchacha regresó exhausta, era difícil soportar tanta presión, pero no tenía otra opción. Debía esforzarse mucho para obtener mínimo A2 en todas sus materias. Nereida apenas se recostó, se quedó profundamente dormida.



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