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47. ¿Amor o remordimiento?


Faltaban semanas para que terminara el segundo curso. Las chicas decidieron ir al pueblo a comprar un par de vestidos para las vacaciones y pasar a comer algo rápido al Shésimu. Esmeralda, como ya empezaba a ser costumbre, no estaría presente porque tenía que trabajar, pero les dijo a sus amigas que el último día de clases iría con ellas de compras.

Shinzo, Kimiosea y Nereida se encontraban en una de las tiendas del pueblo charlando cuando un muchacho se acercó a hacerle conversación a ésta última, daba la casualidad de que Dimitri y su amigo pasaban por ahí en ese justo momento. Al ver a la muchacha con otro chico, Iniesto sintió un escalofrío extraño, algo que nunca había sentido antes. Siguieron su camino, iban a comprar unos libros y después de regreso a la escuela.

—¿Crees que todavía sienta remordimiento por lo que le hice a Nereida? —preguntó Iniesto a su amigo mientras acomodaba los libros en su cuarto.

—Yo qué voy a saber.

—Es que... La vi en el pueblo, con otro chico y sentí como...

—Oye, no sé, no sé qué te pase y, honestamente, no quiero involucrarme en tus problemas, ya tengo suficiente con los míos.

—Creo que me faltó un libro, tengo que regresar al pueblo —dijo Iniesto y su amigo lo miró.

—¿A sí? ¿Cuál? ¿«El idiota arrepentido»?

—No, de verdad, me faltó un libro y tengo que regresar.

—Dime el título.

—El... Príncipe... Del reino —tartamudeó Iniesto.

—¿El príncipe del reino, en serio? —dijo Dimitri—. Si quieres ver que la chica está bien y te superó, entonces vamos.

Iniesto sólo giro los ojos y partió con su amigo de regreso al pueblo. Las muchachas ya estaban en el Shésimu, al parecer Nereida había pedido una mesa aparte para estar con ese nuevo chico que le había hablado unas horas atrás. Los aspirantes a soldados entraron disimuladamente, pero Esmeralda los alcanzó a ver y se acercó a ellos para atenderlos.

—Bienvenidos al...

—Shésimu, sabemos dónde estamos, Esmeralda. Danos una mesa que esté cerca de Nereida, pero no lo suficiente como para que nos vea —susurró Iniesto vigilando que no lo vieran.

—¿Hicieron algo malo? —preguntó la chica extrañada.

—No, es sólo uno de esos días en los que te preguntas: ¿por qué no tengo amigos más normales? —dijo Dimitri.

—Habla más bajo, tonto —indicó su amigo y el chico solo giró los ojos, Esmeralda los condujo a una mesa como la que solicitaron.

—¿Qué les traigo?

—Jugos de fresa —siguió susurrando Iniesto entrecerrando los ojos para ver a Nereida con el chico—. De seguro, sólo está con él por despecho.

—Claro. ¿Por qué no sólo la dejas en paz y ya?

—No necesito que me digas qué hacer —reclamó el chico.

—Aquí tienen sus...

—Esmeralda, silencio —corrigió Iniesto haciendo señas para que susurrara, la chica sólo sonrió y les dejó los jugos—. Ese tipo ni siquiera asiste al Coralli, de seguro va a hacer que Nereida le pague todo.

—Escucha, si el chico es de cierta manera o no, a nosotros no nos incumbe, además no creo que...

—¿Viste eso? Tomó su mano —dijo Iniesto frunciendo el ceño—. Es un atrevido.

—¿Cómo se atreve? Deberías abofetearlo con tu pañuelo.

Comenzó a pasar el tiempo y la clientela del Shésimu fue disminuyendo poco a poco. El rubio muchacho estaba derretido en su silla, tan aburrido. Las luces fueron volviéndose cada vez más tenues, después de unos minutos incluso Kimiosea y Shinzo se fueron. Era casi hora de cerrar y en la cafetería ya sólo se encontraban Nereida, su acompañante y Dimitri e Iniesto, que ahora estaban más escondidos que nunca tras los menús que le pidieron a Esmeralda unos minutos atrás.

El chico los miraba fijamente, el acompañante de Nereida comenzó a abrasarla, ella parecía empezar a sentirse incómoda mientras que Iniesto miraba atento aquella escena. El desconocido muchacho se acercaba cada vez más hasta que intentó darle un beso, la muchacha de inmediato lo empujó y éste cayó al piso pero el chico se levantó rápidamente y comenzaron a forcejear. Iniesto le aventó su menú a Dimitri y corrió hacia dónde estaban, sujetó al otro muchacho de la ropa y le dio un puñetazo que lo dejó sangrando. Éste no se rindió y tiró al valiente chico al piso, el cual de inmediato se levantó y dio una patada en el estómago del bravucón. Nereida los miraba sin saber qué hacer cuando Dimitri tocó su hombro y se la llevó.

—Tranquila, nos entrenan para el combate, Iniesto terminará prácticamente ileso —dijo Dimitri sentándola en la banqueta del lugar.

—No puede ser, qué tonta fui —se lamentó la chica bajando la cabeza.

—No te preocupes, no pudiste haberlo sabido.

—Qué bueno que estaban ahí.

—Sí, fue una conveniente coincidencia —contestó el chico irónicamente.

—Gracias —dijo la muchacha.

Se levantó para regresar a la escuela, pero se detuvo al escuchar cómo salieron ambos chicos expulsados de la cafetería, eran varios meseros y Dimesco los que los sacaban del establecimiento.

—¡No quiero volverlos a ver en este lugar! —les gritaba el jefe de los Uvruam.

—¡Lárgate antes de que vaya por mi espada! —exclamó Iniesto despeinado y el otro chico se levantó con furia.

—Es mejor que te vayas —le dijo Dimitri severamente al muchacho que sólo les escupió y se fue enojado, Nereida se quedó mirando a Iniesto—. Te veo en la escuela, hermano —concluyó el chico dándole una palmada en la espalda a su amigo y se fue caminando de regreso a los dormitorios.

—No sé qué decirte.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó Nereida precipitadamente.

—Yo... Tal vez presentí algo malo —contestó el muchacho mirando hacia el suelo.

—¿No fue nada más?

—No —dijo el chico girándose y a Nereida se le comenzaron a llenar los ojos de lágrimas.

—Te quería decir... Lo siento, no quería molestarte, tal vez exageré un poco, es sólo que... Bueno, no importa... Lo siento —explicó la chica sonriente, Iniesto sintió que un escalofrío lo recorría.

—Discúlpame tú, no debí decir todas esas cosas.

—¿Amigos? —preguntó Nereida extendiéndole su mano.

—Amigos —contestó estrechando la mano de la chica, ésta sonrió y se dio media vuelta para después comenzar a caminar en dirección a la escuela.

—¡Nereida! —gritó el muchacho y la chica se detuvo y volteó.

Iniesto corrió hacia ella, mientras recorría esa corta distancia repasó miles de pensamientos en su cabeza y se hizo la pregunta: ¿Es amor o remordimiento?. Cuando llegó, miró unos instantes a Nereida e impulsivamente le dio un beso.

—¿Por qué hiciste eso? —preguntó la muchacha sorprendida.

—Para entender.

—¿Entender qué?

—Que sí, era amor —dijo Iniesto dándole otro hermoso beso.

La muchacha se sentía entre las nubes y, el chico, comenzaba a notar que él también. Caminaron de regreso al Coralli, ambos sentían su corazón latir tan profundo como sus almas que se comenzaban a unir.

La noche era fría, pero cálida para ellos, después de una larga despedida la chica entró a los dormitorios sintiéndose cómo en un sueño.

—Hola, Nereida —saludó Shinzo, pues su amiga había entrado para contarles todo.

—Kimiosea, Shinzo, les tengo una noticia... ¡Tengo novio!

—¡Increíble! Ese chico del pueblo sí que tenía gracia —comentó Shinzo.

—No me vuelvan a mencionar a ese patán... Mi novio es mucho mejor que él —dijo Nereida sonriendo.

—¿Quién es? —preguntó Kimiosea acomodándose en su cama.

—¡Es Iniesto! —gritó la chica y sus amigas se quedaron sorprendidas.

—¡Nereida! Eso es... Inesperadamente fantástico —exclamó Kimiosea dándole un abrazo.

—¡Qué bien, Nereida! Ya tenemos dos parejas de tortolitos —comentó Shinzo sonriendo.

—Ahora sólo faltan Esmeralda y tú —insinuó Nereida y Shinzo giró los ojos.

—Sigue soñando, amiga —rió la muchacha y todas sonrieron.

Esmeralda llegó al poco tiempo, al decirle la noticia se sentía más que feliz por su amiga. Cuando se acomodaron en sus camas, Nereida cerró los ojos y recordó aquella escena enfrente del Shésimu, el inolvidable recordatorio de que todo llega a su debido tiempo.

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-Sweethazelnut.

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