44. Otra vez tú
Llegó la hermosa primavera, comenzaron a pasar los días y arribó la correspondencia para las muchachas y el resto de los alumnos del Coralli. Las chicas llegaron a sus habitaciones mucho más que emocionadas. Esmeralda recibió de nuevo un paquete con frascos de cereza, justo lo que deseaba. Abrieron ansiosas los sobres y comenzaron a leer.
Mi querida Esmeralda:
Me alegro de que este curso te esté gustando tanto... ¡Un caballo! Vaya sorpresa, querida, recuerda que debes cuidarlo muy bien y tener mucho cuidado al montarlo.
Estoy feliz por Kimiosea, sabes que no me preocupo porque ustedes siempre están apoyándose.
Espero verte pronto, no creerás lo que sucedió. El anciano que vivía en cierta casa, cuyas escaleras tú conoces muy bien, ha fallecido debido a la vejez. Harán una pequeña y sencilla ceremonia, fue invitado todo el pueblo. Me llegó el aviso de que vendrán en excursión a Alúan, así que pensé que podrías venir, será muy especial.
Te espero con mucha ilusión, mi Esmeralda.
Te quiere, mamá.
La muchacha sintió que su corazón se aceleraba al momento en que leyó la noticia del anciano, no se lo esperaba, pero quería ir ahora más que nunca a aquella excursión, sería como honrar sus recuerdos.
No pensó en otra cosa en todo ese tiempo, comenzaron a pasar lentamente los días y, por fin, llegó el momento de la excursión.
Todas se reunieron, como la primera vez, en la entrada de la escuela. Esperaban instrucciones del profesor pero éste aún no llegaba, sólo se encontraba la señora Nerzo.
Esmeralda, Kimiosea y Shinzo esperaban ansiosas, la pobre Nereida estaba castigada y no podría asistir a la salida, pero las demás se encontraban muy emocionadas. Su amiga les contó de lo maravillosa que era aquella región, así que no podían esperar a que el profesor llegara y todas partieran. Nereida las estaba acompañando por lo mientras, no era contra las reglas estar en la entrada de la escuela, cuando de pronto, llegó una chica de primero, les dio una nota y se fue. Las chicas extrañadas comenzaron a leer la nota.
«Necesito decirles algo muy importante, las veo en la bodega del Ejército Rojo, es urgente.
Atentamente, su profesor, Tausum.»
Las muchachas se miraron extrañadas, pero caminaron hacia la bodega como les indicaba la nota. No había casi nadie en los alrededores, aquel no era día de práctica para los soldados, así que no ocuparían la bodega para nada. Entraron con cautela, no había nadie, se preguntaban en dónde estaba el profesor, cuando de pronto se cerró la puerta y se escuchó cómo ésta fue asegurada con llave.
—¡No cierren la puerta, estamos aquí! —gritó Esmeralda desde dentro de la bodega.
—Lo sé —contestó una voz conocida.
—¿Jamié?
—¿Esperaban a alguien más? A ese tal Tausum quizá —se burló Jamié al otro lado de la puerta.
—¡Déjanos salir! —exigió Nereida.
—No te pongas agresiva, pordiosera —dijo la engreída muchacha—. Decidimos entretener un poco a su querido profesor para que cuatro chicas tontas cayeran en nuestra trampa.
—¡Vas a tener muchos problemas con la directora! —amenazó Shinzo enojada.
—¿Se lo imaginan? Ahora mismo todas sus amiguitas están subiendo a los carruajes y partiendo a una... "gran aventura", según ellas —dijo la muchacha riéndose—. Bien, espero que se diviertan mucho, amigas.
—¡Jamié! —gritaron todas, pero sólo se escuchó la risa de la muchacha que se iba.
—No puede ser, esto no puede estar pasando —dijo Kimiosea con los ojos llenos de lágrimas.
—Esa mugrosa. ¡Me las pagará! —gritó Nereida dejándose caer en el piso de la bodega.
—Nadie nos encontrará aquí —comentó Shinzo sentándose junto a Nereida.
—Tardarán hasta mañana temprano, cuando los soldados vengan por sus cosas —se resignó Esmeralda y soltó un suspiro.
Comenzó a pasar el tiempo. Las chicas ya tenían mucha hambre, intentaron gritar varias veces para que las escucharan, pero no lo lograron. Terminaron recostándose en el piso de la bodega, no podían mantener una plática constante, estaban muy enojadas.
Ya empezaba a atardecer, cuando se escucharon sonidos de pequeños cascabeles, las chicas se levantaron de un salto del piso y comenzaron a gritar desesperadamente.
—¡Ayúdenos! —gritaron todas—. ¡Por favor!
—¿Quién anda ahí? —preguntó una voz que Kimiosea reconoció en segundos.
—¡Naudur! —dijo Kimiosea emocionada.
—¿Kimi?
—¡Sí! Soy yo, ayúdanos. ¡Estamos atrapadas! —exclamó la rubia muchacha.
—No se preocupen, voy por ayuda, regreso en un segundo —contestó Naudur sorprendido y después se fue corriendo, no pasaron ni diez minutos y el chico ya estaba de regreso—. Les abrirán en un instante —exclamó el muchacho y en un santiamén la puerta se abrió y admiraron a Dimitri, Iniesto y a Naudur.
—¡Gracias! —gritó Kimiosea abrazando a su chico.
—Gracias, chicos, de verdad —dijo Esmeralda aliviada.
—¡Me salvaste, Iniesto! —exclamó emocionada Nereida abrazando al muchacho que de inmediato se soltó.
—Bien... Estoy esperando un «gracias» —le dijo sonriendo Dimitri a Shinzo.
—Fuiste de gran ayuda —confesó seria la muchacha y el chico sonrió.
—¿Qué les pasó? —preguntó Naudur extrañado.
—Es una chica que siempre nos molesta, nos encerró aquí para que no pudiéramos ir a la excursión —explicó Kimiosea recargándose en el hombro de Naudur—. Creímos que nadie nos encontraría.
—¿Quién es? —inquirió Dimitri.
—Jamié Bahra —contestó Shinzo e Iniesto comenzó a toser descontroladamente.
—¿Qué te pasa? —preguntó Nereida dándole palmadas en la espalda al muchacho.
—La chica fue su novia hace un tiempo —explicó riendo Dimitri, provocando que Nereida se pusiera roja.
—Bueno, nosotras tenemos que irnos —dijo la muchacha precipitadamente—. Nos vemos, Iniesto.
—Nosotros también ya nos vamos —exclamó Dimitri despidiéndose de todos.
Las muchachas regresaron a sus habitaciones, no tenían nada que hacer, se quedaron leyendo un par de libros en lo que pasaba el tiempo antes de irse adormir. Las alumnas llegarían hasta la tarde del siguiente día, así que se acostaron muy temprano.
Al despertar, prepararon el desayuno, charlaron un rato de lo indignadas que estaban por la injusticia de la situación, pero después se tranquilizaron y decidieron relajarse antes de que llegaran todos y comenzara el verdadero ajetreo.
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-Sweethazelnut.
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