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43. Todo encajará al final


En aquel nuevo día de clases las muchachas se arreglaron perfectamente y partieron a una nueva aventura en su hermosa escuela. Comenzaba la clase del profesor Tausum, aquel hombre siempre traía consigo las mejores experiencias, así que en cuanto entró tan animado todas las alumnas sonrieron y se acomodaron bien en sus asientos para escuchar al profesor.

—¡Mis queridas alumnas! Les tengo una buena noticia, ha sido autorizada nuestra segunda excursión —informó el profesor y las alumnas se miraron unas a otras emocionadas—. Será una muy especial, conviviremos con los habitantes de esta región.

—¿Y cuál es, profesor Tausum? —preguntó una alumna.

—¡Iremos a Alúan! —exclamó el profesor y Esmeralda abrió los ojos al escuchar la noticia—. Enviarán los avisos lo más pronto posible, pero es probable que vayamos a mediados de la primavera.

A todas les gustó la idea, pero a nadie le conmocionó tanto como a Esmeralda, al fin volvería a aquel lugar al que prometió no volver jamás. Pensó rápidamente si debería ir, no dudó ni un solo segundo, necesitaba volver a ver aquella vereda, aquel mercado, realmente lo deseaba; además hasta podría escabullirse y visitar rápidamente a su madre.

Al terminar el primer periodo, fueron por sus hermosos caballos para dar un pequeño paseo. El invierno ya estaba dando sus últimos soplos. La nieve comenzaba a ceder poco a poco, pero la brisa, ese delicioso viento, continuaba siendo fresco como el de aquella estación. 

Cabalgaban tranquilamente cuando las rebasaron dos jinetes, que ellas conocían muy bien, para después detener a sus corceles frente a ellas.

—¡Hola, Iniesto! —saludó emocionada Nereida y el chico sólo echó su cabeza para atrás.

—Hola, muchachos —dijo Esmeralda sonriendo.

—¿Cómo están Esmeralda, Kimiosea, Nereida? ¿Qué hacen tan bonitas chicas por aquí? —expresó Dimitri sonriente.

—Creo que olvidaste a alguien —comentó dulcemente Kimiosea.

—Claro, claro... La princesa de hielo, ¿no? —contestó el muchacho acercando a Ánimus hacia Damina—. Shinzo, un verdadero placer verte de nuevo.

—No quiero hablar contigo —se precipitó a decir la chica y movió a su yegua para evitar al caballo del muchacho—. Me voy, no quiero malgastar mi tiempo libre. ¿Quién viene conmigo?

—Bien, porque yo venía por Esmeralda —habló confiado Dimitri causando que Shinzo se girara hacia otro lado.

—Iniesto... ¿Por qué no vas con ellas? —propuso el chico provocando que su amigo le mandara una mirada asesina.

—¡Sí! —gritó Nereida emocionada y prácticamente guió a Trinity junto a ella.

—Esmeralda, ¿vienes? —dijo Dimitri y la chica asintió.

Los amigos avanzaron hacia el lado opuesto, cuando ya estaban lo suficientemente alejados, Dimitri se bajó de Ánimus y se tendió en el pasto que todavía tenía un poco de nieve.

—De acuerdo, es la última vez que permito que me uses —exclamó Esmeralda bajando de Situani y sentándose junto al muchacho.

—No tengo idea de qué me estás hablando —comentó Dimitri sonriendo.

—No te preocupes, Shinzo sí se puso celosa —dijo la muchacha mirando a su amigo que soltó una risa.

—Entonces estamos a mano, te cobré la horrible cita que me organizaste.

—No es mi culpa, yo les encontré un hermoso lugar, junté a las tres bellas parejas, yo...

—¿Tres bellas parejas? —cuestionó Dimitri—. Será sólo tu amiga sonriente y el tipo de la rata que baila, pero... ¿Nereida e Iniesto? ¡Por favor! ¿Y Shinzo y yo? Creo que esa chica preferiría cortarse la lengua antes de tener algo conmigo.

—¡Exageras! —comentó Esmeralda con un aire despreocupado—. Shinzo es complicada, debes hablarle con más tacto y tener mucha paciencia.

—Lo haces sonar tan fácil, quisiera verte en la misma situación, a ver si es tan sencillo —dijo Dimitri colocando sus manos tras su cabeza.

—En cuanto a Nereida y tu amigo... si tan sólo él le diera una oportunidad —comenzó a decir Esmeralda—. Entonces se daría cuenta de que...

—Es una niña extraña, Iniesto es de otra clase de chicas, ¿de acuerdo? —interrumpió Dimitri poniéndose las manos en la cara—. Todo esto es tan complicado, ustedes son... Extrañas.

—Diferentes.

—No, son extrañas y ya. A veces es mejor tener sólo amigas, ¿no? Al menos tú no te vas en tu caballo cada que abro la boca.

—No te negaré que desee hacerlo en muchas partes de la conversación —rió la chica y el muchacho también soltó una risa.

—Escuché que tienes un empleo.

—Sí, en el Shésimu.

—Vaya, premio doble cuando hiciste aquella reservación, ¿no? —expresó el chico—. Desearía tener tanta suerte como tú.

—Todos tenemos suerte, sólo que es distinta para cada uno... Tú, por ejemplo, tuviste la suerte de nacer en un hogar próspero, ¿no es así?

—Pues sí —afirmó Dimitri y se levantó—. Espero tener la suerte que tú dices al hablar de nuevo con Iniesto, me matará en cuanto me vea. —El chico ayudó a levantarse a su amiga y subió a Ánimus—. Deséame suerte.

—Pues, deséame suerte tú también, porque tu doncella me bombardeará con preguntas en cuanto llegue —dijo Esmeralda subiendo a Situani.

—Nos vemos, Esmeralda —rió el muchacho y comenzó a avanzar con su caballo—. ¡Suerte!

—¡Suerte, Dimitri! —gritó la chica y se dirigió a las caballerizas, lugar en donde ya se encontraban sus amigas.

—Lástima que Iniesto se tuvo que ir tan pronto —suspiró Nereida mientras veía a Esmeralda llegar.

—¡Hola, chicas! —saludó la muchacha y bajó de Situani para darle un poco de agua.

—Vaya, mira quién está tan feliz —comentó Shinzo cepillando a Damina—. Creo que ahora ya tenemos a dos parejas felices.

—No me atrevería a robar a tu valiente caballero —dijo Esmeralda acariciando a su caballo.

—Haz lo que quieras, a mi no me importa —continuó diciendo la chica—. Sólo te digo que tiene una mala reputación, le encanta coquetear con todas.

—Qué curioso que lo sepas —indicó Nereida y su amiga se tornó roja.

—Somos amigos, Shinzo, sólo eso, pero si tanto te afecta entonces deja de rechazarlo. Sé que es cabeza dura muchas veces pero se nota que algo causaste en él, algo que no sabe qué es y creo que a ti te pasó lo mismo.

—Creo que olvidé devolver un libro a la biblioteca, tengo que irme —dijo Shinzo poniéndole llave al box de Damina y caminando rápidamente.

—Déjala, Esmeralda, cuando sea el momento ella se dará cuenta sola —comentó Kimiosea mientras cepillaba tranquilamente a Armania.

—Tienes razón. Todo encaja al final, ¿no es así?

Las muchachas continuaron con su siguiente periodo. Nereida pensaba y pensaba una y otra vez en la propuesta de Blodin, estaba tan estresada con las clases, las asesorías, las tutorías, las recuperaciones, que no tenía un momentito para pensar en algo tan importante. En las noches era lo único que le quitaba el sueño, era difícil descansar pensando todo el tiempo en esa enorme decisión. Al paso de los días consideró cada vez más que la oferta del hombre era lo más conveniente, así que decidió salir a buscar al profesor en cuanto pudo.

—Blodin —llamó la chica desde la puerta.

—¡Ditón! —exclamó el profesor sobresaltado.

—Si planea hacer todo lo que dice, entonces deberá decirme Nereida.

—¿Significa que aceptas?

—¿En dónde está la casa?

—En Noif, yo te la prestaría completamente. Puedes instalar tus cosas, si quieres quita lo que quieras, sólo no tires nada, por favor. Podrías vivir ahí hasta que encuentres un empleo, cuando te gradúes.

—Es un trato —dijo extendiendo su mano—. Pero quiero que mantenga esto lo más discreto posible.

—Dalo por hecho —expresó el profesor estrechando la mano de la chica.

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-Sweethazelnut.

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