24. Primavera con amigos
El día libre, de los dos que les daban al finalizar la semana, comenzaba pero no podían descansar, era hora de continuar con el castigo que les había puesto la señorita Donur. Meses puliendo las armaduras de los futuros miembros del Ejército Rojo y aún no terminaban.
Caminaron hasta la bodega después de clases, al llegar, comenzaron inmediatamente a pulir, era demasiado; de pronto escucharon ruidos de caballos trotando que provenían de afuera. Curiosas se levantaron y miraron por una rendija pero para su sorpresa vieron a Iniesto y a Dimitri quienes inmediatamente hicieron parar a sus caballos para acercarse a ellas.
—Mira a quienes tenemos aquí —dijo Dimitri abriendo la puerta de la bodega—. Nuestras amiguitas «damas de compañía»
—¡Aléjense de nosotras! —reclamó Shinzo enojada.
—Esa no es manera de tratar a un compañero —dijo Iniesto con una sonrisa.
—No las queremos molestar, es más, andamos de paseo, ¿no quieren venir? —preguntó Dimitri a las muchachas.
—Con ustedes nunca, además ¡tenemos un montón de trabajo! —argumentó Shinzo cruzando los brazos y volteándose.
—Les ayudamos. Hagan cuentas, acabaríamos hoy mismo todo el trabajo, entonces podrían venir con nosotros —propuso Iniesto tomando los utensilios de limpieza sobrantes de la bodega.
Kimiosea accedió de inmediato y sus dos amigas terminaron aceptando el trato. Como los chicos predijeron, acabaron un poco antes del atardecer con todos sus deberes. No podían creer que el castigo al fin había finalizado.
Al terminar de guardar las cosas, salieron y ahí los esperaban una bella yegua y un hermoso caballo. La yegua era de Iniesto, era negra y tenía una línea diagonal blanca en el ojo derecho, una belleza de nombre «Trinity», y el caballo de Dimitri era blanco y elegante con un distintivo color plateado en su crin y cola, se llamaba «Ánimus». Shinzo subió con Dimitri a Ánimus y Kimiosea subió, junto con Esmeralda e Iniesto, a Trinity.
Los chicos comenzaron a pasear a través del bosque que poseía la escuela, el ambiente tenía la frescura de la primavera, así que la brisa soltaba una ligera fragancia a flores. Era un pedazo de libertad encapsulado en gotitas de agua que comenzaban a caer del cielo.
Entre más avanzaban comenzaron a trotar, luego a galopar, así hasta que se encontraban a toda velocidad sobre los corceles. Se sujetaron bien de los chicos ya que se movían constantemente para evitar obstáculos. El viento era intenso, pero una de las cosas más maravillosas del mundo es sentir el viento agitando tus cabellos, rozando tu rostro, pero especialmente, estremeciendo tus sentidos.
Esmeralda tuvo que cerrar los ojos, la verdadera emoción de un día al aire libre es cerrar los ojos y dejar que el espíritu del bosque te inunde y, en especial, sentir la esencia de la primavera. La mejor época del año que se resume en la perfección materializada en unas cuantas cosillas que hacen en conjunto algo tan especial que es difícil de describir con palabras, pero que nos permite conocer el mundo de verdad, nuestro mundo. Mientras experimentaba todo esto sonreía a más no poder y cada uno de los jóvenes no pudo evitar soltar risas de vez en cuando.
Después de recorrer una distancia considerable, Dimitri e Iniesto halaron de los caballos para detenerlos y les extendieron las manos a las chicas para que bajaran cómodamente.
—No son tan malos después de todo —dijo Esmeralda tirándose sobre el pasto
—¡Exacto! —contestó con una pequeña risa Iniesto.
—Me parece que «alguien» no ha admitido eso aún —comentó Dimitri mirando a Shinzo—. ¿Ya no somos un castigo, muñeca?
—¡No soy una muñeca! Al menos no «tuya» —reclamó Shinzo girándose violentamente.
—No me refería a eso —dijo sonriente el chico—. Pero si tú quieres...
Shinzo le lanzó una mirada asesina y todos comenzaron a reírse. La muchacha sólo hizo una mueca y se sentó junto a Esmeralda.
—¡Ya casi llegan los exámenes! —comentó Kimiosea tapándose la cara con sus manos.
—Ni me lo digas, el profesor Dahen me dio un libro y no logro comprenderlo aún —se quejó Shinzo mirando el agua de un charco que se formó con la llovizna.
—¿Dahen? No me digas que tienes a Dahen de profesor —dijo Dimitri sentándose junto a Shinzo.
—Sí, pero creí que teníamos profesores distintos. —contestó Esmeralda, observando a Shinzo y comprendiendo lo que pretendía.
—¡Claro que tenemos profesores distintos! Pero Dahen le da clases a casi todo el Coralli —explicó Iniesto—. Dicen que incluso le dio clases a la directora.
—¿Por qué eligieron el Ejército Rojo? —preguntó Kimiosea.
—¿Por qué no? Es el sueño de todos los hombres de Imperia —aclaró Dimitri.
—¡Seré el mejor estratega que el rey Sáfano haya visto!
—¿De verdad? —dijo Shinzo mientras miraba a Esmeralda con complicidad. Ambas comenzaron a aventarle agua del charco con sus manos a Dimitri, el cual sólo cayó de espaldas por el impacto—. Sí, «gran» estratega.
El muchacho se levantó y comenzó a patearles agua a las muchachas. Ya estaba oscuro y comenzaba a enfriar bastante, así que tuvieron que parar de jugar para volver a montar los caballos y regresar.
Los chicos las dejaron frente al dormitorio y se fueron hacia los suyos antes de que fueran castigados por la señora Nerzo.
Las muchachas subieron las escaleras tratando de hacer el menor ruido posible, toda su ropa estaba empapada a consecuencia de estar jugando con el agua de la lluvia. Se despidieron de nuevo y Esmeralda entró a su habitación para encontrar a una Nereida muy enojada.
—¿Y a ti que te pasa?
—Espero que se hayan divertido mucho en su «castigo» —dijo Nereida sentándose en su cama.
—¿A qué te refieres? Estuvimos puliendo cosas toda la tarde —contestó Esmeralda mientras caminaba al vestidor lentamente.
—¡Claro! Por eso Iniesto Ápoca las trajo hasta acá y supongo que es la misma razón de que vengas tan mojada —reclamó Nereida cruzándose de brazos.
—Así que es por eso —contestó riendo Esmeralda mientras se cambiaba la ropa mojada—. No seas celosa Nereida, ellos nos ayudaron y fuimos a pasear cuando terminamos, fue algo rápido. —La chica salió del vestidor con un vestido haraposo a manera de pijama y se sentó junto a su amiga—. Además solo somos amigos, aunque a mí me parece que entre Shinzo y Dimitri hay algo, pero es demasiado pronto para especular.
—De acuerdo, ahora sólo tengo dos problemas, el primero: ustedes siempre están con ellos, yo nunca me los encuentro y en serio quisiera comenzar a hablarle a Iniesto —declaró la chica con el rostro angustiado.
—Vamos Nereida, sólo los hemos visto dos veces, pero si quieres podemos ir a buscarlos después —dijo Esmeralda, mientras se levantaba y tomaba un peine viejo para cepillarse el cabello.
—Gracias, Esmeralda. —Nereida se recostó sobre su cama y puso las manos sobre su nuca.
—Ahora... ¿Cuál era el segundo problema?
—Que si te vuelvo a ver otro día con esa pijama te juro que vomitaré. —La muchacha se levantó y fue hacia su armario para sacar un vestido corto color turquesa que traía un moño de encaje enfrente—. Mi padre me compró esto, pero yo prefiero las pijamas que me dio mamá, acéptalo y haznos un favor a todos.
—Gracias —dijo riendo mientras tomaba la prenda y se iba al vestidor.
Esmeralda salió con el bello vestido, se sentía como una princesa con él, además de ser extremadamente cómodo. Nereida y ella tomaron unos Ífuos antes de irse a dormir y después cayeron rendidas en sus suaves camas.
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-Sweethazelnut.
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