23. El día de la correspondencia
El invierno llegó a su fin un poco después. La primavera empezó a asomar poco a poco por los hermosos paisajes de la región de Cristaló. Era un bello inicio de semana, el sol las levantó con un suave resplandor sobre sus rostros.
Esmeralda y Nereida se encontraban de muy buen humor. Mientras Nereida se aseaba, Esmeralda preparó un delicioso desayuno con unos Ífuos bien calientitos y pan frito cubierto de una suave salsa hecha de nuez y mantequilla, sólo faltaban sus amadas cerezas.
Después se arreglaron juntas, ambas se pusieron sus collares de hielo y Nereida, además, se puso su collar con el pequeño frasco y la piedra que le había regalado el profesor Tausum. Acomodaron su cabello y Esmeralda se puso su diadema blanca que usaba todos los días. Llamaron a la puerta de sus amigas y las cuatro partieron a clases. Como siempre se despidieron de Shinzo y entraron a la primera hora con la profesora O'Kris.
La profesora las observó con entusiasmo. Al salón entró una persona con una enorme caja, después de un buen tiempo de clases con la profesora, sabían que aquella caja poseía objetos que les obsequiaría.
—Mis queridas alumnas, espero hayan descansado bien, porque hoy tenemos mucho trabajo por hacer —indicó la profesora O'Kris mientras abría la caja y sacaba un bello bolso color blanco, muy grande y que tenía bordado el escudo de la escuela; parecía muy resistente, pero a la vez poseía detalles que lo hacían lucir muy elegante y femenino—. Ya no quiero verlas cargar con sus libros por doquier ni portando esos bolsos sucios —indicó señalando a Esmeralda—, ahora deberán llevar todo dentro de estos bolsos que les pasaré en seguida.
La profesora se los repartió, Esmeralda abrió el suyo y encontró una caja negra de madera que tenía grabado en dorado el escudo de la escuela. Había una pequeña llave a su lado, la chica intrigada se la mostró a la maestra.
—Vaya, Esmeralda, a eso iba justamente. Dentro de ellos encontrarán unas cajas negras que contienen nuestro material para la clase de hoy y para el resto de su estadía en el Coralli —dijo la profesora mientras tomaba la caja de la chica y la abría con la pequeña llave para mostrar su contenido a la clase—. A esta caja se le denomina «Ópaka», una dama de compañía debe tenerla siempre. Usualmente debe traer el escudo de armas del lugar en donde esté residiendo, así que tendrán que darles una nueva cuando salgan del Coralli y se conviertan en damas de compañía de cualquier mujer de la nobleza. Un Ópaka debe contener los siguientes elementos: un abanico, un pañuelo, un perfume y un libro de viaje.
La profesora caminó al escritorio y colocó los elementos que acababa de mencionar sobre de éste.
—El abanico es esencial —explicó tomándolo y mostrándoselo a la clase. Era un precioso accesorio color blanco, con encaje negro y el escudo de la escuela colocado en un costado con el mismo color—. Siempre debe tener el escudo, al igual que la caja, muestra que tenemos un rango superior.
Guardó el abanico y sacó el pañuelo, que al igual que el abanico, era blanco con el escudo de la escuela en negro; después de explicar su uso sacó el libro de viaje.
—Un libro de viaje es como un libro común sólo que en su versión compacta, miden exactamente la mitad que un libro normal. Si la obra es muy extensa usualmente se divide en varios tomos, todos los libros de Imperia tienen su versión en libro de viaje —continuó explicando la profesora mientras hojeaba rápidamente el pequeño libro—. Usualmente deben tomar alguno de la biblioteca del lugar en donde residan. Mientras vivan en el Coralli pueden pedirle al profesor Dahen algún libro en su edición para Ópaka. Él tiene muchos y con el escudo de la escuela en la portada, pues los libros de viaje también deben llevar éste.
Acomodó todo dentro de la caja antes de sacar lo último, un pequeño frasquito color miel que contenía un líquido, y aunque ya comenzaba a marear a Esmeralda, también traía grabado el escudo de la escuela.
—En Imperia jamás se realizan dos perfumes con la misma fragancia para personas distintas, si les gustó el perfume que viene en su Ópaka deberán dejar unas gotitas antes de que se lo terminen y mandarlo a una perfumería en donde se detectan los componentes que lo conforman y les fabricarán más, pero si no, les darán un perfume totalmente nuevo. —La profesora regresó su caja a Esmeralda e indicó que podían destapar el perfume para olerlo.
Esmeralda sintió cómo la inundaba el aroma que más le gustaba y el que curiosamente tenía su perfume, el de cerezas y algo más... algo que no podía distinguir, pero que era exquisito.
Cuando terminó la clase todas las chicas guardaron sus cosas en el bolso blanco que les dieron. Ese día el profesor Dahen, llegó muy mal encarado, se sentó en su escritorio y llamó de inmediato a Esmeralda dando la indicación de que continuaran con la lectura.
—Señorita Daar, estuve haciendo mi recopilación de notas hasta el momento, y me percaté de que usted lleva meses con el mismo libro, eso es inaceptable. Tuve que bajar puntos significativos a su evaluación, dígame ¿es capaz de continuar con «Datka no encuentra a Datka» o desea otro libro más sencillo? —preguntó el profesor Dahen con mirada severa.
—Lo siento profesor, de verdad que me fascinó ese libro, pero con tanto movimiento en estos meses me he olvidado completamente de él. No creo poder terminarlo a tiempo como para cubrir los libros que usted pidió para acreditar la materia, así que si tuviese un libro un poco más corto estaría muy agradecida —dijo Esmeralda sinceramente y el profesor con una ligera mueca se giró y sacó de los cajones unos cuantos libros, miró el lomo y observó a la chica.
—¿Le sigue interesando El cazador de ideas? —preguntó el profesor con seriedad y al ver que la muchacha asintió enérgicamente tomó un libro color amarillo y se lo extendió—. Se llama «Cinco ideas raras que le surgieron a Wick». Es un relato muy breve y lo espero para máximo dos clases después. Regréseme el libro anterior. —La muchacha fue rápido por el susodicho y se lo entregó al profesor—. Ahora ve a tu lugar.
—Parece que ya no hay favorita —dijo en voz baja Nereida y las demás rieron por lo bajo, cuando volteó hacia Esmeralda ésta sólo le hizo un gesto y Nereida sonrió.
—La profesora O'Kris me comentó que necesitan sus libros de viaje, bien, en los palacios se suelen llevar dos lecturas, una puede ser ligera y se lleva en un libro de viaje y otra un poco más difícil para cuando se está descansando, pero en lo que resta del año deberán tener el libro de viaje de la obra que estén leyendo en este momento. —El profesor caminó hacia el escritorio, sacó una pequeña lista y después una caja en la cual buscó y sacó unos libros de viaje que repartió. A Esmeralda le puso los pequeños dos libritos que salían del libro que le acababa de dar. El profesor caminó hacia el escritorio y anotó unas letras raras—. Levante la mano quien sepa qué dice aquí. —Todas, excepto Esmeralda y Kimiosea levantaron la mano—. Este año tenemos muy pocas alumnas que no saben Bitzú, muy bien, ambas vendrán a clases en las tardes a partir de hoy para aprender bien esta forma de escritura, ya que a partir de segundo año comenzarán a exigir trabajos, tareas y demás en Bitzú. —Las muchachas asintieron, poco después la clase del profesor terminó y las alumnas comenzaron a salir.
—Profesor, sé que debe estar molesto, pero ¿sería posible que me diera el libro de viaje de «Datka no encuentra a Datka»? Para conservar al menos la versión pequeña —dijo Esmeralda con gesto preocupado.
—Muchacha no estoy molesto, estoy decepcionado. Me parece que no encontrarás tan fácil este libro, quédate con la versión grande. —El profesor agarró el ejemplar que Esmeralda le había dado al inicio de la clase y se lo regresó a la chica, después buscó entre los cajones y sacó diez libritos—. Y también con los libros de viaje. Tú puedes mucho más que eso que hiciste. ¿Entendido? —expresó el profesor mirándola por encima de sus gafas.
—Sí, profesor. —La chica caminó hacia la salida con la cabeza un poco baja.
—Señorita Daar —dijo el profesor y la muchacha se giró—. Mucho más. —Esmeralda sonrió y el profesor asintió con la cabeza.
Cuando la hora de la comida llegó, la señora Nerzo les indicó que fueran a sus habitaciones para ver si tenían correspondencia. Todas las alumnas caminaron ansiosamente hacia sus respectivos cuartos. Cuando Nereida y Esmeralda llegaron al suyo admiraron dos cartas, una con el nombre de Esmeralda y otro con el de Nereida, y un paquete en frente de su puerta. Tomaron todo y fueron a la habitación de Shinzo y Kimiosea. Las cuatro amigas se sentaron en círculo y comenzaron a abrir sus sobres.
—Es muy extraño, yo no le envié nada a nadie —comentó Nereida abriendo su sobre y comenzando a leer la carta que contenía.
Esmeralda abrió el suyo impaciente y era, después de tanto tiempo, la respuesta de su madre.
Mi querida Esmeralda:
No sabes cuánto me alegra que al fin hayas cumplido tu preciado sueño. Me imagino que el Coralli es tan inmenso y hermoso como tú dices. Recuerda aprovechar y recorrer cada centímetro que abarque tu escuela.
Espero poder conocer pronto a tu nueva amiga, estoy segura de que será tan agradable y amable como Kimiosea, recuerda enviarle saludos de mi parte y agradecerle por prestarte los sobres y las hojas. En cuanto a tu compañera de cuarto, bueno, te adjunté un paquete, verás que ellas te ayudarán a hacer nuevos amigos, como siempre lo han hecho. Espero que este invierno no la hayas pasado demasiado mal, recordé que allá en Cristaló sí cae nieve, así que me quedé un poco preocupada, ya que no empacaste ropa suficientemente abrigada.
Mi pequeña niña, no sabes cuánto te extraño, las espero a ti y a Kimiosea en el verano, que no tardará mucho en llegar.
Te mando montones de abrazos y besos.
Con amor, mamá.
La muchacha soltó una lágrima, se sentía tan triste de no haber visto a su madre en tanto tiempo, pero la experiencia de haber estado varios meses en el Coralli no la cambiaba por nada. Nereida aventó su carta y frunció el ceño repentinamente.
—¿Qué te pasa? —preguntó Kimiosea, quien también tenía los ojos cristalinos.
—Mi padre, ese tonto dice que no me quiere en su castillo mientras estemos de vacaciones, ahora tendré que quedarme aquí en la escuela todo el verano.
—¿Y si viene con nosotras? —le preguntó enérgicamente Esmeralda a Kimiosea.
—¿Nereida en Lizonia? Por mí está bien —contestó sonriente la rubia muchacha—. Pero hay que avisar a nuestras madres.
—¿Qué dices tú Shinzo?
—Lo siento, mis padres me esperan este verano —contestó la chica sonriendo esperanzada de ver a su familia pronto.
—De acuerdo, le avisaré a nuestras madres —dijo Kimiosea tomando una hoja y algo con qué escribir.
—¿Qué hay en el paquete, Esmeralda? —preguntó Shinzo.
—¡Cierto! Por poco lo olvido. —La chica lo abrió desesperadamente y casi se desmaya cuando vio tres frascos pequeños repletos de sus adoradas cerezas—. ¡Cerezas! ¡Me mandó cerezas!
Esmeralda abrazó uno de los frascos y las demás soltaron pequeñas risitas. Las muchachas se quedaron charlando acerca de lo que podrían hacer en sus vacaciones próximas, se fueron al kiosco blanco en el que siempre se reunían y ahí tomaron un refrigerio pequeño, ya que la lectura de las cartas les había reducido su tiempo y pronto tuvieron que regresar a la escuela para tomar el segundo periodo de clases..
Cuando acabó, Kimiosea y Esmeralda se despidieron para asistir a su primera clase de Bitzú, así que juntas subieron, de nuevo, al salón cuarenta y ocho en donde tomaban siempre la clase de Lengua.
Al entrar admiraron al profesor sentado en su escritorio con un libro, cuando notó su presencia les indicó que tomaran asiento.
—Muy bien, supongo que ustedes son becadas, ¿no es así? —preguntó el profesor Dahen.
—Sí —contestaron al unísono Esmeralda y Kimiosea.
—Siempre iniciamos clases en Talán, por si hay alumnas becadas o algunos casos especiales, en donde sólo se sepa este idioma..
—Pero, yo sabía que las personas de clase muy alta sólo sabían escribir y leer en Bitzú —expresó Esmeralda.
—Sí, estás en lo correcto muchacha, pero las alumnas que asisten aquí usualmente saben leer ambos idiomas, hablamos de reyes o reinas cuando no se sabe leer Talán —dijo el profesor levantándose lentamente y caminando hacia el pizarrón.
Comenzó a anotar letras desconocidas, explicó el por qué de cada una de los caracteres, después las muchachas tuvieron que repetirlos varias veces en su cuaderno y, posteriormente, decirlos en voz alta. Para cuando la clase se vio concluida ya estaba oscuro, así que las muchachas caminaron rápidamente hacia sus habitaciones. En primavera solía llover bastante y, como comenzaba a lloviznar, las chicas apresuraron aún más el paso.
Llegando, Esmeralda desocupó su bolso y colocó los cuadernos y libros del siguiente día, sacó su Ópaka y olió el perfume de nuevo, adoraba ese aroma. Después se preparó para dormir, tomó una rápida cena con Nereida y ambas cayeron rendidas después de un día más como estudiantes del Coralli.
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-Sweethazelnut.
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